La Cumbre de la CELAC reafirmó la alianza regional para enfrentar la pandemia y producir vacunas

El 18 de septiembre la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) realizó su VI Cumbre en la Ciudad de México. Girando en torno a la pandemia y las críticas a la OEA, fue una cumbre memorable. Asistieron 16 presidentes y representantes de todos los países de la región, excepto Brasil. El presidente del Consejo de Europa estuvo presente y el presidente chino envió un mensaje en video. Estados Unidos tampoco se presentó.

La “Declaración de la Ciudad de México” reitera el compromiso de la CELAC “con la unidad e integración política, económica, social y cultural y la decisión de seguir trabajando juntos para enfrentar la crisis sanitaria, social, económica y ambiental provocada por la pandemia de COVID-19, el cambio climático, desastres naturales y degradación de la biodiversidad del planeta, entre otros”. La salud –y la pandemia– ocupa siete de los 44 párrafos que componen la Declaración, de 13 páginas. En los primeros párrafos exige la democratización de la producción y la eliminación de los obstáculos que impiden el acceso justo y equitativo a las vacunas contra la COVID-19 como bienes públicos globales. En este sentido, reitera su llamado a la comunidad internacional y al sector farmacéutico mundial a sumarse a los esfuerzos de gobiernos y organismos multilaterales, incluyendo discusiones en diversos foros, con el objetivo de incrementar la cooperación para asegurar una distribución inmediata, equitativa, solidaria y asequible de vacunas, insumos, equipos, medicinas y otros insumos contra la COVID-19.

Se requieren esfuerzos solidarios para acelerar la intensificación de la investigación, el desarrollo, la producción y la distribución mundial de vacunas y tratamientos contra la COVID-19, basados ​​en la solidaridad internacional y la condición de bien público mundial acordado por la OMS con vistas a una vacunación extensiva. También la Declaración menciona la Resolución 74/274 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, de 20 de abril de 2020, que recomienda los mismos principios, además de referirse positivamente a los esfuerzos e iniciativas de cooperación regional con el propósito de promover una respuesta más inclusiva a la pandemia. Reitera también su compromiso de incrementar la cooperación y la solidaridad internacional, con el fin de apoyar y fortalecer las capacidades y la infraestructura para la producción y distribución de vacunas, medicamentos y suministros de salud en la región. Refiriéndose a iniciativas anteriores, apoya el trabajo de la Red CELAC de Especialistas en Agentes Infecciosos y Enfermedades Emergentes y Reemergentes, así como la iniciativa de la Red Regional de Vigilancia Genómica COVID-19 (COVIGEN), coordinada por la OPS con el objetivo de garantizar el acceso de las poblaciones de la región y reducir la dependencia extrarregional. Específicamente menciona el desarrollo de vacunas en diferentes etapas de ensayos clínicos ya en marcha en la región, señalando: la colaboración establecida entre Argentina y México para la producción y envasado de vacunas, que ya han comenzado a distribuirse en países de la región; el desarrollo, producción y suministro de vacunas cubanas (Abdala, Soberana02 y Soberana Plus); así como otras iniciativas de investigación y desarrollo de vacunas en curso en México (Patria), Argentina (ARVAC Cecilia Grierson), Cuba (Sovereign 01, Mambisa, Pasteur y PanCorona), Chile (PedCoVax) y Brasil (Butan Vac). Quizás porque Brasil se retiró del mecanismo en 2020, lamentablemente no menciona la extraordinaria iniciativa de Fiocruz, uno de los mayores productores de la región.

La Declaración menciona, de paso, la decisión tomada en la 74 Asamblea Mundial de la Salud (AMS74-16), en mayo de este año, que convoca a una reunión extraordinaria entre el 29 de noviembre y el 1 de diciembre de 2021 para discutir el tratado –u otro instrumento internacional– sobre pandemias, indicando claramente la visión de la CELAC al respecto.

La gran estrella del encuentro, en el ámbito de la salud, fue la propuesta aprobada por los altos representantes de todos los países de la región del Plan Salud Integral Autosuficiente para el Fortalecimiento de las Capacidades Productivas y el Vacío. Distribución y medicamentos en los países de la CELAC, extenso documento de 103 páginas elaborado por la CEPAL a solicitud de México, que ostenta la presidencia pro tempore de la CELAC. El documento aprobado aborda la situación de los sistemas de salud, propone el fortalecimiento de la atención primaria de salud y analiza las capacidades existentes de la industria farmacéutica pública y privada en la región para la producción de insumos críticos para combatir la pandemia, incluidas las vacunas. El documento indica que la industria de productos de salud de la región tiene bajo nivel de desarrollo tecnológico y es altamente dependiente de la producción de empresas multinacionales y de las importaciones de fuera de la región. Durante 2019, por ejemplo, las importaciones duplicaron el valor de las exportaciones y el déficit superó los 20.000 millones de dólares. Destaca, sin embargo, los avances en el desarrollo de vacunas propias por Cuba, Brasil y México, y los acuerdos de producción alcanzados por Argentina, Brasil, México y Venezuela con multinacionales farmacéuticas para la producción de vacunas. Por otro lado, pide la consolidación de un mecanismo de adquisición de vacunas a nivel regional, destacando el existente Fondo Rotatorio de la OPS; la negociación conjunta de los países de la CELAC con la Organización Mundial del Comercio (OMC) en materia de propiedad intelectual; la armonización de los estándares regulatorios existentes en los países miembros; la consolidación de una plataforma regional de ensayos clínicos; y la priorización de las empresas de la región en las compras públicas que realizan los sistemas de salud como instrumento de política industrial.

Ante un escenario global y regional cambiante e incierto, el documento advierte que los lineamientos y las propuestas requieren la reflexión y la acción sobre tensiones de corto plazo –acceso a vacunas y su aplicación– y de largo plazo –inversiones impulsadas por políticas industriales. En la formulación de los lineamientos y propuestas del Plan, el documento tuvo en cuenta las particularidades de la industria farmacéutica y las dimensiones de la oferta y la demanda. En el análisis de la oferta se consideraron los vínculos de la industria, desde la investigación y desarrollo, hasta la producción y la distribución de vacunas y medicamentos. En el caso de la demanda, dado su papel en la promoción de nuevas actividades, se prestó especial atención al sistema de salud pública y atención primaria, así como a su rol en el acceso a vacunas y medicamentos y su eficiente distribución.

En resumen, de acuerdo con el mandato definido por la CELAC y con base en el trabajo del grupo de expertos constituido para tal fin, la CEPAL definió y priorizó siete líneas de acción:

  1. fortalecer los mecanismos internacionales de adquisición conjunta de vacunas y medicamentos esenciales;
  2. utilizar los mecanismos públicos de compra de medicamentos para el desarrollo y el fortalecimiento de los mercados regionales;
  3. crear consorcios para el desarrollo y la producción de vacunas;
  4. implementar una plataforma regional para ensayos clínicos;
  5. aprovechar las flexibilidades regulatorias para acceder a la propiedad intelectual;
  6. fortalecer los mecanismos de convergencia y reconocimiento normativo vigentes en los países.
  7. fortalecer los sistemas primarios de salud para el acceso universal a las vacunas y su distribución equitativa.

Estas líneas de acción se complementan con actividades encaminadas a identificar los principales actores y a evaluar las capacidades regionales de investigación, desarrollo y producción de la industria farmacéutica. Su avance se presenta en el documento bajo el nombre de “inventario de capacidad”. Sería de suma importancia que esta propuesta de la CELAC-CEPAL no contradiga la iniciativa ya lanzada por la OPS el pasado 27 de agosto: la plataforma colaborativa para impulsar la producción regional de vacunas contra COVID-19, que debe contar con la aprobación de los ministros y las ministras de salud de la región, reunidos a partir del 21 de septiembre en la reunión anual del Consejo Directivo de la OPS en Washington.

Dadas las tremendas dificultades para acceder hoy a las vacunas contra la COVID-19 en la región y la importancia de acercarse a la autosuficiencia en medicamentos, vacunas y otros insumos para las pandemias –y para la salud en general– en los próximos años, y debido a la insensibilidad del G7, G20 y países ricos en general, es fundamental que los esfuerzos lanzados por CELAC, CEPAL y OPS se optimicen a través de una comprensión de alto nivel de las ventajas de la cooperación entre agentes multilaterales regionales, tan importantes para la salud en América Latina y el Caribe.

Sin duda, el Plan desarrollado en la CELAC tiene como objetivo avanzar en uno de los grandes problemas regionales: la alta dependencia de insumos estratégicos para la salud, como medicamentos y vacunas. El acceso a la vacuna es un requisito importante para volver a la “normalidad” en los países de la región y así reanudar la trayectoria de crecimiento. Las negociaciones impulsadas por la CELAC son una evidencia de cómo la diplomacia regional relacionada con la salud, estableciendo “diálogos regionales”, “consolidando las demandas de los países de insumos estratégicos para la negociación y compra conjunta”, o “promoviendo la transferencia de tecnología y creando consorcios para su producción” pueden ser estrategias clave promover su acceso más equitativo y la reanudación del crecimiento en la región.

 

Paulo Marchiori Buss es médico (UFSM), magíster en Medicina Social (UERJ), doctor en Ciencias (FSP-USP), director del Centro de Relaciones Internacionales en Salud (CRIS- FIOCRUZ, Brasil) y miembro titular de la Academia Nacional de Medicina del Brasil. Sebastián Tobar es sociólogo (UBA), com maestría en Ciencias (ENSP-FIOCRUZ) y estudiante de Doctorado en Salud Pública (ENSP-FIOCRUZ), asesor e investigador (CRIS-FIOCRUZ). Miryam de Souza Minayo es investigadora en Salud Global y Relaciones Internacionales (CRIS-Fiocruz), analista de Relaciones Internacionales y nutricionista, con doctorado en Derecho Internacional y Relaciones Internacionales (Universidad Complutense de Madrid) y magíster en Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario (Universidad Complutense de Madrid).

 

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