Posibilidades, dificultades y desafíos de la gestión universitaria durante la pandemia

Brechas sociales y nacionales

Brecha social tecnológica entre estudiantes

La pandemia hizo evidente que hay hogares sin conexión a Internet y sin computadora –o con una familiar– y eso dificultó su participación en la educación con modalidad virtual. La adquisición de dispositivos tecnológicos asociados a Internet tiene un rol más de esparcimiento –o de estatus– que propiamente educativo, por lo que es más habitual comprar o cambiar un celular que una computadora. Es por eso que, en muchos casos, la educación virtual se desenvolvió como educación a través del celular, cuestión que obstaculizó seriamente el proceso de aprendizaje en todos los niveles educativos. La universidad se enfrentará con estudiantes provenientes de la secundaria que acarrean serios problemas de aprendizaje.

La posibilidad de la educación virtual o bimodal se encuentra directamente ligada a cuestiones como la universalización del acceso a la conectividad y a las computadoras –hardware y software. El mercado no va a garantizar este derecho, sino que deberá formar parte de una política de Estado.

Brecha tecnológica nacional

La administración de Internet, de los programas y de los principales buscadores de datos es mayoritariamente extrajera. Algunas universidades adquirieron licencias de Zoom y de otras plataformas –Google Meet, etcétera– de origen norteamericano. La compra de una licencia –aunque no todas son pagas– supone una importante erogación para las instituciones, y también una salida de divisas del país.

Otro tema estratégico a tener en cuenta es que toda la información generada en el proceso educativo por intermedio de las aplicaciones extranjeras –texto, imagen, etcétera– es apropiada por corporaciones. Esta situación genera, potencialmente, una dependencia cultural y científica y habilita una nueva forma de neocolonialismo.

El Estado y el sector privado nacional deberían encarar un programa estratégico de producción tecnológica, tendiendo a alcanzar mayores rangos de producción propia y, con ello, fortalecer la soberanía argentina. Asimismo, en la región sudamericana debe debatirse la utilización de contendidos que circulan por la red, garantizando la privacidad individual y la soberanía nacional.

 

Debilitamiento de los vínculos humanos y colectivos

Las cursadas a distancia pueden ser facilitadoras del acceso a la educación, ya que evitan los traslados de estudiantes y de docentes, ahorrando tiempo y dinero. La contracara de eso es que se impide el establecimiento de vínculos humanos y que se formen grupos –de estudio, amistades, emocionales, etcétera– propios de la vida universitaria. Con esta modalidad difícilmente se forme una comunidad y colectivos políticos, cuestión que es característica de una institución que forma a la clase dirigente y que históricamente ha intervenido en los grandes debates nacionales.

La universidad debe seguir siendo un ámbito de contacto humano, de debate y de construcción colectiva, para lo cual es fundamental generar las condiciones sanitarias para la vuelta a las clases presenciales.

 

Desafíos pedagógicos y didácticos

Problemas de falta de atención y de contextos adecuados

En las modalidades virtuales es habitual que, mientras el o la docente dan clase, el o la estudiante contesten un chat, abran un portal de noticias o vean un vídeo, ya que el recurso utilizado para la educación tiende a ofrecer diversas distracciones –datos, imágenes, etcétera. Ese inconveniente ya existía en la modalidad presencial, ya que los celulares en las aulas dificultan la relación entre docentes y alumnos o alumnas, pero este problema ahora –pandemia mediante– se ha potenciado enormemente.

Los buscadores de información disponibles en Internet construyen al “lector superficial”, aquel que baja libros en PDF y que lee meramente las primeras páginas, que copia acríticamente textos sin verificar fuentes, o que directamente no interpreta lo que reproduce en trabajos, ensayos y monografías.

Un tema no menor es que “el aprender” y “el educar” en el domicilio suele estar atravesado por actividades de la cotidianidad, que no siempre son las mejores para garantizar esos procesos. La clase domiciliaria perjudica a la familia que pierde un espacio antes destinado a otras cuestiones, y también el educador o la educadora se enfrentan con ruidos, interrupciones y otros problemas, y no pueden trabajar con normalidad. La vuelta a los espacios físicos diagramados estrictamente para educar es fundamental.

Aumento de la adicción a las pantallas

Las nuevas tecnologías, y centralmente el celular, están generando una nueva adicción y derivan en diversos trastornos de la personalidad. La ansiedad, el cortoplacismo emocional, la dificultad para mantener un diálogo con otra persona y los problemas de sueño son solo algunas de las manifestaciones. Este es un tema que debería ser abordado en investigaciones académicas, ya que pone en juego la educación y la salud mental.

Límites de plataformas y campus

Por causa de la pandemia, las universidades se vieron obligadas a virtualizar todos los procesos educativos, situación que no fue planificada con la antelación que requería. En algunos casos, las instituciones ya tenían trayectoria en organización de campus virtuales y esta coyuntura sólo implicó extender esa experiencia a otras áreas. Por el contrario, en muchas otras universidades no existían campus virtuales, y cada Facultad –incluso cada cátedra– hizo, literalmente, lo que pudo y lo que tuvo a su alcance –utilización de plataformas como Google Meet sin las correspondientes referencias institucionales, o reuniones por Zoom sin licencia, obligando a la reconexión cada 40 minutos, etcétera. Además, los campus virtuales –al menos hasta la prepandemia– se caracterizan por ser plataformas de organización de los datos y de las evaluaciones, pero no siempre permiten realizar u organizar clases en formato audiovisual en línea, cuestión que resulta una dificultad seria para docentes y estudiantes.

Otro tema central a tener en cuenta es que los campus tienen límites para garantizar la calidad de las evaluaciones. Existen dificultades para evaluar asignaturas que realizan cálculos y formulas. En no pocos casos, además, es difícil garantizar que la evaluación sea realmente individual. Asimismo, la modalidad a distancia encuentra una restricción importante en las carreras que requieren la realización de prácticas.

Por estas razones, resulta fundamental que el Ministerio de Educación y el de Ciencia, Tecnología e Innovación formulen e impulsen plataformas de campus y otras aplicaciones vinculadas al proceso educativo que resuelvan estas limitaciones y que sean de acceso libre para instituciones, docentes y no-docentes.

El rol del docente y de la docente

Las nuevas tecnologías –y plataformas asociadas– no necesariamente educan, sino que más bien entretienen e incluso también desinforman. El sistema actual de acceso a Internet y los buscadores son administrados por corporaciones norteamericanas y contribuyen a reproducir los clásicos esquemas del neocolonialismo de las relaciones internacionales. Este tema se observa en el nivel cultural y académico de muchos y muchas estudiantes del siglo XXI que, si bien tienen acceso a mucha información, suelen arrastrar dificultades serias de comprensión de textos y de capacidad de escritura.

La cultura política y humana de los pueblos de la región y del mundo están, Internet mediante, en seria crisis. La incorporación de la tecnología no ha demostrado poder elevar el nivel de los saberes, el perfeccionamiento de los valores y el impostergable mejoramiento de la convivencia de comunidades y países. Hay que dejar atrás el fetichismo tecnológico para convencerse de que el o la docente tienen que ser los grandes ordenadores conceptuales e intérpretes de textos y temas, y son quienes deben guiar a estudiantes en el proceso educativo. Su figura no es remplazable y tiene la fundamental función de enseñar a pensar, a debatir, a ser solidarios con su colectividad y a defender la soberanía nacional y la construcción de la unidad de destino sudamericana.

 

Las nuevas formas de trabajo

¿Posible pérdida de derechos laborales de los y las docentes?

El lado positivo de la modalidad virtual es que se pueden armar clases articulando imagen, texto y sonido. Desde otro punto de vista existe la posibilidad de que las profesoras y los profesores sean remplazados por grabaciones y plataformas premoldeadas o “enlatadas”, como se dice en televisión. En las universidades públicas los y las docentes trabajan bajo Convenio Colectivo y tienen garantizados los haberes y sus derechos. No siempre ocurre lo mismo en el sistema privado. ¿En un futuro esta modalidad puede poner en jaque los derechos laborales de los profesores y las profesoras?

Pérdida de puestos laborales no docentes

Las nuevas tecnologías y la actividad remota permiten un ahorro de trabajo humano y favorecen una simplificación de las tareas. La introducción de plataformas como Trámites a Distancia, Guaraní 3W, CONEAU Global, los campus, los expedientes y la firma digital han facilitado muchos circuitos, reduciendo la cantidad de horas de trabajo. Lo mismo ocurre con la tecnología aplicada a las áreas de maestranza y de mantenimiento. En este nuevo escenario tenemos, potencialmente, un ahorro de personal. Es por eso que, en los próximos años, se abre un debate con los sindicatos sobre el futuro y la forma del empleo, acerca de los convenios y la tarea remota, y sobre la legislación de teletrabajo, entre otros temas.

 

La necesidad de una nueva institucionalidad

Limitaciones normativas del Ministerio de Educación y de la CONEAU

Durante el último año y medio, la educación superior funcionó en un complejo –y no siempre claro– esquema normativo. Por ejemplo, los posgrados con campus acreditados podían virtualizar hasta el 50% de la tarea educativa y muchos ya han dictado una cohorte completa en modalidad a distancia. En el corto plazo, el Ministerio, la CONEAU y las universidades tienen que trabajar para sistematizar lo realizado y para reconocer legalmente la virtualización de la tarea docente y de la gestión –actas de notas y de tesis, licitaciones y compras, títulos, firmas, pago de sueldos y gestión de personal, etcétera. Luego, y en base a esta experiencia, será un momento propicio para sentar las bases institucionales y normativas de una nueva etapa bimodal, que potencie los aspectos positivos de la experiencia y que corrija los negativos.

La federalización universitaria

La modalidad virtual genera una condición de posibilidad para articular el sistema de educación superior a lo largo y ancho del país. Permite implementar acciones docentes y de investigación en redes de universidades. Los y las estudiantes podrían realizar asignaturas en distintas instituciones argentinas, sin necesidad de desplazarse físicamente. El funcionamiento de las comisiones de trabajo del Consejo Interuniversitario Nacional es una muestra de esa potencialidad, ya que en pandemia realizaron diversos encuentros con representantes de todo el país.

La gran limitación para la potencial articulación son los marcos normativos de las propias instituciones y las regulaciones del Ministerio. Sería deseable avanzar hacia un esquema nacional más simple y ágil de reconocimientos de créditos académicos, tendiendo a formar un verdadero sistema de educación superior, superando la mera sumatoria de universidades y facultades separadas y desarticuladas.

La integración cultural y científica de Sudamérica

La nueva modalidad abre grandes posibilidades para la articulación académica sudamericana y para la formación de redes de investigación, de cooperación y de docencia. Para hacer efectivo y fecundo este intercambio deben fortalecerse los espacios institucionales educativos como los del MERCOSUR y la firma de convenios con otros países y universidades. En este sentido, la tecnología contribuye a la promoción de la ciudadanía universitaria regional, y le corresponde a la política avanzar a paso firme en ese sentido.

 

Actualidad y perspectivas

Innegablemente, en el corto y en el mediano plazo la educación y la gestión universitaria serán bimodales. Esa posibilidad tiene potenciales beneficios y también dificultades e inconvenientes a superar. Para poder planificar la etapa que viene será fundamental evaluar el nivel de aprendizaje del último año y medio. También se inicia un debate con las organizaciones sindicales y con el Estado para garantizar el cumplimiento de los derechos laborales.

La pandemia hizo evidente y profundizó los inconvenientes que son propios del subdesarrollo argentino. El contexto reflejó las carencias de infraestructura educativa, los problemas sociales de nuestros alumnos, alumnas, trabajadoras y trabajadores, y mostró los serios inconvenientes de organización del gobierno, del Estado y de la comunidad. Con la pandemia quedó evidenciada la dependencia tecnológica y cultural del país. La soberanía cultural es el principio de la soberanía política. Sin pensamiento y sin sentimiento nacional la Argentina es inviable, y será un satélite de la potencia de turno. La soberanía tecnológica es la base de la independencia económica y sobre esta última condición es como se logrará la justicia social en un país con casi la mitad de la población en la pobreza.

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