NOTAS SOBRE LA PRENSA DE LA(S) RESISTENCIA(S): LA REBELDÍA DEL PADRE HERNÁN BENÍTEZ

Luego de la sanción del decreto 4161 y la remoción del lonardismo del gobierno, no parecía haber más espacio para diarios y revistas de orientación peronista. Solo parcialmente lo habría para informar acerca del movimiento que ahora era, sin mayor aditamento, el “régimen depuesto”. Publicaciones como El Líder, El 45, El Federalista y el mismo De Frente, que en un primer momento intentaron preservar sus espacios manteniendo un discurso moderado, fueron clausuradas o desaparecieron.

A menos de un año de la caída del gobierno peronista, las dificultades saltaban a la vista. En los intercambios de época registramos que Jauretche quería sacar una hoja o al menos garantizar el envío de esténciles desde Montevideo para reproducir y de ese modo lograr difundir ideas y posiciones.[1] Cooke reclamaba los restos de una pequeña imprenta que había pertenecido a su grupo y que ahora estaba en poder de exforjistas.[2] Visto en perspectiva, ninguna de las efímeras hojas barriales que circulaban podía reclamar el presuntuoso título de “periódicos”.

Los nacionalistas intentaron cubrir el espacio vacante con medios de esa orientación, como Azul y Blanco, Revolución Nacional y luego Mayoría. No obstante, como pudo apreciarse en la entrega anterior, entre ambas esferas Alejandro Olmos ya había hecho su debut con una prensa que vacilaba en reclamar su nombre, pero que era inequívocamente reconocida como peronista (Pulfer y Melon Pirro, 2018).

Si bien muchos de los medios peronistas de estos años fueron efímeros, otros tuvieron una tirada importante y una frecuencia semanal sostenida. De esa manera fueron cobrando importancia y aún se constituyeron en actores significativos del proceso político. Se ha destacado el papel de algunos de ellos en la orientación de los votantes peronistas en determinadas coyunturas, como cuando se volcaron al voto en blanco o, posteriormente, hacia el candidato presidencial de la UCRI (Melon Pirro, 2009). También se ha analizado su rol en la organización de manifestaciones públicas, como las que impulsó el semanario Palabra Argentina para recordar los fusilamientos de junio de 1956 (Pulfer y Melon Pirro, 2018).

Con la coyuntura abierta por el llamado a elecciones de convencionales constituyentes y el anuncio de la convocatoria a elecciones nacionales para febrero de 1958 se expanden estas intervenciones en la escena pública.

El primer número de Rebeldía, dirigido por Hernán Benítez, apareció el 10 de julio del año 1957, a menos de veinte días de la elección a convencionales constituyentes. Se trata, como en otros casos, de una aventura –así la denomina su promotor (Galasso, 1999: 113)– periodística fuertemente personalizada que disputa un lugar y busca presentarse y circular como una auténtica voz de los proscriptos. Su promotor, el Padre Hernán Benítez, tenía antecedentes en las artes de la escritura, la publicación de revistas y portaba un halo mítico al haberse desempeñado como director espiritual de la Fundación Eva Perón y confesor de la misma Evita.

 

El director en la sombra

Hernán Benítez nació en la Villa Tulumba, en el norte de la provincia de Córdoba, el 12 de diciembre de 1907. Su familia vivía de la ganadería, que entraba en declive por ese tiempo. “Jugábamos en el gran patio de nuestra casa, los tres hermanos Benítez de Aldama: Leonardo Enrique, Lidia Pura y yo, bajo el cuidado de nuestra abuela y de nuestra tía” (Galasso, 1999: 9). Poco tiempo después, su familia se muda y pasa su infancia en la ciudad capital de la provincia.

Su padre era el dueño de un almacén de ramos generales, “La Artística”, en Córdoba, donde se vendían desde cuadros hasta maquinarias. Muere en el año 1915 de una pulmonía doble. Su madre era inspectora de corte y confección y viajaba mucho. Los hermanos fueron internados en el colegio Corazón de María. Allí estuvo Hernán dos años, entre 1916 y 1917, saliendo a los once años (Cichero, 1996: 11). A los 12, contra la voluntad de su madre, ingresa a la Compañía de Jesús. Lo sigue su hermano Leonardo Enrique. Su madre lleva la cuestión a los estrados y Benítez es asistido por el abogado José Ignacio Olmedo[3]. El juez falla a favor del aspirante a jesuita.

A los veintidós años obtiene el título de Doctor en Filosofía en la Facultad de Filosofía del Seminario Pontificio de Buenos Aires. Escribe Reflexiones sobre estética ontológica que es publicado por entregas en la revista Estudios[4] durante el año 1933. Lee la obra de Ortega y Gasset que ejerce influencia en sus estudios y reflexiones. No acepta viajar a Europa para proseguir estudios de religión comparada y es desterrado por la Compañía a Rosario. Allí toma contacto con Miguel de Unamuno a través de la lectura de Agonía del cristianismo. La obra le causa gran impacto y será retomada como objeto de análisis tiempo después.

Vuelve a Buenos Aires y se ordena sacerdote en el año 1938. Dicta clases de Teología en el colegio de la orden en Villa Devoto. Escribe Elogio de mi abuela en el año 1938 y en el año 1939 sale Carta a tus veinte años. Junto a sus labores docentes, desarrolla conferencias y prédicas que lo posicionan como referente en el espacio del catolicismo capitalino. Por ese tiempo, estrecha relación y es colega de Leonardo Castellani. Vive en el Colegio El Salvador de Buenos Aires. Publica Belleza, Amor, Filosofía. Colabora en la revista católica Criterio a instancias de su director, Gustavo Franceschi, que había sido su profesor de Sociología.

El Viernes Santo de 1942 se presenta en el púlpito de la Iglesia del Salvador, a pronunciar el Sermón de Agonía. La pieza oratoria es transmitida por Radio Municipal a todo el país. Dura tres horas. En la misma iglesia comienza un ciclo de conferencias. Poco tiempo después se hace cargo de la predicación de Cuaresma en la Catedral Metropolitana, tarea que desempeña durante cinco años seguidos. Escribe el ensayo filosófico El hermano desconocido en el año 1942. En paralelo, recorre el país dando conferencias. Habla en los teatros Odeón, Alvear, Gran Rex o Grand Splendid, e incluso en el Teatro Colón, en una jornada en la que quedaron sin poder asistir, una vez colmada la capacidad de la sala, más de cuatro mil personas. Viaja por América Latina, desarrollando sus prédicas e intervenciones de corte académico. No abandona el estudio y produce materiales para revistas y diarios.

Según el mismo Benítez, conoce a Perón por este tiempo.[5] El sacerdote viene participando de la conspiración militar en marcha desde octubre de 1942. Le asignan la escritura de algunas de las comunicaciones del GOU (Potash, 1986) y se atribuye la escritura del borrador de la proclama del golpe del 4 de junio (Cichero, 1996: 16). Simpatiza con la orientación del gobierno surgido del golpe militar del 4 de junio de 1943. Por conocimiento previo se vincula a José Ignacio Olmedo, del Consejo Nacional de Educación. Conoce a Martínez Zuviría, que era el ministro de Justicia e Instrucción Pública, nacido en Santa Fe y formado en el internado del Colegio de la Inmaculada de la Compañía de Jesús en esa ciudad.

Escribe en la revista Solidaridad, que es dirigida por su hermano Enrique Leonardo. La publicación tiene una orientación que busca la unidad de los católicos de América. Recupera a Pio XII con sus mensajes a favor de la paz y la democracia, reproduce materiales de la teología europea, reivindica la figura de Maritain, confrontando con quienes lo atacan.[6] Entre los autores locales participan Gustavo Franceschi (director de Criterio) y, con seudónimo (Jerónimo del Rey), el sacerdote jesuita Leonardo Castellani. Las primeras intervenciones de Benítez tratan temas de interés contemporáneo o personales: en la número 2 colabora con un artículo sobre los efectos del nudismo (“Problema social que crea el nudismo”, noviembre de 1943: 97-102); en la número 3 sale el ensayo moral “Hacia el reinado del antropoide” (diciembre de 1943: 139-143); en la número 4 escribe sobre “Tulumba y mis amores”,[7] recordando su infancia; en la número 5 aparece una temática central para el catolicismo de la época: la enseñanza religiosa escolar. Benítez apoya la medida tomada por Martínez Zuviría y Olmedo. Escribe y publica en lugar central el artículo “Después de sesenta años la escuela argentina despierta del marasmo laicista (1884-1944)”, en febrero de 1944 (páginas 203 a 211).

En ese mismo número, el director de la revista, usando la firma “Leonardo de Aldama” aclara –con la reproducción de una solicitada enviada a los diarios y con una nota– que no fue el inspirador de la medida de obligatoriedad de la enseñanza religiosa, que no le cabe la “gloria inmarcesible cosechada por quienes labraron el Decreto de Enseñanza Católica” (“En defensa de la verdad”, Solidaridad, 5: 232-233). El mismo director, ahora con la firma “Enrique Benítez de Aldama”, escribe una nota incluyendo “Consideraciones en torno al Decreto de enseñanza religiosa”, distinguiendo un gobierno católico de uno clerical, refiriéndose a quienes debían tomar las cátedras y a cuestiones presupuestarias (Solidaridad, 5: 242). Al mismo tiempo, el hermano de Benítez, usando nuevamente la firma “Leonardo de Aldama”, desarrolla la sección Aguafuertes de chismes políticos y literarios.[8]

En continuidad con la temática, en la siguiente publicación de la revista Hernán Benítez escribe sobre las “Relaciones entre la Iglesia y el Estado en la enseñanza religiosa oficial” (Solidaridad, 6, marzo de 1944: 247-251). En la misma revista, en abril de 1944 publica “Gethsemani”,[9] reflexión de Jueves Santo. En el número de mayo de 1944 Benítez escribe “La apologética del amor” (Solidaridad, 8: 237-242). En el número de junio publica “Un grave problema familiar” (Solidaridad, 9: 416-424). En el número de julio de 1944, al calor de la situación planteada por el conflicto bélico, la revista toma en la editorial la cuestión de la Argentina ante la presión continental. El artículo central, nuevamente, será de Hernán Benítez: “La Argentina ante el colapso de posguerra” (Solidaridad, 10: 427-431). En las salidas de agosto, septiembre y octubre no aparecen notas firmadas por Benítez.

Es de hacer notar que en la salida de octubre de 1944 se destaca en una sección nueva, Bajorrelieve de actualidad, en la que se incluye una nota con foto de Perón bajo el título: “Intensifica su obra social el Coronel Perón” (Solidaridad, 13: 588-589). En enero de 1945 Benítez desarrolla el editorial de la revista[10] y escribe una extensa nota sobre “Los bajos fondos del divorcio” (Solidaridad, 16: 28-42). En la publicación de la revista correspondiente al mes de febrero escribe el editorial, asumiendo de hecho la dirección, y continúa con las consideraciones acerca del divorcio.[11] Cabe hacer notar otra intervención de Benítez que resulta de interés: bajo el seudónimo “Garrote”, en la sección Palos a uno y otro, se esconde el sacerdote. Se trata de unas notas escritas con ironía y desparpajo, realizando críticas a posiciones contrarias o reafirmando la necesidad de actitudes de otro talante para la Argentina de aquel momento.[12]

En el año 1944 prologa las obras completas de Gustavo Franceschi, quien fuera su profesor de Sociología y lo invitara a escribir en la revista Criterio. Se trata de una semblanza biográfica que presenta de modo global al autor y su obra.[13] Poco después realiza el prólogo de quien fuera su profesor, ahora compañero en la Compañía de Jesús y colega en la revista Solidaridad. Se trata de la presentación del libro Crítica Literaria de Castellani, que introduce con un “Palique preliminar” de casi cincuenta páginas (Castellani, 1945: 9-58).

En el año 1945 publica La decadencia de la Iglesia. En los hechos del 17 de octubre acompaña a Perón en el Hospital Militar. Se convierte en el confesor de Eva. “La preparé a ella y al General para su casamiento religioso realizado en La Plata, poco después del 17 de octubre de 1945. Tras el triunfo electoral del 24 de febrero de 1946, fui con ellos a Luján. Agradecimos a la Santísima Virgen el éxito electoral y consagramos una futura presidencia”.[14]

En el año 1946 orienta la publicación de una colección titulada “Ni más ni menos”. En esa serie salen los ensayos morales: El matrimonio, ¿es un fracaso? y Joven, cuida tu amor, y las polémicas Un escándalo en nuestras leyes y Los degenerados triunfan.

Provee de argumentos a la bancada justicialista para la defensa en la Cámara de la ley de enseñanza religiosa. A principio de 1947 es enviado a Europa por el gobierno nacional, en misión reservada ante el Vaticano y los gobiernos de Francia, Italia y España. Participa de la gira de Eva Perón por Europa. El superior general de los Jesuitas, Jean B. Jannsens, le prohíbe continuar con la gira y le ordena recluirse en Salamanca. Enferma. A inicios del año siguiente, al no tener destino, pide su secularización. Sale el ensayo polémico La hispanidad como problema y destino (1948). Publica: ¿Pueden los novios ser castos? (Benítez, 1948).

Regresa al país a mediados de 1948. Asume la cátedra de Perfeccionamiento Filosófico del último curso correspondiente a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, como asimismo la dirección de Publicaciones y la Revista de esa casa de estudios. La revista sale periódicamente y se distribuye en Europa y América. Eva Perón lo convoca. Será Director Espiritual de la Fundación de Ayuda Social “María Eva Duarte de Perón”, ad honorem. Dirige a 62 capellanes y 130 religiosas integradas en la Fundación. Apoya la reforma constitucional (Benítez, 1949a). Participa con una comunicación en el Congreso Nacional de Filosofía, en representación de la Subsecretaría de Cultura y de la Universidad de Buenos Aires, con un trabajo titulado La existencia auténtica (Benítez, 1949b).

En el año 1950 publica un volumen significativo titulado El drama religioso de Unamuno (Benítez, 1949c), que retoma sus lecturas y reflexiones de los años de formación.

Se integra como miembro del Instituto Nacional Sanmartiniano. En la gestión de Castiñeira de Dios como referente del área cultural es destacado en la publicación oficial como uno de los “Valores de la cultura Argentina” (Comisión Nacional de Cultura, 1950: 21-23).

Publica La amada del mundo (Benítez, 1950a) que recupera la dolorosa experiencia de Santa Teresa que asimila a su dolor tras el destierro sufrido en España. Sale el libro de ensayo polémico La Argentina de ayer y de hoy (Benítez, 1950b), difundido por la Subsecretaría de Prensa y Difusión.

En la revista de la Universidad de Buenos Aires aparecen publicadas una serie de notas de actualidad. En primer término sale “La aristocracia frente a la revolución justicialista”. En ese texto, Benítez (1951) desgrana sus reflexiones sobre las minorías rectoras y el “Ocaso de Occidente”, el papel de las elites argentinas y la relación del justicialismo y el estatismo. En otro espacio se orienta a denunciar la “traición de la universidad y de las elites al pueblo”, para concluir con una crítica al “odio de la aristocracia a lo nativo”, el “descuido de los intereses nacionales” por las elites y su “traición a la patria”. En otras notas aborda el interrogante: “El justicialismo, ¿es tercera posición?” (Revista de la Universidad de Buenos, abril-junio 1952). En el número siguiente trabaja la relación entre “La Iglesia y el justicialismo” (Revista de la Universidad de Buenos Aires, 24).

Acompaña a Eva Perón en el último tiempo de su vida. Reza una misa por ella. Sus palabras son publicadas en Eva Perón en la plegaria de su pueblo (1952). En la presentación consignan: “Con profundo recogimiento una inmensa multitud de trabajadores asistió el 20 de julio de 1952 a la misa que se oficiara por el restablecimiento de la señora Eva Perón en la Plaza de la República de la Ciudad de Buenos Aires. Convocados por la CGT, hombres, mujeres y niños, bajo una lluvia torrencial, ofrecieron el maravilloso espectáculo de un pueblo unido en la comunidad del dolor y la esperanza. A lo largo de la Avenida 9 de Julio la impresionante multitud elevó sus preces al cielo, expresando la unánime ansiedad del pueblo argentino. Una extraordinaria muchedumbre reveló en ese instante el mismo deseo: que la señora Eva Perón retornara pronto a ocupar, al frente de los trabajadores de la Patria, el puesto que ellos le asignaron por voluntad de su corazón y por imperativo de su conciencia de argentinos. Durante el solemne oficio religioso, sin parangón en nuestra historia, el R.P. Hernán Benítez, pronunció las conmovedoras palabras que se reproducen a continuación”.

A la muerte de Eva Perón conserva su posición en la Universidad de Buenos Aires. No sigue en comunicación con Juan Perón, excepto ante pedidos puntuales, como la muerte de su madre y el entierro de Juan Duarte. “A la residencia presidencial no volví jamás, salí con el cadáver de Evita al mediodía del domingo siguiente a su muerte tan definitivamente como salió ella. El General me solicitó ayuda en muchas ocasiones, en la muerte de su madre, en la asistencia a la familia de Evita después del suicidio de Juan Duarte… ¿Por qué no volví jamás? No tengo reparos en decirlo: porque supe por Don Atilio Renzi que las mujeres del Partido (entienda estas palabras no a la española por favor, sino a la argentina) andaban desesperadas a la pesca del Gran Viudo. No volví a la residencia porque no tuve el coraje que tuvo Cristo de limpiar el templo de traficantes y mercaderes a chicotazos. Para mí la residencia era el altar donde Eva Perón se había inmolado a los treinta y tres años en servicio heroico a los humildes. Si me faltaba coraje cristiano para preservar ese altar de profanaciones, ¿para qué ir? ¿Para canonizar con mi cobardía el sacrilegio?” (Cichero, 1993: 118).

En el orden político, sus diferencias con Méndez San Martín –y por ende con Teisaire– lo alejan de la configuración del peronismo en su segundo gobierno. Concentra su accionar en la parroquia y en el trabajo en la Universidad de Buenos Aires.

En la primavera del año 1953 publica un libro con una clara inscripción en el peronismo: La aristocracia frente a la revolución (Benítez, 1953).[15] El contenido está compuesto por algunos materiales publicados con anterioridad que ya hemos considerado. En algún caso como pieza independiente (el título La Argentina de ayer y de hoy), y en otros con trabajos integrados en la revista de la Universidad de Buenos Aires (La aristocracia argentina frente a la revolución justicialista; El justicialismo ¿es tercera posición?; y La iglesia y el justicialismo).

“Un día lo fui a ver y le dije: ‘Vea, General, que cuando todo suena a Perón, ¡el que suena es Perón!’ Lo entendió. Lo llamo a Raúl Alejandro Apold, que estaba a cargo de la Secretaría de Prensa y Difusión y le dijo: ‘Oiga, Apold, lo que aquí me está diciendo el Padre: que ustedes me están ahogando en baba’… Pero las cosas siguieron peor” (revista Che, 4 de octubre de 1960, en Galasso, 1999: 68). Luego se desata el conflicto con la Iglesia y Benítez se aleja más.

 

“Revolución Libertadora”

“¿De mi vida? ¡Qué he de decirle! Me echaron de la cátedra el mismo día que los ‘libertadores’ tomaron el mando. Y me hubieran echado también de mi Iglesia si ésta me reportara la menor ventaja. Como todo mi trabajo en ella lo hago gratis y encima sostengo el templo de mi bolsillo, no me han tocado. Tampoco habrían hallado –creo– un sacerdote dispuesto a aceptar este presente griego ni aun con pingües rentas de capellán. Ardían de ganas ‘los libertadores’ de pegar el grito en los diarios: ‘El Confesor de Eva Perón se robó millones, tiene tantos coches y tantas queridas…’ Durante meses las ‘Comisiones Investigadoras’ lo hurgaron todo en busca de algo suculento. Pero nada, nada. No hallaron absolutamente nada con que barullar. Se dieron con las puertas en las narices. No querían creer que jamás hubiera recibido un solo centavo de la Fundación, ni de Ud. o de la Señora, ni de nadie. Sin embargo, tenía yo que purgar mi peronismo, mi amistad con Ud. y con su señora, y mis escritos y discursos en favor del pueblo. Para esto proyectaron asesinarme. Como lo oye. Después de haberles fracasado otros medios, asaltaron mi casa en la madrugada del 12 de febrero. Me tuvieron a un paso de distancia. Me escapé de ellos, aquella noche, porque Dios es bueno y ellos fueron unos brutos. Cuatro meses los pasé escondido, jugando al juego del zorro. En mi casa hicieron cuanto quisieron. Una de las veces que la tomaron lo hicieron con dos grandes camiones del Ejército y veinte soldados con ametralladoras. No me atrevería a contar la cosa por inverosímil, sino la hubiera presenciado todo el barrio. Pues el despliegue se realizó a media mañana con el consiguiente alboroto del chiquillerío. Cuando amontoné pruebas sobre el propósito criminal de los asaltantes, de cuya complicidad difícilmente podía escapar el gobierno porque exhibían ellos chapas de ‘Personal de Investigaciones’, le escribí al ministro Busso la carta cuya copia adjunto. De ella envié ejemplares a varias embajadas y a la United Press. Si después de ella me mataban, el gobierno era responsable. Un capellán de la Marina me dio mil vueltas para que retirara el escrito. Se me prometió el oro y el moro. Lo mantuve y exigí una investigación. Esta corrió la misma suerte que la investigación sobre el asalto a la casa del Embajador de Haití. Pero, por lo menos, me dejaron en paz. Desde comienzos de Junio estoy otra vez en mi casita del Barrio. Ud. la conoce. De no haber estado escondido los meses anteriores, de seguro caía en la sangrienta barrida de Junio” (carta de Hernán Benítez a Juan Domingo Perón, 20-9-1956).

El Padre Benítez es exonerado de la Universidad. Se le inicia un juicio por el hallazgo de unos libros con sello de la universidad en su casa. “Las pasé perras. Estuve varios meses escondido para escapar a los comandos civiles… Quisieron matarme, lisa y llanamente matarme; ya que no pudieron condenarme a la cárcel por ladrón, corruptor u otra belleza. Lo revolvieron todo. Pero me salvó mi pobreza voluntaria, el no haber aceptado ni puestos ni coches ni regalos” (carta de Hernán Benítez a Arturo Jauretche, 1-8-1956, en Cichero, 1993: 109).

Su casa en la Parroquia del ahora barrio expresidente Perón en la zona de Saavedra es inspeccionada y la profusa documentación se salva de la requisa: estaba escondida en la Capilla de San Patricio a cargo del Padre Gaynor, de los palotinos (Cichero, 1996: 32). La Residencia Presidencial es demolida y Benítez registra el hecho con una gran pena.

 

Intercambios epistolares

El P. Benítez recibe las Directivas Generales para Todos los Peronistas y las Instrucciones Generales para los Dirigentes emanadas del Comando Superior Peronista (Perón-Cooke) con indignación. Duda de la autenticidad de los documentos y chequea su origen con su contacto, Inés Valerga.

Benítez estaba en intercambio epistolar con Jauretche, exiliado en Montevideo. En julio había recibido carta de éste: “Disiento totalmente con la técnica operativa aconsejada desde el norte. Prescindiendo de mi amor al país y de mis sentimientos a la sociedad argentina que no son de un católico militante, pero que se informan del espíritu cristiano del medio en que vivimos y nos hemos formado, no creo que debamos acompañar el tono jacobino que dan los adversarios a esta lucha. Es preferible ofrecer la otra mejilla y no sólo por más cristiano, sino por mejor política. En una carrera de jacobinos enfrentados, ganarán los que tienen el instrumento de poder en las manos y no es cuestión de que sigamos hablando de cinco a uno para ser siempre nosotros los cinco y ellos los uno”. Luego desestima las posturas clasistas y reivindica las “alianzas verticales” de clases. Señala que es necesario tener una teoría de la acción y por consecuencia una estrategia y una táctica desde el pueblo –y no desde los medios de acción del Estado, como hacen los militares. “He empezado a pergeñar un librito sobre este tema que creo que nos va a ser necesario como es necesario hacer la autocrítica del movimiento” (carta de Arturo Jauretche a Hernán Benítez, 25-7-1956, en Cichero, 1993: 103). Responde Benítez: “Estoy en todo con su planteo. Ni cabe otra cosa. El ‘norteño’ cometió otro disparate garrafal incitando al sabotaje. Por aquí no se va a nada. A lo más a desnaturalizar al pueblo, a que pierda sus calidades más puras” (carta de Benítez, 1-8-1956, en Cichero, 1993: 108). Jauretche le responde las cartas del 1 y del 15 de agosto mostrando, desplegando consideraciones y esbozándole el “plan de obra” de elaborar folletos para abordar la problemática del país desde distintos ángulos, e invita a Benítez a realizar el correspondiente al campo cultural desde “bases cristianas”, para evitar que se profundice el conflicto Iglesia-pueblo (carta de Jauretche, en Cichero, 1993: 115). Benítez responde sintéticamente a la iniciativa de los folletos: “Las teorías no están mal en cuanto ayuden a acertar con las soluciones prácticas. Barajarlas en la mollera por pura complacencia intelectual es un género de masturbación o de delectación morosa. Castra el espíritu o, cuando menos, distrae energías y tiempo. (…) Si le nace un hijo revirado… para educarlo no se pone Ud. a disertar sobre el hijo ideal y la ideal pedagogía. No, Ud. va a lo concreto. A su hijo tal cual es… La masa está encamotada con Perón… El Perón-mito, el que el pueblo defiende defendiéndose… la masa quiere peronismo con Perón… Jamás se debe romper con él, así haga burradas escandalosas. Hay que sacarle al ‘mito’ todo el jugo posible poniéndonos a cubierto de los zurdazos y excentricidades del ‘real’” (carta de Benítez, 22-8-1956, en Cichero, 1993: 121). Intercalada en la argumentación táctica aparece una descalificación a la idea de aliarse con Frondizi. Jauretche vuelve a escribirle diciéndole que el punto de vista es común y que las opiniones sobre el “norteño” tienen el mismo carácter. Insiste: es imprescindible hacer nuestra autocrítica para absorber nuevas promociones. Fija octubre como fecha clave para la comprensión de las fuerzas surgidas al escenario, como los radicales intransigentes y el propio peronismo. Vuelve a insistirle con el folletito sobre el tema de la cultura en el movimiento en pos de la “unificación doctrinaria para el futuro” (carta de Jauretche, 2-9-1956, en Cichero, 1993: 124).

Benítez envía carta el 4 de septiembre aludiendo a las instrucciones del “norteño” y poniendo en duda su autenticidad (Cichero, 1993: 126). El 13 envía otra carta en la que nota cambios en el entorno de Perón en Caracas y le remite publicaciones de Buenos Aires con comentarios de sus orientaciones y señala que Buenos Aires arde en rumores (Cichero, 1993: 127). El 30 de septiembre recibe una noticia que no quiere aceptar: “Las declaraciones son de su puño y letra pero se han introducido correcciones”. Poco después, el 17 de octubre de 1956, anota: “Estas 19 páginas, enviadas por Perón y Vicente desde Caracas a fines de septiembre del 56, dictan la táctica y estrategia de la guerra subversiva que ellos, allá, a 5000 kilómetros, muy seguros de que no les alcanzarán las balas gorilas, han programado para que realicemos nosotros acá, manipulados por ellos como por control remoto… No nos hemos curado aún de las desgarraduras que nos abrieron en el alma los fusilamientos y asesinatos de junio, ¿y estos señores nos incitan a una nueva rebelión? ¿Qué pretenden? ¿Qué los gorilas sigan aumentando el número de asesinados y fusilados?” (Cichero, 1993: 85). Se niega a distribuir el material. Un mes después recibe carta de Pablo Vicente, identificándose y pidiéndole que no niegue el “origen y la autenticidad” de las directivas (carta de Pablo Vicente a Hernán Benítez, 17-11-1956, en Cichero, 1993: 97). En diciembre escribe a Vicente, negándole la acusación.

En abril de 1957 Benítez escribe a Perón una larga carta en la que realiza consideraciones políticas, llama a generar puentes para una reconciliación entre la Iglesia y el justicialismo, realiza un esbozo de autocrítica y le reclama al líder exiliado (carta de Benítez a Perón, 14-4-1957, en Cichero, 1993: 220). Perón le responde ratificando la línea intransigente, reafirmando las directivas generales, señalándole que la autocrítica debe hacerse y que debe continuarse la lucha contra la dictadura militar en términos duros porque no dan lugar a otra opción (carta de Perón, 19-5-1957, en Cichero, 221).

 

Coyuntura propicia

Benítez venía visualizando el lugar de la prensa en el proceso político. “Los de Azul y Blanco, Alejandro Olmos, Scalabrini Ortiz y otros trabajan muy bien”, escribe en agosto de 1956 (carta de Hernán Benítez a Arturo Jauretche, 1-8-1956, en Cichero, 1993: 110). Escribe a Jauretche: “le envío Azul y Blanco. Cortados de la misma tela son Revolución Nacional de Cerruti Costa, Justicia Social del Padre Esparza, Unión de la Unión Federal Demócrata Cristiana. Qué actúa con más inteligencia que éstos. Scalabrini actúa heroicamente. Qué hombre éste. Y pensar que Perón desdeñó a estos hombres para rodearse de los Astorganos y otros ejusdem furfuris!” (carta de Benítez, 13-9-1956, en Cichero, 1993: 127). Poco después escribe a Perón: “Por aquello de que ‘el enemigo de mi enemigo es mi amigo’ y por carecer el pueblo de prensa propia lee ávido Azul y Blanco de los nacionalistas, Revolución Nacional de Cerruti Costa, ahora preso, Justicia Social de un grupo de obreros alentados por un sacerdote obrerista, el P. Esparza, Unión de la Unión Federal Demócrata Cristiana. Todos estos semanarios le pegan al gobierno sin asco. Entre las revistas descuella Qué, parecida a De Frente de Cooke. Han contraído méritos insignes con nuestro pueblo y es de justicia hacer mérito de ello a nuestros escritores Scalabrini Ortiz, formidable, Jauretche, Güemes, Olmos. Este último, el próximo lunes saca a la calle otra vez Palabra Argentina y tiene en prensa un libro ruidoso. Se lo enviaremos ni bien podamos. Tiene este muchacho una constancia indomable. Ha padecido de todo desde que secuestraron 5 números. Le allanaron la casa. Lo persiguieron. Y sigue como si tal cosa” (carta de Benítez, 20-9-1956, en Cichero, 1993: 222).

En el nuevo tiempo abierto por las promesas de apertura y llamada a elecciones, en el año 1957, se vive un clima de distensión mayor.[16] Está próxima la convocatoria a elecciones de convencionales constituyentes. En ese contexto algunas de las publicaciones clausuradas reaparecieron y surgieron otras nuevas. Se trata de una “prensa de oposición” en la que las familias ideológicas del “peronismo”, “nacionalismo” (Azul y Blanco), “frondicismo” (Qué) y, de alguna manera, también la “izquierda nacional” en desarrollo (Lucha Obrera primero y Columnas del nacionalismo marxista más tarde), operan como un espacio compartido y diferenciado, constituyen un campo, se complementan, colaboran y solidarizan, a la vez que compiten a su interior.

Entre las nuevas publicaciones de esa coyuntura se cuenta Rebeldía, empresa periodística y política del Padre Hernán Benítez. Está dispuesto a combatir por el voto en blanco. En línea con lo propuesto ahora por el “norteño” y en disidencia con lo que propugna su interlocutor Jauretche. El fundamento: su convicción de la inclinación popular por Perón y su rechazo de la figura de Frondizi. Estas posturas habían tenido un lento proceso de maduración, como hemos visto en la correspondencia citada.

 

Características del semanario

El semanario se editó entre julio de 1957 y junio de 1958 por iniciativa y gestión del sacerdote, quien por entonces tenía a su cargo una parroquia en las inmediaciones de la Avenida General Paz en el barrio Saavedra (ex Presidente Perón) y luego mudaría a Florida, Vicente López. Como apuntamos con anterioridad, Benítez tenía en su capital simbólico el haber sido confesor de Eva Perón y en su experiencia el haber sido editor de revistas en distintas circunstancias. Contaba con facilidad para la escritura y una imaginación frondosa, unida al uso de un lenguaje por momentos estrafalario.

La publicación se realizaba en la Capital Federal. Se imprimía en los talleres de la familia Alemann –al igual que otros medios de la “resistencia peronista”–, se vendía en los kioscos de diarios y revistas, y se distribuía en el interior a través de la empresa de Rubbo Hermanos.

Como otras publicaciones, Rebeldía quería llegar al público y mantenerse en los puestos de venta. Desde el número 1 lo planteaba de manera directa en un “¡Alerta a nuestros lectores!”: “Si Rebeldía no acierta a granjearse lectores, apasionados lectores, preferimos que muera”, advertía grandilocuentemente un recuadro del periódico, ante la posibilidad de que presuntos “estafadores” o “cuenteros” pidieran ayuda económica en nombre de la redacción (Rebeldía, 1, 10-7-1957: 2).

En septiembre de 1957, a la vez que propiciaba la venta de ejemplares atrasados, pedía a sus lectores de la Capital Federal que lo enviaran a sus contactos en las provincias, incluyendo especialmente a parientes y amigos (Rebeldía, 10, 4-9-1957: 3). El mismo número se dedica, en tono contundente, a cuestionar lo que considera la quiebra económica del país.

La tirada de Rebeldía se ubica entre las publicaciones de menor cuantía, en términos comparativos con las cifras atribuidas a Qué (200.000 ejemplares) o Palabra Argentina y Azul y Blanco (100.000). Se ha estimado una tirada de 20 a 30 mil ejemplares, llegando en ocasiones a 50 mil (Ehrlich, 2010: 90). Aun así, su influencia no debe subestimarse si tenemos en cuenta el papel multiplicador de la difusión mano a mano de sus ejemplares.

Rebeldía, como otras publicaciones del período, aparece como una producción casi unipersonal, “aunque el círculo de colaboradores ocasionales también existió, nutrido por periodistas del régimen caído, por ex dirigentes partidarios o escritores revisionistas” (Ehrlich, 2010: 89). Entre los ocasionales colaboradores que aparecieron durante el año que duró la publicación se encuentran Rodolfo Puiggrós,[17] Leonardo (Benítez) de Aldama,[18] Leonardo Castellani[19] y Eduardo Astesano[20] (Galasso, 1999: 110). Bajo el seudónimo de “Albe” o de “Esopo”, el célebre historietista y dibujante Lino Palacio era el autor de las caricaturas políticas de tapa[21]. En la base de la producción, junto a estos colaboradores ocasionales, se encuentra una red de informantes que responde y provee de materiales, y una colaboradora[22] de Benítez brindaba información con la que se confeccionada la sección de chismes políticos “La Pomada”.

En las cartas de Hernán Benítez a Perón aparecen algunos de los elementos de la concepción de su lanzamiento. En primer término, la consideración acerca del crecimiento de una prensa que se proyectaba sobre eventuales lectores peronistas, pero que reclamaba la presencia de voces propias. En segundo lugar, la existencia de otros medios que hacía evidente la necesidad de contar con un medio de comunicación política. Su circulación y presencia en los puestos de venta fue siempre accidentada.

A poco de andar, quien aparecía formalmente como su director, Manuel Bustos Núñez, fue encarcelado por aplicación del célebre decreto 4161 que prohibía toda referencia a personas o símbolos asociados a la historia del peronismo. Así consta en un cuadro de honor que, a la vez que hace pública la situación del director, se solidariza con otros periódicos clausurados, periodistas detenidos o procesados (Rebeldía, 8, 21-8-1957). Esa solidaridad se manifiesta en otra característica que se mantuvo a través de varios números: en la tercera página aparecía un recuadro que invitaba a leer la prensa opositora: “Lea Ud.: Lunes: Soberanía, Resistencia Popular, Mayoría. Martes: Palabra Argentina, Qué. Miércoles: Azul y Blanco, Rebeldía, Propósitos. Jueves: Impacto. Viernes: Palabra Prohibida, Pero… qué dice el pueblo”.

La detención del director no fue, por cierto, el primero ni el último de los inconvenientes que tuvo este semanario, editado en formato sábana en 47 números que, trabajosamente, aparecieron hasta junio de 1958. En más de una ocasión la confiscación por la fuerza pública complicó su circulación y sus posibilidades de sostenerse. A partir del número 16 debió reducir sus páginas a la mitad por razones financieras y carencia de papel, problema este último que afectaba a toda la prensa escrita. Por tal motivo, en adelante, fue una hoja de dos páginas.

El dirigente metalúrgico y miembro de la resistencia Héctor Tristán (Chávez, 1996) apareció fugazmente como editor responsable. Desde el número 22 cumple esa tarea Luis Sobrino Aranda, otro caracterizado editor de prensa clandestina que también actuó en Rosario: “Rebeldía… era dirigido por un valiente que conoció de torturas que aún lleva visiblemente en su cuerpo y que se llama Manuel Bustos Núñez. Más tarde, la detención sistemática de él y su necesidad de ocupación en actividades importantes me llevaron a la dirección de la misma hoja de combate” (testimonio de Sobrino Aranda, en Moyano Laissue, 1999). Según el mismo Sobrino Aranda, Rebeldía habría recibido apoyo del hermano de Méndez San Martín (Ehrlich, 2010), a la sazón exiliado en Brasil.

El periódico tenía unas pocas secciones fijas. Entre ellas se destacan la editorial, la caricatura política de tapa y la sección “En la pomada”, formada por breves noticias, cartas de lectores reales o fraguados y chismes políticos. En la contratapa aparecen noticias gremiales, como en otros periódicos de la “resistencia”.

 

Los temas vinculados a los acontecimientos políticos

La agenda temática del semanario presenta un primer período centrado en la coyuntura electoral de julio de 1957, publicando, por un lado, textos de propaganda del voto en blanco y de impugnación a la legitimidad de la Constituyente y, por el otro, notas de oposición a distintos aspectos de la política del gobierno dictatorial.

Ante las elecciones siguen el lineamiento del Comando Superior. “El pueblo castigará al gobierno con la bofetada del voto en blanco”, titulan en el número 3. En el mismo ejemplar un recuadro subraya: “La consigna popular es Votar en Blanco”. En el interior aparecen consignas directas: “Votar por los constituyentes es votar por Aramburu. Vote contra Aramburu votando en blanco”. Apuntan contra el propósito de convocatoria a la Convención reformadora de la Constitución: “La Constituyente probará el resultado de la Técnica Gorila de Desperonización”. Reproducen la posición de dirigentes peronistas que objetan la convocatoria y señalan que el objetivo es “legalizar la dictadura” (Rebeldía, 3, 24-7-1957: 1).

Se distancian de la posición de Jauretche y Qué. “Jauretche y Teisaire se dieron vuelta. Votan a Frondizi” (Rebeldía, 3, 24-7-1957: 2). Jauretche califica a Rebeldía de “trotskista” (Cichero, 1993: 129) y sostiene que Frondizi contribuía a construir una salida política pacífica. Benítez, en cambio, consideraba que el objetivo de Frondizi no era la justicia social y que resultaba funcional a Aramburu-Rojas, al igual que Balbín. El dibujo de Lino Palacio, bajo la orientación del “director”, grafica la idea en tapa.

En el número 5 pueden anunciar “Triunfo el pueblo”, porque los votos en blanco salieron primeros en las elecciones del 28 de julio de 1957 para convencionales constituyentes (Rebeldía, 5, 7-8-1957).

Benítez recibe carta de Perón: “Al terminar la etapa que podríamos llamar del ‘fraude constituyente’, deseo hacerle llegar mi saludo y mi palabra, como a uno de los de trabajaron para alcanzar los resultados que, pese al fraude, demostraron un estado de opinión lapidario para la canalla dictatorial” (carta de Perón, 4-9-1957, en Cichero, 1993: 223).

Pasados los comicios, otros temas cobran más espacio en el semanario. En cada contratapa figuran noticias y especulaciones sobre la realidad del sindicalismo y la reorganización del movimiento obrero. Tema recurrente: la persecución a la “prensa libre”. Aparecen temáticas de la región, considerando la situación de algunos países de América Latina. En ocasiones se da vista, en menor medida, a situaciones de Asia y África. En cada número sigue el análisis histórico, recurriendo a perspectivas revisionistas y cuestiones de orden político siguiendo la agenda local.

A principio de agosto, como dijimos, va preso el director nominal Bustos Nuñez y es confinado en Villa Devoto. El semanario gana ubicación y posicionamiento, lo que genera algunas dudas y desconfianzas.[23]

En el mes de agosto se produce una fuerte polémica entre Arturo Jauretche (cercano a Qué y pro-Frondizi en la coyuntura) y Puiggrós (colaborador de Rebeldía). El primero presenta al ex forjista Armando Crigna en Qué como alguien que merecía ser leído (Jauretche, 1957). Crigna (1957) realiza un ataque contra Benítez, al presentarlo como títere de una inteligencia superior que busca dividir al movimiento peronista en izquierdas y derechas, y que da lugar a “vigilantes sin chapa” que pretenden convertirse en dirigentes políticos, aunque sea de un grupo extraviado o menor del movimiento peronista. El ataque va dirigido a Benítez y por elevación a Rodolfo Puiggrós, quien responde directamente a Jauretche, señalándole que lo que le molesta es que el impacto del voto en blanco fue mayor al esperado y que había debilitado la “estrategia burguesa del frondizismo”. Por otro lado, identificaba que el núcleo del debate era en torno a la hegemonía en el proceso. Para Puiggrós, el argumento de Jauretche propiciaba la unidad piramidal de las clases liderada por la burguesía, y por esa razón “no creyó en el voto en blanco porque no cree en la clase obrera, en torno de la cual se estructura la sociedad argentina del mañana” (Puiggrós, 1957). La revista Qué había publicado la respuesta con la siguiente nota en recuadro: “En el número anterior de Qué y anunciando que con ello hacíamos excepción que no podía repetirse, dimos cabida a notas de Arturo Jauretche y Armando Crigna, de encendido tono polémico. Rodolfo Puiggrós, sintiéndose aludido por aquéllas notas, nos solicita cabida para su réplica, de la que damos los párrafos fundamentales. Al concederla así decidimos al mismo tiempo cerrar para siempre esta suerte de debates, dejando constancia que las afirmaciones y los cargos que de uno y otro lado se formulan corren por cuenta de los autores sin que la revista tenga parte alguna, ni solidaridad con ellas. Juzgamos que esta suerte de despiadada lucha referida a lo personal no sólo es estéril, sino que puede llegar a esterilizar gran parte del esfuerzo de la línea nacional y popular. Queda así clausurado, definitivamente clausurado, para nosotros y esperamos que para todos, este capítulo” (“Fin de una polémica”, Qué, 144, 20-8-1957). En Rebeldía aparece una nota titulada “Rodolfo Puiggrós replica a A. Jauretche”. En la presentación caracteriza a Qué como “órgano de penetración frondizista” que lleva a cabo un “violento ataque a nuestros colaboradores y amigos, los doctores Rodolfo Puiggrós y Hernán Benítez”. Argumentando que dicho semanario retaceó la réplica de Puiggrós, la reproduce íntegramente, sobre todo porque “el violento ataque de Jauretche no alcanza tanto a las personas mencionadas cuanto a nuestra misma publicación” (Rebeldía, 8, 21-8-1957: 3).

En el mes de septiembre reclaman: “¿Dónde está el cadáver de Evita?” (Rebeldía, 8-9-1957). Para el 17 de octubre titulan: “Agoniza la vieja Argentina colonial y nace una nueva Argentina Popular” (Rebeldía, 18-10-1957). En octubre apoyan el paro del movimiento obrero y es secuestrado el número. Contra la medida anuncian: “Al estado de sitio, el estado de huelga” (Rebeldía, 25-10-1957). El director Bustos Núñez sigue preso y en la casa familiar explota una bomba. Al disolverse la Convención Constituyente, anotan: “Gorilas a la jaula. Terminó la comedia de la Constituyente” (Rebeldía, 20-11-1957). En diciembre anticipan la posición política a seguir en las elecciones nacionales: “El peronismo no apoyará a ninguna fuerza política que no sea peronista” (Rebeldía, 4-12-1957). La inminencia de las elecciones presidenciales de febrero de 1958 vuelve a hacer valer la prioridad de la coyuntura sobre otros temas, con la particularidad de que esta vez las discusiones internas del movimiento peronista pasan a primer plano. La mayoría de los semanarios peronistas en circulación desobedece la directiva del Comando Superior peronista (Perón-Cooke). Unos promueven la abstención; otros, el voto a alguno de los partidos neoperonistas (Blanco, Populista o Unión Popular), como es el caso de Palabra Argentina; y, por último, otros sostuvieron el voto en blanco, como es el caso de Rebeldía. “Mantuvimos a rajatabla la posición votoblanquista. Frondizi o Balbín, daban lo mismo, porque estaban en el mismo juego” (declaraciones de Benítez, en Galasso, 1999: 111). Rebeldía compite con Línea Dura (Gorza, 2017).

El 22 de enero Rebeldía salió con este titular: “El proceso de la traición. Fueron tergiversadas las decisiones de Perón”. El 29 de enero insisten: “Aunque Perón en persona venga a mandarnos votar a Frondizi, no lo votaremos: ¡Des-o-be-de-ce-re-mos!”. El 12 de febrero: “No acatamos la orden de Perón; La quinta etapa del plan de venta del peronismo al frondizismo; Votar por Frondizi es votar por los gorilas”. En los números siguientes continúan con la misma prédica y en el número previo a la elección titulan: “Solo nos queda ella”, y como subtítulo: “¿Por qué cedió Perón?”. En un recuadro evocan a Evita: “Cinco millones de peronistas, el 23 de febrero, ya que no pueden llegar al sepulcro de ella a reparar la traición de las alimañas de los complejos depositando una flor, se acercarán a las urnas y arrojarán en ellas un sobre vacío, vacío de inmundas boletas, pero lleno de fidelidad, de honradez y de señorío” (Rebeldía, 19-2-1958).

La posición votoblanquista concitó el apoyo de una parte del movimiento que se expresaría en cerca de 800.000 votos en blanco sufragados el 23 de febrero de 1958. Las bases de esta manifestación hay que buscarlas en los grupos de “resistencia” ligados a la acción territorial y directa, y en los grupos de juventud que lograron una habilitación de Perón para no sentirse vinculados a la directiva.

Con posterioridad a la elección presidencial aparecieron matices. Por un lado se reivindica el resultado electoral: “El pueblo aplastó a la tiranía. El histérico odio de la oligarquía a Frondizi y la barbarie gorila provocaron el plebiscito” (Rebeldía, 25-2-1958). El 5 de marzo advierten: “Los gorilas ponen condiciones leoninas a Frondizi para entregarle el gobierno”. Ese número es secuestrado en buena cantidad. El número 37 de la publicación, por salir para la Semana Santa, está dedicado enteramente a la persona de Cristo.[24] La redacción está realizada por Benítez y su hermano Enrique Leonardo. Secuestran casi toda la edición.

La salida se interrumpe por quince días. Al volver a la calle titulan: “Basta de mandones” (Rebeldía, 16-4-1958). El día previo al fin del gobierno de la “Revolución Libertadora” anotan: “Adiós, pesadilla” (Rebeldía, 30-4-1958).

Al asumir el gobierno de Frondizi aparecen dos ejes de desarrollo. Por un lado, la descalificación al Comando Táctico del peronismo y a quienes fraguaron el pacto Perón-Frondizi. La crítica tenía como blanco principal la expulsión de ese movimiento de los dirigentes que se habían opuesto al voto por el candidato de la UCRI, entre quienes se hallaban Atilio Bramuglia, Vicente Saadi, Alejandro Leloir y el grupo liderado por Hernán Benítez, que habían apuntado al voto en blanco. Por otro lado, arrecian las críticas hacia la política errática del gobierno de Frondizi: “Siguen gobernando los gorilas desde las sombras” (Rebeldía, 21-5-1958). Y a fines de mayo: “Otra vez estafados: Crece la decepción del Pueblo ante el gobierno” (Rebeldía, 28-5-1958). “La traición de Frondizi ya se evidenciaba. Salimos tres números más y a mediados de junio, concluyó aquella aventura de Rebeldía” (declaraciones de Benítez, en Galasso, 1999: 113).

 

Consideraciones finales

Para Rebeldía, la verdadera libertad de prensa estaba encarnada en los pequeños diarios y semanarios que, desafiando la inclemencia del Estado, pugnaban por participar en una opinión pública en la que se tendía más a ocultar que a informar (“Prensa libre”, Rebeldía, 3, 24-7-1957: 3). El temperamental sacerdote tenía cierta propensión a usar –como decía su amigo Alejandro Olmos– términos “de diccionario”, esto es, palabras rebuscadas si se las comparaba con el decir cotidiano y el tono de la prensa escrita:[25] “Somos ludibrio de todas las naciones”, profería Benítez en letras catástrofe, en lugar de “escarnio” o “burla”, lo que seguía a otro título no menos contundente, también en tapa: “Preguntan los pueblos de América: ¿dónde está el cadáver de Evita?”. Según quien escribía, “El gobierno pretende llevarnos a la Desesperación, la Rebelión y la Guerra Civil”. “¡Bárbaros, Bárbaros, Bárbaros!”, acusaba una nota que daba noticias sobre “Terribles casos de salvajismo. Los gorilas violan las tumbas y profanan los cadáveres de Eva Perón, Juan Duarte y Ruperto Godoy, movidos por oscuros complejos de patológicas necrofobias”. Benítez, francamente, no se privaba de nada, aunque en la referida ocasión no haya exagerado sino en los acentos, por aquello de que la realidad –y frecuentemente la “revolución libertadora”– llegó a superar a la ficción. A propósito de esto, en el mismo lugar se señalaba la partida del “Capitán Gandhi”, aquel paramilitar ex comando civil que cercenara la cabeza del cadáver de Juan Duarte, con un destino europeo que, declaraba Rebeldía –es decir, Benítez– no se revelaba por prudencia[26] .

Hasta ese momento no había habido un pronunciamiento tan enjundioso y detallado sobre los crímenes del gobierno militar, entre los que se destacaba, por supuesto, la desaparición del cuerpo de Eva Perón.

Benítez sumaba, a su proverbial valentía y arrojo, cierta propensión a la espectacularidad de las noticias. Según Olmos, “el cura no vacilaba en exagerar al punto de distanciarse de la verdad”[27] y según refiriera Luis Sobrino Aranda a la investigadora Laura Ehrlich (2011: 39), en ocasiones las cartas de lectores eran enviadas por el propio director, algo que también ocurría en otros medios de la época. Como lo expresaría oportunamente Rebeldía, para los peronistas eran estos “diaritos” los que constituían la “verdadera opinión pública”, no así la denominada “prensa libre” (Rebeldía, 3, 24-7-1957: 3). Ante el vacío discursivo de la “palabra” de Perón y el peronismo, producido por las restricciones del gobierno militar, Rebeldía se propuso, pues, tomar esa palabra y reivindicar lo que consideraba el “auténtico justicialismo”, votando en blanco en las elecciones de 1958. Tiempo después, ante el incumplimiento de Frondizi, el líder peronista no solo les daría la razón, sino que derrocharía elogios hacia los votos rebeldes.

 

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[1] Carta de Arturo Jauretche a Hernán Benítez (Cichero, 1993: 220).

[2] Carta de John William Cooke a Arturo Jauretche (Cichero, 1993: 135).

[3] Nacionalista. Más tarde interventor en el Consejo Nacional de Educación en el año 1943.

[4] Revista de los jesuitas de la Argentina que reunía colaboraciones sobre temáticas teológicas y sociales.

[5] En los intercambios epistolares con Perón de los años 1956-1958, Benítez refiere recurrentemente al año 1943 como fecha de inicio de la relación. Carta de Hernán Benítez a Juan Domingo Perón, 10 de enero de 1958 (Cichero, 1993: 323).

[6] Revista Solidaridad, 1, septiembre de 1943: sin firma, aparece una defensa del filósofo encaminada a criticar las posiciones del Padre Julio Meinvielle. Revista Solidaridad, 17, febrero de 1945, en la sección “Periscopio de Revistas” aparece una respuesta a Nuestro Tiempo, dando la clave de esa nota: “Confesamos, querido lector, que no hemos tenido suerte con nuestro periscopio. La vez pasada, lo primero que enfocamos, en misión de vigía, fueron los ataques que de un tiempo a esta parte se dirigen desde Nuestro Tiempo contra Jacques Maritain, la inteligencia más lúcida del catolicismo contemporáneo según el juicio del doctor Tomás D. Casares”.

[7] Solidaridad, 4. Enero 1944. El escrito está fechado en Tulumbra, 19-XII-1943.

[8] En alguna ocasión “usurpa” la firma “H. Benítez”: “Contra las calamidades presentes” (Solidaridad, 6, marzo de 1944: 257-264).

[9] Solidaridad, 6, abril de 1944: 293-299. Para esta época, Benítez predica en la Catedral y transmite sus sermones por Radio Belgrano. En una de esas ocasiones, la actriz Eva Duarte le pide una entrevista. La cita en la Iglesia del Salvador y no asiste.

[10] Solidaridad, 16, enero de 1945. Desaparece su hermano como director de la publicación.

[11] Solidaridad, 17, febrero de 1945: 53-67. La ausencia de su hermano Enrique Leonardo de la dirección puede obedecer a su designación a cargo de la Dirección de Enseñanza Religiosa.

[12] En Solidaridad, 10 (julio de 1944: 452-459), desarrolla “El caso Unamuno visto desde acá”, señalando “nos falta un Unamuno”, “nos falta un don Miguel”, etcétera. En Solidaridad, 11 (agosto de 1944: 478-489) anticipa el argumento contra los “degenerados sociales” portadores de males morales que será materia de un libro años después: los cultores del Ubi bene ibi patria; los deminondes; los grafómanos; los introvertidos, narcistas y autólatras-simismos; los mixtificadores; los faltos de pensamiento y abúlicos; los que ejercen la superchería religiosa; los ensoñadores de fantásticas mejoras sociales; los medios; los oligarcas. En los números siguientes no sale y regresa en el 16, de enero de 1945: “La antigua y afamada sección ‘Palos a uno y otro’, de infeliz memoria, que desde hace tanto tiempo no estampaba en esta revista ninguna tontería, cree que ya es hora de comenzar, y resucita aquí a toda su industria y poder”. Lo hace con un desarrollo titulado “Un católico liberal (son cuentos)”.

[13] Franceschi (1944), con prólogo general y biografía por Hernán Benítez. “Cuando apareció el peronista, no sabía dónde esconder los libros”, dirá más tarde Benítez (Cichero, 1996: 16).

[14] Testimonio grabado de Hernán Benítez: Mensaje a CTA del año 1992 (citado por Galasso, 1999: 27).

[15] Según Lila Caimari (1995: 330), “Benítez quería formular las bases éticas y filosóficas del justicialismo, y tenía la intención de participar en la construcción de esa doctrina con un sistema de ideas que, acompañando y completando el de Perón, pudiese asegurar su duración”. Ehrlich (2010) sobre esa idea desarrolla una serie de sugerentes hipótesis en relación al lugar que el P. Hernán Benítez deseaba ocupar en la constelación justicialista.

[16] El anuncio de que habría elecciones de convencionales constituyentes, el 28 de julio de 1957, y de presidente y demás cargos electivos, el 23 de febrero de 1958, fue realizado el 30 de marzo de 1957.

[17] Puiggrós había trabado relación con el Padre Benítez después de la caída de Perón. “Solían almorzar juntos los domingos” (José Turner, citado por Acha, 2006: 189). “Ahí tuve la gran colaboración de Rodolfo Puiggrós. He tenido con Puiggrós una amistad profundísima y un cariño de hermano. Él se jugó. Cuando yo saqué Rebeldía, jugándome la vida en cada número, pasé las de Caín. Atacarlos, en ese momento, a los gorilas era tremendo. Él me ayudó muchísimo. Ni Raúl Matera, ni nadie, ni ninguno de los valientes posteriores, se acercaron. Rodolfo sí” (Galasso, 1999: 110).

[18] Leonardo Enrique Benítez de Aldama era el hermano del sacerdote. Nacido en la provincia de Córdoba en 1906, estudió en la Universidad de Lovaina (Bélgica) y era Doctor en Filosofía. Fue profesor de psicología, lógica, metafísica, religión y moral en colegios secundarios. Dirigió y escribió en la revista Solidaridad. Se desempeñó como director de Instrucción Religiosa en el Ministerio de Educación hasta el año 1951. Luego fue subsecretario de Culto del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, entre 1951 y 1954, y director general de Culto de 1954 a 1955 (Chávez, 2004, II: 15). Es probable que parte de la sección titulada “En la Pomada” se deba a su pluma, si tenemos en cuenta los antecedentes vistos en la revista Solidaridad.

[19] Castellani había sido profesor de Benítez en el seminario de Buenos Aires. En el año 1945 Benítez había prologado la obra de Castellani titulada Crítica literaria. Desde el periodismo nacionalista de Cabildo y Tribuna, pasando por Ahijuna, era una pluma reconocida en el mundo nacionalista. Con simpatías hacia el peronismo, se presentó como candidato a diputado nacional por la Alianza Libertadora Nacionalista en las elecciones de 1946. Entró en conflicto con la Compañía de Jesús por sus intervenciones públicas y por denuncias realizadas por su conducta –Randle (2007) refiere a una alta exposición pública de Castellani con Alicia Eguren, a quien conoce desde su tiempo de militancia en la Alianza en la Facultad de Filosofía y Letras, mientras era estudiante de Letras. Señala a Benítez como autor de esa denuncia ante la Compañía. Vuelve al país por mediación de Hernán Benítez, sacándolo del confinamiento en Manresa (Chávez, 2004, I: 17). En los años cincuenta junto a Fermín Chávez lleva el sector de crítica literaria de Dinámica Social y publica junto al entrerriano una Antología poética argentina (Castellani y Chávez, 1954). Caracteriza al conflicto con la Iglesia como “sarampión anticlerical de Perón” y se esperanza con el lonardismo. En tiempos del gobierno de Aramburu y Rojas despliega su crítica en diversos medios nacionalistas, como Azul y Blanco y Mayoría. Por su conocimiento previo colabora también en Rebeldía.

[20] Eduardo Astesano provenía de la escisión comunista, al igual que Puiggrós, tenía en su haber una serie de materiales de producción histórica y se lanzó al periodismo por esa época mediante la publicación de Columnas del nacionalismo marxista (Gasco, 2017) que buscaba una confluencia entre las corrientes del marxismo y del cristianismo social, fundiéndolas en el molde nacionalista.

[21] Ehrlich (2010: 90) analiza en detalle y penetración las intervenciones de Palacio en la publicación.

[22] Se trata de Lidia Yoda, quien colabora con el Padre Benítez hasta su muerte.

[23] Jauretche le escribe a Cooke: “Debo prevenirte especialmente contra el grupo de Rebeldía. No ha actuado por peronismo, sino como agente provocador… Si leés Rebeldía verás que ya le están tirando a tus amigos con el calificativo de gorilas peronistas, como le han tirado a Colom, pues quieren tener la manija para obstaculizar la acción. ¿No te parece sospechoso que no hayan podido sacar el periódico durante dos años y hayan salido en esta emergencia con tanta fuerza y recursos?” (carta de Jauretche, 9-8-1957, en Cichero, 1993: 136).

[24] En Solidaridad en el año 1944 había hecho lo mismo, centrando su intervención en la reproducción de una reflexión sobre el Jueves Santo.

[25] Entrevista de Julio Melon Pirro a Alejandro Olmos, 11-12-1991.

[26] Rebeldía, 12, 18-8-1957. Para Benítez, Próspero Germán Fernández Alvariño, a quien solo nombraba como “Capitán Gandhi”, era un “loco marxista y anticlerical” que había participado en múltiples operaciones de investigación.

[27] Entrevista de Julio Melon Pirro a Alejandro Olmos, 11-12-1991.

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