Pensares, comunidades y eticidades

Pensar el sur, pensar desde el sur, es nombrar las comunidades y las eticidades. El corazón de la –palabra– comunidad es el “munus”, es decir la mutualidad, la hospitalidad. La eticidad, nos recuerda Levinas, es el rostro de la otredad. “Cara a cara; relación ética que no se refiere a ninguna ontología previa” (Levinas, 1997: 9). La ética no es representación, ni concepto, es sentirse interpelada o interpelado por las otredades. No ser indiferentes frente al dolor de las y los demás. Lo contrario de la indiferencia es la vida compartida, la buena vida, el buen vivir. Pensar el sur entonces como una de las formas de la bienvenida.

Pensar –el sur– es hacer. El otro nombre del pensar es hacer. Los haceres y los quehaceres. ¿Qué hacer? ¿Cómo se hace sin pensar? ¿Cómo se hace sin querer? El sureño es un pensamiento inquieto, lleno de inquietudes. Pensar –el sur– es agitar. Agitar libertades, igualdades y dignidades.

“Pensar lo infinito, lo trascendente, lo extraño, no es pues pensar un objeto” (Levinas, 1997: 73). Los infinitos y las infiniciones. Nos gusta nombrar las infiniciones antes que las definiciones, puesto que las definiciones encierran, enclaustran, congelan, “excelean” conceptos, ideas, (id)entidades. Pensar desde el suelo donde pisan nuestros pies, desear hasta las estrellas. Pensar desde los suelos hasta los cielos. Las trascendencias de las inmanencias. Pensar infinitamente. Pensar lo extraño, extrañarse, sentirse extraña o extraño, Nos extrañamos. Nos extrañamos ante los acontecimientos pandémicos, extrañamos nuestras querencias.

 

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Pensar –desde el sur– es inventar lecturas, geonarrativas, sur versiones y sur realismos. Pensar el movimiento, el movimiento del pensar. Los conocimientos y los círculos concéntricos. Como si la palabra fuera una piedrita que arrojamos al agua y entonces los movimientos que no cesan, los movimientos del ser y la potencialidad de rozar biografías. Los textos, las vidas. Las vidas de los textos. Biografías y bibliografías. Relaciones textuales de las existencias.

¿Cómo construir pensamientos otros? Pensamientos pletóricos de eros, logos y mitos. Inventar otras narrativas. En lugar de necro logos, proponemos pensamientos vivos y vitales. Logos descentrados y excéntricos. Logos otros, otros logos. Logos inéditos como nuestros tiempos. Inédito quiere decir sin editar, ¿cómo es leer lo aún no editado?

Pensar el sur, pensar desde el sur, es nombrar nuestras filosofías y filosofar sobre nuestras lenguas. ¿Cómo habitar lenguas vivas? Las comunidades –que– se expresan en distintas lenguas, y entonces pensar las lenguas de las comunidades. Pensar el sur es pensar las lenguas que pronunciamos y las que dejamos de enunciar. Las lenguas perdidas y los nuevos lenguajes. Las lenguas perdidas convertidas en palabras sueltas, y las lenguas “bastardas”. Pensamientos jaspeados,

“Ch’ixi literalmente se refiere al gris jaspeado, formado a partir de infinidad de puntos blancos y negros que se unifican para la percepción, pero permanecen puros, separados. Es un modo de pensar, de hablar y de percibir que se sustenta en lo múltiple y lo contradictorio, no como un estado transitorio que hay que superar –como en la dialéctica– sino como una fuerza explosiva y contenciosa, que potencia nuestra capacidad de pensamiento y acción” (Rivera Cusicanqui, 2015: 295).

Pensamientos jaspeados que pueden poetizar. Poéticas y justicias, justicias poéticas nombrando a aquellas y aquellos que se animan a inventar gramáticas, crear autorías. Estar siendo autoras y autores de nuestras existencias y experiencias. ¿Cómo es estar siendo desde el sur sin nombrarnos? Des-nombramos cuando los manuales –escolares– hablan por nosotras y nosotros. Desnombramos cuando desconocemos nuestras historias, nuestras filosofías. Desnombramos cuando los medios nos imponen como debemos ser. Desnombrar es despolitizar y despoetizar. Gramáticas poéticas del sur es el otro nombre de nuestros pensamientos.

Se trata entonces de no ser habladas o hablados, de no ser repetidoras o repetidores. Crear voces propias, voces singulares y plurales. Gramáticas y sentidos. Los sentidos de crear y recrear nuestras gramáticas.

Pensares comunes y comunitarios, pensares de políticas y pedagogías de cuidados. Cuidar la vida, afirmar la vida contra todo intento de precarizarlas. Perseverar en el ser comunitario. “Comunidad existencial –antropológica (…) la comunidad del hombre que está en el mundo, del hombre que ‘es con otros hombres’” (Taborda, 2011: 254).

Y este ser en el mundo y con otras y otros presume que el “conocer es expresar el ser” (Taborda, 2011: 254). ¿Quiénes estamos siendo? No es solamente la pregunta de un saber más, no se trata de este o aquel saber, ni de un saber acumulativo, es una pregunta por nosotras y nosotros mismos. Nosotras y nosotros como enigma.

“El hombre está en el mundo. Inmerso en las cosas que lo rodean, que lo envuelven, que lo traen y lo tienen, él se vuelve a las cosas y pregunta a las cosas. Experimenta. Experimenta el mundo porque el mundo tiene sentido. Pero, primeramente, ese sentido es oscuro y secreto. Por eso, cada vez más ávido de claridad, pregunta el hombre a las cosas. Múltiples son sus preguntas, Múltiples como las vivencias inmediatas con las que tantea su mundo. Pregunta también por el mismo, pues, en cierto momento, él llega a ser un problema cuyo sentido ha de descifrar” (Taborda, 2011: 252).

Desde esa pregunta por las (id)entidades es que nombramos y nos nombramos. “El conocimiento cumple, por lo tanto, la función de activar la necesidad de ser sujeto; ya que, cuando pensamos en la relación de conocimiento, ésta no se remite al conjunto de contenidos clasificados, sino que abarca los desafíos por construirse como sujeto desde el acto mismo de construir contenidos” (Zemelman, 2007: 28).

¿Cómo nos relacionamos con los conocimientos? ¿Cómos nos vinculamos con las otredades? ¿Cómo creamos mundo? Desde las fragilidades de reconocernos como inacabadas e inacabados es que creamos. Creo como creencia y creación. ¿Se puede crear sin creer? Se trata de expulsiones e impulsos. ¿De dónde fuimos expulsadas y expulsados? ¿Adónde nos llevan los impulsos? Los impulsos y las pulsiones. Pulsiones de vidas y no debidas.

Deseos que desbordan los saberes, saberes deseantes y deseosos. ¿Qué es la economía del conocimiento? ¿Se puede ahorrar en conocimiento? ¿Qué saberes se despliegan en estos tiempos pandémicos? ¿Acaso no son tiempos de pandemia de “zoom”? ¿Cómo (es) pensar en comunidad en tiempos de pandemia? ¿Qué (es) pensar en estos días?

Nos impulsan las comunidades y los deseos. Los deseos de comunidades. Comunidades que nos pueden humanizar. Potencias y posibilidades de humanizaciones. Las humanidades que no son sólo las ciencias. Las manos y las humanidades. Las manos dibujan mundos, las manos sueñan mundos. Las manos hacen y deshacen frases hechas para decir lo propio, para pronunciar mundos.

Pensar el sur, pensar desde el sur, también es imaginar mundos compartidos. Sueños diurnos, ensoñaciones que nos permiten componer, poner en común con otras u otros. Nos convidamos con tiempos otros donde imaginar los (re)encuentros y las bienvenidas.

 

Bibliografía

Levinas E (1997): Totalidad e infinito. Salamanca, Sígueme.

Rivera Cusicanqui S (2015): Sociología de la imagen. Buenos Aires. Tinta Limón.

Taborda S (2011): Investigaciones Pedagógicas. La Plata, Universidad Pedagógica.

Zemelman H (2007): El ángel de la historia. Barcelona, Anthropos

 

Carla Wainsztok es doctora, profesora de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA).

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