Fratelli tutti: la revolución posible

“‘Fratelli tutti’, escribía san Francisco de Asís para dirigirse a todos los hermanos y las hermanas, y proponerles una forma de vida con sabor a Evangelio. (…) Allí declara feliz a quien ame al otro, ‘tanto a su hermano cuando está lejos de él como cuando está junto a él’. (…) Porque san Francisco, que se sentía hermano del sol, del mar y del viento, se sabía todavía más unido a los que eran de su propia carne. Sembró paz por todas partes y caminó cerca de los pobres, de los abandonados, de los enfermos, de los descartados, de los últimos. (…) Si bien la escribí desde mis convicciones cristianas, que me alientan y me nutren, he procurado hacerlo de tal manera que la reflexión se abra al diálogo con todas las personas de buena voluntad”, dice nuestro Papa Francisco al dar inicio a su nueva encíclica, que lleva por nombre Fratelli tutti.

La encíclica es una extensa una carta del Papa dirigida a católicos y no católicos, que contiene la propuesta de una nueva sociedad mundial basada en la fraternidad y la amistad social. Por eso mismo aclara que, si bien la escribió desde sus “convicciones cristianas”, está dirigida a todas las personas de buena voluntad. Francisco no habla aquí del reino de los cielos. Habla en todo momento de las injusticias del mundo y de la necesidad de construir una comunidad mundial basada en la solidaridad y la fraternidad.

No se trata de una proclama espiritual para que todos repitamos como un mantra: “Dios es amor”, “el amor vence al odio”, etcétera. Francisco describe con crudeza que vivimos en un mundo organizado en base al egoísmo, muchas veces disfrazado de libertad. Plantea la propuesta revolucionaria de cambiarlo, de transformarlo desde las periferias, desde los excluidos, desde los abandonados y descartados. Sus primeras palabras como obispo de Roma fueron: “parece que los cardenales me vinieron a buscar al fin de mundo”. Tal vez fue una advertencia: “ustedes no saben en el lío que se metieron”; “no estoy aquí para calzarme zapatitos rojos y pisar las pesadas alfombras del palacio papal”. Lo primero que hizo fue volar a Lampedusa a mojarse sus viejos zapatos negros, allí donde el Mediterráneo ha dejado de ser aquel al que cantaba Serrat, y se ha convertido en una tumba líquida de miles de migrantes.

Volvamos a la encíclica. Se trata de un texto de 120 páginas, dividido en ocho capítulos de muy fácil lectura para cualquiera –como yo– que tenga poca idea de teología y no se considere un intelectual de las letras. Yo diría que es un manual de doctrina, o un manifiesto que un grupo de revolucionarios podría escribir previo a lanzarse a la lucha.

El capítulo primero, “Las sombras de un mundo cerrado”, es una descarnada descripción del mundo injusto en el que habitamos, la ruptura de la Unión Europea y el retorno de los nacionalismos xenófobos. El “abrirse al mundo”, entendido como “la apertura a los intereses extranjeros o a la libertad de los poderes económicos para invertir sin trabas ni complicaciones en todos los países”. “La penetración cultural de una especie de ‘deconstruccionismo’, donde la libertad humana pretende construirlo todo desde cero. Dejando en pie únicamente la necesidad de consumir sin límites y la acentuación de muchas formas de individualismo sin contenidos”. “Hoy en muchos países se utiliza el mecanismo político de exasperar, exacerbar y polarizar. Por diversos caminos se niega a otros el derecho a existir y a opinar”. “En el mundo de hoy persisten numerosas formas de injusticia, nutridas por visiones antropológicas reductivas y por un modelo económico basado en las ganancias, que no duda en explotar, descartar e incluso matar al hombre. Mientras una parte de la humanidad vive en opulencia, otra parte ve su propia dignidad desconocida, despreciada o pisoteada y sus derechos fundamentales ignorados o violados”.

Las primeras veinticuatro páginas de Fratelli tutti están dedicadas a una descripción cruda de “estas sombras densas que no conviene ignorar”. Que finalizan con un llamado a la esperanza: “Invito a la esperanza, que ‘nos habla de una realidad que está enraizada en lo profundo del ser humano, independientemente de las circunstancias concretas y los condicionamientos históricos en que vive. (…) La esperanza es audaz, sabe mirar más allá de la comodidad personal, de las pequeñas seguridades y compensaciones que estrechan el horizonte, para abrirse a grandes ideales que hacen la vida más bella y digna’. Caminemos en esperanza”.

Ahora voy a referirme solo a dos temas que considero claves como propuesta de acción. El primero es una fuerte reivindicación de la política como mecanismo transformador de la realidad. Algo que Francisco reitera en muchos de sus escritos y discursos. “Para hacer posible el desarrollo de una comunidad mundial, capaz de realizar la fraternidad a partir de pueblos y naciones que vivan la amistad social, hace falta la mejor política puesta al servicio del verdadero bien común. (…) Para muchos la política hoy es una mala palabra, y no se puede ignorar que detrás de este hecho están a menudo los errores, la corrupción, la ineficiencia de algunos políticos. A esto se añaden las estrategias que buscan debilitarla, reemplazarla por la economía o dominarla con alguna ideología. Pero, ¿puede funcionar el mundo sin política? ¿Puede haber un camino eficaz hacia la fraternidad universal y la paz social sin una buena política?”. “Porque un individuo puede ayudar a una persona necesitada, pero cuando se une a otros para generar procesos sociales de fraternidad y de justicia para todos, entra en ‘el campo de la más amplia caridad, la caridad política’. Se trata de avanzar hacia un orden social y político cuya alma sea la caridad social. Una vez más convoco a rehabilitar la política, que ‘es una altísima vocación, es una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común’”. “Si alguien ayuda a un anciano a cruzar un río, y eso es exquisita caridad, el político le construye un puente, y eso también es caridad. Si alguien ayuda a otro con comida, el político le crea una fuente de trabajo, y ejercita un modo altísimo de la caridad que ennoblece su acción política”.

El segundo tema tiene por título: “Reproponer la función social de la propiedad”. “En los primeros siglos de la fe cristiana, varios sabios desarrollaron un sentido universal en su reflexión sobre el destino común de los bienes creados. Esto llevaba a pensar que si alguien no tiene lo suficiente para vivir con dignidad se debe a que otro se lo está quedando. (…) En esta línea recuerdo que ‘la tradición cristiana nunca reconoció como absoluto o intocable el derecho a la propiedad privada y subrayó la función social de cualquier forma de propiedad privada’”. “El principio del uso común de los bienes creados para todos es el ‘primer principio de todo el ordenamiento ético-social’, es un derecho natural, originario y prioritario. (…) El derecho a la propiedad privada sólo puede ser considerado como un derecho natural secundario y derivado del principio del destino universal de los bienes creados, y esto tiene consecuencias muy concretas que deben reflejarse en el funcionamiento de la sociedad. Pero sucede con frecuencia que los derechos secundarios se sobreponen a los prioritarios y originarios, dejándolos sin relevancia práctica”. “El derecho de algunos a la libertad de empresa o de mercado no puede estar por encima de los derechos de los pueblos, ni de la dignidad de los pobres, ni tampoco del respeto al medio ambiente, puesto que ‘quien se apropia de algo es sólo para administrarlo en bien de todos’”.

Dicho eso respecto la función social de la propiedad, Francisco aclara que no está en contra de su existencia, ni está proponiendo como sistema la socialización de los medios de producción. “Es verdad que la actividad de los empresarios ‘es una noble vocación orientada a producir riqueza y a mejorar el mundo para todos’. Dios nos promueve, espera que desarrollemos las capacidades que nos dio y llenó el universo de potencialidades. En sus designios cada hombre está llamado a promover su propio progreso, y esto incluye fomentar las capacidades económicas y tecnológicas para hacer crecer los bienes y aumentar la riqueza. Pero en todo caso estas capacidades de los empresarios, que son un don de Dios, tendrían que orientarse claramente al desarrollo de las demás personas y a la superación de la miseria, especialmente a través de la creación de fuentes de trabajo diversificadas”.

Finalmente, voy a transcribir tres artículos de la llamada Constitución de 1949, sancionada hace 71 años por un gobierno de un país del “fin del mundo”. Casualmente, la misma tierra donde los cardenales fueron a buscar a Francisco, y se metieron en flor de lío… Artículo 38: “La propiedad privada tiene una función social y, en consecuencia, estará sometida a las obligaciones que establezca la ley con fines de bien común. Incumbe al Estado fiscalizar la distribución y la utilización del campo o intervenir con el objeto de desarrollar e incrementar su rendimiento en interés de la comunidad, y procurar a cada labriego o familia labriega la posibilidad de convertirse en propietario de la tierra que cultiva”. 39: “El capital debe estar al servicio de la economía nacional y tener como principal objeto el bienestar social. Sus diversas formas de explotación no pueden contrariar los fines de beneficio común del pueblo argentino”. 40: “La organización de la riqueza y su explotación tienen por fin el bienestar del pueblo, dentro de un orden económico conforme a los principios de la justicia social. (…) Toda actividad económica se organizará conforme a la libre iniciativa privada, siempre que no tenga por fin ostensible o encubierto dominar los mercados nacionales, eliminar la competencia o aumentar usurariamente los beneficios”.

 

Aldo Duzdevich es autor de Salvados por Francisco y La Lealtad: Los montoneros que se quedaron con Perón.

La revista Movimiento se edita en números sucesivos en pdf que se envían gratis por email una vez por mes. Si querés que te agreguemos a la lista de distribución, por favor escribinos por email a marianofontela@revistamovimiento.com y en asunto solamente poné “agregar”.

Share this content:

Deja una respuesta