Vivienda + Espacio + Inclusión

Como definición, diremos que la vivienda es un derecho fundamental, reconocido universalmente desde hace más de medio siglo, en una porción de territorio de uso exclusivo. Es una porción de espacio donde el ser humano debe poder recuperarse física y emocionalmente del trabajo diario, para salir cotidianamente rehabilitado para ganarse el sostén diario propio y de su familia, y debe ser seguro y permanente. Así, como definición, engloba todos los aspectos que implica lograr el bienestar de una persona, o de una familia: seguridad, privacidad y permanencia, y supone además que esa familia tiene trabajo. Pero lamentablemente no todos gozan de estos derechos.
Antes de analizar la vivienda como único elemento de descanso de una familia, nos parece importante razonar sobre el espacio donde el individuo logra alcanzar su bienestar. No podemos entender la vivienda como un objeto estático, sino que es un sistema y un proceso. Es, en síntesis, una forma de vida que busca permanentemente la armonía y el equilibrio estético y físico. Se relaciona con su entorno y se va transformando a medida que pasa el tiempo. Por lo tanto no solo es un bien material, sino que es un proceso. La vivienda delimita el espacio público y el espacio privado para el desarrollo del bienestar de las personas.
La política de vivienda de los gobiernos peronistas está explícitamente incluida en la doctrina justicialista. Su visión de bienestar y justicia social para el pueblo no se limita solo a un salario justo. La vivienda digna, confortable, y en un hábitat y un entorno saludables, forma parte de esa doctrina.
Dijimos ya que no todos pueden gozar de los mismos derechos, y nos estamos refiriendo a los sectores de la población con situación socioeconómica más precaria y con alto grado de vulnerabilidad. Acá es donde aparece el concepto de vivienda social, la cual, por supuesto, debería gozar de todas las características enunciadas anteriormente. Este concepto inclusivo fue desarrollado en la primera presidencia de Perón, dentro del primer plan quinquenal. La política comandó la vivienda social durante más de una década. Es más, cuando conceptualmente hablamos de una política de vivienda exitosa nos retrotraemos al típico chalet californiano de la Fundación Eva Perón, o a la vivienda colectiva en altura tan típica de esa época, que además incluía créditos otorgados por el Banco Hipotecario, o a la nueva concepción de vivienda social que involucraba al espacio público característico del peronismo.
Podemos afirmar que el peronismo en su política de vivienda sentó las bases del diseño y uso del espacio, e incluyó en éste a todos los ciudadanos. Es en esta instancia donde surgieron un sinnúmero de falsedades respecto al supuesto mal uso que hacía la clase trabajadora (‘negligentes’, como se los denominaba peyorativamente) que se constituyó en leyenda: el levantamiento de pisos de madera para la fogata, o la destrucción de artefactos sanitarios, entre otras muchas falsedades. Es ahí donde comenzó una lucha que se mantiene hasta hoy.

Espacio público y espacio privado
Nacer y vivir en un espacio, ocuparlo corporalmente y desplazarse a través de él, confirman permanentemente su existencia por medio de sensaciones auditivas, táctiles y visuales, y de todas aquellas otras que se refieren a la orientación o a la ubicación, que son condiciones inexorables del ser humano. No hay una sustancia que pueda definirse como espacio público: algunos espacios se hacen públicos, y otros requieren una determinación de hacerlos públicos.
La influencia del espacio es decisiva para la determinación de lo exterior y lo interior, y por lo tanto para establecer una frontera entre el individuo y su entorno. Podríamos definir al espacio público como el ámbito donde el individuo desarrolla su relación con los demás, y al espacio privado como el ámbito donde las personas desarrollan su espacio íntimo y elijen con quién compartirlo. Ambas situaciones hacen al bienestar. Por ejemplo, en la actualidad vivir en las ciudades resulta natural, pero pocas veces nos detenemos a pensar que contar con servicios públicos es la resultante de largas luchas. El hecho de que existan bienes públicos no significa que todos tengan el mismo acceso a ellos, o iguales posibilidades. ¿Es esta la forma en que la ciudad se organiza, se planifica, e incluye y excluye a gran parte de la población? ¿En qué lugar se ubican los programas sociales?
Indicamos en este punto una serie de premisas a debatir en la función inclusiva del espacio social:
a) un sistema de coordinación dimensional que proponga estándares únicos dentro del ámbito nacional para la vivienda social; si bien existen estándares mínimos para viviendas de interés social, conviene realizar una revisión periódica de dichos parámetros;
b) una legislación que obligue al cumplimiento de un sistema dimensional normalizado, a la industria y al comercio de mobiliario y equipo doméstico, como igualmente al diseño y a la construcción de viviendas:
c) un estudio social y antropológico profundo sobre idiosincrasia, costumbres, hábitos y aspiraciones auténticas de los pobladores postulantes a la vivienda social, destinado a fundamentar una programación real y objetiva;
d) un estudio tendiente a definir niveles de ambientación cuantificables, con unidades de medida oficiales sencillas y fáciles de aplicar para las diferentes actividades y funciones que incluye la vivienda social y su espacio exterior;
e) un sistema o método de programación urbano arquitectónico que incorpore todos los antecedentes que provengan de los estudios propuestos en los puntos anteriores, consultando los mecanismos de control y evaluación de resultados para impulsar permanentemente su perfección.
f) en la planificación de la vivienda social –especialmente de la progresiva–, inclusión de la participación real y efectiva de los pobladores, capaz de motivarlos y comprometerlos en todo el proceso, especialmente en la programación, asegurándoles apoyo y asistencia técnica y física permanente, hasta lograr la vivienda completa;
g) una legislación especial para la vivienda social que contemple la realidad socioeconómico y cultural de los usuarios;
h) estudios sobre el alcance y las consecuencias de los diversos factores que condicionan la calidad de vida, con miras a valorar su importancia y trascendencia en el proceso.
i) un estudio que permita interpretar los anhelos, aspiraciones y expectativas de los pobladores para orientar la acción de la vivienda social hacia la calidad de vida que realmente puedan apreciar y valorar, prestándole una efectiva utilidad.
Estas ideas son hoy puestas a discusión en un debate sincero y clarificador. Se pretende deshilvanar fortalezas y debilidades de la práctica al criterio de los actores involucrados en la gestión del espacio social, entender las vivencias de la población en general y las necesidades que quedaron pendientes para arribar a una verdadera calidad de vida.
Siempre hay para corregir y para mejorar. Lo que ayer fue válido hoy ya no lo es, porque vivimos en un proceso de cambio constante cada vez más vertiginoso. Es difícil encontrar un análisis profundo de una administración a otra, o una continuidad de las mejores prácticas. Nada de lo hecho está bien: se engloba así de forma irresponsable a todas las experiencias en un mismo relato y se da un giro de 180º en la política de vivienda y desarrollo urbano. Falta la zona de consenso, faltan análisis, faltan conclusiones. El día a día deviene constantemente en cambios profundos. Los medios de comunicación, Internet, o la forma de relacionarnos con el dentro y el fuera, nos llevan a decisiones superfluas y equivocadas. Es momento de reunir a todos los representantes del sector con amplia experiencia en el hábitat social, para establecer un debate público sobre las experiencias en materia de hábitat, sobre experiencias reales, discutir sobre sus prácticas exitosas y sobre las prácticas catalogadas como erróneas. Es el momento de una evaluación seria destinada a contribuir al establecimiento del hábitat social como política de Estado: cómo las prácticas llegaron a contribuir a una mejor calidad de vida de las familias beneficiarias, cuáles fueron los aspectos más relevantes que impidieron la sustentabilidad en el tiempo, y cuáles fueron los inconvenientes que tuvieron que sortear para arribar a la solución más adecuada, aunque quizás no la óptima.

Bibliografía
AAVV (sf): El espacio público. Conceptos y concepciones desde la teoría social. Ficha de Cátedra, Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco.
Cravino A (2016): “Historia de la vivienda social”. Vivienda & Ciudad, 3.
Doberti R (2012): “Peronismo y espacio público”. En Reseñas y debates en el peronismo actual. Buenos Aires, Sudamericana-COPPPAL.
Maffeis R (sf): Vivienda, arquitectura y urbanismo al servicio de la Comunidad Nacional en el Proyecto Peronista. En http://historiadelperonismo.com/?p=6653.

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