Tecnología: un concepto estratégico que la doctrina peronista sabe cómo definir

Una palabra malgastada

Sirve tanto para un zurcido como para un bordado. Vendedores de electrodomésticos que tratan de convencer a su potencial cliente asegurándole que el lavarropas que está comprando es de “la más moderna tecnología”. Instaladores de ideas importadas que repiten hasta el cansancio lo lejos que estamos de las “tecnologías de punta” que producen y utilizan los países desarrollados. Impertérritos funcionarios que se montan en el argumento de incorporar “tecnologías de avanzada” para estragar el sistema electoral. Prolijos dirigentes políticos que proponen desarrollar “tecnologías adecuadas”… “De punta”, “de avanzada”, “modernas”, “adecuadas”… ¿Qué sentido tienen esas adjetivaciones? ¿En qué se diferencian o se parecen? Cambalache de palabras que desnaturalizan un concepto estratégico que mucho tiene que ver con nuestro futuro como Nación.

Afortunadamente, la doctrina peronista sabe cómo definir la tecnología en función de la grandeza de nuestra Patria y la felicidad de nuestro Pueblo.

 

Sobre desarrollo tecnológico

El desarrollo tecnológico no es neutro: se equivocan quienes piensan que el desarrollo tecnológico es el producto “natural” de la evolución del pensamiento del hombre. Está condicionado de manera determinante por los factores de poder que lo impulsan en cada caso. “Hay que reconocer que los objetos producto de la técnica no son neutros, porque crean un entramado que termina condicionando los estilos de vida y orientan las posibilidades sociales en la línea de los intereses de determinados grupos de poder” (Papa Francisco, Laudato si’, 107).

No existe un único sentido del desarrollo tecnológico: no es cierto que el único sentido posible del desarrollo tecnológico esté determinado por el objetivo capitalista de maximizar ganancias. Aceptarlo como único camino implica resignarse a que la lógica capitalista logre que los “recursos humanos” de sus planillas Excel lleguen a costo cero. “El paradigma tecnocrático también tiende a ejercer su dominio sobre la economía y la política. La economía asume todo desarrollo tecnológico en función del rédito, sin prestar atención a eventuales consecuencias negativas para el ser humano. Las finanzas ahogan a la economía real” (Laudato si’, 107).

La tecnología del capitalismo es una de las principales causas del agotamiento del sistema imperante. “Tecnología de avanzada” es el eufemismo que describe el acto de subirse a un tren que marcha a toda velocidad hacia el precipicio. Es necesario retomar nuestro propio concepto de desarrollo tecnológico y terminar con la aceptación pasiva de los desarrollos tecnológicos que consolidan el globalismo dependiente.

 

Definiciones

Hace más de 30 años, el tecnólogo argentino Edgardo Galli formuló las siguientes definiciones que constituyen la referencia doctrinaria del peronismo en este tema:

  1. Tecnología: la inteligencia, el conocimiento, la creatividad, la habilidad y el arte que la Humanidad utiliza para pensar, diseñar, construir, utilizar y perfeccionar o desechar artefactos y artificios.
  2. Tecnología conveniente: una tecnología de cualquier grado de complejidad y escala, producida en el país o adquirida en el exterior, protegiendo en este último caso los intereses nacionales, que tiene como misión mejorar la calidad de vida de la sociedad y respetar a la Naturaleza.

Tecnología Conveniente es la herramienta conceptual que permite convertir la lógica imperante en la organización de la producción, e imaginar un sistema de generación de bienes y servicios que cuide la casa común, que preserve el derecho al trabajo y eleve la calidad de vida de nuestros pueblos a través de una justa retribución, por encima de cualquier otra consideración. “En la actual realidad social mundial, más allá de los intereses limitados de las empresas y de una cuestionable racionalidad económica, es necesario que ‘se siga buscando como prioridad el objetivo del acceso al trabajo por parte de todos’” (Laudato si’, 127).

No significa rechazar toda tecnología que no provenga de nuestra propia creación. Significa recuperar la capacidad de elegir soberanamente aquellas innovaciones que contribuyan efectivamente a sostener el funcionamiento armónico de nuestra sociedad, observando crecimiento económico y justicia social en el marco de la Comunidad Organizada.

 

El rol de los científicos y tecnólogos argentinos

El desarrollo de la ciencia y la tecnología es un tema del poder. El libre albedrío poco y nada tiene que ver con el sentido que finalmente adopta ese desarrollo, que es una consecuencia del resultado de la confrontación de intereses y la capacidad que tengan para imponerse. Es decir, es un problema específicamente político.

El reconocimiento de esta condición contextualiza e incorpora una mirada crítica sobre la tendencia a defender la actividad científica y tecnológica desde una posición corporativa. La defensa de los presupuestos dedicados y de los salarios de los científicos y técnicos, como la de cualquier otro trabajador, resulta una reivindicación básica que constituye el núcleo duro de la doctrina peronista.

Pero la posibilidad de tener un rol protagónico en las decisiones que determinan el sentido del desarrollo tecnológico argentino depende de que los trabajadores científicos y técnicos se organicen y asuman el derecho de participar en la formulación de esas decisiones, junto con el resto de actores sociales, en el plano de igualdad que la Comunidad Organizada les otorga.

 

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