Pensamientos desde la orilla del Atlántico Sur

En estos días de aislamiento social preventivo, se hizo visible una vez más la independencia que no supimos conseguir. Y en esa pata chueca, el rol de la mujer argentina organizando y dando solidez a la trama social: la familia, el barrio, la escuela, la capilla, el sindicato, trabajadoras de la salud, personal femenino de las fuerzas armadas y fuerzas de seguridad, docentes e investigadoras en la universidad, entre otros espacios capilares de la comunidad nacional. Esto no es nuevo. Si revisamos la historia de nuestras madres, abuelas, bisabuelas, comprobaremos que la mujer ha tenido ese rol de nuclear organización.

Pero la mujer no lo logra sola, lo hace justamente como miembro de una comunidad. Y en este enfoque se plantea que el justicialismo demanda ser pensado desde la integralidad del género humano en tanto comunidad y no desde la particularidad del sujeto. Así como también desde la periferia, de donde surge, se desarrolla y nos continúa interpelando.

Una Nación no puede pensarse desterritorializada, como una mera acumulación de derechos ciudadanos, si es que pretendemos concebirla en términos emancipatorios. Un pensamiento nacional en clave actual requiere partir del anclaje y la pertenencia del propio suelo. Surge de un sentir con raíz común, es decir, una tradición compartida.

Es así como resulta prioritario recuperar otros parámetros de análisis, más allá del consumo popular, a la hora de evaluar el éxito de un gobierno. Y estos parámetros tienen que ver con el grado de soberanía en el acceso, la planificación y la administración de recursos que son propios de todos los argentinos: el territorio continental y marítimo, los recursos ictícolas, minerales, agrícolas y ganaderos, la preservación de los acuíferos, los yacimientos petroleros, la patrulla y cuidado de los 6.816 kilómetros de costa –según datos del Instituto Argentino de Oceanografía–, el fortalecimiento de la industria y sus ramas esenciales, y la generación de trabajo en el marco del cuidado de la “Casa Común”.

Más allá de la emergencia de estos tiempos, es necesario que la Argentina recupere la esencia justicialista de la planificación estatal a mediano y largo plazo si lo que nos proponemos como movimiento es romper la estructura económica y cultural de dependencia, y salir del asistencialismo crónico. En este sentido, los programas quinquenales de los años 1947 y 1952 permitieron proyectar el rumbo de la Nación sobre la base concreta de nuestro potencial nacional, y su implementación fue sostenida con un presupuesto acorde.

Más acá en el tiempo pero con resultados disímiles, podemos nombrar el “Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial 2010-2020” y en 2014 el lanzamiento del “Proyecto Pampa Azul” que se propuso planificar el desarrollo de investigaciones científicas en torno al Mar Continental Argentino en los diez años siguientes y coordinados por un Gabinete Científico Tecnológico cuyas actividades involucraban al CONICET, la Dirección Nacional del Antártico (DNA), la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), el Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (INIDEP), el Servicio de Hidrografía Naval (SHN), la Prefectura y el Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC-CONICET), entre otras instituciones científicas nacionales.

 

Unidad Turística Chapadmalal

Estas líneas se escriben desde la costa Atlántica, específicamente en la zona sur de Chapadmalal, uno de los tantos lugares donde quedan en pie obras que testimonian los alcances de nuestro movimiento. La Unidad Turística Chapadmalal es uno de los legados patrimoniales por excelencia del proyecto justicialista de Nación. Está allí como testigo y resultante de una época en la que el país era pensado y proyectado en planes territoriales integrales, tácticas que guiaban la fe y la decisión política de alcanzar una Patria libre, justa y soberana.

Hoy, en tiempos de pandemia y a través de la coordinación de Desarrollo Social del Municipio y el acompañamiento de la Diócesis de Mar del Plata, en la Unidad Turística se alojan personas que han perdido su casa. La cantidad fue mermando desde el origen del aislamiento social preventivo hasta ahora, entre otros factores porque el cobro de la IFE permitió que contaran con recursos para volver a sus lugares de origen. Actualmente se alojan entre treinta y cuarenta personas que residen en los hoteles hasta que se resuelva su situación habitacional. Los voluntarios de la Parroquia Padre Pío de Playa Chapadmalal acompañan tres veces por semana con juegos, canciones y en la celebración de la palabra y de la fe.

 

Sobre el origen de la Unidad Turística

En 1945 se realizó la expropiación de tierras fiscales para construir un “Hotel para Personal del Estado”. Se trataba de aproximadamente 80 hectáreas, ubicadas en el Partido de General Pueyrredón, a ambos lados del arroyo Chapadmalal, sobre el camino costero que une a Mar del Plata con Miramar. El área fue expropiada por el Poder Ejecutivo Nacional, declarándose su utilidad pública. El complejo surge como “Colonia de Vacaciones para Obreros y Empleados Públicos”, con la construcción de los primeros hoteles, en 1946, bajo el gobierno del general Edelmiro Farrell, siendo ministro de Obras Públicas su vicepresidente, el general Juan Pistarini –nombre que lleva el aeropuerto internacional de Ezeiza y que Pacho O’Donnell sugería cambiar en una nota publicada recientemente en La Nación. Para finales de ese año, habiendo asumido Perón la Presidencia de la Nación, la obra es finalizada por la “Fundación Eva Perón”.

Construido en varias etapas, e inaugurado en 1955, el complejo está formado por nueve hoteles y diecinueve bungalows, con una capacidad aproximada de 5.500 pasajeros. Los hoteles contaban y cuentan con una oficina de correo, un centro de salud –hoy reducido a una guardia clínica–, un teatro, una capilla y actualmente el Museo Eva Perón. Basta con recorrerlos para darse una idea del lugar destacado que tenía la obra pública para los trabajadores desde el principio del movimiento: maderas de calidad única, mármoles, cocinas amplias equipadas con la última tecnología de la época. Ningún gobierno que sobrevino después invirtió lo que la estructura requiere por su valor simbólico histórico y patrimonial, así como por su potencial turístico generador de trabajo.

Con el devenir de los años, la Unidad Turística llegó a ser una prebenda de tercerizaciones en la puja de favores políticos.

 

La Unidad Turística en la identidad provincial

Hace años que la Unidad Turística Chapadmalal aloja a jóvenes deportistas durante los torneos Evita, así como también a grupos de estudiantes en las Jornadas de Educación y Memoria, y a jubilados en el marco de diversos programas nacionales de Turismo Social para la Tercera Edad. Durante el verano, cientos de familias de distintos puntos del país conocen el Mar Argentino y las playas de Mar del Plata, ubicadas en la zona de conservación ecológica. La Unidad Turística Chapadmalal tiene una marcada identidad bonaerense: por su historia, su presente y potencial.

Pero es nuestro deber mirar más allá de la postal turística y situarnos geoestratégicamente desde estas latitudes. Chapadmalal está ubicada entre la Pampa Húmeda –corazón de nuestra tierra fértil, matriz de cultivos, alimentos y fuente del comercio exterior– y la Pampa Azul –nuestro Mar Argentino, uno de los espacios marítimos más extensos y fértiles del Hemisferio Sur. Y más allá de la provincia de Buenos Aires, el Mar patagónico es una fuente potencial de energía marina.

Impulsar la exploración, investigación y aprovechamiento del recurso debería ser un objetivo nacional estratégico.

 

Nuestro desafío como argentinas de la costa

Estamos encerrados en una lógica política que parece haber resignado las ideas de emancipación. Continuamos construyendo en torno a derechos ciudadanos, consumo y reactivación económica. La idea de soberanía parece haber sido relegada a una narrativa de la ortodoxia.

Es hora de retomar la agenda sudamericana, de preservar los recursos naturales que tiene nuestro continente, por los que vinieron las fuerzas financieras globales y las empresas multinacionales. La realidad regional e histórica impone resignificar las zonas costeras como territorios que impulsen un proyecto civilizatorio con base en la defensa territorial. Una cultura del cuidado de nuestros recursos requiere una planificación rigurosa en múltiples líneas estratégicas: política –escuela de gobierno con mirada geoestratégica–, educativa –desde nivel inicial, pasando por oficios terciarios, universitario y posgrado– y económica –administraciones portuarias con conducciones que prioricen la economía local, nacional y regional. Hoy la mayoría de las empresas portuarias de la ciudad son multinacionales en un proceso de extranjerización de las empresas enclavadas en el puerto que fue acelerándose en los últimos años: astilleros, pesqueras, frigoríficos, plantas procesadoras.

Un Centro de Pensamiento Marítimo para la Defensa en Chapadmalal, un Museo Malvinas y Antártida, un Espacio para la Preservación de la Biodiversidad Costera, pueden ser propuestas que, junto con la Unidad Turística, nos fortalezcan como comunidad en torno a temas de interés nacional. Recuperar el legado de Pujato, la historia de los combatientes en Malvinas, el origen de las bases Antárticas y su proyección actual, estudiar la historia, geología y geografía de las Islas Malvinas y del Atlántico Sur son temas estructurales que debería incorporarse a una agenda de gobierno.

En febrero último se desarrolló en los hoteles un Encuentro Federal de Docentes en el que brillaron por su ausencia estos temas. Preocupa la postergación sistemática y las agendas que parecen digitadas por intereses ajenos a nuestras prioridades como Nación.

 

Algunas ideas para seguir pensando

El género en nuestro país no debería pensarse sin un anclaje histórico emancipatorio. Eva Perón tenía como su guía espiritual al Padre Benítez, y la capilla de Chapadmalal es testimonio de su fe. Juan Domingo Perón se basó en las Encíclicas Rerum Novarum y Populorum Progressio para escribir su doctrina. Desconocer nuestro origen nos lleva a una miopía en la práctica política.

Asumir nuestro carácter de movimiento que se actualiza a los tiempos históricos no implica desestimar nuestras tradiciones, sino más bien nos lleva a alimentar aún más nuestras raíces.

Hoy el Papa Francisco retoma en su encíclica Laudato si’ el rumbo que se nos presenta como desafío de vida a los argentinos. Criar a nuestros hijos en esos valores, cuidar los espacios naturales en los que vivimos en comunidad, recuperar los temas estratégicos para el desarrollo soberano nacional, son valores que impulsan a la mujer argentina y son base de la unidad nacional.

 

Bibliografía

Castillo R (2018): “La Estancia Chapadmalal y la urbanización costera sur”. En Jornadas de Arqueología e Historia de las Regiones Pampeana y Patagónica. www.asociacionmagrassi.org.

Descalzo D (2019): Influencia del pensamiento socialcristiano en la Constitución Nacional de 1949. www.relatsargentina.com.

Godoy J (2020): Aeropuerto Ministro Pistarini: ¿cambiar el nombre al aeropuerto o de como se cambia (otra vez) de color político? www.labaldrich.com.ar.

Godoy J (2020): “El patriota Hernán Pujato y la soberanía nacional sobre la Antártida”. Movimiento, 20.

Perón E (1951): La razón de mi vida. Buenos Aires, Peuser.

Proyecto Pampa Azul. www.pampazul.gob.ar.

 

Lucía Ferrario es profesora en Bibliotecología y Documentación.

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