La voz de las personas mayores en el PJ nacional

Las actividades de esta comisión de los equipos técnicos se iniciaron en el mes de agosto, con el objetivo de trabajar desde la perspectiva de las personas mayores como ciudadanas y ciudadanos, sujetos sociales activos con experiencia y potencialidad, e integrados a su comunidad.

Partimos de reconocer que la Argentina fue líder en políticas para la vejez, y para esto tuvo mucho que ver el impulso del peronismo fundacional. Por eso, el objetivo es volver a inspirar políticas innovadoras, audaces y ambiciosas, incorporando a las y los mayores a la agenda pública, a través de la elaboración de propuestas que permitan construir un futuro más igualitario.

Vivimos en una sociedad donde el peso demográfico de las personas mayores es cada vez más importante. Esta realidad lleva a pensar el impacto de la temática en aspectos variados, como la salud, el sistema de la seguridad social, los cuidados prolongados, pero también en los consumos culturales, el acceso al mundo digital y la participación política, a tal punto que el análisis de los electorados otorga un interés especial en este grupo etario.

Abordar el tema incluye la necesaria participación de las y los mayores para escucharlos, conocer sus propuestas, inquietudes y demandas, y para impulsar una nueva representación como grupo social. A través de la modalidad de reuniones periódicas virtuales, surgieron los ejes de trabajo de acuerdo con los temas de interés: derechos, acceso y uso de las tecnologías de la información y la comunicación; hábitat y vivienda; protagonismo y participación activa.

Debatimos también sobre un beneficio que trajo la pandemia: poner en evidencia las contradicciones más profundas que la cultura tiene en relación con la vejez y el envejecimiento. En tiempos de COVID-19 se hizo patente una antigua tensión entre cierto afán paternalista y el respeto a la autonomía de la voluntad de las personas mayores. Pero, fundamentalmente, la discriminación por edad o “viejismo”, considerada como el rechazo hacia las personas de edad avanzada como consecuencia de los estereotipos y los prejuicios existentes sobre la vejez. Si bien más del 60% de las personas mayores son autónomas, el énfasis en la vulnerabilidad y la falta de respeto por su capacidad para ejercer su propio juicio, o el lenguaje despectivo y deshumanizado en las redes sociales y los medios de comunicación, mostraron lo arraigados que están estos prejuicios.

Ante estos hechos, surgió la propuesta de capacitar a la sociedad sobre el tema, por lo cual nos vinculamos con la senadora nacional Norma Durango, quien impulsa un proyecto de ley de capacitación obligatoria sobre igualdad y no discriminación en la vejez para todas las personas que se desempeñen en la función pública, en los tres poderes del Estado. Los mismos grupos que participan en la comisión se organizaron para apoyar la futura ley, a través de notas al Senado y organizando actividades en diferentes ámbitos, para difundir el proyecto.

Las personas mayores tienen los mismos derechos que las demás personas. Sin embargo, eso no significa que todas o todos debamos ser tratados de la misma manera. Las políticas dirigidas a toda la población pueden negar a las personas mayores sus derechos si no abordan su situación particular.

Aún falta lograr un cambio cultural respecto de la vejez y el envejecimiento. Si bien nuestro país suscribió la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores y la aprobó por Ley 27.360 –donde se establece la valorización de la persona mayor, su papel en la sociedad, la igualdad y no discriminación, entre otros derechos– es necesario seguir trabajando para que esto se haga realidad.

Vivimos en sociedades envejecidas como nunca en la historia de la humanidad, y la pandemia también hizo visible el proceso de exclusión de las personas mayores en el mundo digital. Por eso, ese es otro de los puntos que abordamos, no solo por la brecha tecnológica y digital, sino también por las dificultades en cuanto a conectividad, accesibilidad y asistencia.

Envejecer en el lugar donde se pasó la mayor parte de su vida, en el entorno físico y social familiar que beneficia el mantenimiento de la propia identidad, la funcionalidad física, los lazos sociales y la privacidad, contribuye al bienestar de las personas mayores. Por eso, en este punto empezamos a trazar varias líneas de trabajo: hábitat amigable, urbanizaciones pensadas para personas mayores, adecuación de viviendas y acceso a viviendas propias.

En lo referido a la participación y el protagonismo, quedó claro que son aspectos que impactan en la calidad de vida de las personas mayores: la relación con otros y otras, la militancia activa, el trabajo en los centros de jubilados, los proyectos colectivos. En la Comisión analizamos con ellos y ellas las fortalezas y las debilidades de los centros de jubilados –principales espacios de convergencia– y de las organizaciones que los nuclean. Resaltan como fortalezas la continuidad de la militancia, su capital político y social, pero sobre todo la capacidad para seguir haciendo y la disponibilidad de tiempo para eso. Para poder concretarlo, necesitan reforzar su pertenencia e identidad con el proyecto nacional, sentirse parte de la sociedad y desarrollar su potencial en todas las etapas de la vejez con la colaboración de la población joven y adulta.

Pensar en los derechos de las personas mayores nos hace considerar las obligaciones que tenemos como sociedad con este grupo, reconociendo sus características: no son un colectivo homogéneo, ni pasivo, ni despolitizado; es importante y necesario asegurar su participación y consentimiento en todas las acciones que las y los involucran; son parte de la sociedad y necesitan sentirlo

En definitiva, pretendemos utilizar las enseñanzas de la pandemia para construir un país que integre a las personas mayores, reforzando su pertenencia e identidad con el proyecto nacional. Esto es lo que estamos haciendo desde los equipos técnicos del PJ nacional.

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