Chapadmalal y Embalse: lugares con historia, y también con presente y futuro

Para quienes circunstancialmente tenemos responsabilidades de gestión, poder escribir acerca de la política pública sobre la que se tiene injerencia es una muy buena oportunidad de comunicación y reflexión. Sobre el punto de partida y antecedentes, sobre lo que se está haciendo, y fundamentalmente sobre el tiempo que viene.

Siendo conscientes de los cambios de época, de los consecutivos años de abandono y desinversión, primero con los golpes de Estado y luego con los gobiernos democráticos de corte neoliberal, al comenzar la gestión el ministro Matias Lammens nos planteó como prioridad el objetivo de reivindicar los principios del turismo social. Desde el Ministerio de Turismo y Deportes de la Nación nos toca administrar la Unidad Turística Embalse (UTE) ubicada en el valle de Calamuchita –provincia de Córdoba– y la Unidad Turística Chapadmalal (UTCH) en el Partido de General Pueyrredón –provincia de Buenos Aires–, ambas declaradas Monumento Histórico Nacional en el año 2013 (Decreto 784/2013). Cada Unidad Turística (UT) es un complejo conformado por una serie de hoteles, bungalows e instalaciones complementarias –polideportivos, piletas, paradores de la playa, museos, servicio médico– donde se ofrecen servicios de alojamiento, gastronomía y diferentes actividades deportivas y recreativas en general.

Estos complejos construidos en el primer peronismo a partir de la creación de un fondo destinado al fomento del turismo social[1] materializan el derecho al descanso y a la recreación. Lo hacen posible. Permiten garantizar el bienestar de todos y todas, pero fundamentalmente de los más excluidos. Constituyen un ícono del peronismo y un emblema del turismo social en nuestro país y en el mundo. Una política que democratiza el bienestar: una política social en toda su literalidad.

Durante el primer peronismo, el turismo social alcanzó una magnitud y una visibilidad que como tal no volvió a repetirse, incorporando a la clase trabajadora, pero también a aquellos colectivos excluidos de las estructuras sindicales, a través de la Fundación Eva Perón. Por primera vez los sectores más postergados podían acceder a conocer el mar y las sierras, y otro conjunto de propuestas recreativas y destinos turísticos de nuestro país que se incorporaban al “turismo de masas” como parte de las políticas de “democratización del bienestar”. Hoy las estructuras de los hoteles y buena parte de su mobiliario guardan la memoria de aquellos tiempos.

Siendo conscientes de los cambios de época, de los consecutivos años de abandono y desinversión, primero con los golpes de Estado y luego con los gobiernos democráticos de corte neoliberal, nuestra gestión ha asumido el desafío de reivindicar los principios del turismo social, resignificándolos para permitir que cada vez más sectores de la población, y en particular a quienes se les tenía vedado acceder a determinados bienes, puedan acceder al turismo como derecho.

El punto de partida nos ubica en una situación muy crítica que podría resumirse en desfinanciamiento; cierre, deterioro o abandono de los hoteles; caída estrepitosa de visitantes a los complejos; ruptura de acuerdos institucionales; y ausencia de políticas frente a las y los trabajadores de las UT.[2] Se abandonaron las estrategias institucionales de articulación entre ministerios, vaciando las ofertas culturales, educativas, deportivas, entre otras, en los complejos. Esto ofrecía una dinámica atractiva a quienes disfrutaban de sus vacaciones en los hoteles. Hubo también una caída de personal en las UT, personal sin tareas, bajos ingresos y déficit en las propuestas de capacitación.

Sobre estos problemas –no siendo los únicos– comenzamos a diagramar nuestras estrategias. Con la convicción de que el turismo social es sinónimo de oportunidades, es motor del desarrollo de comunidades y es fundamentalmente el que permite garantizar su acceso al conjunto, pero sobre todo a los más postergados, en las mejores condiciones posibles, las primeras acciones se centraron en mejorar la calidad de las prestaciones y servicios y la infraestructura hotelera, y con ello aumentar la capacidad y disponibilidad de plazas. Resulta urgente y necesario recuperar el valor histórico de nuestros complejos, alentando a las y los trabajadores que con mucho esfuerzo sostuvieron las acciones durante los años de abandono, y redoblando los esfuerzos para, paulatinamente, mejorar las condiciones de infraestructura y servicios.

Apenas asumimos, logramos recuperar los hoteles 7 y 8 de Chapadmalal cedidos a la Gendarmería Nacional,[3] evitamos cesiones irregulares en Embalse y estamos recuperando el Hotel 1, anteriormente cedido a la provincia de Córdoba. Durante los meses de enero y febrero de 2020 no sólo buscamos incrementar la ocupación, sino también llevamos adelante acciones de articulación con el Ministerio de Cultura de la Nación, quienes dispusieron talleristas y artistas que diseñaron acciones destinadas a turistas hospedados en nuestros hoteles y llevaron adelante diferentes muestras artísticas. Con el Ministerio de Educación llevamos adelante el Plan de Lecturas, desplegado en la bajada a la playa del Hotel 4, en el circularon miles de personas.

Frente a la emergencia que impuso la pandemia por COVID-19, nuestras UT debieron suspender el turismo en marzo del 2020, pero no cerraron sus puertas. Los complejos de Chapadmalal y Embalse acompañaron el proceso de emergencia sanitaria, primero poniéndose a disposición como unidades de aislamiento extra hospitalario, y segundo como atención directa a través de la integración del Servicio Médico de Embalse al sistema de salud local.[4] Esto requirió a su vez rápidas mejoras de infraestructura, lo que se vio acompañado de su respectivo aumento presupuestario. En el transcurso de 2020, habiendo cuadriplicado el crédito para que dé curso a la inversión, el área de turismo social se enfocó en llevar adelante procesos licitatorios para el mejoramiento integral de ambas unidades. Primero en lo referido a la preparación de la emergencia a través de la adquisición de estufas y calefactores, instalación eléctrica, adquisición de generadores eléctricos y elementos médicos. Luego, se dio lugar a los procesos de mejora de infraestructura sobre los hoteles en funcionamiento.[5]

Estamos frente a un plan integral de mejora de la infraestructura sin precedentes. Entre 2020 y 2021 proyectamos inversiones por más de 950 millones de pesos, y otros 970 millones para 2022, sin contar las inversiones de obras públicas ni lo referido a crédito internacional. Tampoco olvidamos la importancia del diseño de un plan de mantenimiento que preserve las estructuras y las mejoras realizadas. Además, estamos impulsando un conjunto de actividades deportivas, recreativas y culturales que permitan mejorar la oferta turística en las unidades. Senderos, avistaje, miradores, recorrida de los muesos y tour histórico, ferias de artesanías, cine, deportes y otro conjunto de actividades son las que estamos planificando junto con las y los trabajadores de las unidades, actores de la economía popular, instituciones deportivas locales y las comunidades de Chapadmalal y Embalse en su conjunto, para enriquecer la experiencia turística.

Esto permite reforzar la identidad, el sentido de pertenencia y fundamentalmente ser parte del entramado de estrategias que impulsan el desarrollo en estos territorios. Cualquiera que recorra Chapadmalal y Embalse advertirá la importancia de los complejos en el desarrollo de estas comunidades.

El turismo en nuestro país genera más de un millón de puestos de trabajo, representa más del 10% del PBI, es motor del desarrollo de numerosas economías regionales, de identidades locales y del patrimonio natural y cultural. Es una actividad económica esencial, y es también un derecho social. De ahí su importancia. Estamos frente a una actividad cuyo desarrollo y crecimiento permite mejorar las condiciones sociales, económicas y culturales de un país, de un territorio. El turismo social está obligado a abandonar cualquier asociación de turismo pobre para pobres. Será el mejor turismo, el acceso al bienestar, las oportunidades de desarrollo, para quienes menos tienen. Por eso es también un desafío ampliar la red de infraestructura pública de turismo social en todo el país, repensar su institucionalidad, su financiamiento, su sostenibilidad en el tiempo y los límites necesarios frente a los cambios de gestión, rediscutiendo con las organizaciones políticas y sociales y con la sociedad en su conjunto el rol que queremos que tenga en el desarrollo del país en los próximos años. No queremos volver a sufrir la desidia y el abandono.

Este tiempo del que estamos siendo protagonistas nos llena de orgullo. Nos emociona contarlo. No vemos la hora de poder ver estos complejos nuevamente repletos de viejos y viejas, chicos y chicas, jóvenes, familias, trabajadores y trabajadoras de todo el país, que merecen un tiempo de disfrute, de descanso, un tiempo de reconocimiento y de cuidado, y que buscan la oportunidad para conocer por primera vez el mar, para caminar por nuestros bosques y sierras.

Chapadmalal y Embalse son lugares llenos de historia, de recuerdos, de sueños cumplidos, de momentos de felicidad, de vidas reparadas. Por eso, su puesta en valor es honrar la memoria de nuestro país, es honrar los sueños de los olvidados.

 

Inés Albergucci es subsecretaria de Calidad, Accesibilidad y Sustentabilidad del Turismo Nacional del Ministerio de Turismo y Deportes de la Nación. Es trabajadora social (UBA), especialista en Políticas Públicas para la Igualdad (CLACSO), docente en la UBA y en nivel terciario.

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[1] El Decreto-Ley 33.302/45 estableció la obligación de aplicar el salario mínimo, básico y sueldo anual complementario y creó el Instituto Nacional de Remuneraciones con funciones específicas de fomento e inversión para el turismo social. Además, la norma determinó que el 3% del aguinaldo derivado de un aporte del 5% del sueldo anual complementario que depositaba el empleador –pudiendo retener un 2% del pago al empleado o empleada– se destinaría al fomento del turismo social.

[2] En 2015, el presupuesto destinado a turismo social –Prestaciones Turísticas– rondaba el 28% de participación del presupuesto total del Ministerio. En 2019 apenas representaba un 8%. En esta gestión estamos recuperando los niveles de participación, representando hoy un 21% del presupuesto total y, de esto, más del 50% se destina a infraestructura. Cabe señalar que el presupuesto del Ministerio se ha quintuplicado desde 2019. Recibimos en cada UT sólo tres hoteles disponibles para turismo social –de 16 hoteles en total. El cierre de hoteles profundizó el estado de deterioro de la infraestructura, haciendo aún mucho más costoso y difícil su acondicionamiento y apertura, lo que tuvo por consecuencia una caída de visitantes: entre 2015 y 2019 cayó un 72%. La cantidad de plazas disponibles para turismo social en 2015 era 3.700 (UTCH) y 2.970 (UTE): en diciembre de 2019 recibimos 890 de plazas en UTCH y 970 en UTE.

[3] La ministra de Seguridad, Sabina Frederic, derogó la resolución que creaba un Centro de Entrenamiento en nuestros hoteles, lo que permitió a la AABE dejar sin efecto la cesión. Al mismo tiempo, el Hotel 5 se encontraba ocupado por agentes de GNA que prestaban servicios de seguridad en el Partido de General Pueyrredón. Dicho hotel es uno de los que mejor acceso tiene a la playa, siendo de los más elegidos para turismo social. Por ello, dichos agentes fueron primero destinados al Hotel 9 y luego abandonaron el complejo, cuando el operativo de seguridad culminó.

[4] Así fue como el Hotel 4 de UTCH alojó a más de 100 personas en situación de calle a solicitud del Municipio de General Pueyrredón en el contexto de la pandemia. En el caso de la UTE se llevó adelante, en vínculo con el COE local, el “Plan Operativo COVID-19 UTE” que consistió en poner a disposición camas y guardias médicas de 24 horas con los elementos de bioseguridad necesarios para realizar la atención correspondiente. El Hotel 7 de esta unidad funcionó como Unidad Extrahospitalaria para aislamiento; el servicio médico continúa atendiendo a personas con síntomas compatibles con COVID-19; y se realizaron hisopados y test serológicos con apoyo de hospitales cercanos, con articulación de recursos humanos e insumos del municipio, de la provincia y de nuestro Ministerio.

[5] Esto implicó trabajos en techos para los hoteles 1, 2, 4 y 5 de Chapadmalal, mejora de fachadas, pinturas exterior e interior, cambio de ventanas y trabajos de carpintería para los hoteles 1, 2 y 5 de Chapadmalal y 2, 4 y 7 de Embalse. Estas obras se encuentran casi finalizadas. Se adquirieron elementos de carpintería, equipamiento para el servicio médico, elementos de plomería, vehículos, uniformes y equipamiento. Actualmente, se están llevando adelante trabajos de electricidad, reforma en sanitarios, construcción de infraestructura accesible –ascensores, sanitarios para personas con movilidad reducida– para los hoteles 1, 2 y 5 de UTCH y hoteles 2, 4 y 7 de UTE; la refacción integral sobre el Hotel 6 de UTCH y Hotel 3 de UTE. En los próximos meses se espera comenzar los trabajos sobre los bungalows y el Hotel 6 de UTE, y hacia fin de año los hoteles 7, 8 y 9 de Chapadmalal. Lo proyectado incluye también intervenciones en las áreas deportivas, en el sector de plazas y juegos, en las piletas y casas de té de ambas unidades. Además, el Ministerio de Obras Públicas de la Nación se encuentra impulsando la licitación de obras por 1.500 millones de pesos para la refuncionalización integral de los hoteles 1 de Embalse y 4 de Chapadmalal. Simultáneamente, estamos en un proceso de acuerdo con un banco de crédito internacional para financiamiento que permita la refuncionalización del Hotel 3 de Chapadmalal, conocido como “hotel de los niños”, utilizado por última vez en los Juegos Olímpicos de 1995, y el Hotel 5 de Embalse, cuyo último año de funcionamiento fue en 1985.

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