Trampa 22

Trampa 22 es el título de una novela de Joseph Heller publicada en Estados Unidos en 1961, llevada al cine en 1970 por el director Mike Nichols y adaptada para televisión en 2018 por George Clooney. El protagonista es un piloto estadounidense destinado a la invasión de Italia durante la segunda guerra mundial que solicita el relevo de las misiones de bombardeo porque las considera riesgosas para su vida. La regla 22 del reglamento de la fuerza aérea establece un requisito de aptitud psíquica para volar en misiones de bombardeo y, en consecuencia, la insania como causal de eximición. La estructura lógica de la trampa es la siguiente:

  1. ninguna persona en su sano juicio volaría misiones de bombardeo;
  2. entonces, todos los que vuelan misiones de bombardeo incumplen la regla 22; pero
  3. si alguien alega que es una locura volar misiones de bombardeo, está en su sano juicio;
  4. entonces: cumple la regla 22 y está en condiciones de volar.

La trampa 22 es una condición que se incumple al cumplirse y viceversa. Un círculo vicioso reversible del que no salimos, aunque nos movamos hacia la izquierda o la derecha.

La relación de la Argentina con el FMI es una trampa 22. En los albores del orden financiero de posguerra, Juan Perón decidió mantener a la Argentina fuera del FMI. Entre 1956 y 2006, los programas de estabilización acordados con el organismo incluían condicionalidades incumplibles que daban lugar a renegociaciones permanentes generadoras de mayor inestabilidad. En 2001, la última experiencia del ciclo, el programa de salvataje terminó hundiendo a De la Rúa.

En 2006, Néstor Kirchner expulsó al Fondo cancelando la totalidad de la deuda en un pago. Entre 2007 y 2015, Cristina Fernández de Kirchner mantuvo excluido al FMI del ámbito de las decisiones políticas argentinas. Entre 2003 y 2015 el PBI argentino y los ingresos de los trabajadores y las trabajadoras se duplicaron.

En 2018, después de dos años de endeudamiento desaforado que clausuraron el acceso de la Argentina a los mercados de crédito internacional, Mauricio Macri pidió asistencia financiera al FMI. El primer programa se consumió en cinco meses, con una devaluación cercana al cien por ciento y una pérdida de reservas del orden de los 30 mil millones de dólares. El propio FMI exigió la renuncia del presidente del Banco Central. El segundo programa, acordado con el objetivo explícito de brindar apoyo electoral a Macri, indujo una recesión inflacionaria que lo llevó a la derrota. Entre 2016 y 2019 el PBI se contrajo un 4,5 por ciento, el salario cayó 20 puntos porcentuales respecto de 2015 y la deuda en dólares como proporción del PBI se duplicó.

En el acto de lanzamiento de la campaña electoral de 2017, Cristina Fernández de Kirchner planteó que las políticas neoliberales desorganizaban la vida de la gente y por eso nos convocaba a “escuchar las voces de todos y de todas. Lo importante es escucharse el uno con el otro y estar juntos por nuestro país, por la Argentina”. En 2019, la formación del Frente de Todos hizo realidad aquella convocatoria, asumiendo el compromiso de revertir aquel desastre económico mediante políticas de estabilidad y crecimiento para que las argentinas y los argentinos volvieran a organizar y proyectar sus vidas.

La deuda con el FMI, equivalente a más de la mitad de las exportaciones anuales del país, condicionaba cualquier plan de gobierno. Otra vez debíamos resolver la trampa 22. Sin embargo, quedamos atrapados. Durante dos años, la ausencia de un acuerdo con el FMI agregó incertidumbre a las dificultades económicas producidas por la emergencia sanitaria del COVID-19. Ahora, los probables impactos inflacionarios y recesivos del acuerdo ponen en crisis al Frente de Todos. Así, en el Congreso Nacional, aunque se votó una ley, se formaron dos mayorías: en una las y los opositores y una fracción oficialista rechazaron el acuerdo; en otra los mismos opositores y otra fracción oficialista autorizaron al Poder Ejecutivo a acordar con el FMI.

Sin embargo, las previsiones y las metas del acuerdo anunciado en enero nacieron muertas en marzo, y la guerra en Ucrania terminó de enterrarlas. En consecuencia, se abre un nuevo ciclo de tortuosas negociaciones y una nueva oportunidad para salir de la trampa 22 que sólo aprovecharemos si conservamos la unidad del Frente de Todos y asumimos plenamente nuestra soberanía política, fijando una agenda propia de reformas estructurales que permita alcanzar la independencia económica y la justicia social de un superávit fiscal financiado por los agentes económicos de mayor capacidad contributiva.

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