Reflexiones sobre las PASO

“Ceterum censeo Carthaginem ese delendam” (Catón “el viejo”: “Por todo esto creo que Cartago debe ser vencida”).

 

Con la realidad se pueden hacer muchas cosas… menos pelearse. Frente a un resultado electoral adverso como este, a mí –que nunca fui observador no participante– no me interesan sesudos análisis, ni pases de facturas con el diario del lunes. Si el gobierno cometió errores, a sus miembros corresponderá evaluarlo y en tal caso corregirlos, pero es una realidad que excede mi capacidad de transformación. Sí me pregunto: ¿en qué burbuja estaba que no escuché? ¿Qué debí hacer para que esto no pasara?

Hace unos meses escribía en Movimiento: “es necesario poner en crisis ese pensamiento individualista, mostrando que no existe la ingenuidad. Para poder construir una subjetividad fácilmente manipulable, como busca el neoliberalismo, es necesario convencer a esa franja etaria que carece de responsabilidad sobre los actos colectivos, colocándola en una ‘zona de confort’ donde siempre la culpa es de ‘los otros’. Ese confort estriba en la falta de interpelación, en la comodidad de no tomar posición y sobrevalorar lo que se denomina ‘ser independiente’”.

Nos hemos dejado llevar por una agenda que no es nuestra. Durante el comicio escuchaba a la fiscal del macrismo hablar de la importancia de la salud pública y quedé horrorizado, porque esa joven, que así pensaba, debía estar en mi lugar como fiscal del Frente de Todos… pero, claro, no llegamos a explicarle qué hicimos, qué hacemos y qué queremos hacer, porque nos dejamos llevar dando respuesta a cuestiones menores. Reflexionar sobre esto permite entender un poco más qué es eso de la política.

La política es una construcción de poder, para el campo nacional y popular, colectiva, lo cual supone la existencia de un conflicto, ya que el poder no surge ex nihilo, de la nada, sino que el poder sale del poder… de otro poder, por eso hay “lucha”. No se trata de “volver a enamorar”, sino de persuadir, persona a persona, sector por sector, de la necesidad de actuar en conjunto. En ello es fundamental comprender quiénes son los amigos y quién el enemigo. Cuando nos dicen que éste último es Milei, lo que ocurre es que nos ocultan al verdadero oponente: Mauricio Macri y lo que él representa. No gastemos pólvora en chimango.

Si tenemos claro contra quién debemos luchar en la construcción del poder popular, tenemos que asumirlo como una responsabilidad personal y orgánica. Cada uno de nosotros es responsable de evitar una nueva catástrofe, como en 2015, y además de sacar a nuestro país del pozo en que lo dejó la experiencia neoliberal. Queda flotando en el aire la convocatoria de Cristina a la militancia, la cual va a tener una ventaja sobre la campaña de 2015 y 2019, esta vez no usaron mascarita… desnudaron su pensamiento: defensa del trabajo infantil, precarización laboral, rebaja de los sueldos. La segunda candidata en la provincia de Buenos Aires “se cargó” a los pibes que no tuvieron el kit del Qunitas, y la primera candidata en la CABA “se aisló” comprando un departamento de 540.000 dólares en Palermo Chico –La Isla– sin poder explicar el origen de los fondos. Al frente, el operativo de vacunación más grande y exitoso de la historia argentina, el salvataje a trabajadoras, trabajadores y empresas durante la cuarentena, la renegociación de la deuda que dejó Macri, tanto privada como con el FMI… Por supuesto que la mayoría de los medios de comunicación son opositores y es un error pensar que a eso lo reemplaza C5N y la comunicación oficial, por eso la tremenda necesidad de la actividad militante, como sea y con los protocolos que corresponda.

Como inicio en ese camino es necesario subordinar toda acción a realizar lo necesario con vistas a cambiar un resultado en noviembre. No está muerto quien pelea.

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