Posibles nuevas dinámicas partidarias: los aportes posibles a la gestión

El PJ en movimiento creciente

Las presentes reflexiones surgen en la interfaz de una invalorable aportación del Partido Justicialista (PJ) nacional para la recuperación del gobierno, y las nuevas autoridades a designarse –al momento de la redacción de este artículo, en febrero de 2021–, en donde el rol de la política debe marcar el rumbo.

La pandemia no ayudó, ciertamente. Pero, a través del empuje de sus dirigentes, en el PJ de Matheu –con el aliento de Gioja y Ginés, centralmente– alumbraron un conjunto de comisiones temáticas que tuvieron una intensa actividad durante el año 2020, lo cual importó que más de 300 compañeras y compañeros con sentido federal pensaran, analizaran y debatieran –con los límites de la virtualidad– sus temas de militancia y conocimiento específico.

Efectivamente, el PJ, luego de la fallida movida de la intervención Macri- Servini-Barrionuevo, logró ser un lugar de encuentro, diálogo y unidad. Ciertamente, lo que era un sitio vacío de actividad política se llenó de acciones en el sentido descripto y colaborando en el alumbramiento de la fórmula Alberto-Cristina que sacó a Cambiemos del gobierno. Es importante hoy consolidar aquel triunfo a nivel nacional y provincial, como en muchos otros distritos, por lo mucho que significa como proyecto de país.

Hubo aportes al gobierno nacional, reuniones con sus autoridades, eventos temáticos, reuniones intercomisiones y articulaciones en línea con algunos funcionarios y funcionarias de manera puntual. Pero ello no alcanza, porque el gobierno se ejerce día a día, y es titánica la tarea para la reversión de la implosión social, económica e institucional que dejaron el macrismo y asociados.

El devenir plantea una nueva conducción partidaria, ordenada con quien resultara electo por el voto popular en 2019, que respeta el género de manera concreta y no como compromiso formal –Fernández, Kicillof, Manzur, Rach Quiroga, Álvarez Rodríguez y Corpacci–, por lo que entendemos que será un salto cualitativo en la lógica de una mayor dinámica partidaria conforme a esta nueva etapa del proceso político argentino.

 

El neoliberalismo clama por desterrar la política para hacerla a través de las redes y desmovilizando al pueblo

Quienes encarnan el neoliberalismo advirtieron inteligentemente que hay nuevas formas instrumentales con las que pueden –y lo han logrado en algunas ocasiones por errores propios, como nos pasó en 2015– tomar el poder sin las oprobiosas, recurrentes, sangrientas e impresentables participaciones militares, a través de la cooptación o la titularidad de medios hegemónicos y del esquema denominado del “law fare” o “guerra jurídica”, con un puñado de miembros de la familia judicial –un fiscal, un juez y un par de camaristas pueden hacer un desastre institucional, y si son de casación penal, mejor aún–, más el invalorable aporte espurio de los servicios de inteligencia, los que en conjunto horadaron el Estado de Derecho desde dentro, como un actualizado caballo de troya, con la apariencia de buen derecho avalado por el esquema del que se han apropiado como una justicia paralela y diferente, tal la práctica de dichos medios hegemónicos, todo lo cual constituye lo tan simbólica y correctamente denominado “sótanos de la democracia”.[1]

Esta lógica debe necesariamente descalificar a la política. La secuencia es siempre la misma: los políticos solo se ocupan de sus intereses; son corruptos; no saben; se apoderan de los lugares públicos; hacen demagogia; son populistas… y agregue el lector o la lectora algún otro calificativo que recuerden. Finalmente, van rematando el discurso con una paulatina tendencia para marcar autoritarismo, máxime si se pretende avanzar en el sentido de lo nacional y popular, denunciando la pérdida de las libertades, la falta de espíritu republicano, el atropello a las instituciones, para descalificar definitivamente al gobierno que va contra los intereses de las minorías de siempre, como un verdadero dictador o dictadora, pese a su original elegibilidad democrática.

Para ello es necesario desmontar movilizaciones, militancia territorial, el uno a uno del trabajo social que el peronismo siempre ha construido y mantiene con mística política, por un lado, por fervor personal al creer en aspectos tanto ideológicos como doctrinarios; y, por otro lado, en la referencia a Eva, a Perón, a Néstor, a Cristina, es decir, a relaciones personalizadas que no son abstractas en reconocimiento a las prácticas políticas de sus referencias con las propias identidades, desmantelando la enorme capacidad artesanal en tanto cada compañero y compañera llevan –aunque no lo sepan fehacientemente– un bastón de mariscal en su mochila, y así lo aplican en su militancia diaria. El neoliberalismo busca sustituir ese aspecto de la politicidad por el sistema de redes.

A estos efectos, en paralelo ensalzan un supuesto perfil superador al “deleznable” político, que es el de aquel emprendedor o emprendedora privados exitosos, altamente profesionalizados, serios, que no llegan a la función pública para robar, sino como un acto generoso, dispuestos a complicar su vida enrolándose en un sacerdocio dentro de lo público, siendo absolutamente serios y previsibles. Luego serán todo lo contrario –favoreciendo desde lo público a su sector de pertenencia, al cual volverán una vez terminado su interinato estadual, cuando no actuando de los dos lados del mostrador– pero el modelo de su instalación mediática sigue ese manual de estilo.

En cuanto a sus minúsculos ejercicios de movilización, la famosa “gente” marca claramente que quienes se suman lo hacen de manera voluntaria, libre: no son arriados por mecanismo alguno, ni atraídos por prebendas, sino en un acto de ciudadanía pleno.[2] Es decir, no son “choriplaneros”, sino ciudadanos conscientes de su conducta cívica.[3]

 

Rol de las redes sociales

Para colaborar en esta demolición del Estado de Derecho sustantivo, manejan con mucha habilidad las redes sociales, en coordinación directa o indirecta con los grandes medios –cuando no son socios “político-económicos” o aliados–, siempre en contra de las mayorías populares, acudiendo directamente al sistema de “trolls”, montando oficinas a estos efectos, o bien con un grupo de afilados o afiliadas lenguaraces que difaman, distorsionan, mienten y tergiversan sin pudor alguno realidades objetivas: Carrió, Bullrich, Iglesias, Ocaña, Brandoni, Zuvic, Lombardi, Cornejo, Yamil Santoro, Milei, etcétera.[4]

De allí la importancia estratégica de nuestro lugar actual en el partido que nos cobija para contrarrestar estas claras líneas de acción opositoras.

 

Aportaciones adicionales

La pregunta que siempre nos hacemos luego de una elección aquellos y aquellas que no accedimos a cargos –los que muchas veces no fueron pretendidos, pero tampoco somos de palo– es cómo se puede ayudar a quienes sí los ocupan, en tanto la totalidad de los saberes no se atesoran en un pequeño grupo de personas, que además tiene urgencias diarias que no dan mucho margen a pensar, proyectar o planificar demasiado. Al menos eso lo aprendimos en la experiencia de la gestión,[5] que ciertamente consume, a lo que hay que agregar el protocolo –audiencias, actos, entrevistas, reuniones internas e intercompetenciales–, más la burocracia, en el sentido técnico del papeleo de los expedientes, aunque ahora sean digitales.

Es el momento de plantearnos nuevas formas de comunicación y acción entre nuestro partido, la población, las afiliadas y los afiliados, las y los simpatizantes, el gobierno y otros actores sociales –es decir, los actores de una comunidad organizada– por cuanto el escenario previsible es que se piensa atentar contra toda política que no sea diseñada desde los centros hegemónicos.[6] De allí la importancia de los nuevos estilos que deben construirse de manera diferencial con eje en el PJ dentro del Frente de Todos como herramienta electoral frentista –un clásico en nuestra historia, tal la vocación de sumar y contener otras expresiones– junto con compañeras y compañeros que están en el gobierno o en los ámbitos legislativos –de las tres jurisdicciones– para una mayor sinergia, en términos de lograr más rápidamente los resultados necesarios para hacer realidad la idea de que sean “primero los últimos”. Mejor que decir es hacer y mejor que prometer es realizar, apotegmas que nos resultan conocidos y deben acelerarse en su concreción.

 

La relevancia institucional de los partidos políticos

No es ocioso, en una época en la cual distorsionar las normas parece una práctica del ya mencionado neoliberalismo, recordar lo que nuestra Constitución dice, enalteciendo la actividad de los partidos políticos como expresión democrática del pensamiento político, social y económico. Pasó mucho tiempo hasta consagrarlos definitiva y expresamente en la Constitución Nacional como instituciones fundamentales del sistema democrático, determinando, a la vez, que el Estado debe contribuir a su sostenimiento económico, lo cual es clave para que no dependan del “desinteresado” aporte de los privados, que en la práctica condiciona las políticas futuras de cualquier gobierno. Por ello, como una mecánica de resguardo, cualquier modificación a su legislación y la atingente a la materia electoral, en tanto reglamenta el ejercicio de derechos constitucionales, debe ser sancionada con una mayoría agravada, de acuerdo con lo normado por el artículo 77 de la Carta Magna.

Veamos brevemente algunas cuestiones formales, legales y de fondo, en cuanto a lo que se plantea como rol partidario. La Constitución Nacional dice en su artículo 38: “Los partidos políticos son instituciones fundamentales del sistema democrático. Su creación y el ejercicio de sus actividades son libres dentro del respeto a esta Constitución, la que garantiza su organización y funcionamiento democráticos, la representación de las minorías, la competencia para la postulación de candidatos a cargos públicos electivos, el acceso a la información pública y la difusión de sus ideas. El Estado contribuye al sostenimiento económico de sus actividades y de la capacitación de sus dirigentes. Los partidos políticos deberán dar publicidad del origen y destino de sus fondos y patrimonio”.

También la Constitución de la Provincia de Buenos Aires –la “madre de todas las batallas”– en su artículo 59 inciso 2 expresa términos semejantes: “Los partidos políticos son instituciones fundamentales del sistema democrático. Su creación y el ejercicio de sus actividades son libres dentro del respeto a la Constitución Nacional y a esta Constitución y a la ley que en su consecuencia se dicte, garantizándose su organización y funcionamiento democrático, la representación de las minorías, la competencia exclusiva para la postulación de los candidatos a cargos públicos electivos, acceso a la información pública y a la difusión de sus ideas. La Provincia contribuye al sostenimiento económico de los partidos políticos, los que deberán dar a publicidad del origen y destino de sus fondos y patrimonios”.

Las leyes que reglamentan el ejercicio de estos derechos constitucionales –Ley 23.298 y Decreto-Ley 9.889/82– indican lo que les compete a los partidos políticos, la nominación de candidatos y candidatas a cargos públicos electivos, es decir, la correlación entre ideología, plataforma y gestión para su logro.

 

Hacia dónde sumar

Por eso, cuando hablamos de sumar desde el partido, entendemos que hay dos espacios: hacia adentro y hacia afuera. En esto marcamos que, como en toda actividad, la capacitación es clave. Los estatutos de los partidos políticos imponen la “capacitación de los cuadros partidarios” pero, en rigor de verdad, es una disposición que ha quedado algo desdibujada en la práctica. La carta orgánica del PJ no lo expresa directamente, sino de manera indirecta: “Realizar tareas de adoctrinamiento, proselitismo, capacitación y organización comunitaria. Tener a su cargo todo lo relacionado con el adoctrinamiento, capacitación, difusión y propaganda, creando los organismos que resulten necesarios para el mejor cumplimiento de estas tareas en todo el territorio provincia”.

Quien se detenga a mirar las páginas web del PJ –ya sea nacional o provincial– podrá corroborar que se trata de algo que debe revisarse, porque no tiene una dinámica adecuada ni permanente, salvo acciones espasmódicas, pero sin una planificación adecuada.

Dado que esto es relevante, debe necesariamente organizarse, formarse y capacitarse a cuadros militantes y partidarios, o simpatizantes que se acerquen, por ser parte de la esencia democrática y participativa para el Estado de Derecho y mediatizada entre otras organizaciones por los partidos políticos.

 

Antecedentes para replicar

Son experiencias interesantes para mencionar las practicadas en el ámbito de la provincia de Buenos Aires que desarrollara el Frente Nacional Peronista en su Escuela de Gobierno que barre contenidos generales y puntuales para los cuadros de la militancia en la formación para lo público, imbuidos del sentido social de nuestra doctrina, pero con el rigor de una actividad académica seria y ordenada.

Con igual sentido, otra actividad que al menos conocemos y en la que hemos participado es la del Consejo del PJ de Florencio Varela y su Escuela de Gobierno de la mano de Julio Pereyra y Carlos Kunkel, con el detalle que en la inscripción se priorizó en el cupo a las y los más jóvenes, empezando por los 18 años, y luego se siguió inscribiendo por edad, lo cual permitió que numerosos jóvenes participaran de estos ciclos formativos, con una asistencia semanal del orden de 100 a 120 asistentes durante todo el año.

A estas capacitaciones se suma la tarea de las comisiones temáticas de los equipos técnicos del PJ nacional, tal como se ha venido realizando hasta hoy, con la posibilidad de un mayor apoyo organizacional del propio partido, en tanto al momento ha sido a pura voluntad militante, lo cual es reconfortante, pero, si los esfuerzos pudieran focalizarse en lo específico y no en los detalles de organización, los resultados serían aún mejores que los que claramente hubo en las reuniones del año 2020.

 

Hacia afuera

Como bien lo sostiene la Organización de Estados Americanos (OEA), más allá de Almagro y su alineamiento con Estados Unidos, “las redes sociales transforman gobiernos”. Para ello es bueno tomar como referencia el Manual de Seguridad Cibernética para Campañas Políticas, proyecto del Centro Belfer, Universidad de Harvard. El peronismo tiene que hacer un mejor uso de tales redes de manera más profesionalizada, ordenada e integrada en intercambios y vinculaciones, tal como pasa en otros ámbitos.

No se nos escapa que a pocos días de asumir el actual gobierno debió enfrentar una pandemia que asola a todo el planeta. Pero lo cierto es que ya no se puede invocar dicha circunstancia y debe, necesariamente, comenzar –aunque sea ahora, aún no es tarde– a debatir, estudiar y colaborar desde la estructura partidaria, utilizando estos elementos.

Esta circunstancia vinculada a la salud produjo un incremento en la utilización de redes y modos de comunicación en línea. En tal sentido, los cursos y la acción política de Milita.org con base en Florencio Varela son una prueba acabada del provecho que se puede obtener para capacitar a la militancia, debatir y proponer proyectos, informar y organizar, pero que se complementa con la presencia territorial amplificada por las nuevas tecnologías utilizadas con sentido político.

También la idea de Peronismo Digital apunta en esta nueva línea de acción política. El peronismo debe aunar la tecnología con la territorialidad clásica: la empatía social donde un o una militante pueden entrar en cualquier barrio, con el uno a uno, en el encuentro solidario, usando el pasaporte mágico de la identificación política recíproca: “hola, compañero, compañera, pase, ¿quiere un mate?”. Es algo maravilloso que las y los peronistas disfrutamos a pleno –claro que en pandemia no compartimos el mate.

La tecnología es clave para llegar con diferentes mensajes a diferentes actores sociales, no para manipular, sino con la vocación de persuadir que nos enseñara el General. [7] La hemos padecido, dado que la oposición cultivó y cultivará el odio y la división. Lo demostraron películas como Nada es privado, donde las redes detectan perfiles y operan sobre ellos de manera de neutralizar ideas que no son afines a los postulados globales de la unicidad planetaria para unos pocos, generando un verdadero y sutil lavado cerebral, y donde el titular de Cambridge Analytica reconoce haber intervenido en la campaña de Macri en Argentina.

Tenemos que pensarlo en el escenario electoral de este año, con PASO o sin PASO, agravada cualquier situación electoral por la pandemia que esperamos –vacunación mediante– sea contenida definitivamente.

 

Articulaciones sectoriales del PJ y sus comisiones temáticas de manera orgánica

Coincidiendo la futura presidencia partidaria con la presidencia del Ejecutivo Nacional, es importante retomar un vínculo institucional entre el Partido y el Ejecutivo, como así también la absoluta y necesaria humildad que debe haber de quienes están en los sillones, cualquiera sea su nivel, con la o el militante que tratan de aportar ideas o propuestas, aunque no sean las mejores o no sean temporalmente viables, pero tienen el enorme valor de la buena intención política de todo compañero o compañera para sumar.

Bien dice Jorge Halperín que “dentro del bando de los ‘igualitaristas’ podríamos incluir a los ‘igualitaristas, pero no tanto’. Una porción de los funcionarios, dirigentes políticos y personalidades públicas siente que su lugar de alta responsabilidad o su compromiso con el bien común les otorgan prerrogativas. Son y actúan como una elite que, teniendo un compromiso mayor que el ciudadano común, perciben como una suerte de derecho adquirido a gozar de ciertos privilegios”. De allí que, en tren de proponer acciones para valorizar la militancia –que es la que actúa desde el llano, apoyando a quienes gestionan, aunque estos y estas no lo sepan– y conocer sus ideas e inquietudes, las miradas desde fuera, la opinión no complaciente –algo que es muy importante, porque la o el interlocutor público no es superior jerárquico o político– estimamos necesario establecer algunas instancias posibles y permanentes de articulación como una idea a considerar:

  • reuniones periódicas de las referencias de los ministerios con autoridades partidarias y la comisión respectiva del PJ –en rigor, reuniones pequeñas donde no haya filtraciones, pero para que se pueda hablar con absoluta claridad y crudeza, donde el análisis no sea “carancheado por los medios”– donde desde el partido, con alguna metodología preestablecida,[8] se establezca una mirada de la gestión: ser serios para ser tomados consecuentemente de igual manera;
  • en ciertos temas urticantes y urgentes, realizar reuniones especiales para analizar el tema convocante;
  • recibir información directa para retransmitirla a la militancia en el uno a uno y en las nuevas prácticas de redes sociales, multiplicando los efectos de la gestión de gobierno;[9]
  • el partido no audita la gestión: mira desde fuera, palpa otras realidades, se relaciona en la sectorialidad con otras voces, relaciona la gestión con las expectativas existentes y analiza cómo ese equilibrio mejora o empeora, calibrándolo y retransmitiéndolo;
  • pero no olvidemos que las y los funcionarios siempre deben rendir cuentas, con lo cual las reuniones y el saber sobre hacia dónde se va y por qué, y el cómo, es un ejercicio de tal deber ético, democrático y político;
  • el Partido puede dar alertas tempranas para corregir cosas que muchas veces el vértigo o los egos impiden ver. Bien dijo Alberto Fernández que “si alguna vez sienten que me desvío, salgan a la calle a decírmelo”.

De esto se trata para las y los peronistas: no perder la calle; seguir teniendo los bastones de mariscal en las mochilas, desde el llano, sin celular, chofer, despacho ni secretarios o secretarias; expresar lo que siempre expresamos políticamente, quebrando moldes –Cooke lo expresó al decir que somos el hecho maldito del país burgués– sólo que ahora sectorialmente y con respeto a quienes ejercen las funciones; articular política, Estado y gobierno, con el sentido profundo de nuestras banderas; ser una de las variantes de las voces populares de la sociedad civil, sabiendo que para un o una peronista no hay nada mejor que otro u otra peronista.

Por estas razones que seleccionamos subjetivamente –puede haber muchas otras– creemos que hay que empezar ya el trabajo, dado que el año 2021 ya empezó y vamos por más, porque hemos sido, somos y seremos millones en esta patria que en la globalización es nuestro hogar, en tanto ejercemos la soberanía política, sostenemos la independencia económica y creemos y trabajamos por la justicia social, para que sean primeros los últimos.

 

Homero M. Bibiloni es abogado, especialista en Derecho Administrativo y Ambiental, docente en grado y postgrado. Exsecretario de Ambiente y Desarrollo Sustentable y expresidente de ACUMAR; asesor público provincial y municipal; capacitador judicial ambiental; exjuez administrativo de la OEA; docente IPAP; coordinador ambiental del PJ nacional; coordinador de la licenciatura en Gestión Ambiental (UNAJ) y la especialización en Derecho Ambiental (UNLP); asesor parlamentario en temas municipales en la provincia de Buenos Aires. Emilio Augusto Raffo es abogado jubilado. Ha dictado cursos de grado y postgrado referidos a la materia electoral y constitucional, y teoría y práctica legislativa. Autor de trabajos publicados en materia constitucional y electoral, con ponencias aprobadas en diversos congresos. Fue convocado en calidad de experto en materia electoral por entidades públicas y privadas. Diplomado como observador electoral internacional por la OEA. Actualmente se desempeña como consultor electoral senior.

 

[1] Estos condenan de antemano, absuelven, imputan o, más aún, adelantan lo que peritos y jueces han de realizar y decir en sus labores judiciales a futuro.

[2] Recordemos los vehículos de alta gama desfilando por el obelisco con patentes impagas e impecables damas asomando con banderas argentinas y un profundo odio a los más humildes, en el 2020 pasado.

[3] No podemos sino recordar los aportantes truchos del PRO que eran colocados en listas de manera unilateral, sin respetar ningún código de los enunciados y, claro está, tampoco ninguna norma electoral y tributaria, de cuyos avances judiciales nada se sabe.

[4] Algunos y algunas más inteligentes se guardan ante este triste papel de bufones mediáticos.

[5] Al final de este artículo se resume nuestra experiencia en la gestión pública.

[6] Medios Argentinos adhieren vía Google a la plataforma News Showcase. Ver esta nota excelente, donde se desarrollan todas las implicancias de este modelo de gestión, intentando formar un sentido común único en la globalización: “Vigilancia: aumento de la capilaridad informativa sobre partidos políticos y sus referentes, combinado con el desarrollo de mecanismos de inteligencia artificial dispuestos para completar una arquitectura global capaz de instalar mercados de futuros conductuales. Una disposición posible gracias a una concentración extrema de conocimiento, ajena a la supervisión democrática: se profundizará la manipulación destinada a conformar tribus antipolíticas y modelo de consumidores antes que ciudadanos. Sujetos aislados enemigos de la cooperación, admiradores de la competencia, reivindicadores de la desconfianza y de guerra de todos contra todos”.

[7] En este artículo de Ernesto Jorge Tenenbaum se transita por el pensamiento de Perón, sus fuentes y sus creaciones conceptuales.

[8] En la experiencia de los equipos político-técnicos del Frente de Todos que se sistematizaron en 2019 en la UMET se aplicaron métodos para sistematizar las formas de trabajo, para que no fuera mero voluntarismo, sino propuestas que con diagnósticos y sistemas de desarrollo que explicaran cómo podían concretarse.

[9] Volvemos al factor multiplicador que tiene la tarea de militar, en cuanto un dato se distribuye por toda una pirámide hacia la base de manera rápida, multiplicando información de manera explosiva.

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Un comentario sobre “Posibles nuevas dinámicas partidarias: los aportes posibles a la gestión

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