Octubre: volver a los 17

El 17 de octubre de 1945: la lealtad popular en marcha

Transcurrieron 75 años de un suceso argentino de carácter fundacional por definición, al quedar revelada allí la existencia de una identidad nacional única e intransferible. Fruto espontáneo, hecho concreto, innegable, indiscutido, transgresor, aún se lo persigue como una utopía y se declaman e intentan reediciones, aunque ellas tendrán siempre el “defecto de origen”, porque –ya lo sabemos– sólo se nace una vez.

Sujeto y objeto de una historia que tiene tras de sí ríos de tinta que suscribieron en su momento prestigiosos historiadores, sociólogos y autores de toda laya, donde nunca faltaron los ensayos bien o mal intencionados. Por eso, el sentido de este texto debe quedar claro: no se trata de la nostalgia de días mejores, sino del permanente ejercicio de la memoria que permita una reflexión militante que ayude a pensar en políticas que aporten a la lucha popular, a la que seguimos manteniendo puntual lealtad como parte de un compromiso que el peronismo allá lejos y en aquel entonces forjó en nuestras mentes y corazones: la felicidad del pueblo y la grandeza de la Nación.

Extraña ventura la del 17 de octubre. Los trabajadores y las trabajadoras se reconocieron en Perón como representación de sus reivindicaciones y como fruto del diálogo mantenido desde antes, a través de la Secretaría de Trabajo y Previsión. Dieron aquel inolvidable día una lección indeleble a las fuerzas del antiguo orden y se expresó, magnífica, la gigantesca voluntad política de los trabajadores y las trabajadoras en su toma de conciencia histórica. El pueblo se dio un Estado que cobró cuerpo, para dar lugar a la potencialidad del país en sus más diversas formas, comunicaciones, cultura, energía, salud, vivienda, trabajo, educación. Se conformó una alianza indestructible que perduró sin fisuras hasta la muerte del General, vínculo que se expresó en toda su magnitud en aquellas inolvidables palabras del 12 de junio de 1974, cuando dijo “llevo en mis oídos la más maravillosa música que para mí es la voz del pueblo argentino”. La fuerza política que conducía Perón promovió en la segunda mitad del siglo XX una movilización similar a la de los países desarrollados y, por cierto, generó el período más extenso de crecimiento económico con pleno empleo que registra la historia, introduciendo el modelo industrial con redistribución del ingreso y participación política y social, caracterizado por dos aspectos básicos: la concepción del desarrollo industrial nacional y autónomo; el surgimiento de la mano de obra industrial como factor determinante del poder.

Hoy vivimos un tiempo nuevo y profundamente crítico, luego de la desastrosa experiencia del reaccionario gobierno macrista y una pandemia mundial que la agrava. Necesitamos otras guías para enfrentar los desafíos de la hora, nuevos instrumentos para el debate político-ideológico en torno al proyecto de Nación, de carácter amplio, participativo y no excluyente, capaces de fortalecer y actualizar las líneas de unidad de todos los sectores políticos y sociales que conformaron una alianza electoral exitosa.

Si es verdad que una de las acciones más nefastas –aunque no la más visible– del neoliberalismo fue el debilitamiento de la identidad cultural, será entonces fundamental recuperar la esencia de Nación. Por ello inexorablemente aparece el 17 de octubre de 1945 como fecha clave, ya que fue el momento en que el hombre y la mujer argentinos, “con todos sus desvelos existenciales” cómo diría el gran Scalabrini, se construyeron a sí mismos, se dieron formas y métodos de lucha y subsistencia. El dato inexcusable de la realidad que no puede ya desmentir ni el observador más reaccionario es que no hay cultura sin historia, ni proyecto que surja de la nada. La estrategia de atomización cultural y ausencia de debate político ideológico se agudizó con el paso de la langosta macrista.

Para nosotros los peronistas, la cultura no es el salón dorado del palacio, ni la puerta lateral de la casa. Es el cimiento mismo de la casa de todos y todas, el lugar de lo propio. Y más para las y los que de temprano nos alumbró el Peronismo, para quienes fuimos marginados y cercenados por mantener la perspectiva “vergonzante” de tener “esas ideas” en esos tiempos, esas palabras y gestos propios de la vigencia del pensamiento nacional y popular. Así es como nos encontramos ante la disyuntiva de los valores que tradicionalmente hemos asumido en la vida argentina y las exigencias de la realidad que demanda respuestas a los cambios y transformaciones que están a la vista. Un gran aporte del 17 se expresa en la simbología de esas horas, el sacrificio, la lealtad, el patriotismo, la entrega, la militancia, las ideas y los proyectos, todo al servicio de una gran mayoría social que comenzó a recuperar la esperanza y la dignidad, como lo demostró en las elecciones de 2019. Al decir de Marechal sobre el peronismo: “es como el otoño que, aún envuelto en hojas secas, viene cargado de semillas”.

En este escenario nos preguntamos: ¿cuáles semillas, qué adecuaciones necesitamos para conducir el movimiento nacional en la Argentina actual? Su vigencia está clara como eje de reconstrucción de esa ancha vereda por donde transita el pueblo en defensa de sus intereses y sus sueños postergados. Hay por lo menos tres cuestiones fundamentales a considerar en el momento oportuno: la mega deuda tomada en tiempo récord, con su herencia de condicionalidades y miseria, que debe ser investigada; la persecución política a la oposición, incluidas las prisiones arbitrarias y la destrucción de las empresas de los “enemigos”, con la complicidad delincuencial de una parte de la Justicia, que no sólo marca la necesidad de reformarla, sino también de investigar y, en caso fehaciente, llevar a juicio a los y las responsables de los atropellos; y la profundización de la grieta, de las fake news y la conspiración permanente de “medios” que se revelan antidemocráticos, llevan a reflotar y adecuar un instrumento discutido a lo largo y ancho del país, votado en las cámaras y anulado por un decreto de Macri, como fue la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.

No estamos solos. Es necesario consolidar un mercado regional amplio, con un contenido que trasciende lo económico y se instala en lo político: militar por la integración de América Latina. La situación está en la encrucijada de las necesidades económicas y los proyectos políticos del área, frente al avance del neoliberalismo en la región que es profundo y desestabilizador.

Esta inmensa empresa social, política, moral y cultural necesita de todos y todas, con el único requisito del compromiso consecuente con el proyecto nacional. Así y solo así, podremos abordar con éxito las cuestiones estratégicas que marcan la etapa. Los y las peronistas tenemos que volver a impulsar esos valores e ideales que forjan nuestra unidad y razón de ser. Es el espíritu viviente de esa maravillosa gesta popular. Estamos de pie por otro 17. Tenemos los orígenes, vamos a conquistar el futuro.

 

Humberto Rava fue secretario de Derechos Humanos de la provincia de Tucumán (2010-2015).

Share this content:

Deja una respuesta