José Luis Gioja: “El peronismo tiene la obligación de ser el gestor de la unidad de la oposición para no ser cómplice de esta aventura neoliberal”

José Luis Gioja (68 años) habla claro. El presidente del Partido Justicialista no duda cuando define el rol del peronismo. Actual vicepresidente primero de la Cámara de Diputados de la Nación, fue elegido tres veces gobernador de la provincia de San Juan por amplia mayoría, y fue senador nacional durante ocho años. Recibió a Movimiento para hablar sobre el presente y el futuro del peronismo. La primera pregunta que le hicimos fue cómo se trabaja para la unidad del peronismo en estos tiempos. Su respuesta nos incluye:

–Tenemos que asumir el rol histórico que hoy nos exige la situación de la Argentina. Como argentinos, como militantes, como peronistas, y cumpliendo con el papel de opositores que nos dio el pueblo cuando nos votó, lo que tenemos que hacer es asumir el rol de gestores estratégicos de la unidad de la oposición. Hoy está más que claro que la mayoría es opositora al gobierno nacional: no está de acuerdo con el saqueo que está ocurriendo en la Argentina. También ya todos han visto que el gobierno nacional manipula muy bien la comunicación. La muletilla de Durán Barba es “divide y reinarás”. En respuesta a eso, la oposición, en función de lo que pasa en nuestro país, tiene el deber de juntarse. No aspirar al cien por cien, porque es imposible, pero sí juntarse mayoritariamente. Esa mayoría tiene que tener propuestas alternativas para reinstalar los intereses del pueblo en la agenda de gobierno. En eso el peronismo tiene un papel fundamental: tiene que ser el cimiento y la columna vertebral de esa unidad.

–¿Cómo se logra esa unidad?

–Debemos ser capaces de armar un gran frente, y llámenlo como quieran: un instrumento electoral que sea capaz de terminar con esta nueva aventura neoliberal para la Argentina. Para lograr esa unidad tenemos que ser capaces de coincidir en 20 o 30 puntos básicos en los que todos estemos de acuerdo, y tenemos que fijar reglas de juego bien claras para que puedan ser candidatos todos los que tengan aspiraciones y acuerden con esos puntos básicos. Si logramos un acuerdo, excelente, pero si no lo logramos, lo resolvemos democráticamente en base a reglas de juego claras que previamente fijemos: hacemos una gran PASO y que jueguen todos los que quieran jugar. El único límite es la Casa Rosada. Hay que meter adentro a todos los demás.

–Hoy cualquier dirigente sabe que si va a una PASO contra Cristina, pierde. ¿Cómo vamos a lograr que ninguno de los posibles candidatos que tengan alguna aspiración presidencial quiera ir por fuera, si todos saben que ir por dentro es lo mismo que cederle la candidatura a Cristina?

–Para que el carro ande, hay que poner el caballo adelante. No debemos empezar por hablar de nombres propios. Antes hay que definir tres cosas: que este gobierno neoliberal no va más; que debemos acordar un programa mínimo de 20 o 30 puntos; y reglas de juego muy claras. Recién después vamos por los nombres propios. Si no, vamos a errar el vizcachazo. Los neoliberales también tienen esa muletilla: “es Cristina o Macri”. No caigamos en esa trampa: construyamos el instrumento que necesitamos, y después resolvemos los nombres. Creo que la racionalidad y la inteligencia se van a poner por encima de cualquier zancadilla que nos quieran hacer en esta línea. Si somos capaces de juntar entre el 70 y el 75 por ciento del peronismo, es una muy buena base para seguir juntando opositores.

–¿De qué manera podríamos llegar a acordar esos 20 o 30 puntos comunes?

–Hay que defender la soberanía, hay que defender a los jubilados, hay que defender a los trabajadores, etcétera. Hay que ir creando esas líneas elementales que nos vayan llevando a la unidad. La realidad de lo que está pasando en la calle nos está pechando a esto. Por ejemplo, la oposición parlamentaria ya ha coincidido en varias cosas. Bueno, se hace camino al andar. El gobierno maneja muy bien los resortes del poder y de la comunicación, pero no le pueden mentir más al pueblo argentino: han hecho una estafa electoral, prometieron un montón de cosas y no cumplieron ninguna. Un ejemplo, como decía el General, lo aclara todo: iban a usar los recursos de Fútbol para Todos para hacer jardines de infantes. Hoy el fútbol es para pocos y no se ve ningún nuevo jardín de infantes. Como esa, han dicho cientos de mentiras más.

–¿Cuál debería ser el papel del Partido Justicialista en ese camino?

–Las reglas de juego y las coincidencias se pueden ir buscando y avanzando en simultáneo en distintos espacios, pero especialmente en el Partido Justicialista tienen que estar claras. Y no nos van a extrañar, porque son afines a nuestra doctrina y a nuestros principios. No vamos a inventar nada. Si actualizamos nuestro pensamiento vamos a poder acordar lo que el país necesita.

–¿Cuál es el rol del movimiento obrero para la unidad?

–También tiene que aportar. Los sindicalistas a veces cuestionan “por qué no se juntan los políticos: quieren que nos juntemos nosotros, pero ellos no lo hacen”. La crisis es de todos. Por eso hay que avanzar en simultáneo, para que se arme una chancha parida y salga una cosa bien hecha.

–Sin embargo, muchos militantes están demasiado enojados con algunos dirigentes. ¿Cómo se los contiene en esa unidad?

–Hay que salirse de los enojos. Tenemos que ser bien peronistas, como nos enseñaron. Acá no hay dedo largo para marcar quién es más o menos peronista. Porque si salimos con el peronómetro y empezamos “este sí”, “este no”, nos vamos a complicar.

–Muchos sectores, incluso opositores, preguntan “qué pasa que la oposición no se mueve”.

–La oposición se mueve. Fíjense que la estrategia comunicacional del gobierno es acusarnos de golpistas cada vez que hablamos. Por eso tenemos que saber buscar los equilibrios, para ser lo suficientemente inteligentes como para no caer en las estrategias de ellos.

–Los equilibrios y los tiempos.

–Claro. También debemos saber manejar los tiempos de la política, hacia afuera y hacia adentro. En política, los tiempos son relativos: si querés, los días son meses, y los meses, años. Y si querés es al revés: los años son meses, y los meses, días.

–Hoy el gobierno vuelve instalar una campaña de desprestigio de la política…

–El gobierno quiere eso porque no hace política, y la reemplaza con mentiras y prebendas. Es puro autoritarismo: no hablan con nadie antes de tomar las decisiones, y luego retroceden diciendo “miren qué buenos que somos que vamos para atrás cuando nos equivocamos”. Esas marchas y contramarchas le hacen muy mal al país. Esto no es para inexpertos. No es una empresa. El gobierno de los CEOs ha fracasado en la Argentina. Pero además, me preocupa mucho que con ese espíritu quieran irse antes del 10 de diciembre de 2019. A los que gobiernan actualmente, la democracia les incomoda. Por eso hay tanto relajamiento en el Estado de Derecho, y por eso pasan cosas increíbles con las instituciones.

–¿Qué tiene para decirles a los que hablan de peronismo razonable?

–[Se muerde la boca antes de responder, para controlarse] Miren. Hay una sola clase de peronismo. Y hoy el peronismo está en la oposición. Debemos aportar a la gobernabilidad, claro. Y hay que respetar a los gobernadores…

–Usted fue 12 años gobernador.

–Todos sabemos lo difícil que es gobernar una provincia. Pero esto no nos debe llevar a ser cómplices de una política neoliberal que es una tortura para el pueblo argentino, por favorecer una supuesta gobernabilidad que termina siendo más miseria para las provincias.

–Estamos viendo, en varias reuniones con compañeros, aun los que están especializados en distintas áreas de gobierno, que les aburre hablar de un programa de gobierno: todos prefieren discutir sobre candidaturas, sobre los desastres del gobierno, pero no logran sentarse a debatir sobre qué vamos a hacer cuando ganemos.

–Está todo mal, y no alcanza con dar aspirinetas, como hace el gobierno. Con un gran frente tenemos que ser capaces de volver a generar una esperanza para el pueblo argentino: que esta cagada va a cambiar. Y que va a ser un cambio en serio. Que la pequeña y mediana empresa van a andar, que el mercado interno se va a reactivar, que los sueldos van a volver a alcanzar, que va a haber laburo, que no va a haber exclusión. En función de la urgencia y la emergencia que está viviendo la Argentina, todo aquel que hace política hoy tiene que tener un claro objetivo: tiene que generar esperanza.

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