El diario El País de España y el peronismo

En el número pasado de Movimiento hablábamos de los intelectuales de Harvard que expresaban macanas del populismo y –por supuesto– del peronismo. Queda claro que el justicialismo no está exento de críticas a lo largo de su trayectoria, pero, como suele ocurrir, las descalificaciones de estos personajes no tienen nada que ver con intentos serios de explicar ese movimiento político, o examinar sus causas, o decir algo distinto a sus prejuicios. En este caso me referiré al artículo publicado por el diario El País de España el 1 de abril próximo pasado titulado: “No llores por ti, Argentina”, del periodista y ex director de dicho medio llamado Juan Luis Cebrián. Aclaro que el señor Cebrián no es un periodista del montón. Es escritor, ex presidente del Grupo Prisa, ex director fundador del diario El País, miembro de la Real Academia Española, participante del Grupo Bidelberg y, en su juventud, redactor jefe del diario Pueblo, órgano vespertino del franquismo. Como vemos, un periodista-escritor-empresario vinculado con los negocios y el poder político y mediático global.

Yendo al artículo, digamos que Cebrián –como se estila hoy– empieza refiriendo una anécdota personal. Dice que estaba en el boliche “Marabú” de Buenos Aires y que allí pasaron un video sobre dicho cabaret y –en ese momento– apareció Juan Domingo Perón y el público presente prorrumpió en aplausos. Y aquí viene el tema. Lo que para cualquier extranjero habría sido un motivo de curiosidad e interés intelectual, para nuestro académico será el disparador de una –por suerte– breve filípica sobre el atraso de la República Argentina. Empieza por el mismo Perón, a quien conoció cuando el general estaba exilado en Madrid. Para Cebrián, uno de los líderes más importantes latinoamericanos era “pragmático, sin principios ni ideología”. Lo primero es una perogrullada, ya que ningún político –salvo que sea un tonto– puede dejar de serlo. Lo segundo es falso: Perón fue un hombre de principios que fue adaptándose a los momentos históricos que se fueron sucediendo a lo largo del siglo XX. La táctica nunca dejó de lado la estrategia, la cual no podía ser otra que buscar formas para mantener la independencia del país dentro del marco de la Guerra Fría. En otras palabras, lograr un lugar en el mundo que le permitiera a la Argentina crecer y desarrollarse dentro de dicho escenario. En segundo lugar, es curioso que para Cebrián un hombre práctico por naturaleza deba tener al lado una Biblia que sostenga su accionar. A eso –se supone– llama ideología.  Pedirle a Perón una ideología al estilo marxista-leninista es como solicitarle a un marinero que dome potros, o a un león que cacaree. Es ridículo. Pero como la idea de nuestro capo globalizado es repetir consignas, pues adelante. Vale.

Luego sigue la acusación de la vulgata liberal de siempre: el peronismo gasta impúdicamente los dineros públicos de manera irresponsable y demagógica. Sería muy difícil explicar lo que él llama “gastar los dineros públicos”. Suponemos que –como decía Enrique Silverstein en sus “Charlas económicas”– demagogia es cuando se gasta para los pobres y política sana es subsidiar a los ricos. Si vamos a lo concreto, la mayor deuda externa se contrajo con gobiernos militares o civiles antiperonistas o no peronistas. ¿Se estará refiriendo al menemato? No lo creo, porque también el riojano era un prudente modernizador liberal, como nuestro Académico de la Lengua. Por otra parte, el actual presidente Macri ha sido un endeudador serial y no comenta nada. ¿Ha gastado el actual presidente bien los dineros públicos? En síntesis, el problema es el modelo peronista y no el liberal que en la historia del país ha gobernado en repetidas oportunidades –muchas más que el peronismo. Pero eso no importa, porque los peronistas son una especie de insecticida que tiene poder residual, siempre están presentes aunque no gobiernen.

Pero acto seguido nuestro gallego globalizado entra en el terreno de la ciencia ficción, un revival de la “Dimensión Desconocida”. Dice que Macri no pudo realizar sus reformas porque “no tenía mayoría parlamentaria”. Salió en todos los medios que la oposición está acusada de haberle votado todas las leyes que mandó, salvo ahora que estamos cerca de las elecciones. Pero nuestro hombre no escarmienta. La idea es elogiar a Mauricio. Y entonces aumenta la apuesta: Macri, según Cebrián, “ha promovido la independencia de la Justicia” y “la lucha contra la corrupción”.  Además “ha insertado al país en el mundo”.

Como se puede observar, son los planteos del poder mediático globalizado, propio de las huestes de Don Héctor Magnetto y tantos otros capos que hoy tienen poder y apoyan al actual presidente. Obviamente ni siquiera hay que refutarlo, sólo citarlo. En definitiva, apreciaciones a la marchanta, explicaciones remanidas y poco serias de un empresario-periodista-pensador y académico de la lengua que en el genérico “populismo” limpia su ropa sucia.

Para finalizar, digamos que hay gente que se pone en el papel de indio colonizado y aplaude el retrato del colonizador. Incluso escritores y pseudo periodistas de un conocido multimedia. Nosotros obviamente no.

Por favor, que no venga más a criticar una persona que pertenece a la elite dirigente de un país que, entre otras cosas, ha declarado que la guerra civil española no existió y que decidió no hacer justicia “para mirar para adelante”. Es muy poco serio y verdaderamente cínico. Por eso, y sin faltarle el respeto, decimos con simpatía de Don Cebrián: su análisis no es el de un “académico de la lengua”, más parece una broma de “un cómico de la legua”.

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