Estados Unidos sin y con pandemia: una salud con muchas prepagas y sin un Estado que tenga servicios propios y gratuitos de salud

Un artículo de Los Ángeles Times del 25 de junio de 2021 que reseña un paper publicado una semana antes por el British Medical Journal revela datos impactantes sobre el deterioro de la salud colectiva de Estados Unidos en la pandemia.[1] A la vez, presenta datos y comentarios que muestran cómo estaba antes de ella.

Ese país es el mayor ejemplo mundial de una economía de bancos y sociedades financieras poco reguladas, con un sistema impositivo que cada vez cobra menos impuestos a los ricos, con una débil trama de contención y de Seguridad Social, con un mercado de trabajo muy poco regulado, en suma, con mucho mercado y poco Estado: un modelo de país a imitar según la opinión de nuestros economistas neoliberales que monopolizan los medios hegemónicos, y por algunos políticos que anidan en el PRO, la UCR y la CC.

Estados Unidos es el país que más gasta en Salud del mundo: el 17% de su PBI y el mayor gasto por habitante. Su Esperanza de Vida al Nacer (EVN) antes de la pandemia era la más baja de todos los países desarrollados: de 78,7 años. Anotemos algo que no dice el LATimes: igual a la de Cuba antes de la pandemia, que al día de hoy registra 1.263 muertos por COVID-19, con una tasa de mortalidad de 111 por millón de habitantes, mientras que los números correspondientes a Estados Unidos hoy son 619.463 muertos y una tasa de 1861, lo cual sugiere que la EVN en Cuba ha descendido muy poco por la pandemia. En 2018, la EVN de Estados Unidos era de 78,6 años, y en diciembre de 2020, tras diez meses de pandemia, se había reducido a 76,9 años, casi dos años menos: un porcentaje de reducción que cinco veces mayor que en países de desarrollo similar. Algunas fracciones de la población norteamericana se murieron más que otras. Los negros norteamericanos bajaron de 74,7 años en 2018 a 71,5 en diciembre de 2020, una reducción de más de tres años. Los norteamericanos latinos bajaron en ese lapso de 81,8 años a 78 años, más de tres años y medio. El artículo del LATimes menciona algunas causas posibles: mayor hacinamiento y tres generaciones o más en las viviendas, trabajos con más riesgo, peor acceso a servicios de Salud.

El LATimes reseña brevemente causas de la mala salud colectiva en Estados Unidos antes de la pandemia, que se tradujeron en que algunos años la EVN se redujera ligeramente, fenómeno insólito en otros países industrializados: aumento de suicidios, alcoholismo y muertes por sobredosis de drogas, especialmente por el descubrimiento por los adictos que el efecto secundario de un analgésico de uso común era psicotrópico, y por el gran aumento de muertes que produjo su uso masivo con este fin. Este perfil epidemiológico ha sido englobado por los epidemiólogos con el término “muertes por desesperanza” –despair– en un país que en las últimas décadas de recrudecimiento del neoliberalismo aumentó mucho su porcentaje de pobres y su distancia de minorías prósperas, y se desindustrializó, con lo cual decenas de millones de obreros y obreras industriales perdieron su trabajo y, si tuvieron suerte, debieron migrar a empleos en el área de servicios, mucho peor pagados.

En Argentina estamos sufriendo la pandemia y estamos empezando a discutir un nuevo sistema de Salud para el futuro. Al mismo tiempo, los dueños de prepagas de Salud que atienden a menos del 10% de nuestra población –mientras que en Estados Unidos atienden a la abrumadora mayoría–, se quejan por su mala situación económica y demandan ayuda al Estado. Durante décadas, en los ambientes de la epidemiología mundial se discutía el escenario de un virus nuevo, de alta difusión, por supuesto sin vacunas, pero además sin terapéuticas muy eficaces: que en el mundo se repitiera la situación de la última gran pandemia de 1918-1919. Las estrategias de la epidemiología tienen en cuenta la existencia de fenómenos poco probables, pero de ocurrencia posible: una pandemia, por ejemplo. La disponibilidad de recursos en el sector Salud debe tener en cuenta esto, por ejemplo: camas de terapia intensiva, respiradores y equipos de protección para trabajadores y trabajadoras de Salud, por encima de la demanda habitual. La lógica epidemiológica de las prepagas médicas debe tener en cuenta que su objetivo fundamental es el lucro. Ergo, no tener recursos o stocks excesivos en relación a la demanda cotidiana, algo similar a la lógica de las compañías aéreas de procurar que sus aviones vuelen siempre llenos, o de los dueños de hoteles de no tener habitaciones vacías. Vino la pandemia, y quienes tenían el plan más caro de una prepaga no tenían asegurada una cama de Terapia Intensiva si llegaban a necesitarla. Cuando la necesitaron, muchas veces se las proveyó el Estado, cuyo objetivo para la Salud es ofrecerla como derecho desmercantilizado. ¿Pasará facturas el Estado argentino a las prepagas por el uso de esos servicios, o subsidiará económicamente a sus dueños?

[1] Agradezco al doctor Pierre de Paepe, médico sanitarista belga, investigador en la Escuela de Medicina Tropical de Amberes y actualmente radicado en Argentina, quien me envió el artículo del LATimes, comunicándome el valor de sus datos.

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