Treinta y tres años

El 6 de septiembre pasado se cumplieron 33 años de la elección de Antonio Cafiero como gobernador de la provincia de Buenos Aires.

Algunos tuvimos la suerte de embarcar de polizones en la sala de máquinas de procesos políticos que excederían nuestras capacidades y pergaminos.[1]

Antonio, para muchos, tenía la edad de nuestros padres. Y hoy observamos, esperanzados, a un montón de funcionarios y funcionarias jóvenes que tienen la edad de nuestros hijos e hijas. Una suerte de sortilegio generacional que da fe sobre la continuidad –jirones mediante– de las causas nacionales y populares.

Supimos escucharle decir que el maoísmo había concluido con la muerte de Mao, que el degaullismo sucumbiría al desaparecer el general galo, que el liderazgo de Churchill se esfumaría a finales de la segunda guerra. Pero que el peronismo había sobrevivido a la muerte de su líder. Ya en los andurriales de la traición menemista, nos pareció que su discurso había sido erróneo. Debimos reconsiderar nuestro juicio años después.

Nuestro movimiento no ha descollado por abundancia de líderes paradigmáticos, tal vez han sido más numerosos nuestros y nuestras semi-líderes. Pero en las cercanías de Antonio se percibía no sólo el engarce con los tiempos vitales de Perón, sino una suerte de acervo doctrinario que le fluía con convicción.

Cuando uno observa los tiempos y los escenarios en que navegó, tal vez se acceda a una consideración más objetiva sobre procederes y decisiones.

He amontonado, sin pretensión académica, un montón de episodios, listados de participantes, devenir de dichas y tristezas y documentos reales. Aunque reiterado para algunos, puede ayudar a recordar compañeros y compañeras, a interpretar sucesos y nuestro involucramiento en ellos. Y el de otros y otras.

Traté de desbrozar unas cuantas páginas y llevarlas a anexos consultables, según el interés que despierten. No es absoluto el desglose respecto de nuestras propias militancias, parte del todo.

En estos tiempos complejos, y esperanzados, no viene mal acudir al espejo retrovisor que alimenta y orienta. Y valorar a nuestros buenos compañeros, como Antonio.

 

Saliendo del infierno

Tras la Guerra de Malvinas, con el Proceso en retirada, comienzan a editarse publicaciones de discusión académica y política sobre el peronismo, se generan ateneos y ámbitos de reunión y se reabren locales.  Algunos compañeros y compañeras se agrupan cercanos a Deolindo Felipe Bittel, que había sido el último presidente del Consejo Superior Justicialista. Como tal, denunció públicamente a la dictadura mediante un documento de denuncia entregado a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en 1979.

Había compañeros y compañeras con militancia sindical que se habían opuesto frontalmente a la intervención de sus gremios por la dictadura y a los dirigentes tradicionales que pactaban con los militares. Ese espacio se llamará luego el Grupo de los “25 Gremios Combativos”.

El Proceso da señales de apertura política y sanciona el Estatuto de los Partidos Políticos, estableciendo que las autoridades reorganizadoras debían ser las autoridades partidarias que estaban en funciones en marzo de 1976, al congelarse la actividad política. El peronismo se hallaba bajo el control de su vieja dirigencia. Su cúpula estaba en manos del sindicalismo. Lorenzo Miguel, al frente de las 62 Organizaciones Peronistas, y Herminio Iglesias, encabezando el Partido Justicialista (PJ) bonaerense, conformaban la alianza que comandaba el justicialismo.

De la reorganización del Partido Justicialista de la Provincia se hace cargo el triunvirato interventor en funciones en marzo de 1976: Nicosia, Guerrero y Proia. Para dar mayoría a adictos de Herminio Iglesias, se amplía la Junta Reorganizadora, incluyendo a Quindimil, Sárboli, Roca, Isla, Carvallo e Iglesias. Y se designan triunviratos reorganizadores incondicionales en los 125 distritos.

Pero, paralelamente, surgen nuevos agrupamientos, con nombres similares a los que usaríamos treinta años después. Así, el 9 de septiembre de 1982 se presenta el Movimiento de Unidad, Solidaridad y Organización (MUSO).

 

Movimiento de Unidad, Solidaridad y Organización (MUSO)

El pueblo argentino espera la presencia y la propuesta del peronismo ante la crisis que vive la Patria, cuya magnitud, profundidad y resistencia no reconoce antecedentes en nuestra historia.

Los firmantes somos peronistas que pretendemos actuar inspirados en la obra y pensamiento del General Perón, en el mensaje inmortal de la abanderada de los humildes, Eva Perón, y en el testimonio de Isabel Perón, quien con dignidad afrontó su injusto confinamiento y que hoy, con su conducta, contribuye por sobre todas las cosas a la unidad del Movimiento.

Frente a esta situación, y así inspirados, queremos expresar públicamente que:

  1. La lucha en que nos encontramos empeñados es por la liberación de la Nación y el hombre argentino, de toda forma de opresión interna y externa. Reiteramos la vocación histórica del Justicialismo de construir una Patria Justa, Libre y Soberana que comienza por la afirmación de una identidad y de un destino nacional con vocación continental y universalista.
  2. Esto constituye la revolución en paz del General Perón, que su muerte dejó inconclusa. Revolución en paz que significa desarmar no sólo las manos sino los espíritus, sustituyendo definitivamente la agresión y la violencia por la idea.
  3. Hay un cuerpo doctrinario basado en la tercera posición filosófica que interpretó el sentimiento, las aspiraciones, necesidades y esperanzas de la gran mayoría del pueblo argentino, fundamentalmente de quienes vivían en la postergación y la injusticia.
  4. Esa doctrina, inmutable en sus grandes principios, hoy sigue vigente. Pretende conciliar los intereses del individuo con los de la comunidad, a diferencia del marxismo, que culmina en la explotación del hombre por el Estado, y del capitalismo, que lleva a la explotación del hombre por el hombre. La aspiración final del Justicialismo es lograr que el hombre argentino participe en una comunidad organizada donde la libertad, la justicia y la responsabilidad son fundamentos de una alegría de ser, basada en la certeza de su propia dignidad.
  5. El Justicialismo ha tenido como postulados permanentes luchar por la dignidad del hombre, engrandecer el país y combatir el egoísmo. Las formas de ejecución para lograr estos postulados permanentes han variado de acuerdo con las circunstancias históricas y deben ser hoy objeto de actualización.
  6. Queremos recrear en democracia la unidad nacional, porque el gravísimo problema argentino o lo resolvemos entre todos o no lo resuelve nadie. Pero esa unidad debe estar basada en el respeto irrestricto de la soberanía popular. Las grandes coincidencias solo serán permanentes cuando se hagan ley, o sea, cuando surjan del pueblo manifestándose a través de sus legítimos representantes.
  7. Queremos unas Fuerzas Armadas que cumplan el rol de ser brazo armado de la comunidad y que nunca más pretendan convertirse en el Tribunal político de la Nación. Queremos que se haga carne en ellas que el único juez de los gobernantes es el pueblo y que los enfrentamientos en la sociedad no se resolverán mediante el empleo de la fuerza.
  8. Queremos una economía al servicio del bienestar general, proponiendo para ello la concertación de una política entre los grandes factores de la producción: El capital, el trabajo y el Estado. Estado que deberá ser fuerte, planificador, promotor, árbitro y no prescindente ante la injusticia y la desigualdad entre los hombres y las regiones. Propiciamos un sistema económico mixto, basado en la propiedad privada con función social y en la existencia de un fuerte y eficiente sector público, como fuera definido por los artículos 38 a 40 de la Constitución Nacional de 1949. La planificación indicativa y democrática, la concertación socioeconómica y la disciplina de todos los sectores asegurarán las bases del desarrollo autónomo, armónico y sostenido de la economía nacional.
  9. Queremos que los trabajadores argentinos trasciendan largamente la actitud “profesionalista” de discutir sólo salarios y condiciones de trabajo, ejerciendo en cambio un activo y responsable protagonismo político en el quehacer nacional. A tal fin, propugnamos la existencia de una Confederación General del Trabajo (CGT) única, que albergue y represente a todos los trabajadores sin distinción de ningún tipo, sean partidistas o de cualquier otra naturaleza.
  10. Queremos una democracia plena de justicia social, caracterizada por el reconocimiento de los derechos del trabajador, de la familia, de la ancianidad y de la educación y la cultura, tal como se declarase en el artículo 37 de la Constitución Nacional de 1949.
  11. Queremos una democracia en la que el hombre argentino participe activamente en la elaboración y cumplimiento de las grandes decisiones nacionales, a través de un sólido sistema de instituciones políticas, sociales, culturales y religiosas.
  12. Queremos una Latinoamérica unida tras las consignas de la libertad y justicia y una política exterior independiente basada en la acción mancomunada con los pueblos y gobiernos que comparten nuestro proyecto alternativo al satelismo y la dependencia.
  13. Queremos que el Movimiento Justicialista transite la etapa institucional, lo que supone el pasaje de lo gregario a lo orgánico. Las formulaciones doctrinarias deben adquirir absoluta prioridad para definir nuestra identidad política y plantear adecuadamente la estrategia y tácticas. La elección y selección de dirigentes deberá hacerse con un nuevo y mejorado dispositivo.
  14. Queremos por tanto que el Partido se reorganice democráticamente, desarrollando a tal fin una campaña de afiliación masiva irrestricta que culmine en un proceso electoral interno que asegure la libre y limpia expresión de la voluntad de los afiliados.
  15. Queremos que, en esta etapa, prefigurando la organización que venza al tiempo, el Partido Justicialista refleje a nivel orgánico las distintas ramas del Movimiento tal como lo concibiera Perón: la femenina, la política y la gremial. Creemos que hoy la disyuntiva “Partido o Movimiento” desvirtúa la misión histórica, la concepción totalizadora y los contenidos de integralidad del Justicialismo. El Movimiento deberá proyectarse en el Partido, a sabiendas que aquél no podrá resumirse en éste pues ello sería desnaturalizar nuestras esencias.
  16. Creemos que cualquier intento de jerarquización de una rama en desmedro de la otra es una desviación que atenta contra los objetivos de unidad y solidaridad del Movimiento. Las 62 Organizaciones, en tanto rama gremial del Justicialismo, así como la rama femenina y la política, deben abandonar los vicios de aislamiento y sectorización, convirtiéndose en canales de participación de todos los peronistas.
  17. Creemos que la difusión doctrinaria es una de nuestras armas fundamentales y por ello propugnamos el despliegue de nuestras verdades doctrinarias.
  18. Queremos combatir y marginar a los sectores que se resisten a institucionalizar la lucha por la idea y persisten en la práctica de la agresión solapada o abierta, porque estamos convencidos que los peronistas deben acostumbrarse a vivir en la discrepancia. Es más, creemos que es imperioso promover el debate interno, desterrando toda forma de prepotencia.
  19. El Peronismo no es la totalidad de la Nación, sino sólo parte de ella, por eso queremos aportar desde nuestra unidad a una unidad mayor, la de toda la Nación. Proponemos para ello profundizar las actuales coincidencias multipartidarias mediante la discusión honesta con otros sectores y partidos del Proyecto Nacional.
  20. Queremos, por último, hacer un llamado a la juventud argentina para que se organice y participe activamente de la vida política nacional. Concebimos a la política como instrumento para el cambio, remarcando que sólo de su práctica nace la capacidad para transformar lo que resulta negativo a la comunidad. Hoy los jóvenes deben decidir entre seguir siendo espectadores de los hechos que vivimos o ser protagonistas en la construcción de una Argentina mejor. Garantizaremos que nuestro Movimiento tenga las puertas abiertas para su plena participación sin ningún tipo de restricciones. Y a quienes no comparten nuestro ideario los exhortamos a que actúen en otros partidos, porque hoy no se puede ser indiferente. Sólo les decimos, como señalara el General Perón, que “el camino es el del respeto mutuo y la lucha, ardorosa sí, pero por la idea”.

En estos difíciles momentos, y ante la inminente reorganización del Partido Justicialista, convocamos a los compañeros peronistas a movilizarse y organizarse en torno a los postulados expuestos, a convertirse en protagonistas de la reorganización partidaria –abriendo unidades básicas, afiliando masivamente– a fortalecer la conducción del Partido Justicialista que ejercita, en ausencia de la señora Isabel Perón, el escribano Deolindo Felipe Bittel.

Los firmantes asimismo resuelven: 1°) Constituirse en Comisión Promotora Provisoria del Movimiento Unidad, Solidaridad y Organización del Partido Justicialista; 2°) Invitar a los compañeros de todos los distritos que compartan la declaración de los veinte puntos que hoy se hace pública a suscribirla y adherir a esta corriente; 3°) Declarar que esta corriente habrá de elegir sus autoridades definitivas en una asamblea, donde elegirán sus candidatos a la Conducción Nacional Partidaria con la participación de todos los distritos que adhieran y, oportunamente, con el mismo procedimiento, proclamará sus candidatos a presidente y Vicepresidente de la República, con el conocimiento de la Sra María Estela Martínez de Perón. Dichas asambleas se constituirán con una representación igualitaria por distrito, que deberá reflejar la tradicional estructura de nuestro Movimiento.

Buenos Aires, 9 de septiembre de 1982.

Comisión promotora provisoria del Movimiento de Unidad, Solidaridad y Organización del Partido Justicialista: Antonio Cafiero, Oscar Albrieu, Miguel Unamuno, Armando Caro, Ricardo Guardo, Antonio Benítez, Julio Palarea, Roberto García, José María Castiñeira de Dios, Oraldo Britos, José Rodríguez, Dardo Blanc, Carlos Farizzano, Osvaldo Pérez Pardo, Dante Tapia Bracamonte, Roberto Digón, Mario González, Miguel Gazzera, Alberto Iribarne, Eladio Martínez, Carlos Corach, Angel Estévez, Carlos Chacho Alvarez, José Pico, Oscar Carrari, Lorenzo Pepe, Juan Puigbó, Eleuterio Cardozo, Carlos Holubica, Vicente Roque, Julio D’Amato, Ricardo Pérez, Juan Carlos Gómez, Horacio Alonso, Darío Alessandro, Nicolás Heredia, Libertad Demitrópulos, Luis Santos Casale, Eduardo López, Alejandro Peyrou, Norberto Ivancich, Dámaso Sierra, Osvaldo Borda, Eduardo Moreno, Raúl Ravitti, Roberto Lavagna, Carlos Cabrera, Jorge Vázquez, Omar Marinucci, Gustavo Caraballo, José Azcurra, Carlos Hogan, Omnis D’Angelo, Torcuato Fino, Avelino Fernández, Luis Alberto Murray, Vicente Di Leo, Fermín Chavez, Monona de Pérez Pardo, Juan Carlos Vidal, Hugo Del Carril, Irma Parentella, Ernesto Tenenbaum, Salvador Timpanaro, Lilia Saralegui, Pedro Agostini, Duilio Brunello, Juan Unzueta, Pablo Tonelli, Irma Roy, María Celia Ustarroz, Francisco Grillo, Oscar Orlando Velázquez, Graciela Rojana, Silvia Chianetta, Ada Ruiz Huidobro, María Ortega, Néstor Bilancieri, Abel Fatala, Jorge Benalcazar, Carlos Tuozzo, Carlos Saúl Menem, Alfredo Carballeda, Angel Costa.

 

Instituto del III Plan Quinquenal

Poco después, el 25 de noviembre de 1982, el MUSO convocará a la tarea de elaborar planes de gobierno.

Estimado compañero: desde el Movimiento de Unidad, Solidaridad y Organización del Movimiento Nacional Justicialista nos hemos propuesto convocar a todos los técnicos, especialistas y militantes que, a través de su actuación pública, profesional o sindical, puedan aportar su experiencia para participar en la elaboración del III Plan Quinquenal de nuestro próximo gobierno constitucional.

Argentina requiere un nuevo 1945. Una generación de hombres dispuesta a continuar la revolución pacífica, de hondo sentido cristiano y de raigambre nacional que hizo el General Perón. Una generación que privilegie a la Justicia como numen liminar de la doctrina a la que transmitió su nombre. A la Justicia Social como valor supremo de una comunidad solidaria.

Sólo un programa coherente, inspirado en nuestros principios filosóficos y en las grandes coincidencias nacionales, de amplio consenso popular y que armonice los esfuerzos de todos, puede romper los intereses que han postrado a la República y lacerado a su cuerpo social.

La concepción justicialista de la comunidad organizada y su proyección programática en el primer y segundo Plan Quinquenal y en el Plan Trienal, interrumpidos y frustrados los dos últimos por el golpismo y sus aliados, nos señalan un camino: el de la organización de la próxima gestión del Justicialismo.

Habremos de formular un plan que emerja del pueblo y sirva a sus intereses y no al de las minorías que han manejado con impudicia estos años de oscurantismo, persecución y miseria.

Por ello, y ad referendum del plenario de diciembre del MUSO, hemos constituido el Instituto del III Plan Quinquenal, que funcionará en Pedro Ignacio Rivera 2866, TE 781-6508, abierto a todos los justicialistas y todos los argentinos que puedan contribuir con su experiencia al cometido que nos hemos impuesto. El Instituto propondrá un Plan al Congreso del Partido Justicialista y al Movimiento.

Si Usted, participante de estas Jornadas, se siente convocado por estos principios, lo invitamos cordialmente a tomar contacto con alguno de los compañeros del Instituto o en su sede desde el 7 de diciembre próximo, donde su participación será bienvenida.

Lo saludamos atentamente. Por el MUSO: Oscar Albrieu, Antonio J Benítez, Antonio Cafiero, Osvaldo Pérez Pardo. Por el Instituto del III Plan Quinquenal: Jorge Benalcazar, Gustavo Caraballo, José M Castiñeira de Dios, Roberto Lavagna, Héctor Masnatta, Leopoldo Tettamanti.

Posteriormente se realizan reuniones en Florida 833, Capital, y el Instituto reformula su organización. Coordinador: Gustavo Caraballo. Área Institucional: Héctor Masnatta. Área Internacional: Leopoldo Tettamanti. Área Defensa: Abel Fleitas Ortiz de Rosas. Área Social: Jorge Benalcázar. Área Económica: Roberto Lavagna (Darío Arrué, Marcelo Avogadro, Jorge Campbell, Alberto Enrique Devoto, Pedro Dudiuk, Roberto Frenkel, Rodolfo Frigeri, Marcos Giménez Zapiola, Carlos Llauradó, Nicolás Weisz Wassing, José Blarduni, Jaime Collazo, Manuel Vega).

Había hecho un proyecto de reforma impositiva que distribuí entre políticos, tributaristas y conocidos. Me contestaron un inspector de la DGI jubilado, Moyano Llerena de La Nación y mi tía de Córdoba. Cuando supe del Instituto, en la calle Pedro Ignacio Rivera, cerca de Coghlan, fui una mañana y Ana Luisa Cafiero me presentó a Rodolfo Frigeri. Desde entonces me incorporé a reuniones de la comisión del tema y al espacio político.

 

La disputa por las candidaturas

Alrededor de la resolución de la candidatura presidencial y la nominación a gobernador de Buenos Aires, comenzó una pulseada entre Antonio Cafiero y Herminio Iglesias, involucrando al sindicalismo. El grupo procafierista se encontraba dentro de la CGT República Argentina, que estaba en disputa con los jefes de las 62 Organizaciones, aliados de Iglesias. Por ello, el MUSO y el Grupo de los 25 desafiaban a la jefatura del PJ provincial y también a la conducción nacional.

Entre junio y agosto de 1983 se realizan las elecciones internas del PJ en todo el país, resultando elegidos:

Consejo Nacional. Presidente: Isabel Martínez de Perón. Vicepresidente primero: Lorenzo Miguel. Vicepresidente segundo: Carlos Juárez. Secretario político: Carlos Spadone. Secretario general: Manuel Quindimil. Vocales: Adam Pedrini, Néstor Carrasco, Lily de la Vega, Rodolfo Ponce, Enrique Tomás Cresto, Andrés Mancuso, Federico Russo, Mario Franco, Eulalia Saadi de Rosales, Ricardo Pérez, Oscar Presacco, Lesio Romero, Rodolfo Pastore, Miguel Gómez, Orlando Chiarello, Olga Riutort de Flores, Marta Kozameh, Haydeé Ferrara de Pardo, Alicia Bustos, Antonio Cassia y Margarita S. de Quintana.

Autoridades del Congreso Nacional del PJ. Presidente: Raúl Bercovich Rodríguez. Vicepresidentes y secretarías: Vicente Saadi, César Loza, Evaristo Buezas, Alberto Onetto, Oraldo Britos.

La elección para candidatos a cargos electivos fue considerada impracticable por la urgencia de presentar las listas a tiempo, por lo que se modificó la Carta Orgánica para posibilitar que fuera el congreso partidario quien designe los candidatos. Los sectores que apoyaban la candidatura presidencial de Cafiero sesionaban en el Hotel Colón, de Carlos Pellegrini y Lavalle. Un día se reunió la “mesa chica” de los cinco (Bittel, Miguel, Luder, Iglesias y Cafiero) y se supo que nuestra fórmula presidencial sería Luder-Bittel, desplazando a Cafiero a la provincia de Buenos Aires, todo lo cual debería ser convalidado por los respectivos congresos.

Recuerdo que Cafiero se presentó en el Hotel Colón ante una multitud de ojos que aguardaban su definición. Había un gran predominio de bonarenses y parecía campear un espíritu en ellos de consolidarse en el distrito, para lo cual un Cafiero gobernador sería funcional. En ese clima, observé desde un marco de ventana cómo él hablaba a esa muchedumbre ansiosa durante un largo tiempo. Cuando concluyó, se hizo un silencio general, hasta que un compañero, Feinsilber –creo que era de Morón o Merlo– preguntó en voz alta: “Antonio, ¿sí o no?”. Y el aludido, que parecía algo abrumado, asintió postularse.

 

La pulseada bonaerense

En realidad, la mesa chica no había saldado la cuestión provincial, que quedó derivada a las autoridades partidarias electas en las internas. Durante dos semanas asistimos a una disputa poco edificante y democrática, que llegó a la Justicia, arriesgando la relativa unidad del peronismo. El 23 de agosto de 1983, sin proclamación de electos ni quorum, Iglesias se proclama presidente del Consejo provincial, reune dos días después al Congreso Provincial en un clima de violencia e irregularidades, con la connivencia de la veedora judicial y el juez electoral, e impone la fórmula Herminio Iglesias-Carmelo Amerise. En congreso paralelo, los disidentes eligen a Antonio Cafiero-Manuel Torres.

El 27 el Congreso herminista irregular elige candidatos a legisladores nacionales y provinciales y sus representantes al Congreso Nacional del PJ. Al día siguiente, y durante diez días, se hacen presentaciones cruzadas ante la Justicia, con el juez a favor de Iglesias y la Cámara respaldando a Cafiero. Pero los congresales nacionales de Iglesias producen el hecho político de presentarse en el Congreso Nacional partidario. De continuar el trámite judicial, ese Congreso estaría en riesgo y el PJ no podría convalidar sus resoluciones. Esto, sumado a la presión de Miguel sobre Cafiero, origina que 289 congresales provinciales disidentes desistan el 6 de septiembre de proseguirlo, refiriéndose a la unidad del movimiento y la necesidad de proclamar los candidatos nacionales.

Los candidatos de la provincia a gobernador y vicegobernador serán Iglesias y Amerise. A senadores nacionales, Rubén Sárboli y Manuel Anchorena. A diputados nacionales: Diego Ibáñez, Alberto Melón, Julio Migliozzi, Fernando Donaires, Domingo Purita, Rodolfo Ponce, Norberto Imbelloni, Alfredo Connolly, Luis Urriza, Luis Cabello, Diego Guelar, Rogelio Papagno, Antonio García, Alberto Brito Lima, Raúl Reali, Lorenzo Pepe, José Rodríguez.

El MUSO expresaría su balance en su publicación de septiembre de 1983 en la editorial de la revista Movimiento de la revolución nacional y popular.

 

Unidad para la victoria

Hace exactamente un año –septiembre de 1982– el Movimiento Unidad, Solidaridad y Organización (MUSO) nacía a la vida partidaria, como la expresión de un conjunto de dirigentes que, considerando que “el pueblo argentino espera la presencia y la propuesta del peronismo ante la crisis que vive la Patria”, entendimos necesario nuclearnos para encarar la etapa de la reorganización interna.

Hace ya un año, el MUSO comenzaba a imprimir un sesgo de plena democracia en la dinámica interna, rescatando el espíritu movimientista que nutre la concepción revolucionaria del peronismo reafirmando: “la lucha en que nos encontramos empeñados es por la liberación de la Nación y del hombre argentino, de toda forma de opresión interna o externa”.

No tuvo el MUSO una actitud especulativa, ni en sus postulados liminares se asentó un propósito electoralista. Éramos conscientes del difícil camino que comenzaba a recorrer toda la comunidad política y particularmente el peronismo, en mérito a su alta y definitiva representatividad. Por eso, aquella iniciativa de la primavera del 82 despertaba esencialmente la esperanza de restaurar en la desmoralizada fe de la militancia, la mística y el estilo que precedió a las horas triunfales de la victoria popular “sustituyendo –decíamos entonces– definitivamente la agresión y la violencia por la idea”.

El MUSO levantó las banderas de la tradición partidaria y se constituyó en el pivote de la democracia interna, llamando a la afiliación y a la participación, para culminar “en un proceso electoral que asegure la libre expresión de la voluntad de los afiliados”.

Entendimos que la vigencia del Movimiento iba a encontrar una comprobación cierta con la movilización del pueblo peronista. Y nuestra confianza se vio confirmada unos meses después con la abrumadora decisión de 3.200.000 afiliados.

Así ganamos la calle y abrimos la campaña de afiliación con una consigna que adoptó rápidamente el conjunto del Movimiento: “Para que esto no vuelva a suceder”. De esa manera comenzábamos a marcar los caminos de una propuesta doctrinaria destinada a revertir siete años de represión, miseria, muerte y dependencia, levantando las banderas del peronismo combativo y rechazando la actitud complaciente de quienes pretendían “aggiornarnos”.

En el mes de diciembre de 1982, un órgano de divulgación doctrinaria comenzó a acompañar esta tarea del MUSO. La revista Movimiento de la Revolución Nacional y Popular empezó a sembrar el campo del activismo, asentando desde la primera hora el sentido de solidaridad y disciplina que debe informar -entonces y hoy- a la lucha movimientista. Por eso, nuestra primera tapa fue un mensaje generoso, adelantándonos a las naturales polémicas que surgirían de la confrontación interna, y advirtiendo a las diversas líneas que se perfilaban: “todos unidos triunfaremos”.

Ya la idea del triunfo jugaba entre nosotros como incentivo de la tarea emprendida y llamábamos a la “Movilización para organizar la Victoria”. Nuestros mensajes y nuestras consignas siguieron ganando compañeros, a través de cuadernos y publicaciones que se constituyeron en herramientas casi únicas de los cuadros.

Poco a poco la prédica del MUSO fue surtiendo efecto. La dictadura fue la primera en sentir el golpe de esa renovada realidad que siempre sorprende cuando el peronismo se moviliza y nosotros fuimos los primeros en padecer la reacción. Comenzaron los atentados y persecuciones a nuestros compañeros. No faltaron cárceles y golpizas para nuestros jóvenes militantes.

Pero el mayor logro no fue el de conmover al enemigo, sino que las ideas del MUSO fueran ganando espacio en todo el país. En pocos meses habíamos levantado bastiones de lucha y confrontación en cada rincón de la Patria. Las crónicas periodísticas registraron desde septiembre de 1983, día a día, los pronunciamientos y el accionar del MUSO y de sus hombres que, sin objetivos menores ni mediatizados, salieron a batir los frentes de la realidad nacional y a tomar posición peronista ante cada una de las iniciativas de la dictadura.

Comenzamos por reclamar incondicionalmente la rehabilitación total de la jefa del Movimiento, Isabel Perón, cuyo martirologio y conducta política reivindicamos como una bandera de lucha. Rechazamos terminantemente los intentos de “concertación” con el poder militar. Cuestionamos las restricciones a la libertad de prensa y repudiamos los atentados contra medios y periodistas. Adherimos y propiciamos con fundamentos, todas las iniciativas de acción popular, desde las movilizaciones de la Comisión Multipartidaria a las jornadas callejeras convocadas por la CGT de la República Argentina y los reclamos por la cruel violación de los Derechos Humanos. Cuestionamos las medidas demagógicas del proceso como el subsidio de desempleo. Abrimos a la consideración del Movimiento la temática de las luchas de los pueblos latinoamericanos, denunciando el carácter de las dictaduras chilena y uruguaya y la intromisión norteamericana en Centroamérica. Fue terminante nuestro rechazo a la Ley de Amnistía con que el gobierno militar intentaba autoamnistiar sus “excesos” y desde la hora inicial del MUSO indicamos que “la lucha antisubversiva” había sido utilizada como excusa para “propiciar y prohijar la depredación y el delito”.

Fuimos así desovillando la compleja madeja de la trama que tejió el Proceso, con sus intentos postreros de continuismo a través del otorgamiento de cátedras universitarias, de la postulación de inmovilidad de los jueces y del llamado a licitaciones para radios y televisión.

Junto al conjunto del Movimiento, no dimos tregua a los usurpadores de la voluntad popular y, sin temores, tomamos la iniciativa en la mayoría de los casos para clarificación de los compañeros, como cuando nos adelantamos a señalar que se estaba tramando una componenda en el Colegio Electoral para no respetar la decisión de la mayoría después de los comicios del 30 de octubre, respondiendo a una nueva y última maniobra del régimen que tuvo como objetivo prioritario frustrado destruir al peronismo.

El MUSO fue, a lo largo de doce meses un generador de políticas y un afirmador constante de la doctrina. Desde él se trabajó para desactivar los mecanismos de la trampa castrense y también se construyó, sin temor incluso a declinar posiciones cuando el interés nacional así lo exigía, llevando hasta los despachos oficiales soluciones concretas para el lacerante problema de los afectados por las inundaciones del litoral argentino.

Pero, como síntesis abarcadora de este gran esfuerzo, se levantó, además, con la participación de 600 técnicos, el Instituto para el Tercer Plan Quinquenal que forjó las Bases para un Programa de Gobierno, volcando su tarea en la Asamblea Nacional Justicialista, donde 1500 delegados de todo el país fueron impuestos de una vigorosa acción intelectual para encarar el incierto futuro de la Nación. Tan vigorosa quizás como aquellas Jornadas de la Mujer, organizadas por el MUSO, que dieron como conclusión un exhaustivo pronunciamiento sobre las reivindicaciones y la participación de la rama femenina.

Hoy las internas han terminado y el peronismo afronta la campaña para una nueva compulsa electoral. Como hace un año, desde esta trinchera de doctrina y lucha, volvemos a señalar que el ejercicio democrático efectuado por los compañeros en estos meses debe servirnos para enriquecer aún más nuestro movimiento y para aprender a disciplinarnos en la Unidad que ahora nos dé la Victoria.

Mucho habrá que hacer después. En marzo de 1983 Antonio Cafiero lo decía: “El MUSO es una conciencia histórica sobre el peronismo y no una mera herramienta para especular electoralmente. Por eso el MUSO va más allá de la interna y se proyectará en la vida del peronismo aún después de conquistar el gobierno”.

El Congreso Nacional Justicialista ha cerrado la etapa de la reorganización y ha puesto al frente de la fórmula partidaria a los compañeros Ítalo Argentino Luder y Deolindo Felipe Bittel, llevando a la presidencia del Partido –en una reivindicación que no volverá a ser completa hasta que vuelva a integrarse con nosotros– a Isabel Perón y al compañero Lorenzo Miguel en la vicepresidencia primera.

Junto a ellos, entonces, Unidad para al Victoria y el pueblo al poder para la revolución peronista.

Consejo Editorial: Oscar Albrieu, Darío Alessandro, Dardo Blanc, Oraldo Britos, Armando Caro, José María Castiñeira de Dios, Roberto Digón, Roberto García, Héctor Maya (h), José Rodríguez, Lilia Saralegui, Miguel Unamuno.

 

El encuentro Luder-Cafiero

Dentro del marco de convergencia justicialista para el acto comicial del próximo 30 de octubre, el encuentro entre el candidato presidencial Italo Argentino Luder y Antonio Cafiero –ocurrido el pasado 20 de septiembre [de 1983] en el hotel Colón– significó sin embargo, algo más: la consolidación del mandato del peronismo histórico, respondiendo así a un viejo axioma que el movimiento bien conoce y ejercita. El mandato es organizarse para la victoria.

Cafiero puso a disposición del candidato presidencial sus equipos técnicos y sus prolijos estudios de las distintas áreas y necesidades, tareas que demandaron al Instituto para el Tercer Plan Quinquenal profundos esfuerzos de investigación, trabajos intelectuales y relevamientos y contactos con las bases. Voluminosas carpetas pasaron a manos del doctor Luder, ratificando así, en ese traspaso simbólico, que el peronismo libra unido y sin improvisaciones el último tamo de su reconquista del poder.

Con el abrazo de Luder y Cafiero, con programas y planes de gobierno implementados por profesionales y técnicos de distintas áreas y sectores, que ya superaron largamente la apasionada lucha interna y se convirtieron en la herramienta más valida de los argentinos para instrumentar los cambios que la sociedad requiere.

En el encuentro Luder-Cafiero estuvieron, entre otros, los gremialistas Roberto García, Eleuterio Cardozo y Miguel Gazzera; el economista Roberto Lavagna; el exsecretario técnico de la presidencia de la Nación, Gustavo Caraballo, y el ex ministro de justicia Antonio Benítez.

El proyecto del Instituto orientado por Antonio Cafiero y que condensa la propuesta política del MUSO –elaborado en el último año y medio– será compatibilizado ahora con los del propio Luder y de otras líneas internas del peronismo, proyectando su influencia mucho más allá de la coyuntura electoral. El propio Cafiero lo había anunciado dos meses atrás: no se puede prescindir de ningún peronista. El candidato presidencial lo reitera permanentemente. Por eso el encuentro entre ambos fue mucho más que un abrazo para las fotos. Es un símbolo de la unidad peronista en el camino de la victoria.

 

Las consecuencias de la derrota

Buscando institucionalizar el PJ nacional se realiza un Congreso Nacional entre el 3 y 6 de septiembre de 1983, en el Teatro Lola Membrives, consagrando como autoridades a: Isabel Perón, Lorenzo Miguel, Deolindo Bittel, Italo Luder y Herminio Iglesias.

El triunfo de Alfonsín y de su candidato provincial, Alejandro Armendariz, obligó a abroquelarse a Miguel con Iglesias, sabiendo que la derrota les generaba contrincantes internos. El mayor riesgo residía en el espíritu renovador que movilizaba a varios dirigentes, sobre todo en provincia de Buenos Aires. En ella se producirá una nueva secuencia de enfrentamientos. En marzo y abril se celebran sendas reuniones del peronismo renovador provincial en el CC Congreso y en San Isidro, produciendo declaraciones.

El 19 de mayo de 1984 se reune el Congreso provincial sin los renovadores y expulsa a Torres y Cano, de los disidentes, aunque es impugnado por falta de quorum. Un mes después, a una nueva sesión en Lanús asisten renovadores para reformar la Carta Orgánica, estableciendo la elección directa para cargos partidarios y candidaturas a cargos electivos. Se repiten irregularidades e impugnaciones. La Justicia intima a renovar autoridades, que caducan el 30 de octubre. El día 6 se reune el Congreso provincial, prorroga los mandatos y expulsa del PJ a Torres y Cano, aunque es impugnado por el quorum. Al presidente del Congreso se lo querella por “tentativa de fraude procesal y estafa”.

El 6 de noviembre de 1984 Germán Abdala gana la conducción de la seccional Capital de ATE, mientras De Gennaro obtiene la conducción nacional. Durante el gobierno de Alfonsín, Abdala tiene una destacada participación en las luchas obreras contra el gobierno.

 

El Frente Renovador Peronista y las disputas en Nación y Provincia

En diciembre de 1984 se consagra la primera organización de esta corriente, con vistas a disputar la conducción partidaria en el Congreso Nacional Justicialista. El MUSO de Cafiero ocupa un lugar clave en el Frente y los congresos partidarios que se suceden –Odeón, Río Hondo, Santa Rosa– dejan como saldo un claro enfrentamiento, dentro del ala bonaerense, entre los ortodoxos, liderados por Iglesias, secretario general del Consejo partidario, y los renovadores comandados por Cafiero.

El 15 de diciembre se reune el Congreso Nacional del PJ en el Teatro Odeón. Se elige nuevo Consejo Nacional, después de retirarse la mayoría de los congresales a raíz de producirse disturbios e irregularidades. Consagra como autoridades:  Presidenta: Isabel Perón. Vicepresidente 1°: José María Vernet. Vicepresidente 2°: Lorenzo Miguel. Secretario general: Herminio Iglesias.

El 23 de enero de 1985 la mayoría de los consejeros provinciales resuelve renovar la Mesa Ejecutiva, desplazando a la presidida por Iglesias. El 26 de enero se realiza un encuentro en Mar del Plata del Peronismo Renovador provincial, para tratar propuestas para llevar al Congreso Nacional en Río Hondo. Entre ellas, solicitar la intervención partidaria en la Provincia para hacer elecciones conforme la Carta Orgánica. El 29 de enero, un Congreso Provincial expulsa al consejero Ball Lima y elige candidatos a diputados nacionales para las elecciones del 3 de noviembre. Se lo impugna por falta de quórum.

Entre el 2 y el 3 de febrero se reune el Congreso Nacional del PJ en Río Hondo, con predominio renovador. Elije Consejo Nacional Provisorio e interviene al PJ de la Provincia, con mandato de convocar a elecciones internas a la brevedad. La Justicia aprueba el Congreso, pero no sus resoluciones, entre ellas: la intervención a la Provincia. Ésta llama a elecciones para el 9 de junio, fijando el cronograma y el reglamento.

El Consejo Nacional se integra con: presidenta: Isabel Perón. Vicepresidente 1°: Oraldo Britos. Vicepresidente 2°: Roberto García. Vicepresidenta 3°: Olga Riutort de Flores. Secretario general: José Manuel De la Sota.

El 19 de junio el Consejo provincial, presidido por Iglesias, convoca a elecciones de autoridades partidarias para el 25 de agosto, con un reglamento electoral confuso. Por ejemplo: avalar las listas con la firma del 10% de los afiliados certificada por Juez de Paz, Escribano o delegado del Consejo. Pese a ello, el 22 de junio en Mar del Plata se constituye el Frente Renovador de Unidad Peronista (Lista Blanca), resolviendo presentarse a las elecciones convocadas.

El 6 de julio de 1985 el Congreso Nacional, en La Pampa, elige nuevo Consejo Nacional, desplazando al elegido en Río Hondo. Consagra autoridades: presidenta: Isabel Perón. Vicepresidente 1°: Vicente Leónidas Saadi. Vicepresidente 2°: Jorge Triacca. Vicepresidente 3°: Alberto Rodríguez Saá. Secretario general: Herminio Iglesias.

El 9 de julio se interviene la Provincia por dicho Consejo Nacional. La Junta Interventora responde totalmente a Iglesias. El 29 de julio la Mesa Coordinadora de los renovadores emite el documento Rompamos la trampa, la unidad pasa por las urnas, y el 6 de agosto, los candidatos a consejeros provinciales de la Lista Blanca emiten una declaración: Movilización peronista para romper el fraude. La intervención partidaria resuelve suspender sin fecha la elección interna

 

Los equipos técnicos de Cafiero

El 25 de agosto de 1985 Cafiero convoca, en sus oficinas de Lavalle y Corrientes, a técnicos y profesionales para sumarlos a la renovación, participando:

Economía: Guido Di Tella, Alejandro Mayoral, Ignacio Chojo Ortiz, Felipe Solá, Gastón Bordelois, Luis Ravizzini, Manuel Vega, Américo González, Rodolfo Briozzo, Ricardo Gerardi, Osvaldo Orfila, Horacio Mórtola, Roberto Pons, Alberto Liparelli, Marcelo Kohan, Roberto Alba, Jorge Domínguez, Fernando Macchi, Carlos Leyba, Guillermo López, Nicolás Weisz Wassing, Moisés Fontela, Heriberto Jaureguilorda, Luis García, Horacio Gamardo, Daniel Martínez, Jorge Remes, Heriberto Ameri, José Blarduni, Jaime Collazo, José Antonio Cafiero, Aldo Pignanelli, Luis Gorostiaga, Miguel Maito, Juan Picasso.

Obras y servicios públicos: Luis Chiappori, Fernando Frediani, Osvaldo Menazzi, Jorge Torres, Roberto Cuello, Rodolfo Martínez, Roberto Postiglione, Dardo Albini.

Política social: Floreal Ferrara, José Tagliafico, Alfredo Villamagna, Leticia Maronese, Susana Parodi, Irma Parentella, Luis Liendro, Miguel Saguier, Clara Almirón, Susana Allaria, Graciela Daleo, Miguel Gómez Sanjaume, Luis Echevarría.

Defensa: Hernán Patiño Meyer.

 

Las elecciones legislativas del 3 de noviembre de 1985

En el marco del conflicto en el justicialismo bonaerense, Iglesias pergeña dos nuevas maniobras. A la ya lograda intervención partidaria por el Consejo Nacional, agrega el control de la Junta Electoral, obligándola a impugnar las listas cafieristas en la competencia interna para la elección general de noviembre de 1985 –con lo cual quedaba suspendida la confrontación– y además pauta negociar con Vicente Saadi una lista de unidad para el PJ provincial.

Ante la encerrona que el conjunto de artimañas entraña para el cafierismo, su jefe opta por competir en la elección general con su propia fuerza política, lanzando el 19 de septiembre el Frente de Renovación para la Justicia, la Democracia y la Participación (FREJUDEPA), del cual forman parte los demócratas cristianos.

Su expresión en la Capital Federal se expresa en una solicitada en el diario La Nación, el 1 de noviembre de 1985, expresando el apoyo a la lista del Partido Justicialista encabezada por Carlos Grosso.

 

Hay una alternativa para crecer, trabajar y producir en democracia

Los trabajadores de la cultura profesionales, científicos, técnicos, artistas y deportistas justicialistas de la Capital Federal, ante las elecciones de diputados nacionales y concejales, creemos un deber ineludible para con la sociedad argentina expresar el orgullo de ser parte de un Movimiento Nacional que hoy, como a lo largo de su historia, enarbola las banderas de Justicia Social, Independencia Económica y Soberanía Política.

A dos años del Gobierno Democrático los argentinos necesitamos consolidar el Estado de Derecho con una alternativa de trabajo y producción que ponga en marcha todo el potencial creativo de nuestra Nación.

Hoy esa alternativa Existe y la expresan hombres capaces de recrear nuestras banderas, para que el año 2000 no nos encuentre a los argentinos frustrados y dominados.

Para que a partir del 4 de noviembre:

Crezca la economía. Concertando un plan económico que termine con la desocupación, la recesión y la dependencia. Recomponiendo nuestro aparato productivo y reinsertándonos en el mundo. Negociando la Deuda Externa de acuerdo al interés nacional y no a los dictados del FMI. Combatiendo la inflación con producción y la desocupación con trabajo

Crezca la Justicia Social. Legislando medidas de fondo que resuelvan la marginalidad social y la pobreza generadoras de angustia, inseguridad y violencia. Garantizando el pleno empleo y salarios dignos.

Crezca la democracia. Consolidándola a través de un Parlamento que trabaje y sirva a la sociedad como canal efectivo de expresión de sus demandas concretas. Queremos una Democracia Integral que consagre las formas de participación plena de todos los sectores de la comunidad.

Crezca la sociedad en su conjunto. Legislando los mecanismos para que el potencial creativo e intelectual de nuestro país se ponga definitivamente al servicio de una Nación que recupere su identidad cultural y sea capaz de afrontar los desafíos e incertidumbres que la ciencia y la tecnología nos plantean, en tanto el arte y la cultura sean patrimonio de un pueblo que se realiza, y el deporte expresión de su felicidad.

 

Resultados

En las elecciones a diputados, en la sumatoria nacional los resultados fueron: UCR 43%, PJ 34%, PI 6%, Alianza de Centro 3%. En la Provincia de Buenos Aires: UCR 41, FREJUDEPA (con Antonio Cafiero elegido junto a otros diez diputados nacionales): 27%, FREJULI: 10% (tres diputados).

La derrota de Iglesias en 1983 en la provincia de Buenos Aires acompañó a las sufridas por el PJ en otras seis provincias, mientras que el partido triunfó en 12 provincias. En 1985, desde un análisis del PJ en cuanto a sus rasgos organizacionales, la presencia de otra lista justicialista, no oficialista, revelaba el fracaso de Iglesias para conducir el peronismo bonaerense unido. A esto se suma que, pese al triunfo radical en diputados nacionales por la provincia de Buenos Aires, la performance del FREJUDEPA supera a la del FREJULI, devaluando a la jefatura herminista.

Los resultados electorales producen un reacomodamiento a nivel de la cúpula del PJ a favor de Cafiero. La desgracia recae sobre Iglesias: al mes de la derrota el Consejo Nacional lo destituye como secretario general y declara terminada la labor de la junta interventora provincial que controlaba. Su poder institucional desaparece a nivel nacional.

 

Reunión de Cafiero con los grupos técnicos, 2 de diciembre de 1985         

El grupo que conformaría el Centro de Estudios para la Renovación Justicialista (CEPARJ) surgió como una nueva confluencia de compañeros y compañeras que habían compartido experiencias similares anteriores en el PJ, motivada ahora por el lanzamiento del Frente Renovador de la Provincia de Buenos Aires en agosto del 85. Sin demasiada estructura orgánica, y buscando fortalecer los equipos, colaboró primariamente en la redacción del Programa de la Lista 91 para las elecciones.

En esta reunión de diciembre, ante un gran número de integrantes de todas las áreas del CEPARJ, Cafiero hizo una introducción en la que se ubicó como un general en la batalla al frente de sus tropas. Planteó una formación en la que, cuando miraba por sobre su hombro derecho, veía a los gremialistas que discutían las cuestiones y problemas en sus propias estructuras y con sus propias lógicas, y le presentaban después las conclusiones a las que habían llegado. Agregó que, cuando miraba por sobre su hombro izquierdo, veía a los técnicos y profesionales que elaboraban prolijamente sus trabajos y propuestas, y discutían los temas con método y disciplina. Y concluyó que esas dos alas le permitían contener en el centro a los dirigentes político-partidarios y territoriales, que eran menos orgánicos y encuadrables. Ni los profesionales supieron bien si sentirse halagados con ese rol, ni Cafiero aparentaba emular a Güemes, a galope tendido, unos cuantos metros delante de sus Infernales.

Posteriormente, Cafiero planteó las siguientes definiciones: se recompondría la conducción política del Frente Renovador de la Provincia de Buenos Aires, reservando un cargo para un técnico; deberíamos hacer Jornadas por tema (Pobreza, Sector agropecuario, Salud) referidas a la provincia de Buenos Aires; el CEPARJ convocaría, pero dando lugar a la participación comunitaria, quebrando el monopolio de la beneficencia radical; sería preciso convocar una Convención provincial de concejales renovadores, inventariar todos los centros justicialistas y tener una nómina de todas las publicaciones existentes; se formaría un grupo especial de reflexión para dar un mensaje en 15 o 20 días; se generaría información permanente en todas las áreas, no tanto en los papeles, sino más discusión en grupo; se atenderían problemas puntuales importantes: Seguro de Salud, Presupuesto, Ley de Punto Final; se generarían a iniciativa nuestra proyectos de leyes según nuestro programa; respecto al mensaje de Alfonsín, debíamos darle una respuesta filosófica, porque, si bien en él hay muchos de nuestros valores –salvo que los radicales hayan cambiado mucho– todavía nosotros teníamos bastante que decir; recogeríamos inquietudes locales y necesidades no satisfechas por intendencias que no manejábamos, y las plasmaríamos en requerimientos concretos; se juntaría a los técnicos a la acción política, por ejemplo, en las giras proselitistas; la decisión política guardaría relación con la elaboración técnica, la “clase profesional” había demostrado similitud de criterio político, pero no siempre participaba en la decisión; se proyectaban dos años de recorrida de Cafiero con sus técnicos, llevando y trayendo, y así se obtendría un panorama más rico; luego, vendría el lanzamiento a la República: un pensamiento político para el que debíamos recrear la parte técnica; habría una interrelación técnica en el debate ideológico; los técnicos no sólo participarían en la elaboración para después tomar el poder, sino a dos puntas: elaborando eso y a la vez desarrollando formas y habilidades para tomar el poder, por ejemplo: cómo luchar contra el PAN; se crearía una mesa de exposición de diagnóstico social compartida con nuestros legisladores electos; no se debía temer a los técnicos, sino darles posibilidades a los más capaces en cada área para asesorar a nuestros legisladores; debíamos preocuparnos no sólo por nuestro contacto con nuestros representantes, sino también con nuestros representados, confrontando nuestras ideas con los problemas que sufre la gente, que son siempre interdisciplinarios; se crearían formas de consulta hacia el Pueblo para mejorar nuestra capacidad política, con giras, no para “bajar luces”, sino para recibir inquietudes; a la Argentina no había que inventarla, había que interpretarla; se cubrirían cargos de asesores, no sólo rentados, se los usaría como lugar de recepción de problemas, y se los ligaría al CEPARJ; el técnico es alguien que sabe preguntar y así elaborar respuestas, pero no podíamos tenerlas todas, por lo que era importante la interrelación; no debíamos estar aislados, sino atender los problemas concretos, evitando el error de 1983, de estar encerrados distribuyendo cargos.

Tras tres reuniones de coordinadores, de las cuales participaron Hernán Patiño Mayer, Floreal Ferrara, Eduardo Amadeo, Oscar Balestieri, Gregorio Esmelian, Manuel Vega, Marcelo Kohan, Gustavo Caraballo, Rodolfo Frigeri, Osvaldo Pérez Pardo, José Tagliafico, Juan Ivanoff, Abel Fleitas, Leticia Maronese, Mario Cafiero, Oscar Rubino, Juan Pablo Lohlé, Jorge Remes, Lisandro Barry, Luis Rappoport, Miguel Maito, Luis García, Jorge Porolli, Libertad Fernández de Porolli y Héctor Gambarotta, el 27 de diciembre se fijaron pautas de trabajo para consolidar el CEPARJ. Entre otros, se presentaron distintos proyectos para trabajar en el Congreso Nacional, a partir de las propuestas del Programa del Frente Renovador y coordinándonos en el trabajo con Capital Federal, para no presentar cosas distintas. Se consideraron varios proyectos prioritarios, entre otros: Adulterio, Tribunales de Familia, Violencia contra la Mujer, Ley de Conciencia, Ley de Nombre, Entidades Financieras, Empresas del Estado, Inundaciones, Participación popular.

En febrero de 1986 quedó conformado el Consejo Directivo de CEPARJ: Rodolfo Frigeri (Económica); Floreal Ferrara (Social, Derechos Humano, Salud); Gustavo Caraballo (Social, Derechos Humanos, Institucional); Eduardo Amadeo (Económica); y Oscar Balestieri (Obras y Servicios Públicos, Vivienda). Se designó a Rodolfo Frigeri para ocupar la banca en la Mesa Transitoria de Conducción Provincial, por un plazo de seis meses.

A ellos se adicionaron 19 miembros, para compartir una suerte de Coordinación restringida: Gregorio Esmelian (Obras y Servicios Públicos, Recursos Hídricos); Arturo Saccone (OySP, Comunicaciones); Leticia Maronese (Social, Minoridad y Familia); Leopoldo Tetamanti (Relaciones Exteriores), quien después cesó, por destino en el exterior; Abel Fleitas (Defensa y Seguridad); Hernán Patiño Mayer (Defensa y Seguridad); Héctor Masnatta (Institucional); Guido Di Tella (Económica); Manuel Vega (Económica, Monetaria y Financiera); Marcelo Kohan (Económica, Desarrollo Regional, Conurbano), y después pasó al Consejo Directivo; Carlos Leyba (Económica); Jorge Remes (Económica), y después pasó al Consejo Directivo; Jorge Domínguez (Económica), y después cesó por militancia en Capital Federal; Mario Cafiero.

Completaron la Coordinación general otros 18 miembros, llegando a 37: Antonio Federico (OySP, Recursos Hídricos); Juan Ivanoff (OySP); Osvaldo Pérez Pardo (OySP); José Barbero (OySP, Transporte); Oscar Rubino (OySP, Conurbano); Juan Pablo Lohlé (Relaciones Exteriores); Clara Almirón (Social, Minoridad y Familia); Joaquín Da Rocha (Institucional); Roberto Pons (Económica); Luis Rappoport (Económica), después cesó por militancia en Capital Federal; Alvaro Orsatti (Económica, Ingresos y Ocupación); Lisandro Barry (Económica), después cesó por militancia en Capital Federal; Héctor Gambarotta (Económica); Gastón Bordelois (Económica, Agropecuaria); Miguel Maito (Económica, Industria); Ignacio Chojo Ortiz (Económica); Luis García (Económica), después cesó por designación como subsecretario; José Tagliafico (Social, Salud).

Más tarde, se agregaron otros 33 coordinadores: Carlos Pierro (OySP, Energía); Roberto Cuello (OySP, Vialidad); Rodolfo Martínez (OySP, Transporte); Roberto Postiglione (OySP, Transporte); Luis Chiappori (OySP, Transporte); Carmen Arnedo (OySP, Vivienda); Eduardo Recalt (Social, Salud); Raúl Gabutti (Social, Deporte, Turismo y Recreación); José Luis Di Lorenzo (Social, Previsión Social); Irma Parentella (Social, Educación); Miguel Angel Gómez Sanjaume (Social, Cultura); José Blarduni (Económica, Hacienda); Jaime Collazo (Económica, Hacienda); Sergio Bugallo (Económica, Hacienda); Arístides Corti (Económica, Hacienda); Rodolfo Briozzo (Económica, Industria); Jorge Porolli (Económica, Corporación de Empresas); Alejandro Mayoral (Económica, Monetaria y Financiera); Aldo Pignanelli (Económica, Monetaria y Financiera); Rubén De Luca (Institucional, Transformación del Estado); Julio Ravizzini (Económica, Industria, Ciencia y Tecnología); Felipe Solá (Económica, Agropecuaria); Adolfo Boverini (Económica, Agropecuaria); Pablo Marbec (OySP, Inundaciones); Jorge Santa Cruz (OySP, Inundaciones); Miguel Vacas (Institucional, Municipalidades); Moisés Fontela (Económica, Agropecuaria); Raúl Fernández (Institucional, Municipalidades); Heriberto Ameri (Económica, Industria); Gustavo Oliva (Social, Educación); Susana Allaria (Social, Minoridad y Familia); Elba Salas (Social, Cultura); Juan Picasso (OySP, Conurbano).

Por otra parte, se desarrolla en La Plata el CEPARJ local, que incluye a varios compañeros y compañeras que ya colaboraban con la tarea desarrollada en la sede del Frente Renovador en Capital, pero que agrega a otros más, y con todos ellos se conforma un eje de funcionamiento más o menos articulado, vertical y horizontalmente.

 

Consolidar la Renovación Peronista

El 21 de diciembre se anuncia la Conducción de la Renovación y se presenta el documento fundacional. Obviamente, el triunfo de Cafiero en la competencia bonaerense lo instaló para librar la batalla estratégica de la renovación del peronismo nacional. Favorecido por los resultados electorales, el peronismo rebelde –con importante poder en Buenos Aires– impactó en el peronismo nacional. Las cifras tuvieron su correlato en la conformación de sus nuevas autoridades. Junto a Carlos Grosso y a Carlos Menem, Cafiero pasó a ocupar la dirección formal de esa corriente. Además, se le allanaba el camino a presidir el PJ provincial, quedándole el combate por la gobernación. A principios de 1986 se incorporarían como secretarios de la Conducción: José Luis Manzano, José Manuel De la Sota y Oraldo Britos. Y actuarán como operadores de la misma Fabris –sobrino de Luder–, Machaca –por Menem–, Agustín Santa Cruz –por Cafiero– y Jacinto Gaibur –por Britos.

Posteriormente, el 3 de marzo de 1986 se realiza una cumbre que trata de acordar la normalización del PJ nacional. Participan por un sector Saadi, Triacca, Alberto Rodríguez Saá y el gremialista Zapata, y por el otro Menem, Cafiero, Grosso y Roberto García. En la reunión se acuerda el corrimiento de Herminio Iglesias.

 

La renovacion peronista. Un proyecto y una voluntad para transformar la argentina

Historia e identidad

El peronismo nació a la vida política y social con la misión de construir una Nueva Argentina moderna e industrial. Una democracia plena de Justicia Social y una sociedad solidaria apta para facilitar la realización integral del hombre argentino.

Estos objetivos implicaron autonomía conceptual frente a las ideol ogías dominantes en el mundo, ruptura con el inmediato pasado, autodeterminación en las decisiones trascendentes, protagonismo popular, participación orgánica de los sectores sociales y presencia activa y eficaz del Estado.

Aunque original en su propuesta, el peronismo se reconoció siempre a sí mismo como la expresión contemporánea del movimiento nacional popular, social y federal que arranca desde el inicio de nuestra historia y que se nutrió con la suerte, a veces triunfante, a veces trágica, de los héroes de la Independencia, los caudillos federales, los líderes del voto popular y los defensores históricos de la causa nacional.

Más allá de las distintas lecturas, nadie puede negar que el peronismo inauguró en el país una nueva época. La historia de los argentinos empieza a transitar otros caminos a partir de 1945. El genio de Perón y el verbo de Evita venían ahora a escribir su página tal vez más gloriosa.

Desde el movimiento nacional, encarnado en el peronismo, se plantea y se inicia una transformación sustancial en la organización y relación entre el Estado y la sociedad, en las relaciones sociales (capital-trabajo) y en la economía sustentada ahora en profundas reformas estructurales.

Frente a la democracia restringida y fraudulenta impuesta por el régimen liberal-oligárquico se eligió una democracia económica y social, basada en un criterio de justicia.

Frente a la economía primaria y periférica se edificó una estructura industrial con gran capacidad de crecimiento económico y equidad distributiva.

Frente a la secular dependencia financiera externa se generó un proceso interno de acumulación nacional que hizo posible el desarrollo autónomo.

Por todo eso no somos un país sin historia, poseedor de una crónica confusa que enfrentó a democráticos y autoritarios (este es apenas el esquema de aquellos que se demuestran incapaces de explicar y resolver los conflictos centrales de la Nación).

La rica experiencia de las luchas populares y nacionales no puede ser reducida a la historia de la lucha de las mentalidades. Para los peronistas todavía continúan irresueltos aspectos centrales de nuestra identidad: la construcción de la Nación y su autonomía, el drama de la injusticia y la necesidad de refundar una personalidad que permita reconocernos como latinoamericanos y pisar con firmeza los umbrales del nuevo milenio.

Por eso recusamos la ingenuidad histórica del discurso actual del alfonsinismo que, asesorado por arrepentidos científicos sociales pretende disolver y borrar con un simplismo sospechoso la larga lucha del pueblo por su emancipación.

Después del 55 el nostálgico regreso a la Argentina preindustrial se sumó a la violencia y la arbitrariedad. La oligarquía fomentó años de intolerancia, desencuentros, proscripciones y humilló consecuentemente el espíritu nacional y popular.

Aún los partidos con base popular trataron de vivir de los retazos del poder que cedió el privilegio para terminar para siempre con el peronismo. La respuesta violenta se fue generando entre los argentinos, en un mundo convulsionado que parecía anunciar conmociones revolucionarias de magnitud desconocida.

El regreso de Perón al país se produjo en un clima tumultuoso y una época signada por desencuentros, que el General intentó clausurar convocando a la pacificación, a la reconstrucción y la edificación de un sistema democrático estable y participativo. Para ello, fue el primero en desmontar antiguos odios, no exigió miradas vengativas, no reclamó revancha. Convocó a construir una nueva cultura política.

Su muerte no sólo cerró un capítulo de la historia del peronismo, también significó el fin de una época. No porque los problemas del país se hubiesen resuelto, sino porque desaparecía la figura sobre la cual se exacerbaron a favor o en contra las pasiones políticas de los argentinos.

Los peronistas no pudimos desde el gobierno institucionalizar su legado, y esa deficiencia, acrecentada por el acoso de los enemigos de adentro y de afuera, conformaron el prólogo del horror vivido durante los años de la dictadura.

Durante el proceso fuimos los más castigados y también los que protagonizamos los hechos que conmovieron el dispositivo dictatorial. Sin embargo, a la hora de la decisión en las urnas, la mayoría del pueblo no nos eligió. Es cierto que no habíamos sido capaces ni de hacernos cargo de los errores cometidos ni asumir los cambios operados en la sociedad, pero fue la “solución final” decretada para la sociedad industrial generada por el peronismo (y dificultosamente sostenida a lo largo de casi tres décadas), el marco estructural que signó nuestra derrota electoral.

El espíritu de la Renovación Peronista

Comenzó así a gestarse en el peronismo la conciencia de la renovación como capacidad para entender las nuevas demandas del país. La ausencia del liderazgo ponía en marcha una etapa distinta en su historia: la transición hacia formas organizativas e institucionales nuevas. Esto constituía un tremendo desafío y una gran responsabilidad. Por un lado, evitar la disgregación del que fuera el más grande movimiento de masas de América Latina, por otro, neutralizar las visiones deformadoras que traicionan la naturaleza revolucionaria del peronismo. En síntesis, un recorrido que debe vincular con fidelidad histórica y porvenir, una coyuntura donde el pasado y el futuro son parte de un mismo compromiso con las aspiraciones populares.

Este es el primer atributo de la renovación: ratificar la vocación por la construcción autónoma de la Nación y generar en el marco de la democracia los cambios que en su conjunto continúa reclamando.

Pensar que el peronismo pueda transitar una etapa de integración a políticas antinacionales en lo económico y antipopulares en lo social, sin sufrir un colapso, es olvidarse o negar su condición.

Por eso, como renovadores, no convocamos solamente a participar de la “revolución de las formas”. No es sólo un estilo democrático el que nos reconciliará con la mayoría perdida. El estilo democrático, la transparencia en las decisiones y el protagonismo de los peronistas constituyen mecanismos que deben sustentar y complementar nuestra vocación de cambio para así convertirnos en alternativa de poder creíble.

El radicalismo pretende “universalizar” su mediocridad, hacernos apéndice minoritario de su cultura política, un partido de tecnocracias políticas y económicas, con aptitud electoral pero inofensivo a la hora de ejercer el poder. Precisamente, en este punto, radica nuestra diferencia sustancial con el partido hoy gobernante. Nuestra cultura política es distinta y nuestra visión de la democracia, diferente.

Nosotros no miramos el país desde un lugar aséptico o descomprometido con los sectores sociales, Somos tributarios en primer lugar de los sectores más desfavorecidos de la sociedad y, desde allí, desde un sujeto complejo pero real, nos planteamos articular el movimiento nacional. La sociedad no es una abstracción en la cual el marco democrático disuelve intereses, creencias, pasiones y esperanzas.

La democracia no excluye conflicto y confrontación y el camino continúa siendo concertar con aquellos que se sienten convocados a refundar una política que nos devuelva en plenitud el sentido de la justicia y la libertad. Trabajadores sindicalizados y no sindicalizados, empresarios comprometidos con la producción, mujeres, profesionales, intelectuales y jóvenes que no quieren que mueran sus sueños de vivir en una sociedad mejor, deben recuperar el protagonismo perdido.

No somos peronistas vergonzantes que tenemos que dar cuenta crítica de nuestra propia historia. Encarnamos un movimiento popular que, como es común al destino de las fuerzas progresistas de Latinoamérica, recorrió un camino difícil, sembrando grandes aciertos y cometiendo también, grandes errores.

Omitir nuestro pasado sería admitir la derrota del porvenir, consagrar la fatalidad de un futuro vacío. Tan hipócrita es pretender jugar con la amnesia colectiva como que los peronistas eludamos nuestros errores pasados. La autocrítica es patrimonio de los movimientos transformadores, pero debe incluir el saldo positivo de la propia experiencia, sin ceder a las presiones de quienes no fueron precisamente los arcángeles o los custodios de la voluntad popular.

Renovarse no es renunciar a las esencias, acceder a las falsas memorias o desnudar un estilo culposo de lo que fuimos y lo que queremos ser. Aceptamos que las visiones sobre la década 45-55 puedan ser distintas y estén todavía bifurcadas por dicotomías irreconciliables. Pero ningún argentino bien intencionado puede desconocer que allí se fundaron las bases de una Argentina moderna.

La justicia, la participación, la revolución productiva, la movilización social y la incorporación activa de una clase obrera de signo nacional fueron atributos de una modernización que nos permitieron responder a los desafíos de la época.

No somos aplacadores de alegrías, no vamos a clausurar las ilusiones, no podemos ignorar el sentimiento trascendente de la historia. Tampoco vamos a convalidar que se nos proponga la resignación como razón última de la democracia. No apelamos al interés del ciudadano virtuoso sino al reencuentro con un ideal colectivo, a la certeza de que es posible avivar la pasión por un orden más justo.

La Argentina no puede reducirse a ser el escenario de una competencia tramposa entre réprobos y elegidos. Vivimos el drama de una Nación inconclusa en un continente irrealizado.

La Renovación, la Democracia y la Modernidad

¿Por qué seguir rindiendo examen de democracia frente a quienes en una actitud sectaria y contradictoria con el pluralismo, siguen pensándose como los dueños del sistema reconquistado en octubre del 83? Tenemos otra visión de la democracia. No queremos ser creíbles a costa de imitar servilmente a los sistemas hegemónicos de occidente. No aceptamos disolvernos como Nación en el nuevo universalismo de la modernidad.

La modernidad, por el contrario, nos exige reconocernos en nuestra identidad, a conmovernos como parte de un continente que quiere construir su propia historia y no comprarla hecha.

La democracia argentina debe ser el marco para el desarrollo de nuestra singularidad, el perfil de un país que no se diluya en los planos que trazan los poderes internacionales. Somos, aunque cueste reconocerlo, parte de los pueblos que todavía pugnan por ser escuchados. Integramos una geografía subalterna que no quiere ser condenada a configurar eternamente los arrabales de una nueva civilización.

El sustento de la democracia debe ser la Unidad Nacional, no como una forma de negar el pluralismo, sino como aptitud de sabernos transitando fines compartidos. Unidad de los sectores nacionales y populares, de las fuerzas sociales, de las organizaciones intermedias que puedan concertar un proyecto, que respetando la diversidad de tendencias y orientaciones coinciden en un objetivo común.

Por eso es necesario pensar la democracia desde una perspectiva distinta a la tradicional. Enraizar su problemática en la dimensión histórica nacional y latinoamericana, “nacionalizar” los términos de su discusión y desarrollo, fortaleciendo los vínculos con las aspiraciones de los sectores populares.

Consideramos inseparables los problemas de la democracia, la justicia, el crecimiento y la autonomía. Y hoy observamos que estas múltiples implicaciones están presentes en el discurso y en las intenciones pero que siempre se relegan a la hora de las realizaciones.

Sin esos contenidos, la democracia corre riesgo de ser una flor exótica y breve, una atmósfera artificial, en la cual las cúpulas regulan sus conflictos y sucesivas apropiaciones de los bienes sociales.

La democracia no es solamente un sistema de reglas, medios y condiciones que regulan la intervención de los distintos protagonistas en el proceso de toma de decisiones. En esta definición, en la cual coinciden los teóricos del “alfonsinismo”, puede revelarse el intento de establecer una analogía entre el funcionamiento de la democracia y del mercado, tan grata a la ideología liberal.

El ejercicio de las libertades tiene su correlato en la disposición y en la distribución del poder, de manera que, si tal distribución no existe, o existe en medida limitada, la libertad real es una ficción o su magnitud es muy reducida.

Una democracia administradora de la injusticia e indiferente a los reclamos populares, también lesiona el tema de las garantías y la libertad. El crecimiento y la justicia no corresponden a otro plano del sistema, sino que son parte de una única e inescindible dimensión democrática.

La realidad no puede ser parcelada, ni los tiempos pueden recortar y dividir los momentos políticos de los económicos y sociales (de lo que se trata es de la disposición del poder y los sentidos del proyecto que se ponen a prueba en el comienzo del camino).

El gobierno ya ha desnudado sus insuficiencias, su visión unidimensional, su práctica neutralista y arbitral, su incapacidad para reconstruir una Argentina con trabajo, justicia y bienestar.

El desafío de la Renovación Peronista

Frente a esta opción, sólo el peronismo puede diseñar una política nacional, popular, democrática y transformadora. Nuestra tradición concertadora y frentista, el reconocimiento al protagonismo social, la vocación productiva, la convicción distribucionista y el compromiso de independencia que siempre hemos asumido, conforman las notas de un proyecto alternativo, creíble y viable.

La renovación es un momento de nuestro desarrollo movimientista, un tiempo de cambios, de rupturas, de fidelidades creativas y de heterodoxias audaces. Renovar el peronismo es también, reencauzarlo en su senda, recuperar su insolencia, no claudicar frente a los poderosos, volver a sensibilizarnos en el amor a los humildes.

No auspiciamos la alegría deportiva de ganarle al adversario radical. Alimentamos forjar una nueva mística del cambio, trascendiendo el realismo esquemático y el posibilismo alfonsinista. Esto requiere abandonar sectarismo, abrirnos a las nuevas expectativas, ganar voluntades para continuar la tarea de la liberación.

No convalidamos tirar al trasto de los objetos en desuso palabras e imágenes caras a nuestra tradición. Resignifiquemos las palabras, actualicemos sus contenidos, seamos programáticos, pero creamos, sigamos creyendo que es posible reencontrarnos con la esperanza perdida.

Una cosa es pensar que hay palabras y consignas desvalorizadas que no operan como señales convocantes y otra es sentir que hemos llegado al fin de una vocación. Que todo fue un malentendido, como nos quieren hacer creer los que se sienten fundadores de un paraíso de mediocridad. En esta interpretación dejamos de “ser”, mutilan nuestra militancia, aniquilan los últimos vestigios de un sueño.

No seamos los hijos bobos de la pedagogía radical, buenos lectores de textos ajenos, discípulos conformistas de la política como arte de comité.

El pueblo peronista ya se expidió. Quiere un Movimiento y un partido renovado y fuerte. Para ello, nos comprometemos a no iniciar una lucha despiadada por los espacios de poder. Los hombres y las candidaturas deben ser la coronación de un proyecto, una voluntad y una conducta.

Un estilo diferente en la construcción de las representatividades y en la toma de decisiones. Ser esclavos de la voluntad popular, no torciendo en componendas oscuras lo que los compañeros expresan a la hora de la decisión.

La renovación peronista debe ser transparencia en los procedimientos, propuesta explícita y consensual, terminando con la política de las trastiendas y demostrando la capacidad para instalar la política allá donde el pueblo pueda enriquecerla con su participación y creatividad.

Hemos combatido las prácticas autoritarias, las visiones deformantes y a los dirigentes mediocres. Ahora es el momento de terminar con la confusión ideológico-programática, discutiendo de cara al país y con el pueblo, las propuestas que nos permitirán volver al poder.

No intentamos luchar contra el aparato “conservador” para oponerle el aparatismo renovador. Volver al poder requiere volver al pueblo. Un partido que sea fiel intérprete de sus aspiraciones y necesidades. Una nueva práctica de la humildad que sea la antesala de un nuevo humanismo, sustento de una sociedad que contenga nuestros anhelos de vida.

La renovación peronista debe ser proyecto transformador, métodos incuestionables y hombres que encaren con credibilidad y decisión las nuevas tareas del movimiento popular. Levantemos frente a la ideología de la resignación y el posibilismo, la ideología de la autonomía estratégica de la Nación, una voluntad de cambio y un compromiso con la justicia social. Este es el desafío y no lo defraudaremos.

 

Congreso Nacional de la Renovación Peronista del 22 y 23 de marzo de 1986

Este evento clave en la organización nacional de la Renovación Peronista requirió una importante organización previa desde lo logístico y, obviamente, desde lo político. Se desarrolló en Parque Norte. Dan una idea de su magnitud los materiales encargados a un imprentero, Lucio Pellicer: 2.000 copias de la declaración del 21 de diciembre, 1.800 fichas para anotar los datos de las y los participantes, 600 poderes, 1.000 sobres, 1.500 credenciales, 1.200 diplomas, 1.000 carpetas y 1.800 cartas de invitación.

Se requirió de cada distrito, con las complejidades de cada caso y las dificultades de la época del año, los listados de aquellos compañeros y compañeras que debían ser invitados a participar. Los contactos para la obtención de las listas distritales para cursar las invitaciones fueron, entre otros: Tierra del Fuego: Esteban Chiquito Martínez, Intendente de Río Grande, presidente del PJ; Carlos Martín Torres, diputado nacional; Santa Cruz: Arturo Puricelli, Gobernador; Edgardo Murguía, senador nacional; Juan Carlos Ghiano, exdiputado nacional; Chubut: Guido Freites, presidente del PJ; César Mc Carthy, diputado nacional; La Pampa: Carlos Aragonés, presidente del PJ; Miguel Serralta, diputado nacional; Mendoza: Juan Carlos Mazzón, presidente del PJ; Clemente Montaña, diputado provincial; Santa Fe: Raúl Carignano, presidente del PJ y diputado nacional; Luis Rubeo, diputado nacional; Capital Federal: Carlos Grosso, presidente del PJ y diputado nacional; Eduardo Vaca, diputado nacional; La Rioja: Carlos Saúl Menem, presidente del PJ y gobernador; Arturo Grimaux, diputado nacional; Entre Ríos: Carlos Vairetti, presidente del PJ y diputado nacional; Héctor Maya, diputado nacional; José Carlos Conde Ramos; Misiones: Julio Humada, presidente del PJ; Miguel Alterach, diputado nacional; San Juan: Hugi Giuliani, presidente del PJ; César Gioja, vicepresidente del PJ; Neuquén: Oscar Massei, presidente del PJ y diputado nacional; Jorge Rachid, vicepresidente del PJ; Córdoba: José Manuel De la Sota, diputado nacional; Río Negro: Remo Constanzo; Buenos Aires: Antonio Cafiero, diputado nacional; Corrientes: Francisco Guarrochena y Enrique Vassel; Formosa: Oscar Luján Fappiano, diputado nacional; Marta Alicia Cozameh, congresal nacional; Santiago del Estero: Juan Rodrigo, presidente del PJ y diputado nacional; Tucumán: Olijela del Valle Rivas, senadora nacional; Federico Austerlitz, diputado nacional; Salta: Francisco Villada, senador nacional; Luis Giacosa, diputado nacional; Jujuy: Ricardo De Aparici (h), diputado provincial; Rudy Bandi, ministro provincial; Chaco: Adolfo Torresagasti, diputado nacional; Atilio Velázquez, diputado provincial; San Luis: Oraldo Britos, senador nacional; Catamarca: Rodolfo Morán, vicegobernador.

Recuerdo un breve altercado inicial que generó José Luis Chupete Manzano, cuando quiso poner coto al volumen de la participación de las y los profesionales y técnicos del CEPARJ cafierista, aduciendo “ustedes deben revalidar personería”. Los pausados modales de Oscar Balestieri, enorme y manso, se transformaron en unos brazos que se abalanzaban sobre el cuello del impugnador, al grito de “¿y a vos quién carajo te revalidó los títulos?”.

 

La plataforma electoral 1987

En abril del 86, Jorge Remes presentó una propuesta novedosa como guía para redactar la plataforma. Era no sólo muy capaz, sino extremadamente didáctico en sus intervenciones y en el desarrollo de sus ideas, y lideraba gran parte del grupo de compañeros del CEPARJ La Plata, muy conocedores del entramado de la burocracia de la gobernación. Tal vez desde su concepción –lo expresaba– prefería el trabajo en grupos técnicos más pequeños. Un día me dijo que lo ideal sería que Cafiero conformase o contratase un equipo de siete u ocho –similares a su perfil– para que redactasen la plataforma. A continuación, trascribo algunos de los principales ejes sobre los que –según su opinión– debía basarse la plataforma.

La plataforma debe identificar los temas más importantes y tener en cuenta cuáles son los instrumentos de política de que efectivamente la Provincia dispone. No debe ser demasiado extensa; debería llegar a ser leída. Debe incorporar sólo aquello que efectivamente podremos realizar en el contexto de un excelente gobierno. Debemos ganar credibilidad. Cada tema incorporado debe tener un diagnóstico muy suscinto (que llegado el caso podría eliminarse), un párrafo sobre los aspectos doctrinarios y el grueso dedicarlo a las acciones concretas más importantes que sean factibles de implementar rápidamente. Debería ser poco declarativa y más ejecutiva y concreta. Recordar los instrumentos que tiene la Provincia y que cualquier innovación requiere negociar con el nivel nacional o bien en la Legislatura Provincial donde somos minoría; por ello hay que pensar en acciones inmediatas que emanen del Ejecutivo. Internamente, cada tema de la plataforma debería dar lugar a la existencia de un responsable para que la profundice y haga las propuestas correspondientes. El desarrollo siguiente respeta órdenes de importancia.

Calidad de vida y distribución del ingreso. En este campo es donde se encuentra el principal arsenal de la política provincial: Salud y IOMA; Educación; Vivienda; Infancia y familia; Agua y cloacas (Dosba); Sistemas previsionales; Seguridad (Policía).

Los grandes emprendimientos. Deben dar la personalidad “física” del gobierno. Así como Mercante se caracterizó por la construcción de hospitales y escuelas y Alende representa los caminos, el gobierno peronista debe comenzar a dar solución a los siguientes problemas: Inundaciones (en las cuatro cuencas); Conurbano; Salado.

Transformación del Estado. Si no se emprenden acciones en este terreno, difícilmente pueda implementarse la política programada: Reforma administrativa; Estatuto del empleado público y escala salarial; Política y administración tributaria; Programación presupuestaria; Transformación de los mecanismos de control; Reformas en el Poder Judicial.

Relaciones con los Municipios. Debe propenderse a una mayor autonomía e identificar en cada uno de ellos cuáles son las obras y servicios más sentidos por las comunidades: Obras menores a realizar en cada Partido; Reforma de la Carta Orgánica Municipal; Análisis del sistema de coparticipación; Asistencia crediticia del Banco Provincia.

Infraestructura económica. La acción de la Provincia en este campo se concentra en sólo dos áreas, dado que las restantes dependen de la Nación, lo que exige una coordinación: Caminos (Vialidad); Energía eléctrica y gas (Deba).

Actividad económica. Es relativamente poco lo que se puede hacer en forma inmediata, dado que los principales incentivos dependen de la Nación; obviamente ello exige agudizar la creatividad e imaginación: Parques y promoción industrial; Apoyo técnico a las pequeñas y medianas empresas; Créditos del Banco Provincia.

Organismos de apoyo. Ha sido ubicado en último lugar sólo por forma, dado que es un aspecto que está presente en cada tema: Banco Provincia; Comisión de Investigaciones Científicas; Mercado Central.

En 1986, el CEPARJ inicia una serie de viajes al interior de la provincia, para poner en marcha los CEPARJ seccionales, y en algunos casos distritales. A la vez, fue una manera de conjugar la elaboración técnica y el contacto con la realidad de cada zona. Los viajes entre junio y diciembre fueron a: Punta Alta (Sección VI); Bahía Blanca (VI); 9 de Julio (IV); Bragado (IV); Necochea (V); Lomas de Zamora (III); Pergamino (II); Mar del Plata (V); San Isidro (I).

Adentrados en la campaña para la gobernación, Cafiero desembarcaba en un distrito acompañado por sus equipos. En algunos casos nos desparramábamos en reuniones sectoriales, en otros Cafiero encabezaba un evento general acompañado de una suerte de gabinete de gestión de gobierno. De gran parte de las preguntas se hacía cargo personalmente, pero de tanto en tanto se lo veía desbordado. Como en una reunión en San Fernando, cerca del Delta, cuando un empresario de la madera le espetó: “doctor Cafiero, ¿qué opina usted de la modificación en el aforo para importación de salicáceas?”. Recuerdo que se ajustó el nudo de la corbata y, mirando a Solá, dijo con voz nasal: “a ver, Felipe, contéstele al señor”.

Cafiero tenía unos compañeros veteranos amigos: Darío Alessandro, Eduardo Forteza y Adalualdo García. Este último, de apariencia parecida a Jauretche, pero algo más dulce, agrónomo –“hijo de peón de campo”, le gustaba agregar– que había sido presidente del INTA cuando Cafiero fue ministro de Economía y que supo huir a Uruguay por las islas en el 55, me dijo una vez, didáctico: “mirá, Diego, cuando te hagan alguna pregunta política complicada, vos corré el dial para lo técnico. Cuando te pregunten sobre alguna cuestión medio científica que te exceda, corré el dial para lo político”.

Hubo otro tipo de participación del CEPARJ en eventos y actividades diversas desde mayo de 1986, por ejemplo: Comisión de Educación en Seminario de CINCECYT, que definió la participación del peronismo en el Congreso Pedagógico; Comisión de Educación en reunión en la II Sección, en Capitán Sarmiento, sobre Congreso Pedagógico; Fascículo con Ejes del Programa de Gobierno del Frente Renovador, distribuido en el Plenario provincial en La Plata; Congreso de Trabajadores de la Cultura, organizado por la Comisión de Cultura y la Comisión de Educación, en Mar del Plata; Campeonato Evita de Fútbol Infantil, organizado por la Comisión de Deporte, Turismo y Recreación junto con la JP de Berisso; Bases para el Plan Trienal Justicialista, distribuido en el Plenario provincial en Parque Norte; Primer número de la Revista del CEPARJ, presentada en una cena con la presencia de Cafiero. Después se distribuyó a los congresales provinciales y presidentes de Distrito en el Congreso Provincial del PJ en La Plata, el 10 de enero de 1987, y luego otros 700 ejemplares a otros destinatarios. En tarea más interna, también se efectuaron seminarios referidos a Inundaciones, Traslado de la Capital, Sector Agropecuario y Estructura del Gobierno Provincial.

El resto de actividades comprendió: informes de responsables de comisiones al conjunto de coordinadores –Salud, Deporte, Educación, Minoridad y Familia, Banco Provincia y Presupuesto provincial; los viajes se reanudaron desde febrero de 1987 con Vivienda y varios viajes de la Comisión de Inundaciones a zonas afectadas, de las comisiones de Salud y de Minoridad y Familia a un seminario organizado por la JUP de La Plata; la apoyatura técnica a algunos proyectos de ley de legisladoras y legisladores renovadores o que éstos recibían; charlas ofrecidas por coordinadores y coordinadoras en distintos ámbitos; y contactos con organizaciones sociales relacionadas con temas específicos.

En todos estos casos se trató de no interferir en la situación interna de los distritos, antes y después de las internas del 16 de noviembre de 1986, con mayor o menor éxito. Al 28 de enero de 1987 quedaban pendientes viajes a 25 de Mayo, Luján, Campana, Chivilcoy, Vicente López, Navarro, San Martín y Lanús, entre otros.

A esa altura, el CEPARJ Central –considerando la sede de Suipacha 414 de CABA y el grupo del CEPARJ La Plata– coordinaba alrededor de 400 compañeros y compañeras, sin contar lo actuado por los CEPARJ del interior y del conurbano. Además, en función de la información partidaria recopilada en el CEPARJ, se pudo completar bastante acabadamente el “mapa partidario” bonaerense, reconociendo con aproximación la trama política sobre la que se debía desenvolver la tarea técnica.

 

Los reajustes en el CEPARJ después de la interna provincial

En una reunión de coordinadores del 19 de noviembre de 1986 se leyó una reseña de inquietudes de varios compañeros y compañeras, referidas a los tiempos por venir, superada la interna y vislumbrando la necesidad de un salto cualitativo en el accionar del CEPARJ. El detalle de tareas y ajustes fue el siguiente: discusión de coordinadores con Cafiero para saber la línea ideológica de cada tema importante; mudanza apropiada a sede Belgrano 926; lanzamiento de la revista; asado de camaradería entre miembros del CEPARJ; pautas de funcionamiento durante el trimestre de verano. También se analizaron ajustes en la estructura y la orgánica del CEPARJ, a saber: mayor discusión política interna; mayor democracia y participación interna; periodicidad de mandatos; incorporaciones y bajas en conducción y coordinadores; pautas más autónomas de las reuniones: comienzo al horario previsto, consideración de temas solicitados, lista de oradores que asegure intervención; mayor autonomía de los coordinadores y las coordinadoras; mayor contacto con Cafiero; procurar definición de Cafiero sobre nueva concepción de militancia que incorpore a profesionales, periodistas, deportistas, artistas, etcétera; mayor dedicación a los problemas de actualidad con pronunciamiento sobre ellos; evitar el aislamiento del CEPARJ con el resto del Frente; mayor conocimiento de temas entre áreas; mayor cohesión en la elaboración del Plan, activando la Comisión de Redacción; obtener manejo de recursos. Esta propuesta produjo una fuerte discusión. Por la forma de exponerla, por lo desusada o por lo indeseada, fue calificada luego como una suerte de confabulación.

Quitándole subjetividades no siempre compatibles con el debate político y para cuyo análisis cabría repasar las pautas que para el funcionamiento del CEPARJ había definido Cafiero el 2 de diciembre de 1985, la propuesta dio lugar a tres posiciones básicas: a) el contacto con Cafiero fue muy difícil hasta ese momento, y de ahí en más sería peor; por lo que debíamos hablar con su staff político, y si no lo tuviera, definir los temas por nosotros mismos; b) el contacto con Cafiero era factible y era necesario tener encuentros donde cada comisión dispusiera de 15 a 20 minutos de charla directa para definir ejes y perfiles ideológicos; c) el contacto con Cafiero debe postergarse hasta que las líneas fundamentales de cada tema sean analizadas en reunión de la conducción del CEPARJ con las y los coordinadores, lo contrario sería ser anárquicos.

El 26 de noviembre de 1986, la conducción del CEPARJ planteó una nueva etapa de su accionar: realizar reuniones específicas para coordinadores en las que se expondrían los temas de cada comisión.

También en enero de 1987, faltando ocho meses para las elecciones provinciales, se realizó el siguiente análisis. Fueron características de la etapa anterior a esa fecha: a) el esfuerzo para una convocatoria amplia de profesionales; b) la prevalencia manifiesta de los requerimientos de la acción político-partidaria por sobre los de la tarea programática; c) la consiguiente precariedad de recursos y de tiempos para conjugar ambas; d) una suerte de CEPARJ librado a desarrollarse con sus propios medios, lo que ofrece como balance cierta cristalización o acartonamiento de su estructura formal, bajo nivel de participación y discusión política, déficit acentuado de motivación personal y de despliegue de potencialidades individuales, y la coexistencia de un mosaico de actitudes nítidas, muchas veces neutralizándose entre sí: militantes con vocación política, aspirantes al poder tecnocrático, entornistas, descifradores del paño partidario, relegados que buscan su revalidación, corresponsables de la campaña global, postulantes a puestos o iniciados entusiastas; estas actitudes no estaban suficientemente amalgamadas por una conducción política globalizadora que las consustancie  ideológicamente y libere su energía; e) una serie de logros obtenidos, más ponderados desde fuera que desde el propio seno del CEPARJ; f) un remanente inercial de la tarea por desarrollar en los distritos.

Según ese mismo análisis, ¿cuáles debían ser las características de la segunda etapa? a) No hay certeza de que mejore la disponibilidad de recursos provenientes del Frente; b) una aceleración constante de los tiempos políticos; el tramo hasta la asunción del gobierno provincial sólo sería el prólogo de un nuevo repecho contra la presunta actitud radical de acotar y abreviar el ejercicio de un gobierno provincial justicialista que pudiera cimentar nuestro éxito en el 89; c) esta realidad se impondría a todos los ámbitos del Movimiento, con mayor y natural tendencia a los grupos técnicos, tradicionalmente morosos observadores de la cronología de la lucha electoral; d) esta precariedad de tiempo nos obligaba a pensar actitudes que, sin renegar de lo actuado, adoptara formas más conducentes en cuanto al accionar político y optimizara los valores personales de nuestros cuadros; e) se presumía firmemente un acercamiento importante con los compañeros de la fórmula para la gobernación y con el secretario de Planeamiento del PJ –Taraborelli– para definir conjuntamente puntos esenciales del discurso y del Plan.

La propuesta tentativa fue en ese momento: a) superar nuestros individualismos en el seno del CEPARJ, pero revalidando permanentemente nuestras convicciones de la manera más orgánica posible; b) persistir en la discusión y el cumplimiento de las pautas de Cafiero del 2 de diciembre de 1985, de las inquietudes planteadas el 19 de noviembre de 1986 y de aquellas actitudes que la realidad y nuestra intuición política nos indicaran; c) acoplar el funcionamiento del CEPARJ a los requerimientos de la conducción política y a las necesidades de la campaña, a través de un contacto más fluido y permanente por canales en ese momento existentes; d) habida cuenta de las limitaciones materiales, de la precariedad de los plazos, de las exigencias de la campaña y de nuestro no siempre demostrado criterio participativo y descentralizador, impulsaríamos como estrategia de elaboración programática lo siguiente: cerrar la propuesta de programa y su expresión como Plan Trienal que el CEPARJ Central (Suipacha o La Plata) fuera capaz de formular al 31 de marzo; enviar dicho trabajo, en la medida de lo posible, al padrón elaborado de referentes distritales, por lo general, una confluencia de cuadros más políticos o más técnicos; recibir hasta el 30 de abril objeciones, agregados e innovaciones; realizar con todos ellos un Congreso Programático el 8 de mayo, bien organizado en todos sus aspectos, y en el que cada Comisión trabajara seriamente, constituida sobre aquellos materiales específicamente; e) la suma de los despachos, compatibilización política y técnica mediante, configuraría en esencia el programa del peronismo; f) la dirigencia política contaría así con seis meses para difundir las ideas centrales y las metas regionales y sectoriales; g) los cuadros técnicos tendrían un plazo igual para desagregar y desarrollar en detalle las líneas  fundamentales, elaborar programas, costearlos y procurar los recursos; h) por otra parte, lo elaborado hasta el 31 de marzo por el CEPARJ Central podría brindar a la conducción política un enunciado programático del que extraer ideas o requerir cursos de acción; i) atender paralelamente los requerimientos de los distritos respecto del lanzamiento de sus propios centros y de sus necesidades y aportes locales.

 

Composición del CEPARJ por áreas hacia fines de la campaña del 87

En su mayoría eran participantes permanentes, y en algunos casos, más esporádicos o puntuales.

Coordinadores: Frigeri, Rodolfo Aníbal; Cafiero, Mario.

Cultura y Educación: Parentella, Irma; Gómez Sanjaume, Miguel; Galarreta, Argentino; Casanova, Marcela; Fucks, Luis; Oliva, Gustavo; Rosa, Antonio Omar; Salvino, Enrique V; Bacalini, Gerardo; Delpech, Hernán; Gianini, Juan Luis; Herrera, Diego; Muzio, Alicia; Tebes, Jorge; Asprella, Gabriel; Bracciare, Roberto; D’Amico, Roberto; Fiannacca, Jorge; Filmus, Daniel; García, Martín; Gomez Casal, Diana; Greco, Alcira Noemí; Marafioti, Roberto; Muzio, Enrique; Peri, Bartolomé; Salas, Elba; Seijo, Mario; Sutton, Hugo; Tagliabue, Nidia; Vaamonde, Irene; Veiras, Alberto.

Acción Cooperativa: Fazio, Carlos Alberto.

Agricultura, Ganadería y Pesca: Palau, Armando; Solá, Felipe; Acuña, Claudio; García, Adalualdo Ulises; Bordelois, Gastón; Fontela, Moisés; Tiranti, Eduardo; Avogadro, Marcelo; Campbell, Jorge; Villegas Vidal, César; Chividia, Jorge; Fiorentino, Raúl; Boverini, Adolfo; Bullrich, Juan; Canamasas, Benito; Chiaravalli, Juan Carlos; Delpech, Rafael; Francioni, Alberto; Griguoli, Eduardo; Huerga, Miguel; Llera, Héctor; Malis, Eduardo; Peña, Alicia; Peret, Ernesto; Puppi, Nora; Rojo, Roberto; Schiavi, Juan Pablo; Barg, Marcelo; Cassareto, Carlos; Fahey, Walter; Ferraris, Susana; Gamietea, Oscar; Lacau, Pedro; Majuan, Enrique; Pereyra, Humberto; Quintar, Aída; Schiariti, Miguel. Esta Comisión sufre algunos cambios a raíz de la muerte, el 11 de septiembre de 1986, de su referente, Armando Palau, y la preeminencia posterior de Felipe Solá. Meses antes me vino a ver Felipe y comenzó a explicarme temas y proyectos referidos al área, en especial la concepción de Comunidad Rural. Esto definía su visión de todo aquello que rodea a las explotaciones agropecuarias y que éstas dinamizan en los pueblos y zonas de influencia: el comercio, los transportes, la industria, las relaciones sociales, etcétera. Me quedó la sensación de que quería ser considerado como otro integrante fundamental de la conducción del área. De hecho, fue después protagonista principal en los viajes de campaña, donde pude apreciar en todo despliegue su capacidad de modificar tonos y discursos: podía mimetizarse con un sufrido colono de boina entre las manos, cuando íbamos a conversar a una cooperativa, o manejar un léxico más estirado cuando hablábamos con los de la Rural del pueblo. Se pueden observar algunas modificaciones del equipo cuando, el 14 de julio, se presenta un Programa para la Transformación Rural que incluye un diagnóstico de la situación del agro provincial, nuestra posición –haciendo eje en la Comunidad Rural–, los objetivos políticos que se planteaban y las políticas a ejecutar.

Comercio: Ameri, Heriberto D; Pons, Roberto Darío; Gomila, Teófilo; Rappoport, Luis; Basualdo, Marcelo Ernesto; Benassi, Juan; Herrera, Luis; Urthiague, Alberto.

Ciencia y Técnica e Informática: Amadeo, Eduardo Pablo; Callegari, Juan José; Gorostiaga, Luis; Conno, Juan Carlos; Fontan, Horacio; González, Américo; Liparelli, Alberto; Ragazzo, Ernesto A; Villar, Julio; Quinteros, José Ignacio; Traversa, Luis; Caviglione, Antonio; Salvatierra, Mario.

Desarrollo Regional: Kohan, Marcelo; Gerardi, Ricardo E; Gerber, Marcos.

Endeudamiento Externo: Chojo Ortiz, Ignacio; Domínguez, Jorge; García, Luis Eduardo.

Hacienda: Blarduni, José Alberto; Bugallo, Sergio G; Collazo, Jaime; Corti, Arístides Horacio; Borgonovo, Félix J; López, Guillermo; Macchi, Fernando; Mortola, Horacio; Savino, Luis María; Fernandez Echeverría, Oscar; Scotto, César; Klein, Gerardo; Longo, Alberto.

Industria: Maito, Miguel Ángel; Briozzo, Rodolfo V; Di Tella, Guido; Jauregui Lorda, Heriberto; Orfila, Osvaldo H; Ravizzini, Luis; Alba, Roberto; Martínez, Daniel; García, Beatriz; Marotta, Antonio; Uriburu, Juan Manuel.

Ingresos y Ocupación: Orsatti, Alvaro Luis, Tangelson, Oscar.

Macroeconomía: Remes, Jorge; Gambarotta, Héctor; Iniesta, Rafael; Leyba, Carlos.

Minería: Cerimedo, Eduardo.

Monetaria y Financiera: Mayoral, Alejandro Emilio; Vega, Manuel; Barry, Lisandro; Pignanelli, Aldo R; Blasco, Armando; Cafiero, José Antonio; Weisz-Wassing, Nicolás; Domínguez, Horacio; Peluffo, Diego.

Turismo: Stiegler, Graciela.

Defensa y Seguridad: Fleitas, Abel; Patiño Mayer, Hernán; D’Amico, Eduardo; Santa Cruz, Agustín.

Relaciones Exteriores: Lohle, Juan Pablo; Tettamanti, Leopoldo; Figuerola, Francisco; Girossi, Alfredo; Hernandez, Carlos.

Legal y Jurídico: Da Rocha, Joaquín Pedro; Masnatta, Héctor; Ameztoy, Carlos Aníbal; Argiz De Mortola, Graciela; Binstein, Gabriel; Caraballo, Gustavo; Gene, Gustavo Enrique; Garcia, Claudio M; Grandoli (H), Mariano; Rosenblum, Susana M; Sosa, Alfredo Alberto; Sozio (H), Torcuato A; Valentino, Alberto; Galimberti, Humberto; De Luca, Rubén M; Galimberti, Fernando; Siciliano, Alicia.

Municipalidades: D’Agostino, Antonio José; Caviglione, Ricardo; Giannettasio, Graciela; Taraborelli, Domingo; Ventorino, Orlando; Díaz, Raúl Danilo; Fernandez, Raúl; Mantjaras, Pedro; Vacas, Miguel.

Comunicaciones: Pellet Lastra, Arturo; Saccone, Arturo; Torres, Jorge Horacio.

Conurbano: Rubino, Oscar; Alexandre, Eduardo A.

Corporación de Empresas: Porolli, Jorge Horacio, Gamardo, Horacio.

Energía y Recursos Hídricos: Esmelian, Gregorio; Federico, Antonio; Pierro, Carlos; Romano, Juan B; Vilas Figallo, Osvaldo; Guadagni, Alieto; Mazaira, Guillermo; Ruggeri, Alberto; Traian, Eduardo; Albanese, Alejandro M; D’Ignazio, Carlos A; Barrio, Héctor; De Marco Naon, Mario; Herrero, Félix; Maltoni, Rubén.

Inundaciones: Marbec, Pablo; Picasso, Juan; Santa Cruz, Jorge; Guzman, Olga; Martinez, José María.

Obras Públicas: Ivanoff, Juan Esteban; Perez Pardo, Osvaldo; Mayor, Oscar Alberto; Menazzi, Osvaldo; Valiñas Suarez, Aurelio; Coluzzo, Raúl A; Hamlin, Guillermo; Casas, Roberto; Gayo, Ricardo; Koutoudjian, Adolfo; Matarazzo, Hugo José.

Vialidad y Transporte: Barbero, José Antonio; Barbieri, Carlos A; Chiappori, Luis Bernardo; Cuello, Roberto Alfredo; Martinez, Rodolfo Edgardo; Frediani, Fernando C; Postiglione, Roberto Daniel; Bertoti, Eduardo: Bulian, Guido; Ebrard, Leopoldo; Gallo, Jorge José; Laurito, Jorge; Moreno, Eduardo; Contesti, Guillermo; Fernandez, Néstor.

Vivienda: Balestieri, Oscar Guillermo; Merlo, Angel; Vespignani, Leonardo; Vidal, José; Arnedo, Elita; Bernich, Mario; Garcia, Lilian; Santos, Luis; Misson, Francisco; Peralta, Víctor; Dodero, Carlos; Fortuna, Sara.

Acción Social: Maronese, Leticia; Allaria, Susana; Almiron, Clara; Liendro, Luis José; Daleo, Graciela; Fernandino, Norberto; Parodi, Susana; Guardia, Alberto R; Carballeda, Alfredo; Contreras, Jorge; Fuentes, Fernando; Gabutti, Raúl; Gorbaran, Azucena; Mardones, Juan Carlos; Paez Yañez, Gloria; Piemonte, Daniel; Rodriguez, José; Sottele, Alberto; Viñas, Adolfo.

Comunicación Social: Cortes, Martín.

Previsión Social: Di Lorenzo, José Luis; Pisano, Alberto Obdulio; De Lorenzi, Rodolfo; Casavelos, Julio César; Hasink, Elba; Stefanelli, Carlos Jorge; Urriza, Jorge; Varela, Florencio; Zabaleta, Marta Julia; Aguilar, Juan; Cañuelo, Luis; Cousido, Luis Santiago; Esquivel, Luis G; Kette, Luis; Macari, Hugo; Rinforzi, Marita; Rodriguez Oneto, Sergio; Santonocito, Haydeé.

Salud: Ferrara, Floreal; Tagliafico, José Andrés; Heuman, Jorge; Villamagna, Alfredo L; Callegari, Ricardo; Echevarria, Luis María; Recalt, Eduardo; Saguier, Miguel; Auton, Omar; Barcia, Daniel; Di Carlo, Guillermo; Frontera, Juan Carlos; Maradey, José; Ambrune, Hugo; Diaz, Alicia; Escobar De Vilasalo, María Esther; Faganello, Eduardo; Lopez, Marta; Miguez, Hugo; Oviedo, Carlos; Plot, César; Porcel, Gustavo; Quiroga, María Inés; Riadigos, Noemí; Romero, Olga; Salgado, Jorge Omar; Schiavo, Luis; Silverio, Ana; Sisto, Luis María; Veragua, Oscar.

Sociología Electoral y Opinión Pública: Waisman, Víctor; Rubino, Mariel; Sette, Enrique; Cafiero, Ana Luisa; Godoy, Luis María; Valle, Marta; Bergel, Pablo; Campa, Alicia; Carballo, Yolanda; Migones, Alberto.

En tamaño conjunto hubo muchos cuadros valiosos. Y también quienes luego serían imputados con María Julia Alsogaray o declararían en la causa de la Mafia del Oro.

 

La generosidad de Alberto Reinaldo Pierri

El 12 de mayo de 1986, después de una gestión que me encomendaron con el escribano Fernando Raúl Mitjans, conocido de Cafiero a través de Boca Juniors, se firma un Contrato de Comodato entre AKITA SA, cuyo presidente era Alberto Reinaldo Pierri, y el Frente Renovador de la Provincia de Buenos Aires, por el cual AKITA cedía por dos años tres unidades del tercer piso de Suipacha 414, con la línea 392-7907. Entel había desconectado esa línea por una titularidad irregular que debíamos regularizar, así como dos nuevas líneas. También usamos oficinas en el 1°, 4° y 8°, que administraría el síndico de la fallida Financiera Carfina.

Una mera averiguación de acceso público, opinable y corregible, por cierto, permite corroborar la coherencia político empresaria de nuestro mecenas. Según Wikipedia, “Alberto Reinaldo Pierri (1948) es un empresario argentino, propietario de la empresa Telecentro SA y expolítico justicialista que presidió la Cámara de Diputados de la Nación Argentina por una década durante la presidencia de Carlos Menem (1989-1999). A mediados de la década de 1970 Pierri estaba al frente de la empresa Papelera San Justo que había sido fundada en la década anterior por su abuelo y tío, y que para aquella época tenía tres plantas en las localidades de San Justo, General Pacheco y la provincia de Tucumán. Pierri entra en la política en 1985 cuando le ofrece a Antonio Cafiero papel para las boletas y una sede en el centro de la ciudad de Buenos Aires para su centro de campaña. Como recompensa, Cafiero le otorgó el puesto 14 en la lista de diputados nacionales. Electo diputado ese año, Pierri comenzó a disputarle poder al caudillo matanzero Federico Russo, intendente de La Matanza entre 1983 y 1991. De hecho, desde 1985 Russo gobernó con el apoyo de Pierri. En las internas justicialistas por la presidencia entre Antonio Cafiero y Carlos Menem, Pierri optó por el segundo y desde aquel entonces fue un fiel aliado del expresidente. Pierri fue diputado nacional por cuatro períodos legislativos (1985-2001) y presidente de la cámara por diez años (1989-1999). Jefe de la agrupación justicialista Liga Federal y mano derecha del gobernador Eduardo Duhalde, juntos sancionaron la ley que modificó el Código Penal Argentino para sancionar la tenencia de estupefacientes para uso personal, en la primavera de 1989. Entre sus logros, Pierri logró que se creara en 1989 la Universidad Nacional de La Matanza y el Centro de Estudiantes. Al inicio de la década de 1990, Pierri comenzó a edificar su poderoso grupo multimedia; a la Papelera San Justo –que luego se llamaría Papelera Tucumán– Pierri le sumaría la radio zonal FM Nativa 101.7 –que luego sería Radio Energy 101.1–, el operador de cable Telecentro y la señal de noticias Canal 26. Vecino de la localidad de Banfield, Alberto ‘El Muñeco’ Pierri fue el ‘hombre fuerte’ del Partido de La Matanza desde 1991 y ‘gobernó’ el distrito a través del contador de sus empresas, el intendente Héctor Cozzi (1991-1999). (…) La relación de Pierri con Duhalde se rompe en 1999 cuando Pierri apoya la reelección de Menem en contra de las aspiraciones del gobernador. Con la destitución de Cozzi en 1999, Pierri pierde el poder que tenía en La Matanza. En 2003 Alberto Pierri lanzó su candidatura a gobernador de la Provincia de Buenos Aires –por el menemismo– con su partido Nuevo Buenos Aires y fue acompañado en la fórmula por Mirta Pérez, de la Comisión de Familiares de Víctimas de la Delincuencia.

 

Internas del PJ bonaerense para autoridades partidarias

En noviembre de 1986 se reune el Congreso Nacional del PJ en San Miguel de Tucumán para coordinar la regularización de los distritos a través de elecciones internas. La provincia de Buenos Aires las realiza el 16 de noviembre para elegir autoridades distritales y congresales nacionales. Federalismo y Liberación (Menem) obtuvo el 27%, contra el 64% del Frente Renovador Peronista de Cafiero.

El Consejo Provincial Partidario quedó integrado por: Cafiero, Antonio Francisco (San Isidro), Brunati, Luis Pedro (Paso del Rey, Moreno), Navarro, Roberto (Morón), Pombo, Carlos Alberto (Punta Chica, San Isidro), Ball Lima, Guillermo Alberto (Pergamino), Cotrina, Miguel Horacio (San Nicolás), Pierri, Alberto Reinaldo (San Justo, La Matanza), Azar, Oscar Antonio (Lincoln), Bracchi, Osvaldo Américo (Lincoln), Blanco, Jesús Abel (9 de Julio), Veramendi, Juan Carlos (Ranchos, General Paz), Di Caprio, Roque Carlos (Mar del Plata, General Pueyrredón), Macaya, Luis María (Tandil), Martinez, Eugenio (Bahía Blanca), Mendez, Eduardo Néstor (Pellegrini), Vargas, Ramiro Hernando (Azul), Echevarria, Luis María (Olavarría), Lestelle, Eugenio Alberto (Olavarría), Cano, Enrique Ricardo (La Plata), Guida, Oscar Alberto (La Plata), Lugones, Luis Enrique (La Plata).

 

Unidos y las chances de la Renovación Peronista

En abril de 1987 se publicó el número 14 de la revista Unidos. El título en tapa era “Renovación, ¿cuánto valés?”. Su director era Carlos Chacho Álvarez; secretarios de redacción: Arturo Armada y Mario Wainfeld; Consejo de redacción: Hugo Chumbita, Horacio González, Norberto Ivancich, Ernesto López, Roberto Marafioti, Vicente Palermo, Víctor Pesce, Felipe Solá; Editores: Darío P. Alessandro, Martín Aranovich, Alfredo Borestein; Gerente comercial: Claudio Rodríguez; Coordinador: Eduardo Hipólito Covarrubias.

En su artículo “La historia llama a la puerta”, “Chacho” Álvarez prologa: “La construcción de una mayoría distinta requiere plantearse como posalfonsinismo, definir la dialéctica partido-movimiento, revelar la relación con sindicalismo. Tareas necesarias si el partido (¿movimiento?) peronista aspira aún no ya a cuestionar los abusos del sistema sino a discutir eficazmente muchos de sus usos”. Y, tras varios enfoques, concluirá en la necesidad de “resignificar la virtualidad del peronismo”:

Cuando muchos sostienen que la cultura política del país viene mostrando notables evidencias de “peronización”, el peronismo parece ceder perezosamente a las recomendaciones políticas y doctrinarias del revival liberal.

El país debe más de 50.000 millones de dólares, lo que lo convierte en altamente vulnerable a las presiones externas, y el peronismo no discute el concepto de lo nacional, como instancia explicativa fundamental, desde la cual diseñar un modelo propio de crecimiento autocentrado y solidario. Desde esta matriz, nuestra particular forma de ver “el mundo”, lo nacional y lo social deben ser instancias irrenunciables de inteligibilidad de los fenómenos económicos, sociales y culturales.

El avance del liberalismo en nuestro país no se refleja en el crecimiento de las fuerzas políticas de derecha sino, paradójicamente, en la influencia decisiva de sus contenidos en los partidos mayoritarios. El peronismo parece abandonar, sin discutir, sus plazas fuertes en la lucha por las ideas, precisamente cuando la crisis de las identidades lo puede situar en su mejor momento conceptual. La renovación peronista puede jugar un papel decisivo en la reorganización de las fuerzas democráticas y populares si logra escaparle a la tentación destematizadora que la acecha.

El nacionalismo popular, el antiimperialismo y tercerismo, lo democrático y lo social, la convicción latinoamericanista, la determinación de soberanía nacional, soberanía popular y justicia social, constituyen las señas de identidad de un peronismo que no debe avergonzarse de sus presupuestos, sino que debe resignificarlos en un país y en un mundo que presencia un derrumbe ideológico sin precedentes. Por eso, desmontar de la “mitología triunfal” no significa ceder acríticamente a los tiempos grises del anonimato ideológico. La decadencia teórica del marxismo internacional y latinoamericano alivia las presiones que sufrió el peronismo por el flanco izquierdo. Basta para ello con ver la desgarrante situación interna de la izquierda democrática argentina. Desde el otro costado, el aggiornamiento radical nos interpela sobre nuestra identidad: o nos convertimos en un partido de base pragmática o desentrañamos la madeja de nuestra virtualidad. La reconstrucción del peronismo como movimiento democrático y partido de masas es lo que puede nuevamente instalar en el país el debate sobre la constitución de una nueva hegemonía nacional y popular.

En un universo carente de propuestas significativas, donde todo se debate entre la restauración conservadora y la palida estela rosa de la socialdemocracia, el nacionalismo popular latinoamericano es una de las identidades políticas a ser actualizadas. Al mismo tiempo que las limitaciones de los partidos para canalizar las energías sociales obliga a pensar nuevas formas de participación y movilización que le “devuelvan” a los pueblos su capacidad creadora.

En ambas alternativas, el peronismo posee algunas claves para afrontar estos desafíos. Porque el cambio y la reconstitución del universo de significados y valores operados en la sustitución de la vieja cultura poítica por otra congruente con las necesidades de una sociedad democrática, es ciertamente una condición necesaria, más no por ello suficiente para la construcción de una nación autónoma y justa. Para esto se requieren otras cosas, principalmente, una constelación de fuerzas y sujetos sociales articulados sobre el “viejo” núcleo de los intereses nacionales y populares, ahora incluidos en la perspectiva democrática.

Un Mario Wainfeld de lenguaje más cachafaz escribe “El tío Cafiero ¿gobernador?”, donde, tras relojear La Blanca y La Rosa, en léxico burrero, evalúa: Lo que parecía imposible uno o dos años atrás pasa a ser apuesta ventajosa: el peronismo “va ganando” las elecciones de 1987. Cafiero paga dos mangos. Casella dejó de ser favorito. Los radicales perciben que están perdiendo una mayoría que añoraron por años, que conquistaron muy rápidamente y que (con marcada frivolidad) creyeron haber cautivado para siempre. El miedo a perder elecciones (volver a una vieja, penosa costumbre) los irrita. Los hace redefinir la democracia: según ellos consiste en la eterna victoria de un solo partido. Acuden a astucias de corto vuelo. Descongelan a Armendáriz y le piden que empiece a gobernar. Desentierran prontuarios. Acaso “desenmascaren” algún figurón peronista divorciado o con una amante. Picardías menudas que pueden deteriorar a un candidato en Minnesota. En este duro Sur, la historia difícilmente los absuelva: lo que Cafiero pueda haber hecho cuando fué ministro es remoto e inocente para el votante de hoy, víctima recurrente de lo que hace u omite Sourrouille. El presente condena mucho más que el pasado…

El bipartidismo tiene sus reglas; serán duras para los radicales: cosecharán el voto castigo que estuvieron sembrando durante tres años. Su rival, un partido organizado, poderoso, con implantación política y sindical en todas las provincias, seguramente recogerá los frutos. La renovación hizo posible esa perspectiva de victoria en un par de años. No puede negársele preocupación electoral. La renovación sabe sumar.

 

Elecciones internas de candidatos para el 6 de septiembre: la proyección de Menem

El 26 de abril de 1987, en la competencia partidaria para la selección de los candidatos a legisladores provinciales e intendentes, el cafierismo volvió a ganar con el 75% de los votos. La fórmula Antonio Cafiero-Luis Macaya resultó la elegida para la gobernación. El día en que Cafiero optó en La Plata por Macaya para acompañarlo en esa fórmula, mientras Duhalde no disimulaba todo su malhumor, un sonriente Macaya relativizaba en su discurso las viejas tradicionales ramas del Movimiento: “Trabajadores somos todos, la mitad son mujeres, y todos fuimos jóvenes alguna vez”.

La anterior disputa entre Iglesias y Cafiero generó una nueva rivalidad con horizonte en 1989. Menem interviene en la batalla provincial, sacando ventaja de su ubicación en la Renovación y de los restos del herminismo. Su agrupación, Federalismo y Liberación, acordó con dirigentes ortodoxos la conformación de las listas de esa tendencia para competir con el cafierismo en dos oportunidades antes de la elección interna por la candidatura presidencial en 1988.

Con posterioridad a los comicios internos, que en la gran mayoría de los distritos diera el triunfo a los candidatos renovadores, en mayo de 1987 la Renovación Peronista realiza en La Falda el Primer Encuentro Nacional de Candidatos a Gobernadores, Diputados Nacionales y presidentes de Distrito. Allí plantea que, cumplido en su casi totalidad el objetivo de reorganización democrática del partido, la convocatoria efectuada no hizo distinción alguna entre adherentes o no a la corriente mayoritaria. Y que ha estado dirigida a todos los candidatos y a todos los presidentes de distrito sin distinciones, con el claro objetivo de ir reconstruyendo en la práctica la indispensable unidad del movimiento. Se aprueba el documento: “Es hora de cambiar, las palabras no alcanzan”, que sintetiza el pensamiento de la fuerza en materia política institucional, de defensa nacional y en la cuestión económico social.

En junio la Renovación Peronista realiza en Bariloche su Segundo Encuentro y se hace conocer el documento: “Consolidar la Democracia para consolidar el país”, que fija los grandes lineamientos de la propuesta política, reafirmando la identidad justicialista y su vocación transformadora.

Por último, se lleva a cabo un último Encuentro en Tucumán, el 9 de julio de 1987, en el aniversario de la declaración de la Independencia Económica, y se hace público el documento: “Pautas del Justicialismo para un Programa Económico alternativo”.

 

Los contenidos de la campaña

Alrededor de mayo de 1987, antes de inciarse una reunión de Cafiero con el equipo de campaña, un “Chacho” abstraído pasaba las hojas del diario sobre la mesa de reunión, cuando fue interpelado por Daniel Castruccio quien, con un tono medio provocador, le requirió: “A ver, Chacho, ¿nosotros tenemos tres ideas fuerza?”. Álvarez levantó la cabeza y bastante serio le contestó: “Continuidad Institucional, Cultura del Trabajo y Justicia Social”, y volvió a enfrascarse en la lectura. Esas expresiones sonaron como las tantas maneras en que hemos definido, en cada época, nuestras queridas banderas: Soberanía Política, Independencia Económica y Justicia Social, que en esa ocasión Chacho describió en un material que se distribuiría en los distritos.

El 8 de octubre de 1986, la Comisión de Campaña del Frente Renovador Peronista había distribuido un material para coordinar las acciones en todos los distritos, tratando de uniformar discurso, materiales y eventos. En un brevísimo punteo de sus partes, se consignan algunos de sus elementos.

La campaña electoral refleja y representa una política, un candidato, un programa determinado, durante un espacio y tiempo determinado.  Ninguna campaña publicitaria puede reemplazar la voluntad de los militantes.

Las diferentes etapas de una campaña: primero: hay que promover la mística en los militantes; segundo: hay que organizar la participación de todos los peronistas; por último: hay que convencer a aquellos que nos han abandonado, a los jóvenes que votan por primera vez y a los disconformes con el gobierno radical.

La elaboracion del mensaje. No debe decir, ni tener, ni mostrar: Sobrepromesas de poder, Identificarse con lo negativo, Una visión escéptica del futuro, Un optimismo triunfalista sin fundamentos, Debilidades propias para que las utilice el adversario. Se deben dar respuestas indirectas al mensaje del adversario (no reconocerle públicamente posibilidades)

Las consignas. Las palabras valen por quién las dice y por la fuerza con que se dicen. La uniformidad de imagen y mensaje: todos los materiales deben mostrar la misma imagen con los mismos colores. Los actos públicos. Un acto bien programado multiplica las adhesiones; un acto mal programado resta adhesiones. Un acto es una campaña pequeña.

La planificacion de la campaña. Cuanto mayor sea el grado de planificación de una campaña y de uniformidad de imagen y mensaje, mayor será su grado de efectividad. La propaganda más efectiva es la conversación personal. Un afiche es un telegrama dirigido al ojo del elector.

En Capital, con los datos obtenidos tras los comicios internos, los distritos provinciales eran ranqueados por la diferencia que habían obtenido sobre el adversario –podía ser Iglesias, luego Menem. Hubo un partido de la cuenca del Salado que sorprendió por la marcada diferencia porcentual, pregonándose el mérito del candidato cafierista. Tiempo después, la visita de un conocedor de la realidad del lugar supo aclarar que una compañera nuestra, ennoviada con un veterano caudillo de otra fuerza política, obtuvo un vuelco de voluntades de votantes de ese padrón en apoyo al renovador triunfante. Laboratorio y terreno, diríamos.

El Comando Electoral funcionó en la sede Capital del PJ bonaerense, en Belgrano 926. Desde muchos días antes, una empresa informática había montado un Centro de Cómputos en el primer piso, con un despliegue tecnológico que semejaba la NASA. Aparentemente, con la intención posterior de ser proveedor destacado de la gobernación de la provincia.

Finalmente, el Frente Justicialista de Participación obtuvo 46,5% de los votos y la UCR: 39,7% en la Provincia de Buenos Aires. Fueron elegidos diputados y diputadas nacionales: Roy, Irma (General Rodríguez); Lopez, José Remigio (José C Paz, General Sarmiento); Merino, Eubaldo (Villa Tesei, Morón); Alvarez, Carlos Raúl (Ituzaingó, Morón); Di Tella, Guido José (Navarro); Alessandro, Julio Darío (Martínez, San Isidro); Pepe, Lorenzo Antonio (Sáenz Peña, Tres de Febrero); Curto, Hugo Omar (Caseros, Tres de Febrero); Ball Lima, Guillermo Alberto (Pergamino); Díaz Bancalari, José María (San Nicolás); Alvarez Echagüe, Raúl Ángel (Adrogué, Almirante Brown); Castillo, José Luis (Avellaneda); Duhalde, Eduardo Alberto (Lomas De Zamora); Pampuro, José (Valentín Alsina, Lanús); Larraburu, Dámaso (Bahía Blanca); Budiño, Eduardo Horacio (La Plata); Luder, Ítalo Argentino; Brunati, Luis Pedro (Paso Del Rey, Moreno). Del espacio de Carlos Auyero también fueron electos diputados nacionales: Aramouni, Alberto y González, Eduardo Aquiles. La lista continuaba con los siguientes candidatos y candidatas no electos: Jorge Alberto Eneas Spilimbergo, Alberto Everardo Julio Cormillot, Franco Agustín Caviglia, Carlos Custer, Roberto Aníbal Cruz, Antonio Libonatti, Marcelo Kohan, Leticia Norma Maronese, Mario Francisco Mazzitelli, Pedro Pareja, Jorge Carlos Bergaz, Manuel Urriza, Claudio Alberto Moliterno, Nicanor Wildo Rox, Oscar Palmeiro, María Teresa García, César Daniel Cárdenas, Arturo Alejandro Stanic, Edgardo Juan Uribarri, Gilda Angélica Gilardenchi, Humberto Graciano De Lucía, Blanca Norys Landa, David Ramón Hoyos, Oscar Pedro García, Julio Joaquín Soiza, Osvaldo Carlos Lalane.

También fueron elegidos 16 senadores y senadoras provinciales: Degreef, Héctor Ramón (Merlo), Roman, Horacio Rafael (Villa Tesei, Morón), Galmarini, Fernando N (Beccar, San Isidro), Cossi, Alfredo Jerónimo (Baradero), Casco, Horacio Víctor (San Pedro), Labori, Ernesto Ángel (Zárate), Palladino, Dante Pedro (Berazategui), Giannettasio, Graciela María (Florencio Varela), Ayala, Cayo Sotero (Ezpeleta, Quilmes), Arcuri, Antonio Ernesto (Alejandro Korn, San Vicente), Barcelo, Damián (Carlos Tejedor), Di Caprio, Roque Carlos (Mar del Plata, General Pueyrredón), Guma, Julio Alfredo (Maipú), Provervio, Amalia Inés (Ingeniero White, Bahía Blanca), Rodriguez, Roberto José (Benito Juárez), Corvatta, Alejandro (Pigüé, Saavedra).

Y 29 diputados y diputadas provinciales: Bottini, Gustavo Ernesto (Ingeniero Maschwitz, Escobar), Maggiotti, Santiago Aníbal (Navarro), Rampoldi, Jorge Alberto (General Pacheco, Tigre), Sabatella, Daniel Ángel (Florida, Vicente López), Castruccio, Daniel Osvaldo (Vicente López), Maggi, Juan Alberto (Arrecifes, Bartolomé Mitre), Ruiz, Rodolfo Pedro (San Andrés de Giles), Talia, Osmar Héctor (Avellaneda), Blanco, Oscar Alberto (Monte Grande, Esteban Echeverría), Sobrero, Gustavo Rubén (Lobos), Mercuri, Osvaldo José (Lomas De Zamora), Hermida, Eliseo Enrique (Magdalena), Dellepiane, Carlos Francisco (Chivilcoy), Blas, Humberto Manuel (General Pinto), Gutiérrez, Luis Ángel (Los Toldos, General Viamonte), Diaz, Carlos Miguel (Juan B. Alberdi, Leandro N. Alem), Estevez, Abel (Trenque Lauquen), Cano, Julio César (Ayacucho), Fernandino, Norberto Aníbal (Chascomús), Garivoto, Juan Antonio (h) (Mar del Plata, General Pueyrredón), Mouilleron, Roberto Mario (Tandil), Tomaselli, Víctor Manuel (Bahía Blanca), Correa, Juan Carlos (González Chaves), Vargas, Ramiro Hernando (Azul), Laso, Isidoro Roberto (Bolívar), Saenz, Ricardo Alberto (25 de Mayo), Cano, Enrique Ricardo (La Plata), Guida, Oscar Alberto (La Plata), Cuervo, Héctor José (Segunda Sección, Partido Renovador).

En noviembre de 1987, Cafiero fue elegido presidente del Consejo Nacional del Partido Justicialista. Con los resultados obtenidos por la renovación peronista, se logró democratizar al partido, y por primera vez en la historia se permitió elegir candidatos a presidente y vicepresidente por el voto directo de los afiliados. Menem aceptó ser vicepresidente del Consejo, habiendo logrado ser habilitado para competir en las internas presidenciales.

 

Antonio Cafiero gobernador

El 11 de diciembre de 1987 Cafiero asume la gobernación. Un ayudamemoria parcial da idea de las y los integrantes de su equipo de gobierno inicial.

Secretario general: Ing. Mario A. Cafiero. Secretario privado: Oscar Peralta. Secretario privado: Esteban Montiel.

Subsecretario Técnico Administrativo: Dr. Fernando Rafael Galimberti. Director general de Administración: Cr. Carlos Enrique Muller. Director general del Personal de la Provincia: Oscar Héctor García.

Subsecretario de Prensa y Difusión: Lic. Renato Miari. Director general de Prensa: Osvaldo Roberto Pepe. Vocero del señor gobernador: Jorge Telerman.

Director de la Casa de la Provincia: Francisco M. Lohlé.

Subsecretario de Turismo: José Antonio Aloisi. Subsecretario de Organización y Control de Gestión: Cr. Rubén Mario De Luca. Subsecretario de Asuntos Legislativos: Dr. Alberto M. García Lema. Delegado Normalizador del Instituto Provincial de Empleo: Dr. Oscar Tangelson. Escribano general de Gobierno: Not. Antonio César Libonati. Asesor general de Gobierno: Dr. Abel M. Fleitas Ortiz de Rozas. Asesor Ejecutivo: Dr. Enrique Edgardo Bissio. Director General de la Asesoría: Dr. Osvaldo Felipe Pitrau.

Ministro de Gobierno: Luis Pedro Brunati. Asesores: Carlos Kunkel, Luis Eduardo Franganillo. Subsecretaria de Gobierno: Dra. María Elena Murguiondo. Director provincial del Conurbano Bonaerense: Fernando M. Suárez. Director general de Informática, Jurídico Legal y Entidades Profesionales: Ariel Horacio Delía. Director provincial del Registro de las Personas: Dr Raúl Guillermo Sequeiro. Subsecretario de Asuntos Municipales: Cr. Raúl A. Fernández. Director provincial de Promoción del Interior: Gilberto Oscar Alegre. Subsecretario de Justicia: Dr Hernán Gustavo Bernasconi. Director provincial de Personas Jurídicas: Dr. Gustavo Juan De Santis. Jefe del Servicio Penitenciario de la Provincia: insp. Gral. Juan Carlos Basallo. Subsecretario de Seguridad: Dr Orlando Caporal. Jefe de Policía: Crio. Gral. Alberto José Miranda.

Ministro de Economía: Lic. Rodolfo Aníbal Frigeri. Subsecretario de Hacienda: Lic. Jaime Rodolfo Collazo. Directora provincial de Rentas: Lic. Eva Cristina Rasetto. Directora provincial del Registro de la Propiedad: Esc. Néstor A Sarlo. Director provincial de Catastro Territorial: Agr. Horacio G. Barbieri. Director provincial del Servicio Procesamiento Electrónico de Datos: Ricardo Cipriano Arias. Director provincial de Lotería: Osvaldo Jorge Papaleo. Subsecretario de Industria y Comercio: Lic. Marcelo Kohan. Director provincial de Comercio Interior: Ing. Juan Carlos Pedraza. Director provincial de Comercio Exterior: Lic. Pablo Emilio Barone. Subsecretario de Finanzas: Lic. Sergio Gustavo Bugallo. Director provincial de Política Fiscal: Lic. José Alberto Sbattella. Director provincial de Presupuesto: Cr. Oscar Mario Chalde. Director provincial de Estudios Fiscales y Financieros: Lic. Jorge Emilio Sarghini. Subsecretario de Programación y Desarrollo: Lic. Héctor H Gambarotta. Director provincial de Estudios Económicos: Lic. Norberto Eduardo Crovetto. Directora provincial de Estadística: Lic. María Angélica Barrientos. Director provincial de Programación de la Inversión: Lic. Raúl Manuel Rodríguez Dacal.

Presidente del Banco Provincia de Buenos Aires: Lic. Eduardo Pablo Amadeo. Vicepresidente: Lic. Roberto Lisandro Barry. Director secretario: Lic. Alejandro Emilio Mayoral. Directores: Esc. Leopoldo Héctor Bernard, Lic. Miguel Saiegh, Lic. Aldo Rubén Pignanelli, Mario Augusto Raiteri, José M. Bottero, Ángel Omar Moreno. Con el tiempo se generaría una confrontación fuerte, por el sesgo de la gestión, entre Amadeo y los compañeros Mayoral y Pignanelli. Una importante cantidad de funcionarios, que incluía a ministros, secretarios, subsecretarios y directores, elaboramos una nota a Cafiero denunciando la situación y solidarizándonos con Mayoral y Pignanelli. La misma fue dejada en la Secretaría Privada por Leticia Maronese, cercana al área. La reacción del gobernador fue inmediata y concluyente: el alejamiento de Leticia y una definición hacia los firmantes: que se vayan todos. El sanguíneo reflejo se atenuaría luego y se recompondrían situaciones.

Ministro de Obras y Servicios Públicos: Dr. Alieto Aldo Guadagni. Subsecretario Jefe de Gabinete: Daniel Basile. Subsecretario de Planeamiento y Control de Gestión: Lic. José Antonio Barbero. Subsecretario de Obras y Servicios Públicos: Ing. Carlos Osvaldo Pierro. Director provincial de Arquitectura: Arq. Carlos Adrián Pisoni. Presidente del Servicio Provincial de Agua Potable y Saneamiento Rural (SPAR): Ing. Raúl Gervasio Arias Saisi. Administrador General de la Dirección de la Energía Provincia de Buenos Aires (DEBA): Dr. Agustín Francisco Núñez. Director provincial del Transporte: Ing. Aníbal Agostinelli. Administrador general de la Dirección de Vialidad: Ing. Roberto Alfredo Cuello. Administrador general de Obras Sanitarias: Dr. Juan C. Stupenengo. Director provincial de Hidráulica: Ing. Juan C. Perelda. Subsecretario de Urbanismo y Vivienda: Arq. Oscar Guillermo Balestieri. Administrador general del Instituto de la Vivienda: Ing. Leonardo Vespignani. Directora general de Obras: Arq. Carmen Ángeles Arnedo.

Director general de Escuelas y Cultura: Dr. Antonio P. Salviolo. Subsecretaria de Educación: Lic. Irma Fidela Parentella. Subsecretario de Cultura: Antonio Hugo Caruso. Director Provincial de Infraestructura: Ing. Abel Claudio Fatala. Director de Educación Primaria: Prof. Gabriel Asprella. Director de Educación Media, Técnica y Agraria: Ing. Hugo José Matarazzo. Director de Educación Física: Prof. Juan Carlos Mardones. Director de Tribunales de Clasificación: Miguel A. Brignani. Director general del Teatro Argentino: Dr. José Melia.

Ministro de Salud: Dr. Floreal Antonio Ferrara. Subsecretario de Salud Pública: Dr. José Tagliafico. Director provincial de Atención Médica: Moisés Alberto Modad. Subsecretaria de Medicina Social: Dra. María Inés Pertino Vidal. Director provincial de Medicina Sanitaria: Dr. Mario Fernández Raone. Presidente del IOMA: Lic. Héctor Armando Domenicone. Director general de Administración del Ministerio de Salud: Dr. Atilio Armando Savino

Ministro de Asuntos Agrarios: Ing. Agr. Felipe Carlos Solá. Subsecretario de Asuntos Agrarios: Dr. Juan Carlos Chiaravalli. Director de Ganadería: Méd. Vet. Bernardo Gabriel Cané. Director de Recursos Naturales y Ecología: Dr. Avelino Rafael Castellanos. Subsecretario de Producción Agrícola y Forestal: Ing. Agr. Rafael Delpech. Director de Agricultura, Tecnología y Extensión: Oscar Contreras. Subsecretario de Pesca e Intereses Marítimos: Dr. Luis César Otero.

Ministro de Acción Social: Dr. Alberto Everardo Julio Cormillot. Subsecretario de Acción Social: Carlos Ernesto Hurst. Subsecretario del Menor, la Familia y la Tercera Edad: Lic. Leticia Norma Maronese. Subsecretario de Trabajo: Dr. Florencio Varela. Presidente del Instituto de Previsión Social: Dr. José Luis Di Lorenzo. Director provincial de Acción Social: Dr. Criscilio A. Arce. irector provincial de Deportes y Turismo Social: Marcos Randolfo Pastorini. Director provincial del Menor, la Familia y la Tercera Edad: Lic. Alberto Oscar Morlachetti.

[1] Debo la publicación de este texto a la insistencia de las y los editores de la revista Movimiento. Estas remembranzas ya las había circulado por email y recibí respuestas que quizás nos eximan por publicar estas páginas: “Qué cantidad de datos sobre hechos históricos del peronismo. Lees los nombres y te emociona. Fue titánica la lucha. Gracias por todo, de nuevo, un gran abrazo” (Juampi Cafiero). “Te paso el chisme del cariño y agradecimiento que generó” (Irma Parentella). “Hola Diego, ¡qué trabajo impecable! ¡Qué epopeya! ¡Un abrazo peronista de aquellos!” (Juan Picasso). “Querido compañero, muchas gracias por este valioso documento que es, para nosotrxs, lxs militantes, un espejo en el que queremos y necesitamos ver encarnadas nuestras convicciones más profundas y nuestro compromiso inalterable. Rememorar no es un gesto de nostalgia destemplada, sino un ejercicio de lucidez para reconstruir y forjar una democracia plena de justicia social que, como Antonio nos dijera una y otra vez, no se confunde ni coincide con una mera ‘revolución de las formas’” (Marita Perceval).

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