Patria sí, colonia no

A qué perder tu tiempo en el aymara,
cuando tu brújula cipaya te guiaba
a tu norte, al Río Bravo, a Lampedusa.
Es tu lógica virreinal, la que te azuza
–escoltado por lacayos lagrimeantes–
a plasmar en acuerdos humillantes
tus profundos sentires coloniales.
Pero ya pronto verás, ajeno al sur,
que de cuanto te jactes y pactares,
hoja al viento ha de ser en el albur
del postrer poder que se te evade.
Te llevarás las angustias inventadas
a próceres que soslaya tu conciencia,
y a tu deuda y tu corte de inservibles
–que el pasado en el futuro supusieran–
los habrá de vencer, como a otros fuera,
nuestro porfiado sueño de ser libres.
No comprendió tu alma devaluada
que nos cabe ser felices y podemos,
vete pues de rodillas con tus dueños,
ya avanzamos hacia la Patria liberada.

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