Las lecturas de Freire

El deseo de este texto es nombrar algunas de las lecturas realizadas por Paulo Freire, autores que citó para construir su pensar pedagógico y las lecturas que realizamos de su obra.

El deseo de este texto nace para celebrar los cien años del natalicio de Freire y problematizarlo. No se trata de repetir (a) Freire, sino de pensarlo. Pensar (a) Freire, ya que “se pueden conocer los textos, copiar exactamente las construcciones de pensamiento y, sin embargo, no comprender” (Jaspers, 1993: 20). Pensar a Paulo entre los textos y las texturas de las pedagogías del sur.

El deseo de este ensayo es convidarnos con dos de sus libros: La educación como práctica de la libertad y Pedagogía del Oprimido.

 

En el principio fue la palabra

En su primer libro, La educación como práctica de la libertad, podemos encontrar referencias a los existencialismos y al personalismo cristiano. Nos interesa nombrar a algunos de estos autores para poder mencionar las relaciones entre filosofías y pedagogías. En nuestro continente, la filosofía de la educación tiene nombre propio: pensamiento pedagógico latinoamericano.

Karl Jaspers estableció una distinción entre la historia y el origen de la filosofía. “El origen es múltiple. Del asombro sale la pregunta del conocimiento, de la duda acerca de lo conocido el examen crítico y la clara certeza, de la conmoción del hombre y de la conciencia de estar perdido la cuestión de sí propio” (Jaspers, 1962: 15). El asombro como motor del conocimiento, el asombro como pregunta, luego devenida en curiosidad. Un asombrarse griego que transmuta en duda cartesiana y más tarde en el interrogante de la propia existencia. Un saber que no sabe y por ello se pregunta, no por este u otro conocimiento, sino por el saber de las existencias. Un pensar infinito que no define, no encierra, no enclaustra, por ello elegimos las infiniciones antes que las definiciones.

Decir filosofías es nombrar mucho más que un “método de alfabetización”. Es pensar: ¿qué significan leer y escribir mientras lo estamos desplegando? Los despliegues de las lecturas, los pliegues en las escrituras. Escrituras profanas y sagradas.

Freire no queda encerrado en la duda y el “método cartesiano”. Por ello, reducirlo a un método es no pensarlo.

Jaspers nos convida a seguir: “En estos tiempos, que representan el corte más radical de la historia, tiempos de una disolución inaudita y de posibilidades solo oscuramente atisbadas, son sin duda válidos, pero no suficientes, los tres motivos expuestos hasta aquí. Estos motivos resultan subordinados a una condición, la de la comunicación entre los hombres” (Jaspers, 1962: 21).

La comunicación, el diálogo, las palabras. Estar siendo entre palabras. “Una comunicación que no se limite a ser de intelecto a intelecto, de espíritu a espíritu, sino que llegue a ser de existencia a existencia. (…) Todo trato con el prójimo es sólo preliminar, pero en el momento decisivo se exige mutuamente todo, se hacen preguntas radicales” (Jaspers, 1962: 22).

Freire distingue entre vivir y existir, y es allí donde retoma a Jaspers: trascender, discernir, dialogar –comunicar y participar– son exclusividades del existir. Ya podemos ir vislumbrando la importancia de la comunicación y el diálogo en el pedagogo brasileño. “El hombre existe –existere– en el tiempo. Está dentro. Está fuera. Hereda. Incorpora. Modifica. Porque no está preso en un tiempo reducido, en un hoy permanente que lo abruma. Emerge de él. Se moja en él. Se hace temporal” (Freire, 1973: 30).

Las existencias y los tiempos, los tiempos de las existencias. Pasados, presentes y futuros se conjuran y conjugan. Las historias no son lineales. Las historias se repliegan y despliegan. Nos gustaría entonces dibujar otras formas, otras formaciones, no las que están basadas en una línea de tiempo. ¿Y si inventamos árboles de tiempos? Raíces, ramas, frutos y flores. Las hojas del árbol, la hoja en la que estoy escribiendo. Hojas verdes, hojas secas. Viejas y nuevas hojas. Las savias y las sabias. Filosofías arbóreas, mitos de árboles y conocimientos.

Hacerse temporal, hacerse humano, hacerse tormenta. ¿Puede la historia experimentarse en un relampagueo? ¿Pueden iluminarse los sentidos en medio de la tempestad y la peste?

“La filosofía exige otro pensar, un pensar que en el saber me recuerda al mismo tiempo lo que hago despierto, lo que me trae hasta mí mismo, lo que me cambia” (Jaspers 1993: 21). Un pensar en movimiento, los movimientos del pensar. Un pensar original y originario. Pensar desde donde pisan nuestros pies, desear hasta las estrellas. “El pensar filosófico existe, sin embargo, siempre originariamente y debe realizarse en toda época bajo las nuevas condiciones” (Jaspers, 1953: 21).

Pensar desde el sur, tiempos y espacios. Los espacios de los tiempos, intervalos. Estamos hechos de tiempos y por eso necesitamos narrar(nos), memorias y desmemorias. Inventariar para inventar. Pensar a Freire es inventar a Freire.

Freire y Jaspers, Freire jaspeado: “Ch’ixi literalmente se refiere al gris jaspeado, formado a partir de infinidad de puntos blancos y negros que se unifican para la percepción pero permanecen puros, separados. Es un modo de pensar, de hablar y de percibir que se sustenta en lo múltiple y lo contradictorio, no como un estado transitorio que hay que superar (como en la dialéctica) sino como una fuerza explosiva y contenciosa, que potencia nuestra capacidad de pensamiento y acción (Rivera Cusicanqui, 2015: 295).

Freire como fuerza explosiva y contenciosa nos interpela a no repetir frases hechas, a deshacer las frases, a interrumpir la repetición para inventar nuevos conceptos. Crear como creencia y creación, pedagogías otras. Pensamientos pedagógicos.

 

De opresiones y colonialidades

Freire nunca dejó de pensar las existencias. En las primeras páginas de la Pedagogía del Oprimido asoma otro autor, Max Scheller, y su texto El puesto del hombre en el cosmos. “Una vez más los hombres, desafiados por la dramaticidad de la hora actual, se proponen a sí mismos como problema. Descubren que poco saben de sí, de su ‘puesto en el cosmos’ y se preocupan por saber más. Por lo demás, en el reconocimiento de su poco saber de sí radica una de las razones de esa búsqueda, instalándose en el trágico descubrimiento de su poco saber de sí hacen de sí mismos un problema. Indagan. Responden y sus respuestas los conducen a nuevas preguntas” (Freire, 1980: 37).

El saber por el puesto en el cosmos es el saber por los sentidos de la vida. ¿Cuál es mi puesto bajo la cruz del sur? ¿Existe un puesto o lo inventamos? Es un saber vital que nos impulsa a inventar sentidos con todos los sentidos, a crear logos vivos y vitales en lugar de necrológicas.

Unos años antes fue otro pedagogo, Saúl Taborda, quien había citado a su contemporáneo Scheller. “El hombre está en el mundo. Inmerso en las cosas que lo rodean, que lo envuelven, que lo traen y lo tienen, él se vuelve a las cosas y pregunta a las cosas. Experimenta. Experimenta el mundo porque el mundo tiene sentido. Pero, primeramente, ese sentido es oscuro y secreto. Por eso, cada vez más ávido de claridad, pregunta el hombre a las cosas. Múltiples son sus preguntas. Múltiples como las vivencias inmediatas con las que tantea su mundo. Pregunta también por él mismo, pues, en cierto momento, él llega a ser un problema cuyo sentido ha de descifrar” (Taborda, 2011: 252). Es que ambos pedagogos retoman estas ideas: “Cuando el hombre se ha colocado fuera de la naturaleza y ha hecho de ella su ‘objeto’ –y ello pertenece a la esencia del hombre y es el acto mismo de la humanificación– se vuelve en torno suyo estremeciéndose, por decirlo así, y pregunta: ¿dónde estoy yo mismo? ¿Cuál es mi puesto? (…) Descubre en esta mirada la posibilidad de la ‘nada absoluta’; y esto le impulsa a seguir preguntando: ¿Por qué hay un mundo? ¿Por qué y cómo existo yo?” (Scheler, 1938: 1).

Las preguntas por las existencias, las existencias de las preguntas. Tal vez estemos siendo entre preguntas, tal vez estemos siendo las preguntas. Las interrogaciones sobre las existencias y las opresiones. Los conceptos de opresión y liberación son parte de la narrativa bíblica. Es en el libro Éxodo donde aparecen. El imperio, las oprimidas y los oprimidos. Un concepto primordial que aparece es la vida abriéndose camino, no sólo en el líder y la salida de Egipto, sino también en un grupo de mujeres: las parteras que desobedecieron al faraón y dejaron con vida a los niños y las niñas. Parteras de un pueblo.

Esta narrativa en el caso de Freire se vincula con la Conferencia Episcopal Latinoamericana que actualiza las palabras del Concilio Vaticano II. Teología y pedagogía de la liberación. Las deliberaciones de las liberaciones.

Las opresiones son económicas, simbólicas, culturales, pedagógicas y de géneros. Las opresiones son también deshumanizaciones. Para Freire el problema de la humanización es de valores, axiológico. Podemos humanizarnos o deshumanizarnos. “Humanización y deshumanización dentro de la historia, en un contexto real, concreto, objetivo, son posibilidades de los hombres como seres inconclusos y conscientes de su inconclusión” (Freire, 1980: 38).

Nos convidamos a pensar en una doble dimensión las inconclusiones. Desde un punto de vista filosófico, estamos siendo un proyecto, una promesa que puede desplegarse y en términos pedagógicos es desde este saberse inconclusa o inconcluso que podemos aprender y curiosear.

Cuando Freire menciona la labor de los oprimidos: “Ahí radica la gran tarea humanista e histórica de los oprimidos: liberarse a sí mismos y liberar a los opresores” (Freire, 1980: 39). Nos recuerda así las palabras de un filósofo alemán, en este caso citado por el autor de Miedo a la Libertad: “De la relación del trabajo enajenado con la propiedad privada se desprende también que la emancipación de la sociedad de la propiedad privada, de la servidumbre, toma la forma política de la emancipación de los trabajadores; no en el sentido de que sólo se trate de la emancipación de estos, sino porque esta emancipación incluye toda la emancipación de la humanidad entera” (Fromm, 1990: 116).

La emancipación y la liberación como humanizaciones. Las manos y el trabajo, las manos y las creaciones. Las manos y las humanizaciones. Las humanidades no son sólo las ciencias. “La gran generosidad sólo se entiende en la lucha para que estas manos, sean de hombres o de pueblos, se extiendan cada vez menos en gestos de súplica. Súplica de humildes a poderosos. Y se vayan haciendo así cada vez más manos más humanas que trabajen y transformen el mundo. Esta enseñanza y este aprendizaje tiene que partir, sin embargo, de los ‘condenados de la tierra’, de los oprimidos, de los desharrapados del mundo y de los que con ellos se solidaricen. Luchando por la restauración de su humanidad estarán, sean hombres o pueblos, intentando la restauración de la verdadera generosidad” (Freire, 1980: 40).

Los condenados de la tierra y otra cita, esta vez al pensador Frantz Fanon, quien narra la presencia de Francia en Argelia. En el caso de nuestros sures, no se trata de un ejército de ocupación, sino de colonialidades que se expresan económicamente, culturalmente, simbólicamente, que requieren de una pedagogía, pues a simple vista aparecen como más difusas. “¿Quién mejor que los oprimidos se encontrará preparado para entender el significado terrible de una sociedad opresora? ¿Quién sentirá mejor que ellos los efectos de la opresión? ¿Quién más que ellos, para ir comprendiendo la necesidad de la liberación? Liberación a la que no accederán por casualidad, sino por la praxis de su búsqueda; por el conocimiento y reconocimiento de la necesidad de luchar por ella. Lucha que, por la finalidad que le darán los oprimidos, será un acto de amor, con el cual se opondrán al desamor contenido en la violencia de los opresores, incluso cuando ésta se revista de la falsa generosidad” (Freire, 1980: 40).

Freire piensa que el oprimido o la oprimida, al sentir la opresión, pueden comprender el problema en su totalidad. Resonancias textuales de la dialéctica del señor y del siervo de Hegel. “La verdad de la conciencia independiente es, por tanto, la conciencia servil. (…) Retornará como conciencia repelida sobre sí misma y se convertirá en verdadera independencia” (Hegel, 1992: 119). La dialéctica comienza por el señorío, pero esto no produce más que goce, su goce, en cambio, el siervo crea trabajo, crea cultura. Para “darse cuenta” de sus creaciones el siervo debe atravesar la angustia –existencial– y sublimarla en obras, ideas, conceptos, artefactos, poiesis y praxis. “No basta saberse en una relación dialéctica con el opresor –su contrario antagónico– descubriendo, por ejemplo, que sin ellas el opresor no existiría (Hegel) para estar de hecho liberados. Es preciso, enfaticemos, que se entreguen a la praxis liberadora” (Freire, 1980: 46).

Sabemos que fue Marx quien le dio otro sentido a esta dialéctica. Sin desconocer la importancia de la creación y el trabajo, los contextualizó en el modo de producción capitalista. “El dinero y la mercancía no son capital desde un primer momento, como tampoco lo son los medios de producción y de subsistencia. Requieren ser transformados en capital. Pero esta transformación misma sólo se puede operar bajo determinadas circunstancias coincidentes; es necesario que se enfrenten y entren en contacto dos clases muy diferentes de poseedores de mercancías; a un lado los propietarios de dinero, de medios de producción y de subsistencia, a quienes les toca valorizar, mediante la adquisición de fuerza de trabajo ajena, la suma de valor de la que se han apropiado; al otro lado trabajadores libres, vendedores de la fuerza de trabajo propia y por tanto vendedores de trabajo. Trabajadores libres en el doble sentido de que ni están incluidos directamente en los medios de producción –como sí están los esclavos, siervos de la gleba, etcétera– ni tampoco les pertenecen a ellos los medios de producción” (Marx, 2000: 892).

El siervo deviene proletariado en Marx y oprimido en Freire, y el señor (en) capitalista y opresor. “La pedagogía del oprimido, como pedagogía humanista y liberadora, tendrá, pues, dos momentos distintos, aunque interrelacionados. El primero, en el cual los oprimidos van desvelando el mundo de la opresión y se van comprometiendo, en la praxis, con su transformación y, el segundo, en que, una vez transformada la realidad opresora, esta pedagogía deja de ser del oprimido y pasa a ser la pedagogía de los hombres en el proceso de permanente liberación” (Freire, 1980: 53).

Develar y desvelar las opresiones desde las introyecciones del discurso del amo. “Los oprimidos, que introyectando la ‘sombra’ de los opresores siguen sus pautas, temen a la libertad, en la medida en que ésta, implicando la expulsión de la ‘sombra’, exigiría de ellos que ‘llenaran’ el vacío dejado por la ‘expulsión’, con ‘contenido’ diferente: el de su autonomía. El de su responsabilidad, sin la cual no serían libres. La libertad, que es una conquista y no una donación, exige una búsqueda permanente” (Freire, 1980: 43).

Las oprimidas y los oprimidos repiten el discurso del amo, incorporando sus gramáticas. Repetir es lo contrario de pensar y problematizar. Ya desde aquel texto de Kant ¿Qué es la Ilustración? y continuando con Heidegger ¿Qué significa pensar? encontramos la idea de animarse, atreverse a pensar por una misma o uno mismo. Pensar por una o uno, intentando no ser hablada o hablado, nos arroja a la pregunta: ¿quiénes estamos siendo? Es decir, una pregunta singular y plural. Una pregunta sobre nuestra singularidad y al mismo tiempo una pregunta sobre el nos-otros. Pensar, preguntarse, hacerse pregunta, volverse pregunta sin “miedo a la libertad”.

Estamos siendo una singularidad comunitaria que puede dialogar, conversar, crear con otras singularidades. ¿Qué sucede si esa singularidad no puede desplegarse en igualdades, libertades y dignidades? Entonces, el entramado vuelve a ser (el de) las opresiones, el de las pedagogías bancarias. Nos convidamos a pensar (a) Freire en su doble dimensión: denunciar las opresiones y anunciar la potencia de cada vida, de cada singularidad, de cada existencia.

Comenzamos este ensayo no sólo con ideas, sino también con deseos. Nos convidamos con lecturas filosóficas de Freire. Pensar (a) Freire es nombrar las relaciones entre eticidades y existencias, nombrar al mundo es nombrarnos. Las manos pueden dibujar mundos. “La mano designa, probablemente porque el hombre es un signo” (Heidegger, 2005: 24). Nos preguntamos entonces por las existencias y las relaciones textuales de las existencias.

 

Bibliografía

Freire P (1973): La educación como práctica de la libertad. Buenos Aires, Siglo XXI.

Freire P (1980): Pedagogía del oprimido. Madrid, Siglo XXI.

Fromm E (1990): Marx y su concepto del hombre. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica.

Hegel G (1992): Fenomenología del Espíritu. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica.

Heidegger M (2005): ¿Qué significa pensar? La Plata, Terramar.

Jaspers K (1962): La Filosofía. México, Fondo de Cultura Económica.

Jaspers K (1993): Filosofía de la existencia. Barcelona, Planeta-Agostini.

Marx C (2000): El capital. Madrid, Siglo XXI.

Rivera Cusicanqui S (2015): Sociología de la imagen. Buenos Aires, Tinta Limón.

Scheler M (1938): El puesto del hombre en el cosmos. Buenos Aires, Losada.

Taborda S (2011): Investigaciones Pedagógicas. Buenos Aires, UNIPE.

 

Carla Wainsztok es doctora, profesora de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA).

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