La educación secundaria en nuestro país y el problema del egreso

La escuela secundaria es en la Argentina un nivel de enseñanza recientemente obligatorio que representa una promesa, un desafío y una apuesta histórica –como en otros momentos fue la escolaridad primaria– que debe romper con el sello selectivo con el cual se conformó. Para quienes pretendemos seguir sosteniendo posiciones críticas y emancipatorias para afrontar las problemáticas del presente, resulta insoslayable colocar en el centro de la reflexión a la escuela secundaria obligatoria y atravesada por el paradigma de la ampliación de derechos y la inclusión educativa.

 

Contexto

A partir del 16 de marzo del 2020, ante la aparición en nuestro país de los primeros casos de COVID-19, se suspendieron las clases presenciales, al tiempo que se puso en marcha el Programa Nacional Seguimos Educando. De ese modo, la cuestión educativa cobró centralidad en el escenario abierto por la pandemia y ganaron peso las preocupaciones en torno a una dimensión transversal al sistema educativo: la desigualdad. La pandemia[1] y sus consecuencias de aislamiento social y virtualización de la educación generaron profundos cambios en la cotidianeidad de jóvenes y adolescentes. Aún estamos empezando a examinar, mapear y comprender las características, las lógicas y los efectos sociales, políticos y subjetivos de estos procesos.

Desde una perspectiva educativa integral, de carácter cultural, la escuela secundaria es entendida como una experiencia comunitaria identificada con la afirmación de todas las personas, y sus fines sociales son pensados en clave de formar para una ciudadanía inclusiva, para el trabajo y para seguir estudiando.

Nos preguntamos cómo se expresa el derecho a la educación en un nivel educativo como el secundario, que hasta hace muy poco tiempo tuvo su atravesamiento por distintas reformas que discutían cuáles eran los mejores dispositivos de selección, cuando hoy la obligatoriedad establece que el Estado debe generar y garantizar una educación secundaria para todas las personas. Este interrogante cobra especial sentido en un contexto en el cual la pandemia ha generado una multiplicidad de problemas que afectaron de forma diferencial a distintos sectores de la sociedad y que amenaza transformarse, en América Latina, en una crisis alimentaria, humanitaria y política (CEPAL-OPS, 2020).

 

Problema

En este campo problemático hemos seleccionado un conjunto de datos estadísticos con el propósito de desarrollar un análisis alrededor de las desigualdades que la educación secundaria expresa en relación con las tasas de egreso y de egreso a término del nivel secundario en Argentina. Se trata de datos publicados en el año 2020 –los últimos disponibles al momento de este trabajo– por la Secretaría de Evaluación e Información Educativa (SEIE) del Ministerio de Educación de la Nación, en un informe denominado Evaluación de la educación secundaria en Argentina 2019. La intensidad de este fenómeno es tal que no pocos titulares de la prensa gráfica –con sus matices en función de las distintas líneas editoriales– encabezaron sus titulares enfatizando la situación en torno a esta problemática.[2]

Partiendo de reconocer, con Terigi (2014), que las trayectorias escolares son los recorridos que realizan las y los estudiantes en el sistema escolar, analizados en su relación con la expectativa que supone el diseño de ese sistema, diremos que los datos estadísticos escogidos se producen en un punto de los recorridos escolares que tiene que ver con la finalización de la educación secundaria. Asimismo, siguiendo a Scasso (2018), conviene anotar que la información disponible no permite construir un diagnóstico de alcance nacional en torno al cumplimiento de la obligatoriedad educativa que resulte más actualizado del que brinda el Censo de Población del año 2010. Con todo, una hipótesis de Terigi (2008) indica que no se trata solo de problemas de avance escolar, sino que en el análisis de los datos se pone en cuestión la propuesta formativa del nivel secundario, al mismo tiempo que, como dijimos, aspiramos a extenderla a un mayor número de adolescentes y jóvenes.

 

Datos

Los datos en relación con el egreso permiten advertir con claridad tanto las desigualdades como lo poco eficiente de la matriz organizacional vigente. Su publicación durante el pasado año 2020 supone un buen momento para mirar lo hecho desde el campo de la investigación y retornar a la producción acumulada –que no es poca en el campo de la investigación educativa– y para poner a prueba conceptos y generar nuevos datos e ideas en los análisis.

El informe referido indica que la tasa de egreso del nivel secundario en Argentina para el año 2018 fue del 54,1%. Este es el porcentaje de estudiantes de una cohorte dada en el primer año del nivel que alcanzan y promueven el último año establecido para el mencionado nivel. En concreto, esto quiere decir que egresan más de la mitad de las y los estudiantes que inician su escolaridad secundaria –en base al Relevamiento Anual. La tasa de egreso a término fue de 29%: se refiere a la proporción de estudiantes que egresan sin repitencia –se trata de una probabilidad estimada al año 2018 de acuerdo a los valores de promoción y repitencia vigentes.

Como señala el informe, a pesar de la mejora de casi todos los indicadores de trayectoria en el agregado nacional –cobertura, promoción efectiva, abandono, graduación y estabilidad de la tasa de repitencia entre 2011 y 2018– la tasa de graduación en la secundaria común sigue siendo baja y mucho más baja aún la de egreso a término. Sin embargo, si analizamos el egreso en los años 2003, 2013 y 2016 notaremos que presenta porcentajes inferiores de 39,5%, 45,6% y 47,1%, respectivamente (Ministerio de Educación de la Nación, 2015; Dirección de Información y Estadística Educativa, 2019).

Es preciso señalar que para apreciar el fenómeno del egreso en secundaria se debe considerar no solo la educación común, sino también el egreso en los formatos de terminalidad o en la modalidad de jóvenes y adultos. Se trata de un indicador alternativo a la tasa de egreso que es el porcentaje de población de 18 a 24 años cuyo nivel educativo es secundario completo o más. En el año 2019, el 63% de la población entre 18 y 24 años había alcanzado a finalizar el secundario. La comparación con el año 2011 indica un incremento de cinco puntos porcentuales. De acuerdo a la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), las desigualdades sociales se expresan en que el 43% de las y los jóvenes de los hogares con menores ingresos finalizó el nivel secundario, dato que asciende al 91% en los hogares con mayores ingresos. Así, se evidencia que son severas las brechas socioeconómicas en el cumplimiento de la obligatoriedad de la secundaria y que éstas se han mantenido en el período 2011-2019 (INDEC, Encuesta Permanente de Hogares 2016 y 2017).

 

Reflexiones

Llegados a este punto, encontramos en las conclusiones de Scasso (2018) una síntesis de gran parte de los temas y problemas que analizamos: el escenario actual podría estar indicando que en nuestro país cuatro de cada diez jóvenes no logran finalizar la educación secundaria, ni en la oferta de educación común ni en los formatos alternativos. En términos sociales, Scasso sugiere que el análisis de cohortes de adolescentes y jóvenes que finalizan la educación secundaria –construido sobre las muestras de la EPH– estaría indicando que la expansión de las oportunidades educativas de las últimas dos décadas en formatos alternativos permitió la inclusión de jóvenes de distintos sectores sociales, pero que son los sectores medios y altos los que podrían haberse visto más beneficiados en lo que respecta al egreso del nivel secundario.

El análisis efectuado en torno al egreso arroja que, si en la educación común la mitad de las y los adolescentes y jóvenes no logra alcanzar las expectativas y condiciones que establece un nivel que pretende un alcance universal, y si solo algunos o algunas –que no siempre coinciden con las y los pertenecientes a los sectores más vulnerabilizados–[3] logran transitar algunas alternativas de baja escala, hay indicios o elementos claros de que el formato actualmente vigente necesita una reforma profunda.

Llegados a este punto, es preciso consignar que cualquier intento de reforma lleva a la pregunta por la viabilidad de las políticas en los escenarios de futuro. Escenarios en los que aspiramos a promocionar nuevas miradas y alternativas que avancen en lo que se denomina una genuina educación secundaria para todas y todos. Por esto, la dirección que se tome y podamos delinear para el campo educativo está, en principio, abierta a la extrema contingencia de las luchas sociales tendientes a garantizar el efectivo cumplimiento del derecho a la educación.

 

Referencias

Canciano E (2020): “(In)visibilización del abandono escolar en relación con los sectores medios”. En Derivas del “abandono escolar”. Tesis de Doctorado, Universidad Nacional de Entre Ríos.

CEPAL-OPS (2020): Salud y economía: una convergencia necesaria para enfrentar el COVID-19 y retomar la senda hacia el desarrollo sostenible en América Latina y el Caribe. Informe COVID-19. https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/45840/4/S2000462_es.pdf.

Dirección de Información y Estadística Educativa (2019): Informe Cuantitativo de Secundaria. Anexo de actualización Datos 2017. Buenos Aires, Ministerio de Educación de la Nación.

Scasso M (2018): “¿Cuántos jóvenes terminan la educación secundaria en la Argentina? Cómo monitorear las metas de universalización de la educación secundaria”. Propuesta Educativa, 49, junio.

Secretaría de Evaluación e Información Educativa (2020): Informe Evaluación de la educación secundaria en Argentina 2019. Buenos Aires, Ministerio de Educación de la Nación.

Terigi F (2008): “Los cambios en el formato de la escuela secundaria argentina: por qué son necesarios, por qué son tan difíciles”. Propuesta Educativa, 29, junio.

Terigi F (2014): “Trayectorias escolares e inclusión educativa: del enfoque individual al desafío para las políticas educativas”. En Avances y desafíos de la educación inclusiva en Iberoamérica. Madrid, OEI.

 

Matías Causa es docente, investigador y extensionista (UNLP).

[1] Hay quienes prefieren utilizar el término “sindemia” en vez de “pandemia”, justamente para hacer referencia a problemas sinérgicos que afectan la salud de una población en contextos sociales y económicos: la COVID-19 interactúa con enfermedades no transmisibles y lo hace en un contexto social y ambiental caracterizado por la desigualdad.

[2] Véanse tres ejemplos de distintas jurisdicciones: Página 12, Cadena 3 y Diario Norte.

[3] En un sentido opuesto, Canciano (2018) demostró que el abandono no se reduce a los sectores pobres, como suelen asumir con frecuencia las visiones predominantes sobre el tema.

 

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