Mejor ir al default, de acá a la China

Alivio inicial

Un par de días antes del 24 de marzo de este año el presidente Alberto Fernández le dijo al FMI que “en los próximos cinco años no les podemos pagar un peso”.[1] Para mí fue un alivio que el presidente tuviera tan clara la situación de emergencia argentina, o mejor dicho, de la mayoría de los argentinos. El presidente estaba poniendo sobre la mesa un pedido de cinco años de gracia en el pago de la deuda. Si bien se lo dijo al FMI, difícilmente pudiera pensarse que para los “acreedores privados” Argentina sí dispone de fondos. Los “acreedores externos” son las personas físicas y jurídicas que le dan su dinero a fondos internacionales que manejan billones de dólares y que se autodenominan “mercados” cuando defienden sus intereses.

Las declaraciones de AF fueron justo un par de días antes del aniversario del golpe que, en marzo de 1976, llevó a la última dictadura cívico militar al poder y en pocos años sentó las bases del primer ciclo fuerte de endeudamiento externo de argentina. Las palabras de AF no podían ser más oportunas: cortarles el chorro a los chorros de una vez por todas y anunciarlo cerca del aniversario de su fiesta más lucrativa y trascendente. Es poco casual que esas palabras de AF hayan sido parte de un diálogo con las autoridades del FMI, organismo internacional diseñado para ayudar en el saqueo de los fugadores de capitales y –sobre todo– para diseñar e imponer medidas económicas que limiten el desarrollo futuro del país saqueado.

Antes de avanzar, quiero dejar algo claro al lector que la deuda externa nunca ayudó a un país a desarrollarse: el objetivo central de la deuda externa es condicionar las decisiones políticas de los gobiernos, no facilitarlas ni financiar el desarrollo o bienestar de la población del país endeudado. El mecanismo perverso de endeudamiento incluye además que la deuda sea tomada por gobiernos que entregan la soberanía del país por poco y nada y que los condicionamientos queden sentados para limitar las decisiones de quienes lleguen a tratar arreglar el desastre que esos gobiernos suelen dejar.

 

Sorpresiva inconsistencia

Volviendo a las declaraciones de AF sobre los “cinco años de gracia”, unas semanas después del alivio apareció la sorpresa. La oferta de renegociación de deuda que presentó el gobierno argentino en el mes de abril me pareció excesivamente generosa. La generosidad va tan lejos que ofrece a los acreedores una quita muy inferior a la que sugerían las declaraciones del supuesto “nuevo” FMI. Ese organismo dijo, en un comunicado oficial de mediados de febrero de 2020,[2] que sería necesaria “una contribución apreciable de los acreedores privados” para que la deuda argentina volviera a ser pagable –“sostenible”, dirían ellos.

Es importante hablar claro de un tema que ha generado mucha confusión y ha sido parte clave de las operaciones de prensa. La quita que se plantea en la oferta del Gobierno no es del 62%, como gritan por los medios masivos economistas, opinadores y periodistas auspiciados por acreedores, o acreedores ellos mismos. Ese nivel de quita sería parecido a la que obtuvo Néstor Kirchner en su renegociación de deuda en 2005 y sería muy consistente con las declaraciones de AF, el FMI “bueno” y la situación de Argentina. Sin embargo, ese 62% es la quita respecto de los intereses solamente, ya que al capital de algunos bonos se les quita 0% y a otros solo el 5%. Además, la trampa con la quita de intereses está en cómo se calcula lo que se deja de pagar, o lo que los financistas llaman el “valor actual neto”. No voy a entrar aquí en detalles de fórmulas financieras o económicas, prefiero dejárselas a los aspirantes a ministro –con auspiciantes. Pero lo que tiene que saber quien escuche a la mayoría de los economistas mediáticos y sus repetidores, es que la quita en los intereses es mínima en relación con un interés razonable y pagable por un país como Argentina.

Estoy seguro, además, de que los generosos fondos de inversión que le prestaron miles de millones de dólares a Macri siempre supieron que los intereses comprometidos iban a ser difíciles de cobrar, por excesivos. Pero como siempre, hicieron sus apuestas, porque el sistema financiero mundial ha sido en las últimas décadas –más que nunca– un gran casino lleno de ludópatas que manejan billones de dólares cuyos dueños y origen de los fondos se pierde en la maraña de guaridas fiscales. Esos fondos, que se supone nos prestaron a los argentinos, en realidad financiaron la fuga de capitales de los conocidos y socios de Macri. Los mismos que detentan el poder económico y que ahora le piden ayuda al Estado para pagar sueldos, a ese mismo Estado que ayudaron a quebrar y a quien evitan por todos los medios pagarle impuestos y obligarlo a endeudarse a tasas usurarias.

 

Preocupación actual

Si el alivio de marzo dio paso a la sorpresa en abril, tenía que llegar mayo para que empezara la preocupación. Estoy escribiendo esta nota el viernes 22 de mayo, justo el día en que vencía la prórroga para pagar un vencimiento de 503 millones de dólares de intereses que venció hace un mes. Pasado este mes de margen, Argentina estaría entrando en “default” pleno, formal, técnico, blando o duro, según qué operador o mercenario mediático esté hablando del tema. Al mismo tiempo se ha anunciado una prórroga del plazo para negociar la propuesta del Gobierno y las contrapropuestas de los grandes acreedores: la nueva fecha es el 2 de junio. Los (des)informadores mediáticos tienen diez días más para hacer sus operaciones y confundir a la gente y amenazarla con el abismo del default.

Mi preocupación viene de que se empieza a notar que el Gobierno afloja y que se desdibujan las declaraciones del ministro Guzmán del 3 de mayo: “Argentina no puede pagarles más a los acreedores”.[3] Refuerza mi sensación la frase de AF de que “nadie quiere caer en default”.[4] Si se hace una declaración pública de ese nivel, en el marco de una negociación, se despeja el riesgo más grave que puede considerar el acreedor en el juego, y éste se afirma en su postura negociadora. Además, a mi entender, se da un mensaje claro a la población y al poder económico local y extranjero: “AF no está dispuesto ni desea patear el tablero”. Ya se habla de un entendimiento. Por ello se extienden las negociaciones diez días y las posiciones del gobierno y de los acreedores se supone que están más cercanas.

El no pago del vencimiento de 500 millones de dólares de hoy sería un “default blando”, ya que los acreedores aseguran que no iniciarán las acciones judiciales mientras sigan las negociaciones. Me pregunto entonces, ¿el ministro Guzmán, con toda su experiencia en negociación internacional, al armar la propuesta inicial dejó un margen para darles más a los acreedores y que eso sea sostenible y afrontable por una Argentina en graves problemas? ¿En los supuestos de las planillas donde calculaba cuánto podrá pagar argentina desde 2023, había margen para que la recuperación y el desarrollo se dieran pagando más de lo que se ofreció?

Los argentinos todavía no sabemos cuándo y cómo va a recuperar nuestro país lo perdido en esta cuarentena. Pero esa recuperación nos llevaría a estar como nos dejó Macri a fines de 2019: el fondo de un pozo resultado del experimento de votar a “empresarios” que se suponía iban a liquidar la inflación fácilmente y a recibir una lluvia de inversiones para regar brotes verdes de actividad, mientras la Argentina llegaba a una “pobreza cero”. Como si esto fuera poco, Argentina, pasado el COVID-19 y su cuarentena extendida, va a enfrentarse a un mundo que acaba de caer en una profunda crisis económico y financiera. Problema que se viene anunciando y postergando desde el crack de 2008 mediante la inyección de billonarias transferencias de dólares a los mismos que generaron las condiciones para esas crisis del 2008 y que casualmente son nuestros acreedores externos.

 

Default

Si los periodistas o economistas mercenarios que pululan por los medios estos días tuvieran que apelar a los recuerdos infantiles para manipular aún más las cabezas de la población, podrían acudir a una vieja frase de madres desalmadas: “si entramos en default viene el hombre de la bolsa”. Es lo único que falta como herramienta de distorsión de las consecuencias de un default de la “deuda externa de acreedores privados en dólares bajo ley de jurisdicción extranjera”, porque de eso estamos hablando en estos días, no del total de la deuda externa argentina. Mucho menos incluso se habla de la deuda que el Estado argentino tiene con los argentinos, los que viven acá y muestran la cara, no los que se disfrazan de empresas fantasma para poder tener título de acreedores externos privados –y anónimos. La única deuda prioritaria para un gobierno que respete su rol de representante de los argentinos es la que el Estado tiene con sus habitantes. El Gobierno de Macri claramente no tenía esa prioridad. Tengo la esperanza y señales que muestran que el Gobierno encabezado por AF sí la tiene, hasta ahora, y ojalá en el futuro.

Los manipuladores mediáticos podrían contestar que lo mejor para el pueblo argentino es honrar sus deudas y no caer en otro “vergonzoso” default. Dirán que si se llega al default las empresas argentinas no van a poder obtener crédito del exterior, que los “activos argentinos” en el mundo estarán sujetos a expropiación, que estaremos fuera de los mercados financieros por muchos años, que no llegarán inversiones extranjeras por muchos años y una sarta de mentiras, operaciones y amenazas. El hombre de la bolsa, que irónicamente compra nuestros bonos de deuda en las “bolsas de comercio”, casinos que desde hace décadas se desconectaron de quienes comercian o producen.

Si las amenazas de hecatombe por default fueran ciertas, ¿cómo explican que no hayan aparecido los beneficios de los países que van al paraíso de los “buenos pagadores” en la Argentina gobernada por Macri? Un presidente que dio paso al tercer ciclo de endeudamiento profundo de la Argentina y que les pagó a los buitres incluso más de lo que sentenció el difunto juez Griesa. Macri pagó todos los vencimientos de deuda en su mandato, tomó nuevas deudas a una velocidad inédita a nivel mundial y recibió el préstamo más grande otorgado por el FMI en toda su historia. ¿Cómo explican entonces los defensores de los mercados financieros que no apareciera en esos cuatro años la más mínima inversión externa productiva? ¿Y cómo justifican que la deuda tomada por Macri solo sirviera para permitirle sumar 90.000 millones de dólares de fuga a ese selecto grupo de argentinos que tienen 500.000 millones de dólares repartidos por las guaridas fiscales y centros financieros del mundo?

¿No será que la mayor preocupación de los dueños del poder económico y mediático de la Argentina es que alguna vez los acreedores externos les expropien sus fondos en el exterior, sabiendo que lo que ellos tienen allá es casi el doble que toda la deuda externa argentina? ¿O tal vez piensan que el presidente y la gente pueden tragarse que las empresas que se endeudan en el exterior cuando “el país se porta bien” son PyMEs que quieren invertir y generar trabajo, y no las mismas mega empresas “nacionales” y extranjeras que vienen a saquear los recursos y mercados locales? Empresas que además pagan el mínimo o ningún impuesto, gracias a las condiciones que pueden imponer para sus supuestas inversiones, a la ayuda del sistema de guaridas fiscales y a un ejército de asesores legales y contables.

Todos los países que se han desarrollado seriamente han tenido una clase política al frente que fue capaz de medir cuándo y cómo patear el tablero en algún momento. Es lo que, más académicamente, el profesor Marcelo Gullo llama en sus recomendables libros “Insubordinación fundante”.[5] Me parece que ponerse firme y no ceder a las presiones y amenazas de los “hombres de la bolsa” es la oportunidad para que AF muestre que está a la altura de ese desafío. Si esto implica defaultear, que así sea. La situación actual de la inmensa mayoría de los argentinos da margen al presidente para dejar claro cuáles son las prioridades y cómo respeta sus promesas de campaña y el mandato de la mayoría de los argentinos.

[1]Ver nota con las declaraciones de Alberto Fernández en este link: www.perfil.com/noticias/economia/alberto-fernandez-al-fmi-en-los-proximos-5-anos-no-les-podemos-pagar-un-peso.phtml.

[2] La declaración oficial del FMI, de mediados de febrero de 2020, respecto de la deuda argentina y su no sustentabilidad puede verse en este link: www.imf.org/es/News/Articles/2020/02/19/pr2057-argentina-imf-staff-statement-on-argentina.

[3] Ver nota con las declaraciones del ministro Guzmán sobre la oferta de renegociación como límite de la Argentina para pagar la deuda en el siguiente link: www.cronista.com/financialtimes/Columna-de-Martin-Guzman-en-Financial-Times-Argentina-no-puede-pagar-mas–20200503-0007.html.

[4] Las declaraciones de AF de que “nadie quiere caer en default” pueden verse en el siguiente link:

www.infobae.com/economia/2020/05/09/alberto-fernandez-nadie-quiere-caer-en-default/

[5] Ver las publicaciones y libros del Profesor Gullo en: www.marcelogullo.com/blog.

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