Los equipos técnicos y las políticas de Ciencia, Tecnología e Innovación

Se cumple el primer año de nuestra tarea como nuevo gobierno.[1] Hemos podido dejar atrás los duros años de macrismo, que fueron años de recortes y de ajustes. Incluyeron, además, la intervención partidaria que, lejos de amedrentarnos como se pretendía, hizo emerger la unidad de las compañeras y los compañeros. La tarea de conjunto, el trabajo entre nosotros y nosotras, y de la Comisión de Acción Política, generó el espacio de los equipos de la unidad para trabajar, para debatir, para discutir, en aquel momento con la idea de generar un marco de unidad del pensamiento, de cara a las elecciones. Pero después del resultado de octubre pudimos mantener y conservar el partido en movimiento y, en ese marco, referenciándonos como movimiento político y bajo la coordinación general de nuestro compañero Ginés González García, continuamos con nuestras comisiones de trabajo.

Varias y varios de nosotros tuvimos mayores responsabilidades institucionales y, sin embargo, invariablemente nos hicimos tiempo para seguir pensando, para debatir, para compartir y exponer las diferentes experiencias en situaciones que nadie preveía. Tuvimos que hacernos cargo de resolver el número enorme de problemas que el macrismo dejó, pero nadie imaginó que íbamos a tener que hacerlo administrando además las dificultades que nos impuso la pandemia.

Nuestro trabajo en comisiones, que reúne a compañeros y compañeras de distintas edades y de distintas generaciones, tiene carácter federal. Es un espacio interjurisdiccional, donde lo municipal, lo provincial y lo nacional convergen para generar reflexiones y resultados.

Es destacable la importancia que tuvo el documento que generamos en el marco de la campaña: no sólo fue una expresión de deseo, sino que también contuvo una serie de medidas y acciones concretas que a lo largo de este año se han puesto en marcha.

Tenemos claro que hoy pensar la soberanía y el desarrollo de la Argentina es hacerlo en clave de desarrollo científico y tecnológico. En este mundo tan complejo, ahora además atravesado por la pandemia, es indispensable que generemos, no sólo esquemas de conocimiento, sino de aplicación de ese conocimiento, para poder resolver los problemas de cada argentino y de cada argentina con justicia social, con soberanía política y con independencia económica.

 

Luz Lardone: propuestas que se hicieron políticas[2]

A veces nos ponemos a reflexionar y a revisar aquello que habíamos pensado en el marco de los equipos de la unidad, y vemos cuántas de estas cosas están siendo llevadas adelante por compañeros o compañeras con distintos grados de responsabilidad, entendiendo además que el año en el que estamos ha sido más que difícil.

Repasaré aquí qué hizo nuestro gobierno con esas propuestas peronistas para el desarrollo nacional que quedaron plasmadas en el documento presentado al entonces candidato Alberto Fernández el 8 de octubre de 2019. Ese documento era un aporte para los compañeros y las compañeras que asumirían y que hoy siguen en cargos de gestión.

El texto era prologado por una frase de Juan perón: “En materia de ciencia y tecnología debe trabajarse para el presente y el futuro al mismo tiempo”. Pienso que lo que se hizo y lo que se está haciendo ahora es trabajar para el presente y para el futuro.

Los aportes que hizo la comisión tuvieron tres instancias: una diagnóstica; otra donde se hicieron propuestas, lineamientos y ejes de trabajo; y una tercera, donde se plantearon acciones y medidas iniciales, sobre todo para los primeros 100 días de gobierno. En ese sentido, celebramos, nos enorgullecemos y acompañamos las responsabilidades de quienes tienen al frente cada uno de estos temas en la actualidad. Con distintos grados de avance en algunos casos, y tratando inicialmente de pasar de la desjerarquización de las ciencias y las tecnologías en nuestro país a la rejerarquizacion de todo el sistema, las acciones que enmarcaron este gran sistema, entre otras, fueron las siguientes:

  • la modificación de la ley de ministerios;
  • la redefinición de instrumentos administrativos y financieros, con distintas iniciativas, como Argentina Contra el Hambre, Impactar, Vinculadores tecnológicos federales, las convocatorias sobre COVID-19, entre otras;
  • la regularización de las transferencias de fondos comprometidos para programas en ejecución: las provincias sabemos de ese largo peregrinar en el desembolso de fondos que se pudieron regularizar;
  • la revisión y la presentación de documentos base para la discusión de la Argentina Innovadora 2030, en proceso, con distintos actores del sistema fuertemente comprometidos;
  • el apoyo financiero para la formación y la incorporación de talento humano en distintas instancias del sistema, con énfasis en el consejo interinstitucional, y además trabajando en ese marco con el empleo público, con incorporación de becarios del CONICET.
  • la reconfiguración de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica.

Las acciones de mediano y largo plazo eran parte de un proceso que sabíamos que demandaría tiempo. Entendíamos que había plazos de entre dos a cuatro años y, sin embargo, también en ellas hemos avanzado. Por ejemplo:

  • la revisión y la actualización del marco normativo sobre ciencia, tecnología e innovación, respecto, por ejemplo, a la ley de financiamiento;
  • el diseño, el lanzamiento y la ejecución del Plan Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Argentina 2030;
  • el fomento de la creación de empresas con alto contenido tecnológico;
  • los avances respecto al programa PISAC 2;
  • la creación del Programa Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Local, con grandes líneas como el Impactar, y apuntando básicamente a favorecer el desarrollo local y articular con instancias municipales;
  • la promoción y la contribución nacional para el desarrollo y la creación de agencias de desarrollo: hay distintas iniciativas en proceso en las provincias, como el caso de Chaco, CABA o Neuquén, por nombrar sólo algunos ejemplos;
  • el impulso a la creación de parques y polos tecnológicos, así como de centros interdisciplinarios e interinstitucionales en las jurisdicciones: damos cuenta, en el marco del Consejo Federal de Ciencia y Tecnología, de las distintas iniciativas que se han presentado en diferentes jurisdicciones nacionales;
  • el diseño de instrumentos fiscales para la creación y el fortalecimiento de empresas de base tecnológica, incluyendo la aprobación de la nueva ley de economía del conocimiento, en proceso de reglamentación en la actualidad; y
  • la creación de programas nacionales para el fortalecimiento de las economías regionales con intervención de las ciencias sociales.

El balance de los avances en estas propuestas elaboradas en 2019 es ampliamente positivo, pese a un contexto desfavorable por la pandemia. Desde el Partido se propone y desde la gestión se hace. Por supuesto, queda muchísimo por hacer.

También en 2019, en el PJ nacional las máximas autoridades de ciencia y tecnología de las provincias firmamos un documento, a modo de declaración. Allí sosteníamos, y seguimos sosteniendo, el rol de las ciencias y las tecnologías como motores del desarrollo, como herramienta de transformación social y –sobre todo, en honor a la frase del general Perón– como oportunidad de construcción de futuro. Cuando miramos lo propuesto, pero sobre todo lo hecho, se nos hincha el corazón de orgullo por haber podido ser parte de este enorme trabajo para la transformación de nuestro querido país.

 

Claudia Bernazza: la ley de financiamiento[3]

El gran acompañamiento y motor del proyecto de ley de financiamiento para la Ciencia y la Tecnología tuvo que ver con quien hoy es el titular de la cartera de Ciencia, Tecnología e Innovación del país, nuestro queridísimo compañero Roberto Salvarezza: fue una gran alianza en esta idea de presentar un proyecto plausible, situado y con vocación de ser aprobado. Porque cualquiera puede presentar un proyecto con una escala de financiamiento de máxima pretensión: eso no es de valiente, sino más bien expresa la vocación de algunos de corrernos por izquierda, sobre todo de quienes han ejercido el gobierno anterior por cuatro años, que de pronto se han vuelto los principales socialistas, los principales ambientalistas, los defensores de los derechos de las mujeres, los defensores de los derechos de los chicos y las chicas, y quienes, habiendo derogado un ministerio de ciencia y tecnología, de pronto aparecen como los grandes defensores de la ciencia y la tecnología. No quisimos entrar en esa corrida por izquierda que nos querían hacer: elegimos ser sensatos, generar una propuesta situada, en un marco de pandemia.

El juego entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo fue virtuoso, y en eso tuvieron mucho que ver Roberto y Fernando Peirano –presidente de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación y futuro presidente de la Red Latinoamericana de Agencias de Innovación– quien estuvo todo el tiempo atento y haciendo aportes. Ser vicepresidenta de la Comisión legislativa en la materia fue lo más fácil del mundo: en un año donde todo fue obstáculos, malas noticias, dificultades, mi acción estuvo absolutamente respaldada por los compañeros en el Ejecutivo. Me dejaron una lección enorme, y la voy a enseñar por el resto de mis días en las cátedras de Estado y Administración Pública.

Generalmente, los proyectos de ley se fundan en proyectos anteriores. En esto quiero hacer una especial mención a Wado De Pedro, quien fue autor de un proyecto antecedente, a Omar Perotti y, por supuesto, a Daniela Castro, quien fue autoridad de la Comisión en Diputados y presentó un proyecto similar de financiamiento. Casualmente, todos aparecen en esta gran constelación federal y peronista. Estos proyectos antecedentes hicieron que la redacción del nuevo fuera absolutamente fácil. Casi lo único que faltaba por hacer era negociar el escalonamiento del financiamiento, darle un corte más federal y un enfoque de paridad de género.

Finalmente, quedaba por resolver la picardía del bloque de Juntos por el Cambio, que presentó muy tempranamente un proyecto de ley que nos llevó a tener que acelerar la presentación del que estábamos elaborando. Eso dio lugar a una muy buena actitud del presidente de la Comisión, José Riccardo, que trató los dos dictámenes en forma conjunta y que hizo todas las negociaciones necesarias para llegar a un dictamen unificado. Fueron además negociaciones que sucedieron en medio de las discusiones por el Aporte Solidario y Extraordinario “a las grandes fortunas” y por la coparticipación con la CABA. Ese dictamen se logró y finalmente entró en el temario de la sesión, pero la sesión no duró lo suficiente, y quedó para otra oportunidad. Pero no vamos a detenernos hasta que este proyecto de ley sea aprobado.

 

Fernando Peirano: las iniciativas apoyadas desde el Estado para enfrentar la pandemia[4]

Esta pandemia nos recuerda mucho a la desesperanza y a la importancia de un Estado presente de aquel punto de inflexión entre los 90 y los primeros años del nuevo siglo. Este año hemos podido estar orgullosos de nuestros científicos y nuestras científicas. Es un año donde cada minuto que le dedicamos en la campaña a trabajar, a construir esa plataforma, ese mensaje, valió la pena, porque realmente es un año donde hemos honrado el contrato electoral, lo hemos puesto como guía, y los resultados se explican por eso.

En ese marzo fatídico, cuando nos enteramos de que el coronavirus ya estaba entre nosotros, Roberto Salvarezza –con el acompañamiento de todas y todos los que constituimos este equipo de gestión forjado en la militancia y en experiencias pasadas de gestión– nos convocó y planteó una idea original: una herramienta para potenciar nuestro trabajo, que fue la Unidad Coronavirus, una innovación que ha recorrido el mundo. Nos han preguntado y consultado de todas partes, por lo interesante que era este trabajo articulado entre el CONICET aportando los recursos humanos y más de 300 institutos, la Agencia aportando su capacidad de financiamiento, pero también de estructurar iniciativas, y el Ministerio, articulando con todas las otras agendas del gobierno nacional, y sobre todo dándole peso político y mirada estratégica a esta iniciativa. La Unidad Coronavirus fue y es un paraguas donde se articularon importantísimas acciones. Ahí nació el apoyo decidido a tener test de diagnóstico en Argentina, de distintas tecnologías. Buscamos en los 7.800 proyectos de la Agencia cuáles podrían ser los más inmediatos, y encontramos cuatro: los apoyamos y fueron cuatro aciertos. Esos equipos de trabajo cumplieron: en menos de 60 días tenían la tecnología a punto, tecnología que sólo podía ser puesta a punto por equipos que tenían un manejo científico muy relevante, demostrando que es falsa la dicotomía entre ciencia y tecnología. Para quien no conoce, es algo que sólo puede estar quizás en un ejercicio teórico, en un libro de texto, pero la realidad es que, donde hay buena ciencia, puede derivarse buena tecnología: es una de las primeras enseñanzas que nos tenemos que llevar para trabajar a partir de eso.

También organizamos una convocatoria, que fue la gran herramienta organizadora de todo el campo científico y tecnológico, y que permitió recibir más de 900 propuestas que llegaron desde todos los rincones del país: todas las provincias estuvieron presentes en esas ideas y proyectos. La abrimos el 27 de marzo, sólo siete días después de declarado el ASPO, a mitad de abril ya teníamos las propuestas construidas, y a finales de abril se había terminado el ciclo de evaluación. En 40 días recorrimos un camino que habitualmente nos habría llevado meses, y lo hicimos al mismo tiempo que pasábamos de ser un Estado analógico a un Estado digital. En ese contexto, elegimos finalmente 84 iniciativas, de las cuales más de la mitad son permanentemente objeto de notas, de reconocimiento, y son fuente de satisfacciones. Ahí tenemos los test; tenemos los proyectos de vacuna de distintas universidades –Argentina hoy enfrenta un desafío nuevo: cómo apoyar estos proyectos de vacunas, cómo ir hacia las fases 1, 2 y 3 desde conceptos e ideas nacidas en Argentina–; tenemos también el suero equino hiperinmune que en los próximos días seguramente va a ser aprobado por ANMAT; tenemos los barbijos inteligentes, que no sólo han sido resultado de las ciencias basadas en el laboratorio, sino también del ámbito industrial y productivo: vino una pyme a buscar asistencia al CONICET, de ahí se ha combinado con la Universidad de San Martín, haciendo un juego a varias bandas, y la Agencia pudo financiar; gracias a eso, un proyecto pone tecnología al alcance del pueblo, y ha cruzado la frontera y llegado a Europa por la idea, por el costo, por la practicidad que suponen, y porque hoy nos protegen a muchos de nosotros.

Se han tratado también iniciativas que llegaron desde la ingeniería, como los respiradores de alta complejidad y los respiradores de emergencia, hechos en pymes que muchos argentinos y mucha de su dirigencia no conocían y que habíamos apoyado años antes –como a Tecme– desde la Agencia: la verdad es que ahí tenemos campeones, muchas veces invisibilizados, que combinan conocimiento y producción y permitieron algo central: multiplicar por dos las camas de terapias intensivas en Argentina en el sector público.

También hubo un aporte invalorable de una tecnología omnipresente, como es la tecnología informática, con los datos, la aplicación CUIDAR, los sensores inteligentes, los termómetros digitales. Todo esto viene de un país donde no sólo tenemos muy buenas herramientas y muy buenos equipos, sino además muy diversos. Argentina es hoy la plataforma más amplia y diversificada de ciencia y tecnología de toda América Latina.

Todo esto se puso en marcha, y hoy está avanzando. Estamos pagando todos los fondos necesarios para que esos proyectos no tengan demoras y puedan tener todo el acompañamiento en un porcentaje altísimo: están en más del 80% de desarrollo. Muchos han puesto soluciones en la calle, ahí donde las queríamos ver.

Vamos a seguir teniendo resultados importantísimos. Argentina, en la mirada de la Organización Mundial de la Salud, logró 64 productos esenciales para enfrentar esta pandemia, demostrando el potencial de combinar producción con conocimiento. Es resultado del potencial de organizar y tener políticas públicas, no sólo acertadas, sino también oportunas.

En el caso de la Agencia, esto nos permitió desarrollar la mirada focal, avanzar con foco en algunas acciones. Además de lo que ya enumeré, se completó con la convocatoria a nuevas empresas de base tecnológica: ese camino que estamos recorriendo de soluciones instrumentales, de ese resultado de investigación que se transforma en un producto, un producto en una empresa, y una empresa en una nueva exportación. Tenemos casos concretos de exportaciones que han nacido de toda esta historia.

La otra gran convocatoria es la del PISAC COVID-19 con el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, con la Secretaría de Políticas Universitarias y con el Consejo de Decanas y Decanos de Facultades de Ciencias Sociales y Humanas, que es la convocatoria a los científicos y científicas de las ciencias sociales a empezar a imaginar, a delinear la pospandemia, en una actitud política clara en la que el futuro se construye a partir de nuestros propios análisis, a partir del aporte del pensamiento crítico. Es algo muy diferentes a lo que teníamos como gobierno hasta el 10 de diciembre de 2019. El resultado ha sido conmovedor: más de 6.700 investigadores confiaron en estas convocatorias. Hemos podido elegir entre 18 y 19 proyectos en red, que en total involucran a más de 800 nodos, y lo hemos hecho desde la perspectiva de género y con equilibrio en la conducción de estos nodos, desde la visión federal y desde las oportunidades a los nuevos investigadores e investigadoras.

Hay una Agencia trabajando y acompañando al Ministerio y al CONICET en lo focal, pero también en lo basal: es la otra dimensión que quiero destacar, porque todo esto lo hicimos al mismo tiempo que la Agencia se ponía de pie, que recuperaba su rol en el sistema, y al mismo tiempo que pagamos asignaciones, refuerzos, pycts, pyctos, pagamos anrs, créditos a pymes, seguimos pagando los fit y las becas. Hemos pagado a todas las becarias y a todos los becarios, incluso cuando se les terminó su periodo de trabajo: hasta que no se terminó el ASPO, nadie se quedó sin ingreso. Esto fue por una decisión del ministro y del presidente Alberto Fernández, que se aplicó en el CONICET, con el enorme esfuerzo presupuestario que eso implica: no hubo ningún becario o becaria que se haya quedado sin ingreso mientras el ASPO estuvo vigente.

Hay un contrato electoral que estamos cumpliendo. Hay una mirada desde los valores: estamos atravesando esta pandemia con el valor del cuidado, asegurando el acceso a la salud a todos los argentinos y todas las argentinas, reforzando ese acceso con el aporte de la ciencia y de la tecnología, con el convencimiento de que tener ciencia y tecnología es un plus para enfrentar estas adversidades. Hemos cuidado además el bolsillo de los argentinos y las argentinas con el IFE, con los ATP. Hemos cuidado las fuentes de trabajo, ayudando a las pymes a atravesar esta situación. El contrato electoral hablaba de un país mejor, con más ciencia y tecnología, revirtiendo una crisis del sector expresada en lo institucional –se ha logrado con la rejerarquización, volviendo a tener un Ministerio– y en lo presupuestario –con los más débiles, como los becarios y las becarias, y con la puesta en marcha de proyectos.

Sabemos que hay desafíos pendientes, pero se están abordando. Lo hemos hecho también en el plano más importante –en el cual los equipos técnicos del PJ se tienen que hacer cargo y seguir trabajando– que tiene que ver con revertir la crisis de sentido en la que había sumido el macrismo a la ciencia y la tecnología: muchos científicos y científicas estaban desalentados porque sentían que el conocimiento propio generado en el país no tenía razón de ser. Este año hemos demostrado todo lo contrario: fue el Estado quien salió a buscar ese conocimiento y salió a apoyar a esos científicos y científicas.

Estoy orgulloso de formar parte de esta gestión que ha sabido poner los instrumentos al alcance de concretar esta idea. Vamos a tener que reescribir a partir de hoy el rol del sistema de ciencia, tecnología e innovación. Se trata de una escritura política. Para el año que viene, seguramente vamos a tener muchas conclusiones más para sacar de esta gran batalla que estamos dando: cuidar a los argentinos y las argentinas, con mucha más ciencia y tecnología.

 

Diego Hurtado: ejes estratégicos en las actividades espaciales[5]

En el mismo registro de respuestas estratégicas que está definiendo el Ministerio en emergencia alimentaria, en la elaboración de una agenda de investigación y desarrollo para acompañar la transición energética, o en el lanzamiento de una convocatoria de fondos sectoriales en producción pública de medicamentos, también podemos referirnos al sector espacial y decir que ya estamos en pleno proceso, ya no de reconstrucción del feroz desfinanciamiento de los años de macrismo, sino de rediseño de un plan espacial que pueda responder a la demanda de un proyecto de desarrollo.

El sello de este nuevo Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación pasa por entender, por escanear y por tener una percepción fina de las demandas de un proyecto de país que hoy se está definiendo con otros ministerios, con las provincias, con las economías regionales.

Hoy estamos actualizando la política espacial en diferentes dimensiones. Un primer eje es la observación de la Tierra, y tiene que ver con la identificación de necesidades sociales y económicas. El objetivo para nosotros desde la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) es identificarlas e impulsar soluciones propias cuando no existen, o ir a buscar soluciones preexistentes. En este sentido definimos la gestión de la información espacial y las misiones satelitales como los dos puntos más importantes.

Un segundo eje tiene relación con sistemas satelitales de observación de la Tierra y se relaciona con el diseño, la construcción y la calificación de sistemas satelitales, que incluyen desarrollo tecnológico, manufacturas de satélites, infraestructura terrestre para el control de los satélites y para la recepción, el procesamiento y la distribución de los datos. En este eje podemos definir tres líneas: gestión de la tecnología satelital, especificaciones de nuevos sistemas satelitales, y participación de la industria nacional y del sistema científico tecnológico.

El tercer eje está vinculado con las comunicaciones mediante tecnologías espaciales, es decir, con ver qué le puede aportar el sector de las tecnologías espaciales a las comunicaciones. Incluye la utilización de sistemas avanzados de comunicación y la gestión de proyectos de telecomunicaciones que demande el Estado nacional. En este eje podemos hablar de cuatro líneas: tecnologías de comunicaciones entre satélites –pensando en arquitectura segmentada–, comunicaciones Tierra-satélites –que involucra comunicaciones de alta seguridad–, terminales para ubicaciones aisladas o monitoreo remoto, y comunicaciones Tierra-satélites avanzadas, como las de muy altas frecuencias o el uso de tecnologías láser.

El cuarto eje tiene que ver con el posicionamiento global, la navegación y las referencias temporales, e involucra acciones que incluyen la explotación de señales globales de navegación –sea el GPS norteamericano, el GLONASS ruso, el GALILEO europeo o el BEIDOU chino– para cubrir necesidades de georreferenciación y navegación nacionales. Para poner algunos ejemplos, alcanza con pensar en los usos en transporte, tanto terrestre como marítimo o aéreo, o en la gestión de emergencias, en agricultura de precisión, y si miramos hacia el futuro, en vehículos.

El quinto eje es sobre inyección o lanzamiento de satélites en órbita y servicios de lanzamiento: el desarrollo y la fabricación de vehículos lanzadores, gestión de bases de lanzamiento, prestación de servicios de lanzamiento, dominio de tecnología estratégica –tanto para las capacidades operativas de las propias misiones de la CONAE, como para nuestras propias empresas nacionales que hoy ya se encuentran en un proceso de creación y diversificación en el sector espacial. En el escenario internacional se proyecta para los próximos años una altísima demanda de servicios de lanzamiento para puesta en órbita de constelaciones satelitales, que hoy ya se sabe van a superar la capacidad de acceso al espacio que hoy existe. Se van a requerir proveedores de vehículos lanzadores, y la Argentina podría captar una cuota de ese mercado, si es capaz de generar previsibilidad en sus capacidades de lanzamiento.  Las líneas en el sector de inyectores satelitales tienen que ver con demostrar la capacidad de inyección con precisión de satélites en órbita, con el desarrollo de lanzadores livianos y el Tronador, con completar la base de lanzamientos en el centro espacial Manuel Belgrano, con generar capacidades para operaciones y servicios de lanzamiento, y con impulsar una normativa para regular lanzamientos en el país.

Un sexto eje de nuestra política espacial es el apoyo al desarrollo de la industria nacional. Obviamente, todo sector estratégico –como el espacial– tiene que formar parte también de una política industrial. Los proyectos espaciales generan empleo directo e indirecto a través de empresas proveedoras y centros de investigación y desarrollo. La industria espacial argentina se encuentra conformada por empresas de base tecnológica privadas, mixtas y estatales que se relacionan con la CONAE, siendo ésta el arquitecto espacial, el coordinador tecnológico definiendo los requerimientos, haciendo el seguimiento de la cadena productiva y finalmente asumiendo la responsabilidad de las misiones. Como se trata de gestión de proyectos complejos, todo lo que hace al diseño, la fabricación y la integración de ensayos se resume en las experiencias que se pueden transferir hacia otras industrias. Todo lo que aprendemos en el sector espacial rápidamente genera efectos multiplicadores, y en este sentido nada mejor que la frase de Jorge Sabato: el sector espacial es una “industria industrializante”. Luego está la ley del régimen de promoción de la economía de conocimiento que incluye en su artículo 2 la promoción de la industria aeroespacial, satelital, etcétera, especialmente en lo que hace al uso de la información de origen espacial en la implementación de capacidades para el desarrollo de software en agro, salud, desarrollo urbano, emergencias.

El siguiente eje refiere a actividades de extensión y formación de recursos humanos, que integra institutos universitarios, como el instituto Gulich con la Universidad de Córdoba, el instituto Colomb con la Universidad de San Martín, o las carreras de ingeniería aeroespacial en la Universidad Tecnológica.

El octavo eje tiene que ver con la exploración y la utilización pacífica del espacio ultraterrestre. Acá tenemos dos centros: uno en colaboración con la agencia espacial europea en la provincia de Mendoza, y la Antena en Neuquén, en colaboración con China.

Otros tres ejes son: la investigación y el desarrollo en el sector espacial en tecnologías de arquitectura segmentada, materiales y tecnología para mejorar la eficiencia de nuestras plataformas y de nuestros instrumentos, software avanzado, tecnologías innovativas, radares de apertura sintética, entre otros; la cooperación nacional e internacional asociativa; los marcos regulatorios: en el sector espacial no existe aún una autoridad regulatoria como la que existe en el sector nuclear o en otros sectores, pero es necesario empezar a pensar en una regulación para un sector que ya tiene suficiente dimensión y que demanda un cuerpo normativo específico.

 

Roberto Salvarezza: un norte para la gestión[6]

La ciencia y la tecnología están entre las herramientas más importantes en la disputa por el crecimiento regional y la búsqueda de sociedades inclusivas y más justas. Repasando el balance de lo hecho hasta ahora, puedo decir que hemos hecho lo que debe hacer un gobierno peronista: cumplir con el contrato electoral. ¿Qué otra cosa podríamos hacer cuando tenemos nuestros orígenes en el general Perón apostando por la Comisión de Energía Atómica, el Instituto Antártico, el Consejo Nacional de Investigaciones Técnicas y Científicas, o la Universidad Obrera? No tenemos más que cumplir con esa demanda histórica de saber que el conocimiento y la tecnología son las herramientas de la soberanía y de desarrollo.

En plena pandemia, por decisión del presidente Alberto Fernández, el gobierno cumplió ese contrato electoral, tal como ya detallaron Luz Lardone y Fernando Peirano. Ese contrato fue resultado de nuestras conclusiones en los largos debates en las mesas de los equipos técnicos de la unidad, que fueron la usina de muchas de las cosas que hicimos. También destaco el acuerdo entre el Poder Legislativo y el Ejecutivo para impulsar un proyecto de ley de financiamiento de la ciencia y la tecnología, una ley necesaria para dar previsibilidad al sector. Con esta ley, la inversión del Estado prácticamente se va a cuadruplicar en el año 2030.

También quiero destacar a una comunidad científica que venía golpeada, maltratada, y que demostró que, cuando se fijan objetivos, cuando se financian adecuadamente, no duda en trabajar en función de los requerimientos de la sociedad, demostrando la falsedad del mito de los investigadores encerrados en su laboratorio y ajenos a su entorno. Hemos visto a investigadores e investigadoras diciendo que su laboratorio se había convertido en una fábrica: hemos llevado desde prototipos de laboratorio hasta fabricar millones de terminaciones de kits de diagnóstico, fármacos, el caso del suero equipo hiperinmune, distintas herramientas de protección, respiradores, etcétera.

Trabajamos duramente en este cambio de mentalidad de una comunidad científica que venía poco articulada con la sociedad. No es un tema casual. El otro día hablaba con quienes se reúnen el 8 de diciembre recordando a las y los 12 desaparecidos en la Iglesia de la Santa Cruz, y les recordaba que la dictadura no solamente dejó a los 30.000 desaparecidos y desaparecidas, sino que dejó también un país desindustrializado, sin soberanía, y sobre todo causó un daño enorme en el sistema de ciencia y tecnología, porque buscó aislar a los científicos y las científicas de la sociedad. Me remito a la tesis de Cecilia Gárgano, que demuestra que las y los desaparecidos y cesanteados del INTA fueron los extensionistas, justamente aquellos y aquellas que vinculaban a la sociedad con la ciencia y el conocimiento.

Hemos revertido al menos parte de esto, y hemos logrado una comunidad científica comprometida la sociedad. La sociedad se lo reconoce, especialmente por lo hecho en la pandemia.

Sabemos que podremos avanzar si nos hacen conocer las críticas que tengan al Ministerio. Sabemos que hay déficits de articulación entre sectores y entre jurisdicciones. Necesitamos que los desafíos nacionales, provinciales y municipales hagan transcurrir la demanda por caminos que sean eficaces. Invitamos a todas y todos a presentar las críticas, las objeciones, los caminos equivocados. La gestión es eso: caminar reparando los errores, pero siempre con un norte. El norte que tiene este Ministerio es crear una ciencia y una tecnología al servicio del país. En ese camino estamos.

[1] Este texto contiene una trascripción de algunos aportes realizados por participantes en la reunión del 9 de diciembre de 2020 de la Comisión de Ciencia, Tecnología e Innovación de los equipos técnicos del Partido Justicialista nacional.

[2] Directora general de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Provincia de La Pampa y miembro del Directorio del CONICET.

[3] Diputada nacional, vicepresidente primera de la Comisión de Ciencia y Tecnología e Innovación Productiva de la Cámara de Diputados de la Nación. Autora del Proyecto de Ley de Financiamiento Progresivo y Federal de la Ciencia y la Tecnología.

[4] Presidente de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación.

[5] Secretario de Planeamiento y Políticas en Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación.

[6] Ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación.

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