Educar en la defensa: aportes para una bibliotecología nacional

El presente texto busca pensar los aportes que, desde la bibliotecología, pueden realizarse en la defensa de nuestra soberanía, partiendo de la perspectiva planteada por Juan Domingo Perón en el discurso que expuso el 10 de junio de 1944, en el marco de la inauguración de la Cátedra de Defensa Nacional en la Universidad Nacional de La Plata. Se sitúa la reflexión en el ámbito de trabajo de las bibliotecas escolares y se considera que, como espacios de cultura nacional, las bibliotecas representan territorios desde donde problematizar la colonización pedagógica planteada por Jauretche y contribuir al pensar nacional.

Antecedentes de una bibliotecología nacional y latinoamericana que sustentan estas reflexiones son el Foro Social de Información, Documentación y Bibliotecas de los años 2004 y 2006, los trabajos realizados por el GESBI (Grupo de Estudios Sociales en Biblioteconomía y Documentación), los encuentros de la “Corriente de Trabajadores en Bibliotecas por el Cambio Social” desarrollados en la Biblioteca Nacional, los desarrollos durante la gestión de Horacio González en la misma Biblioteca Nacional y los trabajos de bibliotecarios anónimos que sostienen la batalla cultural en los barrios y las escuelas. Todos ellos constituyen miradas con anclaje nacional y emancipadora a contrapelo de IFLA, la Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecarios y Bibliotecas con sede en La Haya. La misma pretende erigirse como “el principal organismo internacional que representa los intereses de los usuarios, de los servicios bibliotecarios y de documentación. Es el portavoz a nivel mundial de los profesionales de las bibliotecas y la documentación”.

Se parte entonces del siguiente planteo de Perón “1. Que la guerra es un fenómeno social inevitable. 2: Que las naciones llamadas pacifistas, como es eminentemente la nuestra, si quieren paz deben prepararse para la guerra. 3. Que la defensa nacional de la Patria es un problema integral que abarca totalmente sus diferentes actividades; que no puede ser improvisada en el momento en que la guerra viene a llamar a sus puertas, sino que es obra de largos años de constante y concienzuda tarea; que no puede ser encarada de forma unilateral, como es su solo enfoque por las Fuerzas Armadas, sino que debe ser establecida mediante el trabajo armónico y entrelazado de los diversos organismos del Gobierno, instituciones particulares y de todos los argentinos, cualquiera sea su esfera de acción; que los problemas que abarca son tan diversificados y requieren conocimientos profesionales tan acabados que ninguna capacidad e intelecto puede ser ahorrado. Finalmente, que sus exigencias solo contribuyen al engrandecimiento de la Patria y a la felicidad de sus hijos” (Perón, 1944).

Asistimos hoy a la ocupación estratégica de nuestro territorio a través de la instalación de bases militares norteamericanas encubiertas en Neuquén, Misiones y Tierra del Fuego. Sumamos a esto el control de las Islas Malvinas y su zona marítima adyacente por parte de Gran Bretaña. Escenario que Perón anticipó en el discurso ante la Escuela Nacional de Guerra el 11 de noviembre de 1953 y que luego fuera publicado en Izquierda Nacional y luego en América Latina, Ahora o Nunca: “nosotros estamos amenazados a que un día los países superpoblados y superindustrializados que no disponen de alimentos ni de materia prima, pero que tienen un extraordinario poder, jueguen ese poder para despojarnos de los elementos de que nosotros disponemos en demasía con relación a nuestra población y a nuestras necesidades. (…) Es esa circunstancia la que ha inducido a nuestro gobierno a encarar de frente la posibilidad de una unión real y efectiva de nuestros países, para encarar una vida en común y para planear, también una defensa futura en común” (Perón, 1953).

En este marco nos preguntamos ¿cómo intervenir desde la biblioteca escolar para propiciar un marco de reflexión y acción que habilite avanzar hacia la descolonización pedagógica, para contribuir al pensar nacional y de Nuestra América?

Para responder esos interrogantes se plantean las siguientes ideas mojones:

  1. a) Ordenamiento de las colecciones y disposición: los sistemas de clasificación universal (CDU, CDD) son herramientas bibliotecológicas para clasificar y ordenar el material de las colecciones. Tanto la Clasificación Decimal Universal como la Clasificación Decimal de Dewey fueron concebidas en Estados Unidos y establecen categorías de organización del pensamiento, grandes ejes temáticos que determinan así una organización espacial. Como bibliotecarios con perspectiva nacional nos preguntamos de qué manera condiciona este orden la estructuración del pensamiento. Estas grandes asociaciones temáticas y las que se omiten, ¿acaso no suponen una preconfiguración del conocimiento, de la forma de aproximarse a una realidad? ¿Qué organizadores podemos pensar desde una perspectiva nacional? Por ejemplo: ¿qué lugar darle en el área de geografía a los países latinoamericanos? ¿Con qué criterios organizar la mapoteca? ¿Cómo dar ubicación prioritaria a los autores argentinos y latinoamericanos? ¿Qué lugar ocupa la cuestión Malvinas?
  2. b) Perspectiva histórica, el libre acceso y la superestructura cultural: ¿pueden un bibliotecario o una bibliotecaria escolar mantenerse al margen de un posicionamiento histórico político? Gran parte de la formación de bibliotecarios es sostenida por esta matriz liberal que pretende consolidar la asepsia conceptual que legitima la superestructura cultural. Muchos cursos de formación de bibliotecarios están basados en la idea de que a mayor información, más libertad de pensamiento. Así son recurrentes los seminarios en el uso de tecnologías de información basados en la distribución de noticias publicadas en las redes. Lo que no se nos enseña es desde qué lugar seleccionar esas fuentes, o leer esas noticias. Parece ser que el señor Google nos ha resuelto la vida. Sin embargo, “el libre acceso a las fuentes de información no implica la libre discusión ni la honesta difusión, ya que ese libre acceso se condiciona a los intereses de los grupos dominantes que dan la versión y la difunden” (Jauretche, 1957).
  3. c) Perspectiva geopolítica: es necesario incorporar la perspectiva geopolítica en la formación y por tanto en la praxis de bibliotecarios y bibliotecarias. Como educadores mediadores de la información nos situamos en un espacio y tiempo atravesados por tensiones geoestratégicas. Ignorarlas nos lleva a quitar anclaje a nuestro trabajo. Una bibliotecología nacional no puede desconocer el hecho territorial. “En cuanto la Patria ‘no es el suelo en que se ha nacido’, como dice Echeverría, y ese pensamiento es propuesto para las sucesivas generaciones de argentinos, y muy especialmente para la gente de las Fuerzas Armadas, el sentido de la nacionalidad pierde su base y pasa a apoyarse en supuestos ideológicos. La soberanía y la independencia se derrumban con la concepción institucional de la Patria y se derrumba la solidaridad con el pueblo en cuanto expresión humana del hecho territorial” (Jauretche, 1957). Por lo tanto, los recorridos de lectura y escritura que se propongan desde una biblioteca de Mar del Plata, a modo de ejemplo, deberán incorporar el hecho de ser ésta la ciudad con mayor cantidad de kilómetros de costa del país, y por ende la de mayor exposición. Y así las bibliotecas escolares darán cuenta, en sus proyectos anuales, de la geografía en la que se sitúan.
  4. d) Comunidad Organizada: consideramos que son las bibliotecas escolares territorios desde los cuales acompañar y fortalecer a la organización de la comunidad. Es la comunidad organizada la unidad vital de la democracia participativa. Sin ella no hay cultura política posible, sino una politización superficial del pueblo. “Nuestra comunidad, a la que debemos aspirar, es aquella en que la libertad y la responsabilidad son causa y efecto, en que exista una alegría de ser, fundada en la persuasión de la dignidad propia. Una comunidad donde el individuo tenga realmente algo que ofrecer al bien general, algo que integrar y no sólo su presencia muda y temerosa” (Perón, 1949).

¿Cómo puede la biblioteca escolar propiciar la comunidad organizada? Dando sentido nacional y latinoamericano al abordaje de las efemérides de la escuela; acompañando la conformación de Consejos de Convivencia y Centros de Estudiantes; convocando a jornadas de encuentros de lecturas con las familias; estimulando la reflexión y el pensar nacional en las resoluciones de problemáticas concretas; articulando con organizaciones comunitarias cercanas a la escuela; o tendiendo redes para fortalecer el sentido de realización común entre la comunidad educativa. Porque “ni la justicia social ni la libertad, motores de nuestro tiempo, son comprensibles en una comunidad montada sobre seres insectificados” (Perón, 1949).

A modo de cierre del presente artículo, pero invitando a la reflexión, se advierte una transición en la perspectiva de la formación de bibliotecarios y bibliotecarias, desde el enciclopedismo al liberalismo difuso. Las tecnologías de la información y la comunicación muchas veces ocupan el centro de la escena, confundiendo así la forma con el fondo. Volver a la cuestión nacional nos ayuda a pensar en una bibliotecología para estos tiempos.

 

Bibliografía

Godoy J (2018): Apuntes para una historia y sociología en perspectiva nacional. Buenos Aires, Punto de Encuentro.

Jauretche A (1967): Los profetas del odio y la yapa: la colonización pedagógica. Buenos Aires, Peña Lillo.

Página institucional de IFLA, disponible en www.ifla.org/ES/about.

Perón JD (1949): Comunidad organizada. Buenos Aires, Club de Lectores.

Perón JD (1944): Significado de la Defensa Nacional desde el punto de vista militar. Folleto. Texto disponible en www.jdperon.gov.ar/material/discursos/discurso_10_jun_1944.pdf.

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