Cultura es ministerio

Historizar las políticas culturales públicas desde una perspectiva de los Estados peronistas es una tarea pendiente. Involucra sus primeras acciones, la ampliación de derechos a partir del acceso popular a actividades vinculadas al ocio y el tiempo libre, como también la necesidad del gobierno de construir un imaginario propio. La democratización del bienestar, que el discurso peronista vertebra alrededor de la consigna de justicia social, desde la perspectiva de la cultura vino a contribuir entre las trabajadoras y los trabajadores, en general, y entre las y los migrantes internos, en particular, nuevas pautas culturales asociadas a la vida urbana, al crecimiento de la industria nacional y a los valores del peronismo. Para ello el gobierno de Perón creó escuelas de baile, fomentó peñas, propició el deporte y los juegos, amplió la producción radial y cinematográfica para exhibir la transformación social y el cambio de paradigma cultural que se estaba produciendo en esa época, democratizó el acceso a las bellas artes y resignificó los espacios de la cultura, invitando a los sectores populares a vincularse a actividades recreativas antes reservadas a los sectores de elites.

Estas iniciativas fueron retomadas y reforzadas en el período que se inició con la gestión de Néstor Kirchner y luego con Cristina Fernández de Kirchner, y recorrieron las diferentes gestiones de gobierno en materia cultural, en el camino a la transformación del rango de Secretaría al de Ministerio de Cultura de la Nación. Aquí no se trata, solamente, de un cambio de denominación, ni de una modificación en pos de un incremento presupuestario. Se trata de poner en valor este universo que posee su dimensión simbólica, su aporte a la construcción de valores ciudadanos en torno a una cultura propia, que no desdeña la alta cultura ni la cultura letrada, pero que la amplía con iniciativas que acercan las expresiones culturales y artísticas al territorio nacional, al mismo tiempo que involucra a través de acciones federales a sujetos a ser hacedores de la cultura.

Este nuevo itinerario cultural se abrió hacia la creatividad cultural de manera participativa. Así llegamos a la creación de Tecnópolis y del Centro Cultural Kirchner, y por otra parte también a fomentar ediciones de libros, discos y producciones cinematográficas a escala nacional, como a la creación del mercado de industrias culturales, entre otras tantas políticas. Se transitó hacia una concepción novedosa, donde el Estado otorgó una nueva dimensión al universo cultural, la dimensión económica de la cultura, ocupando el rol tanto de promotor como de mediador y regulador.

Abordar la cultura desde la perspectiva del desarrollo, de la producción, y propiciar su aporte en la construcción del producto bruto interno, es una de las tareas que tomaron vigencia en la agenda del Estado de Néstor, de Cristina y ahora también de Alberto. Actualmente, pandemia mediante, el Estado debió redireccionar sus recursos a asistir a este enorme universo, que va desde los trabajadores y las trabajadoras de la Cultura, las diversas expresiones culturales comunitarias, el vasto patrimonio, las cooperativas culturales, los espacios culturales independientes, hasta las industrias que se ven altamente afectadas por las exigencias que supone este contexto.

Lucrecia Cardoso, secretaria de la Secretaría de Desarrollo Cultural, expresa oportunamente que “nada alcanza, pero nada sobra”, en materia de asistencia y fomento desde el Ministerio de Cultura en este contexto. Más allá de la inédita emergencia que atraviesa a los sectores de la economía de la cultura, vale rescatar lo que en principio esta situación pone de relieve. Haciendo una veloz mirada hacia atrás, estamos en este punto, en primer lugar, porque reconocemos la cultura; en segundo lugar, porque la ponemos en valor, y a su vez también porque estamos convencidos de que su aporte es simbólico, pero también económico, en la reconstrucción de la Argentina. Por ello, hay una férrea decisión de acompañar y asistir en este momento tan crítico a las industrias culturales, pero también tenemos el compromiso de pensar hacia adelante.

Cuando la pandemia cese, en la Secretaría de Desarrollo Cultural sabemos que tendremos la obligación de impulsar a la Cultura en todas sus expresiones en general, y en particular a las industrias culturales. Debemos acompañar con iniciativas vinculadas al desarrollo productivo, al análisis nacional e internacional, para seguir impulsando la producción cultural nacional e insertarla en el mundo, con fomento a la profesionalización, a la exportación y a la organización, y con propuestas parlamentarias actualizadas para paliar el déficit normativo y modificar la vacancia en términos de regulación que requiere esta etapa.

Para ello, debemos seguir trabajando para transformar esta crisis en un desafío de crecimiento, para poner a la Argentina de pie y gestionar una cultura de la esperanza que nos contenga y nos permita crecer a todas y a todos.

 

Bárbara Maier es historiadora, profesora de la Universidad de Buenos Aires y jefa de Gabinete de la Secretaría de Desarrollo Cultural del Ministerio de Cultura de la Nación.

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