El peronismo: desafíos electorales de ayer y de hoy

“Nosotros no somos un partido político que tiende normalmente a la sectorización, nosotros somos un movimiento nacional que, por el contrario, tiende a la universalización” (Juan Domingo Perón).

 

Desde su origen, el peronismo siempre ha debido enfrentar desafíos históricos propios de la gestión y de los procesos electorales. En el presente texto pretendo identificar los de hoy, haciendo una breve mención de algunos de los desafíos electorales por los que ha atravesado, para demostrar que –pese a haber transcurrido 75 años desde las primeras elecciones que llevaron a la presidencia a Juan Domingo Perón– hay desafíos que implican aspectos que se repiten y nos corresponde, como militantes del Movimiento Nacional Justicialista, tenerlos presentes para evitar derrotas electorales que luego repercuten en retrocesos y pérdida de derechos para todo el pueblo argentino.

Con una mirada retrospectiva encontramos sectores opositores que siempre han conspirado –y siguen haciéndolo– contra el modelo de Proyecto Nacional y Popular que contiene el Peronismo en su contenido doctrinario, que se puede reducir en la Justicia Social. Para enfrentarlo, los oligarcas supieron ir colocando títeres en las listas y dentro de los distintos poderes del Estado.

Con Juan Domingo Perón y Eva Perón se generó una toma de conciencia popular de valorización de derechos liderada por los trabajadores y las trabajadoras que puso en jaque a los supuestos poderosos y negociantes de turno. Podemos recordar a Perón, en aquel 17 de octubre de 1945, dirigiéndose al pueblo y encomendándole que se una. La unidad del pueblo no sería un desafío para Perón en ese entonces: la unidad detrás de su figura fue algo natural. Pero toda construcción política también requiere una estructura, y es en este punto donde estratégicamente –tal como lo hizo siempre– fue aunando voluntades partidarias para llegar así a su primer triunfo como presidente de la Nación. Uno de los principales desafíos, desde el punto de vista de la contienda electoral, fue articular con distintos sectores políticos previamente a la constitución formal del Partido Justicialista. Esta construcción previa es precisamente el reflejo de lo que representa el Movimiento, que trasciende la naturaleza específica de un partido político: la contención del conjunto.

Si seguimos transitando la historia y nos detenemos en la aclamación popular que de lejos se fue gestando a través de las pintadas en las paredes “Perón Vuelve”, no fueron pocos los desafíos para su regreso y para las elecciones que lo erigieron presidente por tercera vez. Uno de esos desafíos también era la unidad, pero no ya de sectores políticos partidarios, sino de los argentinos y las argentinas. Nos basta con recordar que el apotegma “Para un peronista no hay nada mejor que otro peronista” que pasó a ser “Para un argentino no hay nada mejor que otro argentino”. Era un momento de reconstrucción y de pactos sociales con contenido político. Un pacto social que, como nos deja ver la historia, muchos sectores fueron desoyendo.

Otro momento electoral del que considero importante los desafíos fue el que concluyó con Néstor Kirchner como presidente. Si bien los desafíos fueron varios –debido a la crisis económica que se pretendió ir morigerando mediante las medidas del gobierno transitorio– destacaré dos: por una parte, para el año 2003 Néstor era un gobernador del sur del país a quien le resultaba difícil lograr un porcentual de votos que le permitiera ser electo en primera vuelta. Si bien nunca sabremos cuál hubiera sido el resultado del cancelado ballotage, seguramente un acuerdo político habría reflejado un final favorable a Néstor a través de acuerdos con distintos espacios políticos. Era un desafío de unidad con distintos sectores que sí pudo concretar durante la gestión. Por otro lado, en el año 2003 había un descreimiento acerca de la política por parte de la juventud: no participaban y tampoco eran convocados ni convocadas. A partir de esa elección, tanto Néstor como Cristina se ocuparon de que la juventud volviera a hacerse escuchar y a participar en las gestiones de gobierno, militando activamente.

Acercándonos en el tiempo, ya en 2019 claramente el desafío volvió a ser la unidad, como históricamente lo pregona nuestro Movimiento. La definición estratégica de la fórmula presidencial fue la expresión concreta de esa unidad.

¿Y por qué es tan importante que tengamos presente siempre el desafío de la unidad? Porque desde la gestión de un gobierno y según su ideología se van orientando las políticas públicas en uno u otro sentido. No es por azar que hoy tengamos un presupuesto con perspectiva de género; que los derechos humanos sean considerados fundamentales a tener en cuenta en cada acción de gobierno; que la planificación territorial se haga teniendo en cuenta las realidades provinciales; que se hayan establecidos capitales alternas; que –pese a la pandemia, y priorizando la salud de todos y todas– también se estén ejecutando obras de infraestructura en todo el país; que se destinen más recursos presupuestarios para paliar necesidades básicas en las políticas sociales.

2021 es un año electoral. Esta vez no se trata de una elección presidencial, pero no es por eso de menor trascendencia. Las y los peronistas nunca debemos pensar que una elección de medio término es poco relevante, porque el presidente y la vicepresidenta necesitan legisladoras y legisladores comprometidos con la gestión Nacional, Popular y –agrego– Federal.

Mantener la unidad que logramos en 2019 es el desafío principal que debemos tener en cuenta. Esto no significa cercenar el derecho a que se realicen internas en algunas jurisdicciones provinciales, siempre que se tenga en cuenta que quien gana conduce y quien pierde acompaña. A veces se considera que la unidad está en contraposición a quienes quieran presentarse en internas partidarias. Como nos enseñó Perón, la unidad implica que todos y todas estamos detrás de un único objetivo que es el bienestar del Pueblo. Si tenemos presente la doctrina nacional justicialista en cada una de nuestras acciones, las internas –donde las haya– no deberían implicar divisiones. Los gobiernos provinciales donde no se celebran elecciones para bancas provinciales tampoco deben estar al margen, ya que la disputa electoral se realizará en cada territorio local y debe militarse como si fueran ejecutivas.

Por supuesto que hay otros desafíos, como los medios manipulados por patrones que intentan imponer el neoliberalismo en toda América Latina; un poder judicial desnaturalizado; un proceso electoral que deberemos llevar delante de manera virtual, alejado de nuestra mística territorial; el desafío propio de gobernar con una pandemia; pero mi idea de destacar a la unidad como principal desafío la realizo no sólo considerando los procesos electorales pasados, sino también una perspectiva militante. Por ello, cuando remarco la unidad –teniendo en cuenta los distintos momentos electorales que consideré en los primeros párrafos– no lo hago sólo pensando en una unidad de listas y en la amplitud de acuerdos con espacios políticos, sino también en la unidad de cada uno de nosotros y nosotras, de nuestra participación activa, de las compañeras que integran la histórica rama femenina y las que nos animamos a resurgirla en cada provincia, de compañeros y compañeras trabajadores y sus sindicatos, y de la juventud que desde 2003 recuperó la pasión por la política. Así, todas y todos juntos, con los valiosos compañeros y compañeras que quedan a nuestro lado de la Gloriosa JP desde aquellos tiempos de Perón y Evita y quienes se van sumando a nuestras filas, buscaremos el reconocimiento de conquistas a través de luchas colectivas que sólo el Peronismo plasma como derechos mediante leyes.

Para finalizar, considero importante como desafío para nosotras y nosotros, los peronistas, en nuestro día a día como militantes, que cuando ocupamos cargos partidarios y de gobierno no olvidemos que debemos tener presente siempre lo siguiente, lo cual hará que podamos afrontar cualquier desafío electoral: el Movimiento es amplio, y nos contiene a todos y todas quienes bregamos por una justicia social real y efectiva, actualmente a través de la conformación de frentes. El Peronismo es una doctrina que debemos pregonar en cada una de nuestras acciones. Las distintas ramas del movimiento siguen vigentes y deben ser parte de la construcción de la unidad que lleve al triunfo y en la gestión de gobierno. Y el Partido Justicialista es el ámbito natural de debate y toma de decisiones políticas.

Quizás pueda pensarse que, frente a la actual situación sanitaria que ha impedido llevar adelante un programa de desarrollo y crecimiento económico más amplio, se requiera algo más que la unidad, y es cierto. Ahora bien, la unidad entendida desde distintos alcances ha estado siempre presente como desafío en los procesos electorales del peronismo, y cuando nos olvidamos de ese desafío los resultados han sido adversos. Cuando entendemos el desafío de la unidad somos gobierno.

 

Judith Abreu es abogada y notaria, doctoranda en Ciencias Jurídicas y diplomada en Desarrollo Local. Actualmente es coordinadora legal en la Secretaría de Cultura del Gobierno de Entre Ríos y docente de carreras de grado y posgrado en Derecho Financiero y Tributario (UCA Paraná e IUNMa), Derecho Tributario Notarial (UCA Paraná) y coordinadora de cursos de posgrado en Derecho Penal Tributario y Derecho Penal Aduanero (UCA Paraná). También es coordinadora de la Rama Femenina del Movimiento Nacional Justicialista de Entre Ríos.

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