El aporte de la izquierda en Ecuador para la región

Ecuador, un país relativamente pequeño en el concierto de los estados latinoamericanos y caribeños, ha hecho y puede seguir haciendo un inmenso aporte al proceso regional de búsqueda de un modelo político y económico que responda a las necesidades e identidades de sus propios pueblos.

Al comenzar este siglo, de la mano de la gran capacidad organizativa y de movilización de sus movimientos indígenas, supo gestar una contestación contundente frente a las imposiciones neoliberales. Unido a esto, produjo uno de los procesos políticos con contenido alternativo más ricos del mundo. Eso se evidenció, especialmente, en el proceso constitucional que culminó en 2008 y que consagró el principio cosmovisional indígena del Buen Vivir –Sumak Kawsay en quechua– como inspirador de toda la Constitución, lo cual derivó en que fuera también referencia de toda la legislación. En esa misma Constitución se consagró, además, otra novedad a nivel mundial en cuanto al derecho constitucional: el reconocimiento de los Derechos de la Naturaleza o Pachamama.

Ahora, comenzando este año, enfrenta un proceso eleccionario que presenta, en principio, buenas posibilidades para que sea elegido un gobierno alternativo al neoliberalismo, que volvió a imponerse en el país durante el gobierno de Lenin Moreno. Este hecho puede configurar un aporte para que la región recupere –y posiblemente renueve– gobiernos populares que puedan impulsar políticas comunes, y así retome el proceso de unión latinoamericana que había sido obstaculizado por los poco imaginativos gobiernos de derecha que llegaron a predominar en nuestro subcontinente.

 

Las posibilidades que abre la izquierda ecuatoriana

Lo que podemos llamar –más allá de todas las discusiones válidas– como izquierda en el Ecuador presenta, para las elecciones del 7 de febrero de 2021, dos versiones con posibilidades de acceder a la presidencia. La elección ecuatoriana presenta dieciséis candidaturas aprobadas y una –la de Álvaro Noboa– que está en discusión entre los organismos competentes. Contando también esta última, hay cuatro que aparecen con expectativas, y las demás están muy lejos en prácticamente todas las encuestas. Las dos encuestas que aparecen como más serias se realizaron en el mes de diciembre y dan resultados relativamente parecidos, ubicando en los primeros cuatro lugares a los mismos candidatos, y al resto a considerable distancia. Dos de esas cuatro candidaturas son claramente de derecha y pertenecen a personajes del empresariado que han intentado repetidas veces acceder a la presidencia, sin conseguirlo. Las dos son de Guayaquil, la ciudad con más peso económico del país. Uno es Guillermo Lasso, conocido como banquero, y el otro es Álvaro Noboa, de una de las familias más ricas del Ecuador asociada a la exportación bananera.

Entre las candidaturas con posibilidades de “la izquierda”, una está ligada al correísmo: incluso se intentó que el expresidente Rafael Correa fuera candidato a vicepresidente en la fórmula, pero el hecho fue impedido por la Justicia. Esa fórmula es encabezada por Andrés Arauz, joven economista que fue funcionario en el gobierno de Correa. La otra pertenece al Movimiento de Unidad Plurinacional Pachakutik (MUPP), el brazo político de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE). Está encabezada por Yaku Pérez, quien fuera presidente de la central indígena de la sierra, la Ecuarunari, y también prefecto de Azuay hasta hace muy poco tiempo.

Las encuestas con más crédito colocan a Arauz en primer lugar y a Pérez en tercero. La de la empresa Clima Social (2020) da la delantera a Arauz con el 23%, seguido por Lasso con 14%, Pérez con 13% y Noboa con 11%. La del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG, 2020) coloca a Arauz con 36%, Noboa con 23%, Pérez con 21% y Lasso con 14%. Faltan todavía unos días para las elecciones, por lo cual el panorama puede variar. Pero con estos escenarios lo más probable parece ser una segunda vuelta entre Arauz y uno de los representantes de la derecha. Pero no se pueden descartar otros dos escenarios: que Arauz gane en primera vuelta, o que vayan a segunda vuelta los dos representantes de la izquierda.

Esta posibilidad se da en medio de una corriente muy interesante de retomada del poder de gobiernos con una identificación con las necesidades populares. El proceso que se dio en México y luego en Argentina fue muy importante, porque dos de los tres “gigantes” de la región se definieron en esa línea, proporcionando una derrota contundente a las expresiones de la derecha que pretendían eternizar el dominio de los grandes capitales sobre los pueblos. A esto se sumó, con una gesta de gran significado político y simbólico, el triunfo del Movimiento al Socialismo en Bolivia (Friggeri 2020).

A esto podemos sumar las rebeliones populares en varios países latinoamericanos y caribeños frente a los abusos del poder neoliberal, con perspectivas de caminar hacia propuestas políticas con posibilidades de disputar el poder en esos países. Aquí podemos contar los hechos que se fueron gestando en Haití, Chile, Perú y Guatemala, para nombrar los que tuvieron una mayor repercusión. El proceso chileno tiene, especialmente, una gran dimensión simbólica, por varios motivos. El primero es que fue siempre presentado desde la visión neoliberal como el modelo a seguir para obtener éxito económico. El supuesto éxito económico supuestamente ayudaría a relativizar la brutal matanza, persecución y opresión al pueblo hecha desde las dictaduras militares, porque fueron ellas las que, de forma nuclear, posibilitaron la instalación del neoliberalismo en la región. La caracterización de Chile como un “oasis” –en una América Latina presentada como un conjunto de propuestas económico-políticas “fracasadas”–, hecha por el presidente Piñera unos días antes del levantamiento popular, pintó un contraste contundente: el pueblo en las calles desmintió contundentemente a su primer mandatario. El segundo elemento que toma gran fuerza simbólica es que la propuesta que se configuró como primera gran respuesta al desastre neoliberal fue el renacer del Nuevo Constitucionalismo Latinoamericano en el lugar menos esperado. El Chile “próspero y feliz” de Piñera es golpeado en aquello que para el magnate fundamentaba esa buenaventura. El pueblo chileno exige destruir las bases de esa “prosperidad” y de esa “felicidad”, demostrando que era solo para los ricos y que significaba una realidad absolutamente inversa para las mayorías.

El mismo Ecuador no estuvo ajeno a este proceso. En octubre de 2019, la movilización popular, nuevamente centrada en la potencialidad organizativa de los movimientos indígenas, fue clave para evidenciar el fracaso de la gestión de Moreno y para acrecentar definitivamente el rechazo popular. El conflicto costó nueve muertos, entre ellos varios dirigentes locales indígenas como Inocencio Tucumbi de Cotopaxi y Edgar Yucailla del Chimborazo, ambos asesinados en el Parque El Arbolito de Quito, lugar histórico de las protestas. El gobierno tuvo que sentarse con los dirigentes indígenas para tratar de parar las manifestaciones, lo cual reposicionó al movimiento indígena en la vanguardia de la movilización popular en el país. Estos hechos produjeron varias consecuencias: a) en la calle estuvieron del mismo lado la CONAIE y el correísmo, a pesar del fuerte distanciamiento que se había producido durante el gobierno de Correa, y la capacidad movilizadora y la referencia fundamental del movimiento fue la central indígena; b) el gobierno tuvo que reconocer esta capacidad a la CONAIE, y para toda la población se renovó el imaginario de que los únicos con capacidad sostenida de enfrentar un modelo antipopular son los movimientos indígenas; c) por lo menos una parte del correísmo también puede haber comprendido esto, y ante un eventual gobierno propio no podría despreciar esta realidad, hecho que le obligaría a revisar los inútiles enfrentamientos del pasado; d) el gobierno quedó totalmente desprestigiado, en un proceso que ya se venía dando por sus políticas antipopulares, pero que se terminó de consolidar con la brutal represión, hasta dejarlo como un muerto político.

En este panorama de renovado crecimiento de la correlación de fuerzas a favor de las mayorías, las elecciones ecuatorianas pueden dar una contribución fundamental a la región. El principal desafío para un eventual gobierno de Arauz será trabajar para superar las enormes heridas dejadas por la llamada Revolución Ciudadana en movimientos claves para la concreción del poder popular en Ecuador, principalmente en los movimientos indígenas, en buena parte de los sindicatos y en los movimientos sociales ligados a la defensa de la naturaleza y las comunidades afectadas por el neoextractivismo, principalmente en la explotación minera y petrolera. Arauz tiene que aprovechar que su figura, si bien está profundamente ligada a Correa, justamente al no ser la misma persona puede tratar de despegarse de los lamentables conflictos que se generaron en el gobierno de su padrino político y que dividieron profundamente el campo popular. Para ello tiene que evitar cualquier política de división de los movimientos indígenas y sociales. Cualquier intento en este sentido, sea a través de la cooptación o de la represión, puede acarrear un inmediato debilitamiento de su eventual gobierno.

La importante inserción que tendría Arauz en el proceso de retomada de los esfuerzos de integración latinoamericana se vería enormemente enriquecida si lograra superar ese primer desafío, porque la integración latinoamericana desde perspectivas populares necesita enfrentar los dilemas del neoextractivismo como propuesta y repensar al sujeto político que lo anima.

Hay un aporte muy importante que podría hacer Arauz en el frente financiero. Recordemos que él viene estudiando los temas financieros en Ecuador, especialmente los problemas de la deuda externa, la fuga de capitales y la dolarización. Estos problemas son claves para toda América Latina y su abordaje es indispensable para un proceso de integración que busque caminos de autonomía a favor de las mayorías populares. Fue uno de los organizadores del Observatorio de la Dolarización y tuvo un importante papel en la iniciativa del Banco del Sur.

Llamativamente, Arauz, como también Pérez, defienden la conservación de la dolarización en esta campaña. La mayoría de la población ecuatoriana aparece hoy a favor de la continuidad de la dolarización en las encuestas. Una encuesta de CEDATOS daba, en enero, al 89% de la población a favor de este hecho. El temor a la inflación aparece como una razón clave y una mayor previsibilidad de la economía puede ser otra (Tapia y Quiroz, 2021). Este es un tema sumamente delicado, porque si bien cualquier iniciativa de cambio puede generar un panorama de mayor incertidumbre, la renuncia permanente a la autonomía monetaria es un paso atrás en un camino soberano como país. En este sentido, el proceso boliviano de desdolarización de la economía puede ser una excelente referencia para repensarla. La presencia conjunta de Luis Arce y de Arauz en el liderazgo de la integración latinoamericana podría ser prometedora en el abordaje profundo de la problemática financiera que hoy define el tipo de capitalismo que se debe enfrentar.

Los principales desafíos para un eventual gobierno de Yaku Pérez, el candidato de Pachakutik, son, fundamentalmente, dos. Por un lado, necesitaría reconstruir la unidad de los movimientos indígenas. Por otro, necesitaría saber sostener su proyecto alternativo basado en el Buen Vivir y en los Derechos de la Naturaleza, armonizándolo con una respuesta rápida y concreta con las necesidades de supervivencia, primero, pero junto con eso, de creación de respuestas visibles que den esperanza a la gran masa de la población de una vida digna en lo inmediato. El primer desafío tiene que ver, en principio, con cómo reparar las heridas del proceso de elecciones primarias dentro de Pachakutik. Aquí es importante retomar el diálogo con la conducción de la CONAIE, pero también lo es recomponer sus relaciones con su provincia de base: el Azuay. Es el desafío de transformar la movilización callejera de octubre de 2019 en proyecto político convocante y unificador de las fuerzas populares. Allí también tendría que dialogar con los sectores del correísmo que estén más abiertos y que sean menos eurocéntricos.

El segundo desafío es más grande todavía, pero requiere de la resolución del primero. Tiene que ver con lo que analizo más abajo sobre el dilema entre Desarrollo o Buen Vivir. Es importante recuperar el papel estimulador del Estado en los procesos productivos y posibilitar el acceso de las mayorías populares a lo que necesitan para vivir dignamente. Realizar esto desde criterios comunitarios y ecológicos, con protagonismo popular, como lo plantea su plataforma de gobierno, es un inmenso desafío, pero es una problemática insoslayable no solo para Ecuador, sino para toda la región.

El proceso boliviano dejó dos grandes elementos para el desarrollo popular, tanto al interior de los países como para la unión latinoamericana. El primero es el poder de la organización popular. El segundo es lo que podríamos llamar la “grandeza” que demostraron sus dirigentes. Sobre el primer aspecto, Ecuador tiene enormes potencialidades que quedaron evidenciadas en la heroica y, a la vez, dramática resistencia de octubre de 2019. Sobre el segundo se abren también posibilidades importantes, pero dependen de que los dirigentes demuestren su capacidad de posponer –aunque sea relativamente– aspiraciones personales de poder, teniendo en cuenta cuáles son las contradicciones principales y privilegiando la unidad del campo popular sobre la imposición unilateral de las propias preferencias. Quienes representan a los ricos no tienen tantos problemas para esto: comparten una base común que muchas veces tienen más clara que los dirigentes de izquierda: concuerdan en que su contradicción principal es el poder popular y por eso, muchas veces, dejan de lado sus diferencias cuando se trata de asegurar la dominación y la explotación de las mayorías populares. No necesitan del debate. Su programa ya está definido por el poder imperialista del gran capitalismo. Solamente tienen que encontrar la forma práctica de acceder a los medios para aplicarlo. Quienes pretenden representar a las y los pobres, muchas veces caen en diferencias claramente secundarias para las necesidades y las luchas populares.

 

Buen Vivir y Derechos de la Naturaleza

Tanto en la problemática para gobernar el Ecuador, como en el aporte para las discusiones sobre un modelo económico popular para nuestra región, este país tuvo la virtud de plantear dos elementos nucleares que plasmó en su Constitución de 2008. Ellos son el Buen Vivir como eje estructurador del modelo socioeconómico y político del país, en clara oposición al principio estructurador de la propiedad privada concentrada –o burguesía, en términos más eurocéntricos–, y el tema de los Derechos de la Naturaleza o Pachamama.

Los gobiernos de la llamada Revolución Ciudadana tuvieron una relación ambigua y cambiante con estos dos temas. El movimiento que llevó al poder a Rafael Correa venía acompañado de una fuerte –no total– adhesión a la corriente que consagraría estos principios. El impulso del movimiento indígena en el período que posibilitó aquella elección fue fundamental, aunque las divergencias en torno a la autonomía del movimiento frente al gobierno y de la opción de aquel gobierno por un modelo neoextractivista, sumados a innecesarias agresiones, complicaron las relaciones hasta la ruptura.

Una de las grandes figuras de la plasmación constitucional de estos dos principios fue, sin duda, el economista Alberto Acosta. Organizador clave de la movilización política que terminó proponiendo a Correa para la presidencia, e impulsor central de la innovadora y creativa propuesta constitucional, fue uno de los primeros ministros del gobierno de Correa y fue el presidente de la Asamblea Constituyente hasta que las divergencias con este presidente se fueron evidenciando y haciendo más conflictivas. Intelectual que estuvo siempre cercano de las organizaciones indígenas y que es una de las referencias en torno a la problemática del Buen Vivir y de los Derechos de la Naturaleza a nivel mundial, su aporte puede ser muy importante en un proceso serio y profundo que aborde todos estos aspectos.

En la propuesta de Yaku Pérez aparecen estos dos temas como centrales. El desafío de cómo plasmarlos en políticas públicas no es nuevo. Ya estuvo presente durante los gobiernos de Correa, pero la resolución que se dio en esta época fue entre ambigua y negativa. Este desafío enfrenta a lo que entiendo que es el principal dilema de los gobiernos latinoamericanos que pretenden ser consecuentes con las necesidades y la idiosincrasia de nuestros pueblos, y entiendo que se puede denominar: Desarrollo o Buen Vivir.

Por un lado, está el planteo del Desarrollo, ambiguo de por sí, en la medida en que es una problemática que ha surgido en el seno del capitalismo fundamentalmente –aunque varios gobiernos socialistas también apelaron a él– y que viene ligado a sus supuestos básicos, y sobre todo –y aquí es compartido por las izquierdas eurocentradas– por su espacio-temporalidad de base. Pero es difícil negarse a procesos de industrialización que transformen la matriz primaria exportadora de nuestros países; a que se promueva un crecimiento económico que posibilite el pleno empleo; o a que se posibilite el acceso de la población a lo que necesita para vivir con dignidad, mediante lo que suele llamarse crecimiento del consumo interno. Todo esto, en principio, aparece como algo positivo para nuestros pueblos. Las dificultades se dan cuando este desarrollo implica la devastación de la naturaleza y el atropello a las comunidades indígenas y campesinas; cuando el consumo interno implica procesos de mercantilización del imaginario popular y, muchas veces, un endeudamiento más allá de sus posibilidades; cuando la idea de fondo sigue siendo parecerse a los países capitalistas del primer mundo; o cuando el empleo se da en condiciones de precarización extrema y con salarios que ni siquiera aseguran un nivel de subsistencia. Esta problemática debe ser enfrentada con claridad y coraje. Pero también deben articularse fuerzas que permitan sostener búsquedas populares creativas que necesariamente afectarán a los poderes predominantes.

Esta problemática fue afrontada muy pobremente en Ecuador. Fue mucho más claramente planteada en Bolivia. Dos personajes fueron importantes en la reflexión sobre ella: Álvaro García Linera y David Choquehuanca. La posibilidad de que un eventual gobierno de Pachakutik pueda interactuar con el gobierno boliviano, y sobre todo con estos referentes, puede dar una nueva fase a la integración latinoamericana, aportándole la dosis de creatividad, enraizamiento en los movimientos populares y carácter más claramente revolucionario que no alcanzó a ser tan claro unos años atrás.

 

Consideraciones finales

El resultado de las elecciones ecuatorianas puede significar un nuevo y significativo paso para la predominancia de gobiernos populares en la región y del proceso de integración latinoamericana-caribeña. Podría también significar un aporte para el enriquecimiento de estos procesos, si se asume la importancia de los aportes originales que quedaron secundarizados o postergados y que son fuertemente necesarios para afirmar el carácter de alternativa a un capitalismo que siempre se va a basar –aún con matices en sus diversas versiones– en la explotación del ser humano y de la naturaleza. Las propuestas del Buen Vivir y de los Derechos de la Naturaleza son claves en este sentido, mientras se mantengan enraizadas en las cosmovisiones y las praxis indígenas.

Estos aportes pueden significar –además de una continuidad del camino emprendido entre fines de siglo pasado y comienzos del actual– un enriquecimiento en originalidad y contenido popular de los proyectos, de tal manera que los procesos latinoamericanos y caribeños puedan ser un aporte en la búsqueda de alternativas superadoras del capitalismo, creativas y enraizadas en la praxis popular de lucha por la vida. Tendrá que replantearse entonces, en profundidad, el dilema Desarrollo o Buen Vivir, en una búsqueda a la vez audaz y realista para el bien de nuestros pueblos y para, también, enlazar búsquedas, reflexiones y propuestas con todos los pueblos, especialmente los del Sur Político.

 

Referencias

CELAG (2020): Panorama Político y Social Ecuador. www.celag.org/encuesta-ecuador-diciembre-2020.

Clima Social (2020): Elecciones domingo 7 de febrero de 2021. Encuesta Ómnibus III. https://clima.social/wp-content/uploads/2020/12/Encuesta-Ómnibus-III-PÚBLICA_Dic20_Clima-Social.pdf.

Friggeri FP (2020): “Bolivia: ¿hacia un desempate latinoamericano? En memoria de Orlando Gutiérrez”. Movimiento, 27.

Tapia E y G Quiroz (2021): “88,7% de ecuatorianos respalda la dolarización, que cumple 31 años”. El Comercio, Quito, 9-1-2021.

 

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