Correspondencia entre el pensamiento de Jauretche y las concepciones epistemológicas de Boaventura de Sousa Santos

El propósito de este trabajo consiste en examinar las principales concepciones de Arturo Jauretche sobre su crítica del pensamiento eurocéntrico hegemónico en Argentina y, desde ese punto de partida, examinar las principales tendencias de las propuestas epistemológicas propuestas por Boaventura de Sousa Santos para la construcción de un conocimiento superador del científico desde el cuestionamiento a la epistemología eurocéntrica. Epistemología entendida en relación a la construcción del conocimiento, pero al mismo tiempo como fundamento que al mismo tiempo reproduce y contribuye la estructuración de relaciones coloniales entre los países centrales y periféricos.

Arturo Jauretche (1901-1974), un extraordinario pensador nacional, es una de las mayores referencias en el desarrollo de un pensamiento situado desde las particularidades culturales argentinas, que se reconocen constituidas por diversidades, pero sobre las cuales logra definir una unidad que se reconoce en tanto opuesta a la hegemónica –entendida en el expreso sentido del concepto: unidad epistemológica que fundamenta la dirección intelectual y moral de un bloque histórico por sectores dominantes, en este caso: la conformación de un pensamiento colonizado, pues esa hegemonía cultural se centra en la primacía del pensamiento europeo implantado en nuestra cultura. Su pensamiento ha abonado la conformación de un proyecto político transformador de la sociedad argentina como lo es el peronismo, más específicamente, en el marco de los procesos de descolonización de los años sesenta y setenta, y sobre todo consolidando las posibilidades de pensar un desarrollo autónomo de nuestra sociedad de espaldas a la dominación política de los países centrales.

Por otra parte, Boaventura de Sousa Santos es un sociólogo contemporáneo nacido en 1940, que escribe desde Portugal que –como ha referido en muchas ocasiones– se reconoce como parte de la periferia de Europa, y por tanto niega los constructos teóricos y filosóficos eurocéntricos al considerarse perteneciente a una cultura diversa respecto de la desarrollada históricamente en los países centrales europeos. Propone una vinculación entre los saberes de aquellas culturas europeas que considera periféricas, particularmente España y Portugal, y las diversas culturas periféricas existentes en un mundo. Asume a la interculturalidad como proposición superadora del paradigma europeo cientificista dominante desde la Modernidad hacia fines del siglo XX; a la globalización como proceso de reestructuración del capitalismo, pero al mismo tiempo como desdoblamiento de una posmodernidad desigual, esto es, una revisión de las principales corrientes filosóficas del siglo XX –racionalismo, idealismo y materialismo histórico– y la destrucción de los sistemas de pensamiento y su fragmentación; el cuestionamiento a la posibilidad de acceso inmediato al conocimiento a través de evidenciar la centralidad del lenguaje como mediación entre sujeto cognoscente y objeto cognoscible que ha revitalizado la filosofía del lenguaje, el psicoanálisis y sobre todo la revalorización de la diversidad cultural como productora no sólo de identidades, sino de modos de concebir el espacio tiempo, las realidades. La interculturalidad por tanto encuentra en Boaventura de Sousa Santos como un autor que va a desdoblar esa mirada crítica de un pensamiento colonizador y la importancia de cada cultura en la creación de epistemologías particulares.

Si bien se trata de dos pensadores que han desarrollado su obra en contextos diferentes, este texto propone analizar las convergencias entre sus concepciones, revalorizando el carácter anticipatorio y fundante de Arturo Jauretche en la crítica a un pensamiento colonizado y la proposición de una nueva perspectiva de comprensión y aprehensión de la realidad.

Este texto se estructura en tres apartados: el primero avanza sobre el debate entre civilización y barbarie; el segundo profundiza en la contradicción entre epistemología eurocéntrica y epistemologías de las periferias; y finalmente se concluirá con un balance acerca de las posibles convergencias entre el pensamiento de ambos autores.

 

Civilización o barbarie: las proposiciones de una epistemología descolonizada

Las posibilidades de pensarse y pensar desde las propias particularidades sociohistóricas y socioculturales, como modo de avanzar en la construcción de un pensamiento a la vez descolonizador que niegue la transpolación mecánica del pensamiento de la cultura eurocéntrica ha sido uno de los mayores aportes de Jauretche. El nexo entre cultura y pensamiento se expresan históricamente en nuestro país entre dos tendencias: un pensamiento colonizado, modernizante, capitalista, promovido por los sectores dominantes locales y que legitima una sociedad fuertemente ligada a Europa, negadora de la propia cultura nacional. Por otro lado, la cultura popular o producciones propias de nuestro pueblo, del ser y estar desde una comprensión del espacio tiempo y de la realidad con particularidades distintivas a la perspectiva europea.

La sacralización del pensamiento europeo se consolidó por procesos históricos de dominación política y expansión territorial de las potencias europeas desde el siglo XV, exportando la Modernidad hacia los territorios conquistados militarmente e impulsando en el plano filosófico lo que va a consagrar Spencer (2006) con la distinción de estadios de civilización, siguiendo los patrones de las sociedades europeas, particularmente la inglesa. Esta jerarquización de las sociedades y las culturas ha sido largamente y por siglos reproducida de tal modo que ha existido hasta bien entrado el siglo XX una sobredimensión del pensamiento europeo, sus construcciones científicas y tecnológicas, la perspectiva política de la individualidad y el reduccionismo metodológico propio del liberalismo, universalizando la economía de mercado y la distinción entre países centrales y periféricos. En este marco de discusión, Jauretche comienza, tras la caída del gobierno justicialista en 1955, a pensar la necesidad de producir un pensamiento propio que recupere el proceso de masas y la conducción peronista con el propósito de reivindicar un pensamiento nacional y popular en oposición al pensamiento liberal, eurocéntrico, que excluía al primero. Parte de considerar que luego de la derrota en la batalla de Caseros (1852) del proyecto nacional se inicia una etapa del pensamiento liberal como parte de la consolidación de las élites dominantes de su propio proceso de constitución como núcleo dirigente de la economía y la política. Ese predominio cultural funda un pensamiento pretendidamente sostenido hasta el siglo XXI, centrándose en la dualidad civilización o barbarie, donde lo primero refiere a toda aquella producción cultural, ideológica y política de los países centrales y barbarie –por ende, de menor jerarquía en el sentido spenceriano, propio del pensamiento europeo– de lo nacional y popular de nuestra cultura. Incluso en su Manual de Zonceras califica a esta dicotomía como la “madre de todas las zonceras argentinas”, es decir la matriz epistemológica de un conocimiento reproductor de la dominación cultural de Europa y Estados Unidos respecto de nuestra propia cultura. (Jauretche, 1968, 8-13). Más aún, sigue en otro de sus textos enfatizando esta posición, advirtiendo y anticipando la centralidad que adquieren las matrices de pensamiento como fundantes de los órdenes políticos. Reconoce en Sarmiento y en el contenido de su texto Facundo como a quien primero sistematiza esas ideas, pero que sin embargo preexistían como pensamiento de las elites. En uno de los pasajes de otro de sus textos afirma: “La idea no fue desarrollar América según América, incorporando los elementos de la civilización moderna; enriquecer la cultura propia con el aporte externo asimilado, como quien abona el terreno donde crece el árbol. Se intentó crear Europa en América trasplantando el árbol y destruyendo lo indígena que podía ser obstáculo al mismo para su crecimiento según Europa y no según América” (Jauretche, 1999: 33).

Estas ideas son centrales al momento de pensar en antecedencias de la revalorización del pensamiento nacional y su relación con proposiciones de convergencias con otros pensamientos. Es importante en este trecho advertir cómo Jauretche no propone un reemplazo de un pensamiento por otro, sino plantea una incorporación, un diálogo entre culturas y pensamientos, donde toda aquella producción eurocéntrica sea asimilada, es decir incorporada a principios y fundamentos nacional populares, que le sirven de marco y lo enriquezcan. La crítica al pensamiento eurocéntrico no significa una crítica al pensamiento europeo, sino a su predominio en tanto dominación de las élites locales frente al pueblo y entre países centrales y periféricos. A la colonización como proceso histórico de dominación política y económica de países centrales a los periféricos, Jauretche pone el acento en el plano cultural. La proposición contenida en sus reflexiones alude a la importancia de la multiculturalidad, de la construcción de un pensamiento nacional que incorpore otras categorías y modos de concebir y producir la realidad, pero siempre subsumidas dentro de lo producido desde la matriz nacional y popular. En otro pasaje del primer texto citado refiere que: “La incomprensión de lo nuestro preexistente como hecho cultural o, mejor dicho, el entenderlo como hecho anticultural, llevó al inevitable dilema: todo hecho propio, por serlo, era bárbaro, y todo hecho ajeno, importado, por serlo, era civilizado. Civilizar, pues, consistió en desnacionalizar” (Jauretche, 1967: 43).

Lo que cuestiona seriamente Jauretche es el reduccionismo de las elites promoviendo ese pensamiento dominante eurocéntrico, en la estructuración del Estado como tal y hasta bien entrado el siglo XX consolidando valores societales hegemónicos, sólo cuestionados durante la experiencia de masas del yrigoyenismo y sobre todo del peronismo, encarnando históricamente la consolidación de un pensamiento nacional y popular que Jauretche se encarga de conservar y difundir. Este reduccionismo epistemológico que escinde en una falsa oposición y jerarquía ambas perspectivas ha impedido también analizar como por ejemplo el desarrollo de políticas de industrialización en Estados Unidos, la expansión hacia el oeste y la derrota del proyecto agroexportador, sustentan dentro del liberalismo una perspectiva nacional. Es en este punto que Jauretche denuncia a las elites como imposibilitada de leer la historia pues parte de una dualidad jerárquica que opera como obstáculo para reconocer la propia cultura, el pensamiento propio y hasta las dimensiones nacionales de otros proyectos que se toman como modelo. “Por la profesión de esta zoncera, el ideólogo, extranjero o nativo, se siente civilizador frente a la barbarie. Lo propio del país, su realidad, está excluida de su visión. Viene a civilizar con su doctrina, lo mismo que la Ilustración, los iluministas y los liberales del siglo XIX; así su ideología es simplemente un instrumento civilizador más. No parte del hecho y las circunstancias locales que excluye por bárbaras, y excluyéndolos, excluye la realidad. No hay ni la más remota idea de creación sobre esa realidad y en función de la misma. Como los liberales, y más que los liberales que –ya se ha dicho– eran congruentes en cierta manera, aquí se trata simplemente de hacer una transferencia, y repiten lo de Varela: ‘Si el sombrero existe, sólo se trata de adecuar la cabeza al sombrero’. Que éste ande o no, es cosa de la cabeza, no del sombrero, y como la realidad es para él la barbarie, la desestima. De ninguna manera intenta adecuar la ideología a ésta; es ésta la que tiene que adecuarse, negándose a sí misma, porque es barbarie” (Jauretche, 1968, 8-13).

En este sentido el papel reproductor de los ideólogos que difunden y consolidan valores referidos a una epistemología eurocéntrica, son parte de la colonización cultural. Centralmente el único fundamento de la imposición de esta epistemología es el uso de la violencia epistémica, negar otros conocimientos con una valoración acrítica de su supuesta inexistencia o subalternidad respecto de otros que se han impuesto concomitantemente a procesos de dominación política y cultural. Por otro lado, el reconocimiento de una epistemología como única, como producto de la Modernidad occidental, implica al mismo tiempo la negación de las epistemologías varias que son producidas por varias culturas y como se analizará más adelante, incluso de minorías dentro de una misma sociedad.

 

Epistemología eurocéntrica y epistemologías de las periferias

Boaventura de Sousa Santos, pensando en los cambios históricos provocados por la crisis del capitalismo de finales del siglo XX y la emergencia de procesos que lo han redefinido desde lo que conocemos como globalización neoliberal –trasnacionalización de la producción, desterritorialización e integración regional, nueva división internacional del trabajo, reestructuración del Estado keynesiano, desregulación neoliberal, entre otros procesos– se ha centrado también en la revisión crítica del pensamiento que ha sido consolidado desde la Modernidad como fundante de ese orden, ahora en crisis. El cuestionamiento al pensamiento eurocéntrico en la idea de Sousa Santos se dirige en el mismo sentido que Jauretche: a revalorizar lo desdeñado por el pensamiento occidental dominante. Esa jerarquización cultural revela la sobredeterminación del conocimiento europeo frente a las concepciones y producciones propias de cada cultura. En el siguiente pasaje, Boaventura refleja el sentido que adquiere la revalorización de todas las culturas y de sus producciones: “El objetivo de crear distancia respecto de la tradición eurocéntrica es abrir espacios analíticos para las realidades que son ‘sorprendentes’ porque son nuevas o han sido ignoradas o invisibilizadas, es decir, consideradas no existentes por la tradición crítica eurocéntrica. Solo pueden ser recuperadas por lo que denomino la ‘sociología de las ausencias’” (Sousa Santos, 2018: 7).

Las rupturas que han supuesto las modificaciones de los procesos históricos en el capitalismo, pero también en la desestructuración del llamado socialismo real, han permitido el cuestionamiento y la fragmentación de aquella jerarquía entre el pensamiento eurocéntrico y un mundo en crisis. El florecimiento de la diversidad, la multiculturalidad y la revalorización de cada cultura en particular y su pensamiento es rescatada por Sousa Santos para construir una nueva epistemología, superadora de la dominante hasta el siglo XX. Por eso es que incluso parte de cuestionar la racionalidad moderna, su crítica de la razón que denomina indolente, se centra en rescatar desde las experiencias prácticas y materiales de cada cultura, lo desperdiciado por la razón occidental, para construir esa nueva epistemología. Afirma en este sentido: “Las Epistemologías del Sur se refieren a la producción y validación de los conocimientos anclados en las experiencias de resistencia de todos los grupos sociales que sistemáticamente han sufrido la injusticia, la opresión y la destrucción causada por el capitalismo, el colonialismo y el patriarcado. He designado como ‘Sur antiimperial’ al vasto, e inmensamente diversificado, campo de tales experiencias. Es un Sur epistemológico, no geográfico, compuesto por muchos suresepistemológicos que tienen en común el hecho de que son saberes nacidos en las luchas contra el capitalismo, el colonialismo y el patriarcado” (Sousa Santos, 2018: 29).

Es decir que la fragmentación cultural es aún mayor en este autor. Lo lleva al plano de prácticas de sujetos colectivos, pero en las que aquellas particularidades se oponen al pensamiento occidental dominante, eurocéntrico, sin embargo, la propuesta en sus palabras es de resignificar el pensamiento eurocéntrico, no anularlo. Ese tomar distancia implica poder permitir la emergencia de conocimientos emergentes de prácticas disruptivas de ese pensamiento. Tomar distancia implica recuperar el pensamiento moderno occidental, pero impidiendo la invisibilización de otros pensamientos. “Las Epistemologías del Sur se relacionan con los saberes que emergen de las luchas sociales y políticas y no pueden ser separados de esas luchas” (Sousa Santos, 2019: 303).

Es decir que, cuando se piensa en la dicotomía civilización barbarie y la jerarquización de conocimientos tomando como patrón la modernidad occidental, en Sousa Santos la propia concepción de epistemología occidental debe ser puesta en cuestión, la emergencia de una epistemología de aquellos sures que menciona en la cita, refieren a saberes y conocimientos también emergentes de prácticas concretas, de luchas contra varias formas de opresión. En el pensamiento de Jauretche la oposición civilización-barbarie se impuso como resultado de un conflicto resuelto en favor de las elites liberales. Sin embargo, una epistemología fundada en la experiencia de las masas en alianza con el Estado y una nueva concepción sociopolítica como lo fue la experiencia del justicialismo (1946-1955), de lucha contra la opresión de la elite oligárquica agroexportadora y su proyecto civilizador eurocéntrico, puede advertirse en la producción de Jauretche proponiendo fundamentos nacional populares para dicha construcción, de un nuevo pensamiento. Finalmente, para este punto, una última nota importante que señala Sousa Santos es el referido a su crítica más importante respecto del pensamiento occidental, sobre el que expresa: “es un pensamiento abismal. Éste consiste en un sistema de distinciones visibles e invisibles, las invisibles constituyen el fundamento de las visibles. Las distinciones invisibles son establecidas a través de líneas radicales que dividen la realidad social en dos universos, el universo de ‘este lado de la línea’ y el universo del ‘otro lado de la línea’. La división es tal que ‘el otro lado de la línea’ desaparece como realidad, se convierte en no existente, y de hecho es producido como no existente. No existente significa no existir en ninguna forma relevante o comprensible de ser. Lo que es producido como no existente es radicalmente excluido porque se encuentra más allá del universo de lo que la concepción aceptada de inclusión considera es su otro” (Sousa Santos, 2010: 11).

La consecuencia de este pensamiento es la escisión entre las sociedades y las culturas y al interior de las culturas en particular. La conformación de sociedades paralelas en cuanto a las posibilidades de pensar y pensarse constructoras de la realidad y de sus propios procesos materiales, políticos y económicos, puede aplicarse tanto para el centro –Europa y Estados Unidos– como la fragmentación en Argentina de dos proyectos, el agroexportador y el industrial y sus estructuraciones en el plano de las ideas: las liberales, como hegemónicas –hasta inicios del siglo XXI– y las nacional populares. El cuestionamiento supone reconocer esa escisión y desde las producciones de ambos pensadores aquí analizados, apelar a una convergencia en la que el pensamiento occidental moderna se constituya en un aporte más a la construcción de una epistemología propia, desde la propia cultura, desde las propias necesidades y desde las propias luchas.

 

Conclusiones

De lo expuesto hasta aquí es posible afirmar que Jauretche anticipó en nuestro país lo que sería objeto de debate a partir de la segunda mitad del siglo XX con la crisis del capitalismo y una discutida aún trascendencia a la Posmodernidad. Una Posmodernidad concebida como la contracara cultural de la globalización neoliberal, y en ese marco el desarrollo de las proposiciones de ruptura del pensamiento moderno occidental y la emergencia de la diversidad de saberes y conocimientos recuperados desde las epistemologías llamadas del Sur por Boaventura de Sousa Santos.

Es importante destacar que en ambas concepciones se encuentran por un lado la crítica al pensamiento moderno occidental como hegemónico, pero sin embargo no su negación o su invisibilización, sino por el contrario, el rescate de ese pensamiento, su epistemología como una más, y cuyas producciones enriquezcan las otras varias epistemologías negadas por un cartesianismo binario y excluyente. Abonar en términos de Jauretche el pensamiento propio en diálogo con otros, una toma de distancia del pensamiento abismal occidental en palabras de Sousa Santos, pero que no implica su destrucción, sino convergencia.

La antinomia civilización o barbarie, puesta en disposición epistemológica de promover la transpolación de culturas e ideas eurocéntricas a la nacional argentina es necesario y lo fue para promover una ruptura. Ruptura que significaba recuperar lo invisible, lo negado, lo propio desde nuestros propios procesos y valoraciones societales más amplios y no solo de reproducciones de las elites. Pero ruptura no significa anulación, el propio Jauretche así lo plantea, al igual que Boaventura de Sousa Santos. La centralidad de la emergencia de otras epistemologías radica al mismo tiempo para definir nuevas emancipaciones posibles que han quedado fuera del proyecto emancipador de la Modernidad. La realización de procesos autónomos o al menos con relativa autonomía respecto del centro y desde las propias matrices epistemológicas del pensamiento nacional como producto de nuestra sociedad, es lo que nuevamente se debate en este siglo para la puesta en cuestión de un paradigma modernizador que anula las diferencias y los procesos endógenos de cada sociedad.

Otro punto importante parte del reconocimiento preexistente de una cultura y de un pensamiento diverso según cada cultura, en este punto como se ha mencionado, ambos autores reivindican la existencia de múltiples epistemologías a partir de experiencias particulares. Su preexistencia es condición necesaria para la emergencia de nuevas epistemologías que puedan ir en dirección de comprender la totalidad, como unidad diversa, sin abstracciones negadoras y más aún como orientadoras de procesos de transición históricos en curso.

Jauretche al negar la posibilidad que las perspectivas propias de la Modernidad occidental y su epistemología eurocéntrica pudiesen promover procesos de desarrollo social, económico y político advertía que todo ello contribuía a mantener la cultura del denominado establishment en la época, un modelo de país agroexportador fuertemente excluyente y concentrado. La invisibilización y la negación de otra cultura existente, con otros modos de pensar y actuar que Jauretche recupera como coexistente y la denomina la cultura nacional y popular. Por su parte, Boaventura de Sousa Santos no duda en cuestionar el pensamiento occidental moderno y le confiere el carácter de abismal. Una figura que sobredimensiona las consecuencias históricas del desarrollo de este pensamiento en la historia.

Su apelo a la construcción de una sociología de la insurgencia o de las ausencias va en ese sentido, al igual que Jauretche comprende la preexistencia de culturas negadas, de otras epistemologías que intenta capturar y disponerlas en la posibilidad de visibilizarlas, articularlas, oponer a la hegemonía del pensamiento eurocéntrico que las ha invisibilizado por siglos. En palabras de Sousa Santos (2010: 29), la existencia de lo que denomina un cosmopolitismo subalterno, todas las culturas negadas por siglos, sus experiencias sus modos de ser y estar en el mundo, adquieren en su concepción y proposición de una nueva epistemología una centralidad marcada, en la misma dirección que Jauretche plantea para el caso particular de la cultura argentina. Una cultura diversa, producto del mestizaje y de la inmigración, confluyendo en la conformación de ese cosmopolitismo que Sousa Santos advierte en las sociedades periféricas en el plano global y en lo emergente en ellas como las posibilidades de refundación de un nuevo pensamiento y nuevas epistemologías que permitan la visibilidad, la puesta en escena y la influencia en la construcción de las realidades, las culturas, los procesos sociopolíticos de cada sociedad.

El potencial que como aporte a esa construcción posee el pensamiento nacional, todavía es inexplorado. Lo cierto que la preocupación de Jauretche entre muchos otros, anticipó y desarrolló lineamientos que en el siglo XXI parecen conducir a una superación de aquella hegemonía del pensamiento moderno occidental.

 

Bibliografía

Jauretche A (1968): Manual de zonceras argentinas. Buenos Aires, Peña Lillo.

Jauretche A (1999): Los profetas del Odio y la yapa. Buenos Aires, Peña Lillo.

Sousa Santos B (2018): “Introducción a las epistemologías del sur”. En Epistemologías del Sur, Buenos Aires, CLACSO.

Sousa Santos B (2019): Construyendo las Epistemologías del Sur. Para un pensamiento alternativo de alternativas. Buenos Aires, CLACSO.

Sousa Santos B (2010): Para descolonizar occidente. Buenos Aires, CLACSO.

Sousa Santos B (2008): Reinventando la emancipación social. La Paz, Muela del diablo.

Sarmiento DF (2009): Facundo o civilización y barbarie. Buenos Aires, Eduvim.

Spencer H (2006): Obras Filosóficas. Buenos Aires, Nabu.

Share this content:

Deja una respuesta