24 de febrero de 1946: Perón al gobierno y el pueblo al poder

Los males de la Argentina quisieron ser remediados hace 70 años. Aquel 24 de febrero de 1946 fue la culminación de una larga marcha donde el pueblo, a través de las urnas, tuvo su encuentro con aquel líder que encauzó sus fuerzas vitales en pos de un proyecto de liberación nacional. Ese camino, que se inició con la Revolución del 4 de junio de 1943, tuvo su mojón significativo el 17 de octubre de 1945. De figura destacada del elenco gubernamental juniano pasó a ser para su pueblo el Primer Trabajador: la historia llamó a la puerta y Perón dio su presente.

De ganar las calles, se tuvo que pasar a lograr una entrada institucionalizada en la historia, que puso a Juan Perón como presidente. El esfuerzo por transformar la patriada del 17 de octubre se vio coronado por un nuevo esquema político de poder popular.

El 24 de febrero no es simplemente el aniversario del primer triunfo de Perón, coaligado con el Partido Laborista, la UCR Junta Renovadora, el Partido Independiente, forjistas, nacionalistas, socialistas y sindicalistas que apostaron por ese frente nacional antiimperialista. Fue la concreción de la recuperación de la línea nacional y popular dejada trunca por el golpe contra Hipólito Yrigoyen y que reubica a sus “orilleros radicales” y los transforma en los “descamisados industriales” de un primer peronismo sindicalizado.

Fue algo demasiado penetrante como para que nos dé solo nostalgia. Esta debe ser una fecha de lucha, ya que –como dijo Perón– la vida es lucha y la lucha es vida, y porque las fuerzas de la antipatria siguen merodeando nuestra Patria.

Nuestra elite gobernante en esos años discutió si lo conveniente era ser vasallos británicos o lacayos de Estados Unidos, mientras peleábamos por una posición proeje o aliadófila durante la II Guerra Mundial. Perón, en cambio, vio e intuyó cuál sería la nueva situación estratégica a nivel internacional y cómo se podría reajustar la Argentina dentro de un modelo de Estado moderno, inclusivo, industrializador y de vocación soberana. En el medio apareció –como hoy– el ataque mediático de los periódicos del régimen, el Libro Azul de la embajada de Estados Unidos y las supuestas actividades nazis. La contestación no se hizo esperar y el Libro Azul y Blanco denunció el apoyo económico del Norte a la Unión Democrática y el espionaje llevado a cabo por la embajada norteamericana. Del lado británico los periódicos también demonizaron a Perón. The Times alertó sobre el “nuevo e izquierdista partido personal de Perón”; el Tribune le endilgó al coronel Perón el mote de “fascista”; y hasta el Economist refirió que “en las elecciones, que para sorpresa de todos parecen haber sido justas, Argentina se hace nazi”. Ante eso ya estaba en el corazón popular la consigna “Braden o Perón”.

La Unión Democrática, segura del triunfo, afirmó que habían sido “las elecciones más limpias de la historia”. Rompiendo tranqueras y saltando alambrados el pueblo votó… Y los partidos tradicionales comprobaron azorados cómo fueron derrotados. Ganó la fórmula Perón-Quijano y la historia comenzó a cambiar.

Hoy debemos aprender la lección y confiar en ir munidos de una apasionada verdad, en base a organización popular e ideario emancipador. Rearmando una conducción nacional, planteando nuevas formas de construcción ciudadana y acción soberana, y reestableciendo la premisa de unidad, solidaridad y organización, es probable que volvamos a recuperar un proyecto nacional.

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