Las prácticas feministas en tiempos oligárquico-financieros

Las movilizaciones callejeras #NiUnaMenos, los masivos encuentros (pluri) nacionales de mujeres y la presencia en las agendas mediáticas y políticas de las demandas feministas no comenzaron en tiempos de Mauricio Macri, sino que se visibilizan a partir del nuevo siglo en toda la región con gobiernos de frentes políticos de centroizquierda, producto de la fuerte madurez de los movimientos emancipatorios históricos que crecieron durante décadas. Entonces, ¿qué cambios hubo en el nuevo contexto de neoliberalismo y modelos oligárquico-financieros?

En tiempos oligárquico-financieros (2015-2019) el Estado genera un clima de recesión y urgencias socioeconómicas que en principio parecían volar de un plumazo los debates de género e igualdad opacados por las urgencias de precios, gastos y consumos básicos de la ciudadanía. Sin embargo, nada de esto ocurrió y una vez más las prácticas feministas en Argentina encontraron la forma de profundizar las demandas, territorializando por un lado y manteniendo vigentes debates igualitarios en los ámbitos legislativos.

En Argentina los espacios feministas resisten a los embates del neoliberalismo de la gestión de Mauricio Macri que ajustó y subejecutó programas inclusivos, con novedosas estructuras que de manera autónoma comenzaron a desarrollarse en distintos ámbitos. En escuelas, sindicatos, asociaciones, centros de jubilades, hospitales, jardines de infantes, universidades, colegios de profesionales, grupos deportivos, partidos políticos, confederaciones y espacios culturales se observa la formación de asambleas, comisiones, juntas, agrupaciones y diversas formas de organización que de maneras muy distintas discuten sobre violencia y desigualdad propias de sus propios espacios y territorialidades. Las consecuencias varían desde la búsqueda de dispositivos alternativos por fuera del Estado, como las Socorristas por el Aborto Legal, hasta denuncias colectivas como la realizada por actrices argentinas que incluyeron a trabajadoras y colectivos antipatriarcales contra el abuso en el ámbito laboral y la precarización del empleo, denunciando a un director del Centro Cultural San Martín y profesor en la UNA.

Además de estas novedosas participaciones políticas, en los últimos años las mujeres y los espacios disidentes del patriarcado mantienen vigencia en los debates sobre igualdad de oportunidades, violencias e inequidades en los ámbitos legislativos. El debate sobre el Aborto Legal, presentado hace muchos años por la Campaña Nacional por el Aborto Legal Seguro y Gratuito (www.abortolegal.com.ar), accedió por primera vez a un debate en comisión en el Congreso. Más tarde se aprobó la ley que obliga al Estado a capacitar todas las agencias estatales con perspectiva de género, conocida como Ley Micaela, en homenaje a la militancia de Micaela García. Son discusiones que dan muestra de la vigencia y el acompañamiento de la sociedad en las demandas feministas.

De Piero y Gradin, en “La sociedad civil ‘desorganizada’”, observan la participación ciudadana como modos de socialización relacionados a la construcción de democracias, y que atraviesan procesos de crisis y transformaciones, producto de fracturas, nuevos actores, demandas y debates que modifican las formas del hacer político.

En tiempos de achicamiento del rol del Estado y distribución inequitativa de la riqueza bajo argumentos de mercado y dolarización de la economía, una vez más la territorialidad se vuelve herramienta feminista cuando muchas compañeras y compañeros, desde bancas en concejos deliberantes y legislaturas provinciales, encienden debates locales sobre acceso al empleo para personas trans; promueven programas de inclusión social y de género; y demás discusiones con proyectos de ley y ordenanza que ratifiquen el camino hacia la igualdad.

Las demandas feministas no fueron desplazadas a un segundo plano con las urgencias económicas que existen en todas las casas argentinas como consecuencia de los tarifazos, la inflación descontrolada y el desempleo. Es importante seguir observando las continuidades de las prácticas feministas y destacar las discusiones que consiguen ampliarse año a año, debatiendo sobre prevención de la violencia, pero también respecto de los roles dentro del hogar, los cuidados y tareas y la transformación de los empleos en general, para alcanzar sociedades más justas, equitativas y libres de violencia.

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